Este está siendo un año negro en materia
de violencia de género. No sólo el número de asesinatos -resulta difícil
contabilizar el número de mujeres y menores que están siendo víctimas de un
delito tan grave (1)- sino la crudeza de algunos de ellos o el hecho de que
muchas de las víctimas hubieran denunciado previamente permiten calificar de
terribles estos últimos doce meses. Se da la circunstancia de que se cumplen
diez años de la aprobación de la Ley Integral contra la Violencia de Género y
el establecimiento de órganos judiciales especiales para instruir este tipo de
delitos… y el sistema no parece estar funcionando.
Hay que tener claro que los feminicidios,
las lesiones y, en general, las consecuencias físicas, no son más que la punta
del iceberg de una escalada de agresiones que empieza en comentarios, chistes y
pequeños chantajes emocionales. No sólo duelen los golpes, y muchas
veces éstos ni llegan. La dicotomía que propone la calaña varonista que a veces
comenta en este blog entre “agresión física = hombres” y “agresión psicológica
= mujeres” es falsa como prácticamente todo lo que dicen estos defensores de la
injusticia. El destrozo psicológico que realiza un maltratador antes de
atreverse a ponerle la mano encima a su víctima es importante.
Por eso me parece adecuado que las
campañas de información y sensibilización se centren en esos primeros momentos.
Me refiero, por ejemplo, a la campaña “Hay salida”, que estos días
inunda nuestras televisiones y nuestras marquesinas de autobuses, pero también
al programa “No te cortes” de la Comunidad de Madrid, cuyos carteles
están en centros de salud y polideportivos. Se habla de control de móvil y redes
sociales, de ridiculización o de aislamiento, y todo eso está bien.
Lo que ya no está tan bien es que la
práctica totalidad de campañas estén centradas en la víctima (2). “Reconoce
estas señales”, “está mal que te haga tal o cual”, “las cosas claras desde el principio”, “denuncia”, “cuéntalo”, “sal”. Sí, es importante que las
víctimas sepan que cuentan con ayuda, pero empeñarse en centrar en ella el foco
de responsabilidad es un victim blaming
de libro. Las frases “puedes salir si quieres” y “si no saliste es porque
realmente no querías hacerlo” están separadas por el espesor de una sombra, y
cargar las espaldas de la mujer con más y más presión sólo va a servir para que
se victimice aún más si no tiene capacidad para obedecer todos esos consejos
bienintencionados. Y hay que contar también con la disonancia que se produce
entre las campañas, tan optimistas, y el trato real que puede llegar a recibir
una víctima en un despacho de abogados, una comisaría o un juzgado.
¿Dónde están las campañas dirigidas al
entorno, es decir, a los familiares, amigos y compañeros de trabajo de la
potencial víctima? Son personas que pueden detectar fácilmente síntomas de
violencia machista, pero su potencial se está desaprovechando. Si yo no sé
interpretar las señales (cambios de personalidad, alejamiento paulatino, “absorción”
por la pareja…) o si no sé cómo actuar ante ellas, no puedo hacer nada.
Y, más importante, ¿dónde están las
campañas dirigidas a potenciales agresores? Conozco algunas, pero son muy pocas
y lo enfocan mal: en general usan el discurso de “si maltratas no eres un
Hombre De Verdad”, cuando creía que de lo que se trataba era de negar la mayor:
no hay “hombres de verdad” ni “mujeres de verdad”; hay hombres, mujeres y gente
que no es ni lo uno ni lo otro. Creo que reforzar el modelo de la masculinidad,
aunque sólo sea para decir que los maltratadores no se ajustan a él (algo que,
además, es mentira), es una mala decisión estratégica, porque es este modelo el
que provoca la violencia de género. Este tipo de discursos está a un paso de
decir que “si maltratas eres un marica”, algo que nadie aceptaría. Lo mismo se
puede decir de las que ponen a figuras masculinas diciendo “si la maltratas a ella me maltratas a mí”. No, no, así no.
¿Qué podría decir una hipotética campaña
bien enfocada dirigida a hombres? Evidentemente no puede ser algo tan burdo
como “no le pegues a tu novia”. A mi juicio debería centrarse en los primeros
estadios de la violencia para hacer comprender a un potencial agresor que son
inaceptables, pero sin poner en duda su masculinidad. Un posible esquema podría
ser mostrar a un hombre recibiendo de alguien más grande y fuerte las mismas
frases de desprecio, minusvaloración y burla que él le dice a su novia. Otro,
un agresor siendo rechazado por sus amigos y familiares. Sería cuestión de
pensarlo desde un enfoque crítico.
Y sí, los mismos de siempre se quejarían:
que si se culpabiliza a los hombres y que si no sé qué. Pero eso es absurdo,
porque en muchas otras campañas de sensibilización se apela a los posibles
agresores. Por ejemplo, los tres últimos tuits de la cuenta de Twitter
de la Policía en el momento de escribir esta entrada: no permitas que se
vulnere la intimidad de otros, no conduzcas borracho, si pones anuncios
sexuales a nombre de otros te vamos a detener. ¿En serio no se puede hacer lo
mismo para la violencia de género?
En conclusión: está bien que las campañas
hablen de las fases tempranas de la violencia, pero eso no basta para cancelar
el gran, enorme error de que sólo se centren en la víctima. Tiene que ser el
agresor el que tome sobre sus espaldas la responsabilidad de no maltratar.
(1) Llevo tiempo preguntándome si los hombres
muertos a manos de otros hombres cuando el móvil del agresor es celos o
venganza (por ejemplo, matar al amante, al nuevo novio, al amigo, al
familiar… de tu pareja o ex pareja) deberían computar, al menos socialmente,
como víctimas de violencia de género. Me inclino a pensar que sí.
(2) Y que, de un tiempo a esta parte,
parezca que las únicas víctimas potenciales son las adolescentes y jóvenes.
"Hay que tener claro que los feminicidios, las lesiones y, en general, las consecuencias físicas, no son más que la punta del iceberg de una escalada de agresiones que empieza en comentarios, chistes y pequeños chantajes emocionales."
ResponderEliminar"¿Dónde están las campañas dirigidas al entorno, es decir, a los familiares, amigos y compañeros de trabajo de la potencial víctima?"
Cuento una historia personal: El maltratador que yo conozco es un tipo culto, guapo, agradable, y no estoy segura de que haya llegado a utilizar la violencia física alguna vez. Se quejaba de su novia todo el tiempo, y como ella no era lo bastante buena, pues la vejaba en público: hasta unos niveles terribles. Y NADIE HICIMOS NADA.
Cuando rompieron, la violencia (no física, que yo sepa) era tal que no pude hacer otra cosa que ponerme de su lado. Pero claro, la situación había crecido tanto, y se había aceptado ya con tanta "normalidad" en el entorno, que no sirvió de mucho: bueno, sí, compartimos una feroz campaña de desprestigio, ambas recibimos amenazas y mi familia me desheredó. A él le va fenomenal en la vida, por si os lo preguntabais. Y yo soy más feminista: no todo iba a ser desgracia.
Buf, qué duro... es que desde fuera es complicado darse cuenta, incluso cuando la cosa pasa de castaño oscuro.
EliminarY cuántas historias habrán parecidas.
Diría que lo complicado no es darse cuenta (las salidas de tono suelen verse enseguida), sino dejar de pensar que la cosa no tiene nada que ver contigo...
EliminarO que son algo leve o puntual.
EliminarDos semanas después he visto la entrada. Quiero hacer una pequeña matización sobre las campañas tipo "Hay salida".
ResponderEliminarPor una parte creo que son necesarias de modo permanente, para recordar a la víctima que lo que vive no es una situación aceptable y que merece todo el apoyo posible. Supongo que el hecho de centrarse en jóvenes es porque las estadísticas últimamente deben haber dado la voz de alarma. En cualquier caso, dejar de lado al colectivo mediana-3ª edad me parece un craso error. Son las que tienen hijos, que al fin y al cabo son un lazo que las une al agresor aunque se rompa la relación, y además pueden ser usados para amenazarlas o intimidarlas. Tampoco me gusta que no haya estrategias destinadas a dar solución a las causas del miedo que les impide abandonar la relación. La triste realidad es que denunciar no es ninguna garantía de no ser asesinada, y tampoco lo es de que tu familia o seres queridos vayan a estar completamente protegidos de tu agresor.
Por otro lado, coincido en que hacen falta campañas contra el agresor y hacia el entorno. Las campañas contra agresores podrían ser tan duras como los anuncios de tráfico o de la FAD, que nadie entiende que le estén llamando borracho de entrada. Romper el tabú es clave para hacer una campaña efectiva. Las campañas hacia el entorno podrían alertar de señales de maltrato sutil (que es lo que se ve desde fuera, y se interpreta como "cosas de pareja"). Las puñeteras "cosas de pareja" que luego en realidad son muestras de maltrato psicológico.
En fin, voy a dejarlo aquí, que es muy tarde y me cabreo y luego no duermo. Gracias por la reflexión.
Yo tampoco creo que sobren las campañas tipo "hay salida", ojo. Pero tienen que estar complementadas por una mejor atención en las instituciones y por campañas de otros tipos. Estoy de acuerdo en romper el tabú como estrategia para realizar campañas dirigidas hacia el potencial agresor.
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