Pues
ya está todo el pescado vendido. Salvo cuatro votos mal contados, procedentes
del censo de residentes en el extranjero y que todavía tienen que llegar, ya
tenemos los resultados de las elecciones. Se ha dicho mucho que estos comicios
pueden ser los más trascendentales que ha habido en muchos años, y creo que es
cierto. Nos jugábamos mucho, sobre todo por la irrupción de un partido fascista
en el escenario de juego. Al final el resultado ha sido malo pero podría haber
sido mucho peor.
1.- El PSOE es el ganador claro de la
noche electoral. Empezó fuerte, con 129 diputados, y luego se deshinchó hasta
los 123. Pero creo que uno tiene que acostumbrase a que en España las cosas
ahora van a ser así: 120, 130, 140 diputados como máximo. Han quedado atrás los
tiempos de los 160, 170 o 180 escaños para el ganador. Ahora la izquierda y la
derecha están fragmentadas en varios partidos, y en consecuencia el trozo de
pastel que le toca a cada uno es menor.
Parece
claro que será Pedro Sánchez quien forme gobierno. Se está hablando ya incluso
de Gobierno de coalición: esto yo no creo que pase, por la escasa tradición de
bipartitos y tripartitos que hay a nivel estatal. Como mucho habrá un acuerdo
de legislatura como el que existe ahora mismo en Andalucía, es decir, que el
PSOE gobierna en solitario pero otro/s partido/s se compromete/n a apoyarle
para sacar juntos un programa adelante. Por último, y en el escalón más bajo, podría
haber un simple acuerdo de investidura: Sánchez consigue la mayoría necesaria
para ser investido pero tendrá que negociar cada medida con los partidos.
Bien,
sea coalición, acuerdo de legislatura o acuerdo de investidura, las opciones
son dos. La primera es mirar hacia la derecha, hacia Ciudadanos, con el cual ya
suma más de los 176 diputados que necesita para sacar casi cualquier cosa adelante.
La segunda es mirar hacia la izquierda: ahí Unidas Podemos-En comú es un socio
necesario pero no suficiente. Se necesita a alguien más, y aquí la cosa se
complica: el siguiente socio obvio es ERC, con el cual ya se llega a los
ansiados 176 diputados; lo mismo sucede si pacta con JxCat y PNV (necesita a
ambos) o con Bildu y PNV (de nuevo, necesita a ambos).
Ambas
opciones tienen sus pros y sus contras para todas las partes implicadas. El pacto
de izquierdas tiene dos problemas básicos: el primero, que ERC y JxCat son
socios muy incómodos si la situación en Cataluña sigue como sigue. Este problema
puede puentearse pactando con PNV y Bildu. Pero entonces nos vamos al segundo
problema: un pacto entre cuatro fuerzas políticas puede ser complejo; como
mucho le valdría para la investidura pero basar su gobierno en eso...
En
cuanto al pacto de derechas, tiene obvias ventajas: es más estable y está el
hecho de que PSOE y C’s están dirigidos por tipos que son, en lo esencial,
seres vacíos, sin ideología, que se arriman al sol que más calienta en cada
momento. Probablemente fuera la opción preferida tanto de Sánchez como de
Rivera si las circunstancias fueran otras, es decir, si no hubiera elecciones
dentro de un mes. Ambas formaciones son las grandes ganadoras de la noche
electoral, y lo son por la polarización: Rivera se ha pasado la campaña
insultando a la izquierda, y Sánchez ha llegado a afirmar que no pactaría con
el partido naranja.
En
condiciones normales ambos se pasarían todo esto por un sitio que todos sabemos,
pero con elecciones el 26-M no parece recomendable cambiar una estrategia que
les ha funcionado a ambos tan bien. La posibilidad de retrasar la investidura
hasta que sean las elecciones autonómicas no parece viable: aunque es legal,
está claro que ambos se van a tener que retratar antes de esa fecha.
Así
que, ¿qué pasará? Mi apuesta personal es que Sánchez hará un Zapatero: será
investido como buenamente pueda, no se atará y usará la famosa “geometría
variable”, que significa apoyarse en la derecha cuando hay que hacer recortes y
apoyarse en la izquierda cuando hay que sacar adelante reformas sociales.
2.- En el PP la única duda es si Casado
dimitirá después de haber llevado al partido al peor batacazo de su historia, e
incluso de parte de la historia de Alianza Popular. Parece que no se va. Que le
aproveche.
3.- En Ciudadanos están que no se lo
creen. Han acabado la noche a solo 9 diputados del PP, con opciones reales de
convertirse en socios de gobierno y, si no, como mínimo, con el título de
primer partido de la oposición. Sí, el PP tiene más escaños, pero no muchos más
votos (apenas 200.000 sufragios separan a ambos partidos), y está en claro
descenso mientras que Ciudadanos sube.
4.- A Pablo Iglesias se le ha puesto
una cara de Llamazares importante, pero ha evitado hablar de “tsunami
bipartidista” y echarle las culpas a la ley electoral, que supongo que es lo
que le pedía el cuerpo. Ha hecho autocrítica flojita y ha tratado de dominar el
discurso político de una manera un tanto mediocre, al decir que ya ha hablado
con Pedro Sánchez de un Gobierno de izquierdas. Lo cierto es que estas primeras
horas son vitales: Iglesias está haciendo lo único que puede hacer para
asegurarse de que se cuenta con él.
5.- Estos días se han leído cosas muy
locas sobre Vox: que si iba a ganar las elecciones, que si iba a sacar cienes y
cienes de escaños y todo así. Al final han sacado mucho menos de lo esperado,
pero dos millones y medio de votantes y 24 diputados son sin duda un resultado
subóptimo, por decirlo de una manera suave. Que los fascistas tengan escaños
quiere decir que tienen voz en los debates políticos, que pueden proponer
leyes, que tienen acceso a dinero público, que tienen la respetabilidad que da
el sistema y que hay que escuchar su discurso de odio como si fueran
adversarios lícitos. Además, con 24 diputados, tienen grupo parlamentario propio
y veremos si no optan incluso a uno de los nueve puestos de la Mesa. A lo tonto, quien mejor lo ha definido es El Mundo Today.
6.- En cuanto al Senado, el PSOE lo ha
recuperado después de años bajo control de la derecha. O al menos ha recuperado
su sección de elección popular; veremos qué pasa después de mayo con su sección
de designación autonómica. En todo caso, parece el fin de la hegemonía del PP
en la Cámara Alta.
Esto
es importante por dos razones. En primer lugar, porque el Senado tiene muy poco
poder propio (casi todo lo que hace lo puede deshacer el Congreso), pero sí
tiene mucha capacidad para retrasar legislación. Y en segundo lugar, porque el
poder propio que tiene lo tiene en áreas fundamentales, como la reforma
constitucional o la aplicación del famoso artículo 155 CE. Un Gobierno de un
signo con un Senado de otro se encuentra con problemas constantes.
7.- Parece que se ha cumplido el viejo
aserto de que la movilización favorece a la izquierda. Tiene pinta, dado el
batacazo de Casado, que el electorado de Vox no ha salido tanto de gente que
tradicionalmente no votaba (y que ahora lo ha hecho a los fascistas) sino de exvotantes
del PP. No se podía saber.
La
conclusión de esta movida noche electoral es que hemos esquivado una bala muy importante (no
nos gobernará el trifachito, con todo lo que ello implicaría en recortes sociales), pero no podemos felicitarnos. Están detrás el
fantasma del pacto con Ciudadanos y, sobre todo, y mucho más preocupante, el
crecimiento del fascismo en todo el Estado. Sí, mucho menos de lo esperado,
pero crecen y están ahí: esparcen sus bulos, mienten, se hacen las víctimas,
claman contra los progres, y poco a poco van creciendo.
A
corto plazo hay otras elecciones en las que hay que votar. A medio, toca
combatir a esta gentuza porque su discurso es tóxico, está apoyado por medios
de comunicación y ahora tiene soporte institucional. La estrategia de
ridiculizarlos o de “deja que se expongan, jaja, son bobos” no va a funcionar
porque, bueno, no son bobos: Abascal es astuto y buen orador, y Ortega-Smith
sabe perfectamente cómo mover multitudes. El primero es un José Antonio de
libro, y ya vimos la que lió el primer José Antonio cuando se le subestimó.
Por
favor, no cometamos ese error dos veces.
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