Que
Jorge Javier Vázquez no es un adalid de la izquierda ya lo sabemos todos. Un
presentador de televisión con dinero, que se ha pronunciado a favor de la
compra de bebés (él lo llama gestación subrogada), que se burló en directo del
caso de violación en Gran Hermano y que anuncia casas de apuestas no parece el
espejo más claro donde mirarse. Asimismo, el plató del Sálvame no va a ser el
lugar donde comience la revolución.
Sin
embargo, no puedo negar que me gusta mucho ver cómo la bandada de buitres
carroñeros que dirige este pájaro destripa a la ultraderecha mediática a raíz
del último escándalo de bragueta. Los hechos son muy sencillos: Alfonso Merlos,
periodista (dicen), salió en el directo del también periodista (dicen) Javier
Negre con su amante de fondo, circunstancia que parecía ser desconocida para su
novia oficial. El asunto ha acabado en los platós del cotilleo, donde la
ideología de todos los implicados se ha visto al descubierto.
Memes
como “Aunque sea una mala racha no te folles a un facha” o frases del estilo de
“este es un programa de rojos y maricones” tienen su valor. Aunque no las emita
un paladín de la ética comunista, sí que se emiten en un horario y en un
formato donde uno no se lo esperaría. Coger a los supuestamente serios
periodistas de ultraderecha y equipararlos a freaks del Sálvame para, por el
camino, demostrar su hipocresía y lanzar un bombardeo a sus ideas, con el
“Grândola, vila morena” de fondo, me parece una jugada maestra.
Hay
quien ha advertido que esto puede salir rana. Que puede suceder como con
Esperanza Aguirre, que se hizo famosa por sus cagadas amplificadas hasta el
infinito por Caiga Quien Caiga y luego no hubo forma de que nos la sacáramos de
encima. Yo no estoy de acuerdo. Y no lo estoy porque no todo humor sobre
personajes de la política es igual: depende muchísimo desde dónde se haga. Por
cierto, sí, en un sentido amplio Merlos y quienes les rodean son políticos
aunque no tengan cargos públicos; ellos mismos dicen que aspiran a desestabilizar
al Gobierno.
El
humor contra Aguirre, como el que se hace en muchas ocasiones contra su versión
2.0. Isabel Díaz Ayuso, se hace basado en la idea de que es idiota. Se resaltan
sus equivocaciones, sus exabruptos, sus salidas de pata de banco, etc. para
mostrar lo inane intelectualmente que es esta persona frente a nosotros, los
listos de la izquierda. Esto no funciona, primero porque los listos no le
gustamos a nadie y segundo porque no es una crítica de ningún tipo a sus
políticas o a sus ideas.
Lo
que han hecho en Sálvame es otra cosa. Es aprovechar un lío de bragueta para
poner de manifiesto la hipocresía de unos supuestos adalides de la libertad
censurados por el Gobierno. Además, los ha tipificado como gente muy facha y
muy indeseable, cosa que suele ir unida. Es fama, pero es fama mala. Tú puede
que escucharas a la tontita inofensiva cuyas cagadas graciosas has escuchado en
el CQC, pero ¿de verdad harías el más mínimo caso a uno de los famosillos a los
que Jorge Javier Vázquez ha destrozado en directo?
Además,
hay otra cosa. Lo de criticar a la ultraderecha (aunque sea de manera muy
simplista, en forma de lema) y defender como algo positivo el ser “de rojos y
maricones” se enmarca en una corriente más amplia. La cosa es que, en esta
segunda crisis económica que se nos viene encima cuando aún ni siquiera
teníamos claro que hubiéramos salido de la primera, somos todos mucho más rojos
que antes. Lo que en 2007 era protesta suavecita y poco articulada que
desembocó años después en el 15-M ahora son unas ganas de quemarlo todo que no
se puede aguantar.
Y
eso permea sitios que uno no esperaba que permeara. ¿Quién se esperaba hace un
lustro que la Teen Vogue se pusiera a sacar artículos sobre Karl Marx y el
marxismo? Nadie en absoluto. ¿Nos habríamos imaginado la semana pasada el
Grândola, vila morena sonando en el plató del Sálvame? Yo creo que no. Claro,
si te adscribes a una visión conspiranoide de la historia, todo es un intento
de cooptar y de desactivar ideologías. Algo de eso puede haber, no digo que no.
Pero aun así… el himno antifascista portugués en uno de los programas más
vistos de España, y su presentador atacando de forma expresa a la ultraderecha.
¿Cambiará
esto algo? ¿Tendrá alguna relevancia a largo plazo? No lo sé. Pero tenemos que
ser conscientes de que hay mucha gente que solo consume el Sálvame y el
telediario, y ninguno de estos dos programas tiene mucha calidad informativa.
Los fachas están desatados: llaman a Pedro Sánchez y a sus ministros “el
Gobierno del bulo”, y yo creo que es porque se han inventado un bulo nuevo
sobre el Gobierno cada día desde la investidura. Estos bulos corren libres por
WhatsApp y conforman un estado de opinión que nos escora hacia la derecha. Por
supuesto, los más vulnerables son quienes peor se informan.
Si
un programa tan visto es capaz de meter algunos mensajes comunistas o aunque
sea izquierdistas en toda esta sopa mental, no voy a ser yo quien se queje. Así
que sí, me parece estupendo que Sálvame sea un programa de rojos y de
maricones. Aunque sea de boquilla.
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