Los Abogados Cristianos me fascinan un
poco. Son una pandilla de juristas ultrarreaccionarios que parecen tener como
único objetivo interponer procedimientos judiciales contra cualquiera que
ofenda los sentimientos religiosos católicos. Son los que estaban detrás de la denuncia a Willy Toledo por cagarse en Dios, de los procedimientos contra el Santísimo Coño Insumiso, de los ataques a autoridades públicas por permitir exposiciones
o versiones feministas del padrenuestro, etc. Uno se pregunta si esta
gente no tiene nada mejor que hacer con su tiempo libre que tratar de
cristianizar a una sociedad laica a golpe de sentencia judicial.
Y no es que tengan poco tiempo libre,
¿eh? En diez años que tienen de vida (fueron fundados en 2008) han interpuesto
una buena cantidad de demandas, denuncias y querellas. A falta de estadísticas
oficiales, buenas son las estimaciones: la noticia de Diagonal enlazada más
arriba contabiliza más de veinte procedimientos judiciales solo en los siete
primeros meses de 2016. No podemos saber si esa cifra es representativa, pero
se trata en todo caso de un número impresionante, que revela una actividad
imparable.
Su camino favorito es la denuncia por
escarnio a los sentimientos religiosos de los creyentes; el artículo 525 CPE
les sirve como palanca para denunciar a cualquiera que se atreva a hacer algo
mínimamente blasfemo. Otra cosa que hacen mucho es denunciar cualquier crítica
que se les hace en cuanto asociación. Así, hace poco han denunciado a un concejal por llamarles ultraderechistas. Tampoco tienen problemas en
salirse de lo penal e irse a lo contencioso-administrativo. Fueron ellos, por
ejemplo, los que consiguieron que la filial española de Planned Parenthood perdiera la condición de asociación de utilidad pública.
Lo más curioso de esta asociación es que
no parecen capaces de ganar un solo caso. Dejando aparte el tema de la
Federación de Planificación Familiar Estatal que acabo de mencionar, no se les
conocen victorias judiciales. Los casos que inician suelen acabar en absolución
o incluso en sobreseimiento. Así ha pasado esta misma semana con Drag Sethlass,
que ganó la gala drag de los carnavales de Las Palmas de Gran Canaria en 2017
con una actuación en la que se disfrazaba de Virgen María y parodiaba una
crucifixión.
El caso de Sethlass es el epítome de la
actuación de estos abogados. Pasa algo que nadie en su sano juicio interpreta
como delictivo, en este caso una simple carroza de carnaval. Llegan ellos y
denuncian a todo el que pillan, siempre con el mismo argumento: que hay un
ataque a los sentimientos religiosos de los católicos. El asunto recala en un
Juzgado y, más o menos rápido, se archiva o se absuelve a los acusados. Sin
embargo, los abogados cristianos no cesan e interponen todos los recursos
posibles para mantener vivo el tema.
Aquí nadie les ha dado la razón. El
asunto se ha parado en instrucción, es decir, ni siquiera ha llegado a
juzgarse. El propio Ministerio Fiscal pedía el archivo de la causa, y la jueza
la concedió en atención a que la fiesta del carnaval es paródica casi por
naturaleza, lo cual “permite descartar una intencionalidad de ofensa, primando
otras alternativas que van desde la mera diversión hasta la crítica ácida”.
Abogados Cristianos recurrió y la Audiencia Provincial, por unanimidad, ha
desestimado el recurso y ha mandado de nuevo que se archive el caso. Además, ha
cargado las costas de la apelación a los cristianos.
Uno ve derrotas tan estrepitosas y no
puede evitar preguntarse por las motivaciones de esta gente. ¿Qué les mueve?
¿Por qué invierten tanto esfuerzo en procedimientos inútiles? La primera
respuesta sería que no son tan inútiles. Es cierto que no ganan nunca, pero
también lo es que durante el tiempo del procedimiento sentencian al acusado a
la famosa “pena de banquillo”. Le hacen gastar dinero en abogados y, sobre
todo, tener sobre la cabeza la preocupación de una posible (aunque improbable)
condena penal. Por suerte la estrategia no les sale del todo bien debido a que
no dejan de perder juicios, pero la intención es obvia: que la gente, para
quitarse problemas con ellos, evite críticas y parodias a la religión católica.
En segundo lugar, habría que hablar de
dinero. Puedo entender que la asociación esté compuesta por abogados que actúen
para la causa (en su web hablan de “más de 50 juristas voluntarios”),
pero semejante ritmo de actividad requiere dinero. Los abogados y procuradores
tendrán que cobrar, y habrá que pagar los numerosos gastos menores asociados a
todo proceso judicial, desde las fotocopias hasta las condenas en costas. Por
no hablar de las campañas no judiciales que emprenden. Uno se dónde pregunta de
dónde viene la pasta que mantiene engrasada toda la maquinaria.
Su web no lo aclara demasiado. En la
parte superior hay dos botones, “Hazte socio” y “Donar”, que te llevan
esencialmente a la misma página con una diferencia: la primera permite
configurar una donación periódica y la segunda dar dinero de forma puntual. Esto
pretende dar esa impresión, tan usada por asociaciones de derechas como
HazteOír, de ser una plataforma ciudadana sostenida por un gran número de
pequeñas donaciones voluntarias. No sé si me lo acabo de creer. Esta gente
tiene vínculos con gente muy poderosa y muy rica, y no me creo que su labor de lobby se sostenga solamente con las
donaciones de los cuatro frikis que usen su web.
Por cierto, que con el tema de los socios
los cristianitos juegan al despiste de manera fenomenal. El único contenido de
la página de “Hazte socio” es una plataforma de pago para que permitas que te
pasen al banco un recibo mensual. En ningún momento se te informa de qué supone
(a nivel de derechos y deberes) ser socio de Abogados Cristianos: solo se te
pide un nombre, unos apellidos, un email y un número de cuenta. Ni siquiera te
solicitan el DNI o la dirección, datos necesarios para mantener una
comunicación formal con los socios. Tampoco hay acceso a los estatutos de la
asociación, que son los que nos aclararían el procedimiento para asociarse.
La conclusión es obvia: Abogados
Cristianos estará formada probablemente por tres personas (entre ella su
presidenta, que tiene el sonoro nombre de Polonia Castellanos) pero usan la
retórica de “los socios” para conseguir dinero. Cuando te “haces socio” por
medio de su web en realidad no te estás asociando a nada ni te estás convirtiendo
en miembro de ninguna asociación, sino que te comprometes a pagar un dinero
todos los meses. Es muy diferente. ¡Ay, Abogados Cristianos, que mentir es
pecado!
Así pues, tenemos a un lobby retrógrado y poco transparente que
se dedica a iniciar procesos judiciales imposibles de ganar con el único
objetivo de fastidiar y preocupar a sus denunciados. Por supuesto no se trata
de una actividad que podamos prohibir, pero sí que debería hacerse todo lo
posible por dificultársela. Si su principal herramienta es el delito de
escarnio a los sentimientos religiosos, vamos a sacarlo del Código Penal. Es
una reliquia que no protege ningún bien jurídico relevante y que solo sirve
para que matones judiciales como éstos hagan pasar un mal rato a cualquiera que
se les cruce en su camino. Si éstas no son razones suficientes…
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