Telar
de los sueños. Célula de la abundancia. Círculos de la prosperidad. Ruedas de
la amistad. Flores solidarias. Bolas de colores.
De
todas esas formas se conoce a una estafa piramidal que se ha hecho muy popular
en ciertos países de América Latina y que lleva ya unos años instalada en
España, especialmente en círculos alternativos, vestida con los engañosos
ropajes de la sororidad y el feminismo. La idea declarada es formar redes de
apoyo entre mujeres para el cumplimiento mutuo de objetivos; lo que sucede en
realidad, como en todas las pirámides, es que hay unas pocas organizadoras
listillas llevándoselo muerto mientras las incautas de los niveles inferiores
son quienes pagan la fiesta.
Escribo
este artículo no para quien ya está dentro y convencida: alguien así
reaccionará con hostilidad a mis palabras, porque no es un tema de racionalidad
sino de pertenencia. Nadie quiere admitir que le han estafado o, peor aún, que
ha colaborado en estafar a otras. No, mis objetivos son mujeres a las que les
hayan ofrecido entrar en esta engañifa y no estén seguras, o que lleven tiempo
dentro y estén planteándose salir porque hayan visto que la cosa no tira.
¿Cómo
funciona una célula de la abundancia? Es muy simple en realidad: se trata de un
grupo de quince personas:
- Un “agua”, situada en el centro, que es a quien se va a ayudar a cumplir sus sueños.
- Dos “tierras”, que organizan los encuentros.
- Cuatro “aires”, que se encargan de “soplar” o “avivar” los “fuegos”, es decir, de reclutar al siguiente nivel.
- Ocho “fuegos”, que tienen que poner una cuota de entrada (en distintos medios de prensa se habla de 1.200 €) que van directamente al “agua” para que cumpla sus sueños.
Cuando
el grupo está completo, el “agua” recibe todo el dinero y sale del esquema.
Entonces la célula “gira”, lo que quiere decir que cada uno de los miembros
restantes sube un nivel. Así, las dos “tierras” se convierten en dos “aguas” de
dos nuevas células, y cada una se lleva a dos “aires” y a cuatro “fuegos”
(promocionadas a “tierras” y a “aires”, respectivamente). Estas dos nuevas
células pueden empezar de inmediato el proceso de buscar sus ocho “fuegos” cada
una.
Por
supuesto, yo he descrito aquí el proceso reducido a sus componentes
fundamentales. En realidad, toda esta operación se disfraza de mística, de
“nueva economía” o “economía alternativa”, de apoyo mutuo, de promesas y de
supuesta sororidad. Así entra mejor. Y claro, si recala en gente con escasa
educación financiera, que confía en quien se lo ha dicho, que tiene necesidades
y que (justificadamente, ojo) desconfía de bancos, Gobiernos y Bolsas, pues
terreno abonado.
Antes
de demostrar que esto es una estructura piramidal, tenemos que preguntarnos por
qué esta clase de estructura no funciona nunca. O sea, por qué acaban por
colapsar más pronto que tarde, haciendo que llamemos “estafa” al montaje de las
mismas y “estafador” a quien intente vendernos una. Vaya, ¿qué diferencia hay
entre una inversión legítima y una estafa piramidal?
Tiene
que ver con lo que se da a cambio de los pagos. En una inversión, sea cual sea (desde
mi cuenta del banco hasta unas acciones de Endesa, pasando por el negocio que
quiere abrir mi primo), yo meto dinero esperando que me vuelva multiplicado. Dado
que tiene que pagarme, el receptor del dinero necesita ganar más dinero. Por
ello hace crecer su negocio: produce más, da mejor servicio, mejora las
condiciones a los clientes, se abre a nuevos mercados, abarata costes… pero siempre produciendo
algo o dando un servicio. Esto puede prolongarse durante mucho tiempo. Mientras
los clientes sigan queriendo el producto o el servicio, el negocio podrá salir
adelante.
En
una estafa piramidal las cosas no funcionan así. También meto dinero esperando
que me vuelva multiplicado, sí, pero el organizador de la pirámide no organiza
una actividad productiva. Al contrario, se dedica únicamente a captar víctimas
y a prometerles lo mismo que a mí (en general altas rentabilidades en poco
tiempo (1)), de tal manera que los nuevos ingresos sirven para pagar a los
inversores viejos y hacer que el chiringuito se sostenga.
Una
pirámide nunca puede durar demasiado tiempo. Como no produce nada, la única
forma de mantener el sistema es que esté entrando dinero todo el rato. Un sistema piramidal solo tiene una actividad: buscar
gente nueva que meta dinero a cambio de promesas. ¿Qué sucede? Que cuanto más
rápido se expanda el negocio, antes llegaremos a un tope, porque todos los que
van a picar ya lo han hecho. Aunque todo el mundo estuviera interesado, la
población no deja de ser finita. En el momento en que deja de entrar dinero, los
inversores viejos dejan de recibir sus rentabilidades y todo se viene abajo.
Ahora:
¿por qué las células de la abundancia son estafas piramidales? Muy sencillo: porque, a pesar
de su retórica, se basan en buscar gente nueva (las “fuegos”) que financien el
sueño de quienes están tres niveles por encima (las “aguas”) con la promesa de
que ellas acabarán siendo “agua” algún día. No producen nada, sino que son
donaciones que fluyen hacia la cúspide. El sistema solo se sostiene si no deja
de crecer.
¿A
qué ritmo crece? A uno agigantado. Puede empezar con una sola persona, el
“agua” original. Este “agua” recluta a dos “tierras”, a cuatro “aires” y a ocho
“fuegos”. Entonces se produce el giro y ya tenemos dos células buscando ocho
“fuegos” cada una: se necesitan ahora 16 miembros. Si las dos lo logran, se
producirán sendos giros y tendremos cuatro células, cada una buscando sus ocho
“fuegos”: este nivel requiere 32 miembros. En definitiva, son potencias de base
2. Cada nivel busca el doble de gente que el anterior.
Con
esta progresión, es muy fácil ver cómo evoluciona un sistema que empiece con
una sola persona. He creado una tablita explicativa:
- Llamo “iteración” a toda la actividad de captar un nuevo nivel de la pirámide.
- En las dos primeras columnas están los miembros nuevos y los miembros totales. En miembros totales cuento también a las “aguas” que han cobrado y salido del sistema, porque dado que es improbable que vuelvan a invertir, quedan quemadas a efectos de nuevos reclutamientos (2).
- En las dos columnas siguientes están las que cobran en ese nivel y las que han cobrado en total, para ver la disparidad.
- En la última columna hay notas.
El
resultado es desalentador, por dos razones. En primer lugar, por lo rápido que
crece. He contado como iteraciones incluso la captación de los cuatro niveles
necesarios para constituir la primera célula. Pues bien: aun así, se necesitan
solo 25 iteraciones para que el número total de miembros ronde los 33
millones, que es superior al número de mujeres que hay en España. Supongamos
una iteración al mes: aunque todas las mujeres del país estuvieran interesadas,
en 25 meses el sistema se habría quedado sin gente… ¡empezando desde una sola
célula!
¿Y
qué pasa en ese momento? ¿Qué pasa, de hecho, cuando el sistema colapsa, sea
cual sea el estado en el que se encuentre? Aquí vemos la segunda razón por la
cual esto es una estafa. La tabla muestra que, por cada ocho
personas que entran, cobra solo una. Es decir, que cuando todo se hunda,
estemos donde estemos, habrá cobrado el 12,5% de las implicadas (una de cada
ocho), no más. El resto (siete de cada ocho, el 87,5%) habrán puesto dinero
para nada. Y no es poco dinero, que recordemos que pedían 1.200 €.
Una
de las defensas que he leído de esta estafa es que no es una pirámide porque en
estas siempre hay alguien en la cúspide, un Bernard Madoff, un Carlo Ponzi, una
Baldomera Larra (3) que se lleva la parte del león de las ganancias. Es cierto
que aquí esta persona no existe. Pero no es necesario que exista, porque lo que
define a una estafa piramidal no es eso, sino la existencia de flujos
monetarios que corren hacia arriba y que solo pueden sostenerse mientras siga
entrando gente. En este sentido, podríamos decir que las células de la
abundancia, más que una macro-pirámide centralizada al estilo de las que hemos
nombrado, es un sistema de replicación de mini-pirámides. Todo muy líquido, muy
descentralizado, muy siglo XXI.
Además,
por las informaciones de prensa, sí que parece haber, si no una jefa central de
todo el entramado, sí un grupillo de señoras aprovechadas cuyos nombres se
repiten una y otra vez. Inician constantemente telares, o se ponen de “hermanas
mayores” (consejeras) de células ya existentes, puesto por el que se cobra el
equivalente a la aportación de una de las “fuegos”. Esas serían las Baldomera
Larra o las Bernard Madoff de todo el asunto.
Las
células de la abundancia, telares de los sueños o el nombre que tomen en cada
momento no funcionan porque no pueden funcionar. Da igual cómo las vistas: las
matemáticas (y no son matemáticas muy difíciles) son implacables. En cualquier
momento en que el sistema se detenga, va a quedar sin cobrar el 87,5% de las
mujeres presentes. Y el sistema siempre se detiene, porque necesita a ocho
mujeres para que una sola cobre.
Como
hemos dicho antes, esta estafa prospera por el rollito alternativo, porque
vampiriza discursos sociales y por la escasa cultura financiera y la
comprensible actitud de hostilidad hacia las instituciones regladas de crédito
que tienen las víctimas. La gente se mete y se deja el dinero sin que sus
amigas puedan evitarlo, y pasa como con las pseudoterapias: cuesta un mundo
dejarlo, porque asumir que te han engañado no es plato de gusto para nadie.
Y
yo, con toda la rabia que me da eso, no puedo evitar un segundo pensamiento:
que esta es una estafa de gente pobre. Liar toda la que se lía, embaucar a
catorce incautas, promoverlo entre tus conocidas y amigas, estar al pie del
cañón con grupos de WhatsApp y videollamadas grupales… ¿para obtener 9.600
cochinos euros? Que no se entienda mal, a mí 9.600 € me arreglaban muchas
cosas, pero es que yo soy pobre. La cosa es que si Bernard Madoff se entera de
esto, se está riendo de los telares de los sueños hasta la Nochevieja del año que
viene.
Así
que, si has llegado hasta aquí, solo un ruego: por favor, no caigas en eso. No
te hagas eso a ti misma. Cuídate.
(1)
Recordemos que si el telar de los sueños funcionara, repartiría rentabilidades
del 800%: yo doy 1.200 € cuando soy fuego, y al llegar a “agua” me viene esa
cantidad multiplicada por ocho.
(2)
En realidad daría igual. Podría computar a las “aguas” que ya han cobrado como
personas de fuera del sistema, que apenas cambiaría nada porque son muy pocas.
Pero he preferido hacerlo de la otra manera, por claridad.
(3)
En realidad la persona que inventó los fraudes piramidales fue Baldomera Larra,
la hija de Mariano José, no Carlo Ponzi. La Marca España siempre en vanguardia.
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