Estando aún pendiente de que se resuelva el recurso y el TSJ-M nos diga si los ateos podemos o no podemos manifestarnos en Semana Santa, ando leyendo información al respecto. En uno de estos saltos que se dan por Internet he acabado en un blog, curiosamente alojado en los servidores de El Mundo, donde se justifica la manifestación atea en palabras muy claras. Obviamente, estando alojado donde está alojado, pronto han empezado los comentarios de católicos con los consabidos argumentos sobre el Islam, la falta de respeto y demás retóricas.
Se me han hinchado un poco las narices y he escrito un largo comentario en respuesta genérica a esos argumentos y a uno de los comentaristas, que afirmaba sentirse atacado por ser católico. Pero luego ha resultado que he superado el límite de caracteres permitido, así que lo he colocado aquí. Helo:
En primer lugar, dejar clara mi posición. Soy ateo. Todas las religiones me parecen por igual una colección de leyendas más o menos interesantes con unas enseñanzas morales más o menos aceptables. Las hay más ultramontanas (Islam, como nos demuestra el reciente caso de Amina, o los evangélicos) y las hay que más o menos están domesticadas (como la católica).
Soy laicista. Pretendo que el Estado sea laico, no que lo sea la sociedad. No pretendo prohibir que los católicos se manifiesten, ni que el muecín llame a la oración ni que los hare krishna den la barrila por la calle. Si por mí fuera las manifestaciones neonazis o de la izquierda abertzale (ideas ambas de carácter extremo y con las que no comulgo en absoluto) estarían permitidas. Vivo en una democracia liberal, donde todos tenemos derecho a expresarnos.
Ese mismo respeto lo pido para mí. Quiero poder manifestarme contra el seguidismo que tiene este Estado, tanto cuando manda el PP como el PSOE, hacia la jerarquía católica. Y quiero poder hacerlo cualquier día. Sí, incluso en Semana Santa. Los recorridos propuestos por los organizadores no coincidían, ni siquiera lejanamente, con el recorrido de ninguna procesión. Sin embargo, han prohibido la "procesión" atea atendiendo a razones genéricas de seguridad. No han pactado otro recorrido, no han autorizado y organizado un dispositivo de seguridad: no, la primera forma de actuar de Delegación del Gobierno ha sido cercenar un derecho fundamental de forma totalmente desproporcionada.
¿Que ese mismo día hay personas ejerciendo ese mismo derecho fundamental en otras calles? Pues bueno, ¿y? Que cada uno lo ejerza en paz y que si cualquier exaltado va a fastidiar a la otra manifestación, que se le detenga y ya está, que la Policía está para eso. Y si no, ¿qué? ¿Dónde está el límite? En los 500 metros no, desde luego. ¿En el kilómetro, en los 10 kilómetros, en el término municipal? ¿Me puedo manifestar contra los privilegios de la Iglesia en un pueblo donde no sacan Cristos a paseo y en el vecino, que es de población más meapilas, no? ¿Tiene eso algún sentido?
También se dirá que los organizadores de la procesión atea la han convocado ese día atendiendo a cálculos estratégicos para obtener una mayor visibilidad. Pues claro, ¿y? Los periódicos ejercen su libertad de expresión según y cómo para no perder anunciantes, los trabajadores ejercen su derecho de huelga cuando más daño pueden hacer, los ciudadanos alegan su derecho a la intimidad cuando tienen algo que ocultar. Son comportamientos legítimos, y manifestarse en Semana Santa contra los privilegios de la Iglesia también lo es.
Es cierto que se puede concebir como una falta de respeto, pero en una democracia el respeto sólo puede abarcar los derechos, no lo que se hace con ellos. Yo respeto el derecho de cualquiera a decir lo que quiera, pero cuando viene cualquier personaje con proyección pública y dice una barbaridad o una tontería me río de lo que ha dicho. Pasa lo mismo con la religión: que yo, como demócrata, valore la libertad religiosa no quiere decir que las religiones no me parezcan un conjunto de tonterías perniciosas para la sociedad y que parodiarlas me parezca divertido. ¿Y qué mal hago con ello? ¿Qué derechos prohíbo, limito o condiciono? Ninguno en absoluto.
Para terminar, #24 dice que tiene miedo de expresar públicamente sus creencias. Le aconsejo que deje de rodearse de indeseables, porque cualquiera que genere a otro una situación de miedo por expresar sus creencias es un indeseable. Pero usted puede sacar una valiosa lección: ahora es capaz de comprender cómo se sienten (nos sentimos) muchos ateos al decir que no creemos en dioses, no, de verdad, en ninguno, confianza no es creencia, la ciencia no es un dios, no voy a matarte y a violarte, etc. etc. etc.
España es una sociedad secularizada, pero EE.UU. es un horror a ese respecto: allí declararse ateo es, generalmente, firmar una sentencia de muerte civil. Dado que en los Estados occidentales ésta ha sido la norma durante siglos, ¿de verdad le sorprende que los ateos luchen (luchemos) por sus derechos a expresar sus no creencias, a reivindicar una ética laica y a tratar de arrancar al Estado de brazos de la religión? No creo que lo haga, la verdad.
A España le queda aún un paso para convertirse en una sociedad democrática, y es dejar de esperar que el Estado nos tutele ante cualquier cosa que concibamos como una falta de respeto. Burlarse de las ideas de otros es parte integrante de la libertad de expresión, y tragar con ello es un requisito necesario para la democracia. ¿Que es discutible desde el punto de vista ético? Probablemente, pero aquí no hablamos de eso: hasta que la sociedad española no deje de tener facciones que presionan al Estado para que otras facciones no puedan manifestarse por lo que creen juntos, España no será una verdadera democracia.