Hoy, 8 de marzo, es el día en que se
pretende recordar al mundo que las mujeres siguen siendo violadas, asesinadas,
discriminadas en el ámbito laboral, mutiladas genitalmente, acosadas y
menospreciadas por el solo hecho de serlo. Es un día en el que se habla, o se
debería hablar, de machismos macro y micro: leyes restrictivas sobre el aborto,
control de la sexualidad, discriminación salarial, techos de cristal, acoso
callejero o violencia de género son temas que deberían estar hoy en boca de todo
el mundo. Hoy debería ser un día para poner de manifiesto estos graves
problemas y para que los hombres escuchemos, al menos por una vez, las experiencias
con el sexismo que puede contar toda mujer.
Pero no es así. Y no es así porque
periódicos, empresas y algunas instituciones se han apropiado de este día de
lucha y lo han convertido en una jornada desprovista de todo contenido
ideológico. Lo que empezó siendo “Día de la mujer trabajadora”, y cuya
denominación ha quedado reducida a “Día de la mujer”, se llena de clases de
zumba, “noches de chicas”, tratamientos antiarrugas, zapatos y color rosa (1). Por
las redes sociales se difunden toda clase de lemas e imágenes pavorosas, tanto con la finalidad de
venderte algo como con la terrible buena intención de quien de verdad cree que
está teniendo un gesto halagador y bonito hacia todas las mujeres del mundo.
Han conseguido en pocos años convertir la
expresión “Día de la mujer” en algo aborrecible por lo normativo. Este día no
nació para “celebrar a la mujer” como un ser mitológico, pero han conseguido
que lo parezca. Cuando no es marketing descarado es la definición de las
mujeres a partir de sus relaciones (“Mujer: eres hija, madre, esposa…”) o el
mito de la “supermamá”, que trabaja 10 horas fuera de casa y luego cuida de su
hijito porque superpapá ha vuelto muy cansado después de 10 horas fuera de casa
y quiere ver la tele. La reivindicación que hacen las feministas de la expresión
“Día de la mujer trabajadora” pretende alzarse contra todo eso.
Al fin y al cabo, ¿qué mujer no es
trabajadora? Algunas tienen un trabajo remunerado y reconocido y otras no
porque trabajan en su propia casa en jornadas de 24 horas. De hecho, la mayoría
tiene los dos, lo que les lastra a la hora de desempeñar el primero porque, a
la hora de la verdad, se espera que elijan encargarse de los cuidados antes que
de medrar profesionalmente. Y, como eso es lo que se espera de ellas, tenemos lo que
hay: las mujeres están menos presentes en el mercado laboral, ascienden menos y
tienen que soportar preguntas sobre su intimidad en las entrevistas de trabajo.
La abogada Verónica del Carpio ha
recopilado una serie de datos sobre las mujeres en la Justicia que son para
echarse a temblar. Hay un 50% de juezas y magistradas en la carrera judicial
española (2), pero de los 83 magistrados que hay en el Tribunal Supremo, sólo
11 son mujeres. La Sala de lo Civil no tiene mujeres (la única que ha habido es
ahora mismo una de las dos magistradas del Tribunal Constitucional) y la de lo
Penal, tiene a una desde hace un mes. La cosa no está mejor en niveles
inferiores: de los 17 Tribunales Superiores de Justicia sólo uno está presidido
por una mujer, y de las 49 Audiencias Provinciales sólo hay diez presidentas. Y
así sucesivamente.
Me parece aterrador porque estamos
hablando de la Administración pública. Si hay un sitio donde los criterios de
ascenso están determinados objetivamente es ahí. La excusa de la edad no es
asumible: como la propia Del Carpio dice, hay juezas ya jubiladas. Es un tema
de género. Es tan fácil como que si paras de trabajar uno o dos años por cuidar
a tu hijo tu carrera queda suspendida y a ver luego cómo la reinicias. Y quien
diga que eso no sesga a las mujeres o que quien se coge una excedencia para
cuidar a los hijos es porque quiere, que mire todas estas resoluciones del CGPJ
y se fije en el sexo de las beneficiadas. Y digo las beneficiadas porque hay un
solo hombre en el último año. Por supuesto que no es sólo el tema de la
maternidad, pero es el más evidente y mensurable.
Sólo he puesto un ejemplo de una discriminación.
Cualquier mujer puede dar cuenta de mil más. Por eso estoy de acuerdo con que
hay que despojar a este día de la connotación desideologizada, comercial y
normativa con la cual, por intereses económicos o por mero desconocimiento, se
le ha cubierto. El día de hoy no es una jornada de fiesta y celebración, sino
de lucha (3). Como dice una de las correctoras de esta entrada: “Cuando hayamos
abolido el patriarcado el 8 de marzo podrá simbolizar una tarde en el spa. Mientras
tanto…”
(1) Como novedad de 2014 tenemos tablets.
(2) Lo cual ya es un sesgo porque, como
podrá atestiguar cualquiera que alguna vez haya pisado una facultad de Derecho,
hay bastantes más mujeres que hombres en la carrera. Por poner un ejemplo, en
mi orla, hecha en 2012, hay 59 mujeres frente a 25 hombres.
(3) Aunque ésta, por supuesto, pueda
tener un carácter festivo.
Hoy es un día soleado, plácido, tranquilo y de temperatura agradable, muy parecido al de ayer, y seguramente parecido al de mañana. En definitiva, un día tranquilo de marzo de principios de primavera. Un día cualquiera, para que nos entendamos, ni hacemos caso a los almanaques y santorales, ni a los días que quieren acuñar , ya sea San Valentín, el día de la mujer, o el día de las viejas con bigote, En fin... polladas como castillos . Tenga un buen día.
ResponderEliminarSí, tienes razón, yo también opino que la lucha contra el machismo es una tarea que debe ocuparnos todo el año. Porque tú opinarás eso, ¿no?
EliminarSi, opino eso, por eso lo de hacer un día... lo veo comercial, para rellenar y como tú bien dices para despolitizar, para banalizar todo este asunto. Esa es mi opinión.
ResponderEliminarLa lucha debe ser diaria, pero el Día Internacional de la Mujer Trabajadora no nace para despolitizar sino, precisamente, para recordar esta lucha política.
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