El
asunto del festival Celsius me tiene muy triste. Por si quien me lee no lo
conoce, se trata de un festival de literatura de género, es decir, de fantasía,
ciencia ficción y terror. Se celebra todos los años desde hace ocho en Avilés y
ha ido creciendo en importancia, hasta el punto de que ha logrado atraer a
autores de primera fila del ámbito internacional: George R.R. Martin, Andrzej
Sapkowski, Kameron Hurley, Ann Leckie, Brandon Sanderson… todos ellos han
venido, algunos más de una vez, al Celsius.
Algunas
de sus características más importantes son la gratuidad y la imbricación con el
entorno. El Celsius en sí no es muy grande: ocho o nueve casetas de
editoriales, una carpa y el auditorio de la casa de la cultura. Punto. Pero
está en medio de la ciudad, y eso fomenta que se celebren toda clase de
actividades paralelas. En cuanto a la gratuidad, convierte a este festival en
un punto de reunión de gente joven. En España, en este momento y en este
mundillo, “gente joven” quiere decir “gente LGTBI o LGTBI-friendly y con
concienciación feminista”.
El
Celsius es consciente de su público. Ha traído muchas veces a autores que
responden a ese perfil, tanto españoles como extranjeros. Y como la respuesta
era buena, los organizadores estaban contentos. “¡Qué público tan maravilloso
tenemos!”, se leía después de cada edición. “Es duro organizar esto, pero…
merece la pena”. Por su parte, una sección importantísima del público,
precisamente la identificada con las siglas LGTBI, vivía el Celsius como un
lugar de tranquilidad, de seguridad, de paz, de libertad… Sí, no dejamos de
estar en medio de una ciudad de España, pero el entorno propicia que nos
relajemos.
Esta
simbiosis tan estupenda se rompió en julio del año pasado, cuando se anunció
que el invitado estrella del Celsius de 2020 sería Orson Scott Card. Era el
último día del Celsius 2019 (mi primer Celsius) y recuerdo las caras de
extrañeza, incomprensión y cabreo. ¿Card? ¿Cómo que Card? ¿Por qué precisamente
Card?
Orson
Scott Card, el autor de la saga de
Ender, la de Alvin Maker y toda otra serie de libros de ciencia ficción, es un
activista homófobo. Y ojo, que aquí la palabra importante es “activista”, no
“homófobo”. Estamos hablando de un tío que ha dicho en público que la
homosexualidad es una enfermedad mental, que ha afirmado que los homosexuales
son su enemigo, que ha sostenido que la aprobación del matrimonio igualitario
suponía el fin de la democracia en EE.UU., que ha comparado a Obama con Hitler
por esta razón, que fue miembro durante cuatro años de la National Organization
for Marriage… (1).
¿Y
ese tío va a ir al Celsius? ¿Al mismo Celsius que está lleno de gente joven y
LGTB? Si en EE.UU. ya no le invitan ni al festival literario de su barrio, si
le apartaron de los actos promocionales de la propia película basada en su
obra, ¿qué hacemos nosotros invitándole? Así que la gente se pasó unos cuantos
meses exigiéndole a la organización que mandara a Card a su casa y que, si
quería traer a alguien de mérito literario, trajera a Bujold o a Jemisin. La organización
dio la callada por respuesta: siguió anunciando autores y actividades, sin
responder a nada. En estos meses se han planteado incluso actos reivindicativos,
siempre pacíficos y festivos.
La
cosa explotó hace unos pocos días, cuando el Celsius movió ficha y sacó un
comunicado diciendo que ellos atienden exclusivamente a los méritos
literarios, y que dejar sin invitar a Card sería minusvalorar a los autores
LGTBI que fueron invitados en ediciones pasadas porque parecería que la
invitación es algo político. Si esto ya es una excusa mala, el tono con el que
fueron respondiendo a los comentarios (algunos más respetuosos y acertados;
otros menos, es justo reconocer eso también) provocó que el cabreo se
intensificara. El propio hecho de que el comunicado se publicara en Facebook
cuando se trata de una plataforma que la mayoría de público afectado no usa
muestra que en realidad había poca voluntad de diálogo.
A
partir de aquí las cosas se desarrollan muy rápido. Las autoras internacionales
Victoria Schwab y Marie Lu (invitadas este 2020) acaban cabreadas con el
festival (Schwab en especial les espeta que no se atrevan a manipular sus
palabras o a usarla como “amigo gay razonable”), pero deciden ir para no
cederle espacios a Card. Se produce un cruce de comunicados y contracomunicados
y el Celsius se acaba disculpando por el tono. Tres autores españoles, uno de
ellos miembro del propio equipo del Celsius, se dan de baja del cartel. La
organización del Celsius dice en prensa a que hay un grupillo organizando una
quema de libros, lo cual es mentira. La gente empieza a discutir si va, no va,
qué hace… pero ya da igual.
Ya
da igual porque el Celsius está roto, y veremos si tiene arreglo. Se dice que
la confianza es fácil de perder y difícil de ganar, y eso ha sido así en este
caso. Los organizadores del Celsius tenían la confianza de su público, ganada
año a año. Creo que esa confianza se podría haber mantenido después de Card: es
su festival, traen a quien quieren, ha sido solo un año. Después del comunicado
de Facebook ya iba siendo más complicado. Pero después de la gestión de los
comentarios o de las mentiras en prensa, ¿quién se fía de que a los
organizadores del Celsius les importe nadie más que ellos mismos?
Está
claro que el festival lo organizan ellos y están en su perfecto derecho de
traer a quien les salga de las narices. Card es un autor con méritos literarios
más que contrastados (aunque no escriba nada relevante desde hace por lo menos
15 años, pero bueno), y a nivel puramente literario es un orgullo tenerlo en tu
festival. Pero es que nunca existe el nivel puramente literario. En las charlas
no se habla solo de literatura. ¿De verdad es la mejor idea darle a un tipo así
exhibición pública, promoción, posibilidad de hacer networking y de propina unas vacaciones por Avilés?
Vuelvo
a insistir: esto no va del manido “separar al autor de su obra”. De hecho es
precisamente al contrario. Lo de separar al autor de su obra se aduce cuando
alguien dice que no va a consumir tal o cual pieza cultural porque su autor es
basura. Aquí es que nos van a traer al autor a hablar. Dentro de quienes se
quejan hay, de hecho, muchos fans antiguos y hasta actuales de las obras de
Card. Javier Ruescas, uno de los autores que se ha dado de baja, subió el otro
día una foto con él y explicó la cola que hizo en su momento para conocerlo.
Y
esto tampoco va de las ideas defendidas en dichas obras, o las que tenga el
autor en su vida personal. No, no, esto va de que se ha superado un límite:
Card es un hombre que ha puesto su posición pública al servicio de una causa
horrible, que es que la gente tenga menos derechos. Estuvo al menos una década
con el tema: escribiendo artículos, haciendo declaraciones, perteneciendo a la
NOM y sin duda donando dinero. Y se le pretende llevar a un festival lleno de
público LGTB. Sé que esto ha quedado claro, sé que ya lo he dicho, pero
necesito que quede cristalino.
Así
que sí, ellos pueden invitar a quien quieran. Y nosotros podemos quejarnos.
Pero claro, en esa dinámica, la semana de tranquilidad con mis amistades donde
hablo de muchas cosas (¡incluso de literatura!) se pierde. Ya tenemos que estar
pensando en la vieja dicotomía de no ir al Celsius para no apoyar el acto o ir
y montar algo de protesta, y claro, ya no es lo mismo.
Al
final, la constatación de que los organizadores del festival son incapaces de
escuchar argumentos demuestra que no les importa demasiado lo que digamos. Han
apelado al público LGTBI mientras han querido y ahora han dejado de hacerlo,
además con un giro casi copernicano. Y lo que más me duele es que ni siquiera
entiendan por qué nos molesta todo el
asunto.
No
soy un destructor. Me gusta que en los mundillos en los que me muevo haya
actividades variadas para que todo el mundo pueda ir a cosas. Así que no, no
quiero que el Celsius desaparezca, ni siquiera después de esto. Pero defraudar
así a tu público en un momento en el cual el Ansible está tomando fuerza y la
AEFCFT tiene una nueva directiva con ganas de hacer cosas me parece una
decisión suicida. Espero que no tengan que lamentarla.
(1) Es cierto que muchas de sus
declaraciones más bárbaras sobre el tema son ya de hace unos añitos, pero es
que era en esa época cuando en EE.UU. se estaba discutiendo el asunto del
matrimonio igualitario. Así, en 2013 salió de la NOM (parece que presionado
por los productores de la película de Ender, que acababa de estrenarse) y desde
entonces ha mantenido un perfil bajo, aunque tampoco ha dicho nada que
contradiga las bestialidades previas.
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Yo tenía muchas ganas de ir alguna vez al Celsius, desvirtualizar a gente que va todos los años, etc., pero visto lo visto, hasta me alegro de que la opo me impida ir.
ResponderEliminarSiempre quedará el Ansible, pero es una lástima que la organización del Celsius actúe como si quienes han hecho del Celsius lo que es no fuera el mismo público al que ha despreciado.
Yo este año me estoy planteando ya el Ansible... xD
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