“¿Los niños de parejas homosexuales
tienen más probabilidades de ser homosexuales?”
“¿El niño necesita a un padre y a una
madre?”
“Promiscuidad / infidelidad”.
“¿Quién es la chica?”
“Los actos homosexuales son antinaturales”.
Las frases anteriores proceden de un documento de COGAM, un colectivo LGTB madrileño. Se trata de preguntas,
cuestiones y afirmaciones frecuentes a las que van a tener que enfrentarse quienes
vayan a dar charlas en institutos. Es decir, se trata de dudas (en el mejor de
los casos, porque la mayoría son acusaciones directas expresadas en forma de
pregunta) que tienen jóvenes de 12 a 18 años que viven en Madrid. No hablamos
de abuelos de 80 años, de personas sin Internet o de habitantes de un pequeño
pueblo, no, sino de chavales.
Llevo tiempo pensando que no hay nada más
conservador que un grupo de adolescentes. Resulta difícil traducir en palabras
algo que no es más que una intuición (aunque reforzada por lo que veo en
Internet y por lo que me cuentan personas que trabajan con menores de edad),
pero creo que, pese a que se trata de una edad que se suele asociar a rebeldía
y a contestación, es en realidad mucho más conservadora de lo que creemos. Y no
sé si es un fenómeno de ahora o lleva toda la vida siendo así.
En realidad no es sorprendente. La adolescencia
es una etapa de formación. La personalidad se está definiendo y hay que hacer
grandes elecciones. Una opción es romper con todo y abrazar algún movimiento de
ruptura (anarquismo, comunismo, feminismo, lucha LGTB) o incluso varios de
ellos. Pero también existe la contraria, que es mucho más sencilla: volverse
conservador, rancio e individualista. Que no te importe nada salvo tu propio
bolsillo y adoptar para todo lo demás una pose de desapego y frivolidad.
Es por eso por lo que creo que una
cuadrilla de adolescentes tiene potencial para ser lo más conservador que ha
parido madre: porque no son las opiniones chuscas de un anciano, sino un pensamiento
en formación. Es decir, una ideología activamente retrógrada, que necesita ser
expresada constantemente y recibir refuerzo positivo por parte del grupo de
iguales (1). En palabras llanas, esto va de ver quién dice la burrada más
gorda, quién parece más insensible ante los problemas sociales y quién puede
soltar con mayor donosura un “es broma, si es que no tenéis sentido de humor”
cuando aparece alguien pidiendo explicaciones. Y lo que está en juego es ni más
ni menos que el estatus y la integración en el grupo.
¿Influye Internet? No lo sé, puesto que desconozco
si estos procesos se daban antes de la irrupción de la conectividad plena. Tiendo a pensar que sí existían. En general
creo que las TIC sirven principalmente para quitar filtros: en Twitter es muy
fácil dejar de pensar que quien tienes delante es una persona y normalizar
(incluso gamificar) conductas muy
chungas y lesivas. Pero no aportan nada que no esté previamente en el sujeto. El
tuitsar que dice de coñita que él sólo viola martes y jueves o el niñato que te espeta
que “mueren pocas” o que “como si violan a tu madre en la puerta de su casa, me da igual xd” se callarían esas barbaridades en el mundo 1.0 por miedo a que les dieran una hostia, pero las seguirían
pensando. Ése es precisamente el problema.
Quiero pensar que este pensamiento
supuestamente individualista y calculadamente frívolo no es más que una pose,
que se pasará cuando crezcan. Pero no soy optimista. Lo que se pasará será la
necesidad de alardear de ello, de hacer chistecitos constantes y de parecer “políticamente
incorrecto” para provocar (2), no el sustrato que hay debajo. Ése permanecerá y
seguirá creciendo, protegido por una gruesa capa de ignorancia autoculpable, de
miedo a perder estatus y de sesgos cognitivos. Ya no saldrá en forma de chistes
y memes sino que se expresará en acciones cotidianas.
Y eso es tremendamente triste.
(1) Precisamente por eso, si no lo recibe
(o es cuestionado con educación) se derrumba solo.
(2) Otro día hablaremos del absoluto
triunfo que supone que discursos tremendamente inmovilistas y pro-sistema se
hayan logrado revestir de una pátina de transgresión y ruptura.
Internet aquí no es tan parte del problema como un altavoz o una ventana que nos muestra como son algunas personas, eliminada la barrera del contacto directo y personal.
ResponderEliminarA Intenet ya se viene machista. Esos chavales están recibiendo estímulos todos los días para seguir siéndolo, y aunque les quitáramos el móvil y el ordenador, no cambiaría nada, porque ya les han metido o les están metiendo, la basura dentro por otros muchos medios.
Internet al final no es más que una gran congregación sin orden ni concierto de gente que no se conoce de nada. ¿Hay forocoches porque existe Internet? No. Más bien forocoches y sitios así existen porque hay gente que disfruta en ellos.
La solución al final es, como de costumbre, la más difícil de todas: eliminar el problema de raíz. Eliminando una educación machista que hace que los chavales adquieran esas ideas y que parezcan en ocasiones, viejos de 80 soltando alguna burrada.
"Niños. Niños.
Futuro. Futuro."