El asunto del vídeo de Zorman lleva
varios días rondándome por la cabeza. Para quien no lo sepa, Zorman es un youtuber español que se hizo famoso
porque hacía vídeos parodiando diversas tribus urbanas: “Yo soy cani”, “Yo soy
rapero”, “Yo soy heavy”, etc. Ahora ha sacado un vídeo en la misma línea
denominado “Yo soy feminista” donde, aconsejado por los prestigiosos filósofos
de Forocoches, se mete con el feminismo sin ahorrarse ninguno de los argumentos
cuñados habituales. Incluyendo el tema de que las feminazis llevan los pelos de
colores. En serio.
Al hilo de todo esto me ha venido una
reflexión. Aviso desde ya de que no tiene conclusión: me voy a limitar a
escribir lo que he pensado, y luego cada quien que saque las consecuencias
prácticas que quiera. También advierto de que sé perfectamente que el vídeo es
humor, pero el humor se puede hacer de muchas maneras, y no es lo mismo reírse con que reírse de. De la misma forma, ver con humor los defectos de los grupos a
los que uno pertenece no es igual que mofarse desde fuera. Hechas esas dos
salvedades, vamos al lío.
En el siglo XXI, desde el poder
(institucional, cultural, social) se envían mensajes que podrían calificarse de
feministas. Desde pequeñitos asumimos como normales algunas de las
reivindicaciones del feminismo. ¿Ejemplos? Que las instituciones celebren el 8
de marzo, que en los colegios se hagan actividades sobre la violencia de
género, que se luche porque en los dibujos animados haya una representación equilibrada,
que en los partidos políticos haya áreas de Igualdad, etc. Todas estas cosas
están bien y, como digo, pueden calificarse de feministas.
Pero esto tiene una pega, y es que a la
vez que estas instancias de poder asumen algunos de los contenidos del
feminismo, lo desvirtúan. Desde todas estas instituciones tan importantes se
lanza, como reivindicación principal, la igualdad entre hombres y mujeres. Esa
es la idea que asumimos desde críos con todas estas campañas. El problema,
claro, es que el feminismo no busca la igualdad de género. Cualquiera que se
acerque un poco a este movimiento sabe que su objetivo es la liberación de la
mujer de la opresión patriarcal. La igualdad de género es un correlato
necesario de dicha emancipación, pero no el objetivo principal.
Hacer este desplazamiento (de “liberación
de la mujer” a “igualdad”) tiene innegables ventajas prácticas. La primera de
todas, que sirve para atraer a la gente. Se trata de un valor lo
suficientemente positivo pero a la vez lo suficientemente maleable como para
que todo el mundo pueda estar a favor. ¿Quién no apoya la igualdad, así, en
abstracto? ¡Nadie! Todos creemos que la igualdad, la libertad, la paz, la
solidaridad y las cosas bonitas son cosas por las que hay que luchar. El
problema viene, claro, a la hora de definir qué significan.
Otra de las ventajas de hablar de
igualdad es, precisamente, que se puede acceder al ámbito institucional, que
tiene unos resortes inmensos para cambiar la realidad. En el Estado liberal,
ninguna opción verdaderamente revolucionaria puede llegar al poder. Asumir el
discurso de la igualdad permite que los poderes públicos implementen políticas
necesarias, y que de hecho van en la dirección de la emancipación de la mujer. No
hablo de campañas de concienciación, sino de leyes para luchar contra problemas
reales como el techo de cristal o la violencia de género.
A cambio de estas ventajas tenemos un
inconveniente importante: que se despolitiza la cuestión. Si hablamos de
“liberación de la mujer” inmediatamente surgen preguntas de hondo calado
político: ¿quién oprime a la mujer? ¿De qué formas? ¿Cómo cambia esa opresión
en el tiempo y en el espacio? Si hablamos de “igualdad”, sin embargo, todas
estas preguntas se diluyen. Atraemos a la gente y a las instituciones, sí, pero
las atraemos a una idea que queda vacía de significado. La igualdad, en
abstracto, no significa nada, y rápidamente se puede reconducir a una cuestión
de problemas personales (“a mí no me dejan llorar y pago por entrar en las
discotecas”) en vez de patrones sociales.
El vídeo de Zorman, por volver a nuestro
tema, es parte de una cadena de cuestionamientos que tienen sentido desde el
paradigma de la igualdad. Si las feministas buscan la igualdad, ¿por qué hacen
espacios no mixtos y dicen que los hombres no podemos liderar los mixtos? ¿Por
qué no se quejan de que los hombres paguemos por entrar en las discotecas? ¡Y a
la Pepita la ascendieron por estar buena, y yo lloré por eso y me llamaron
marica, eso es claramente una desigualdad que me perjudica! Estas preguntas
pueden descartarse o responderse con facilidad si enfocamos el asunto desde la
perspectiva de la liberación de la mujer, pero son bastante lógicas si asumimos
que lo que busca el feminismo es la igualdad.
Una vez planteada la cuestión en estos
términos, no tiene fácil salida. El oponente ya ha definido las reglas del
debate. Si intentas salirte de ahí (“no, verás, es que el feminismo no busca
exactamente la igualdad sino…”), tu adversario entrará por esa brecha antes de que
puedas hacer mayores aclaraciones y te acusará de querer sojuzgar a los
hombres. Pero si aceptas, como marco de la discusión, que el feminismo persigue
la igualdad, es muy difícil responder a esas objeciones. Las feministas quedan,
así, retratadas como personas contradictorias (“¡buscan la igualdad pero montan
espacios no mixtos!”) y/o contrarias a valores fundamentales (“¡dice que no
busca la igualdad!”) de las cuales es muy fácil burlarse… que es justo lo que
ha hecho Zorman.
Es una especie de trampa 22: aceptar el
marco mental de la igualdad hará que te acusen de contradictoria, pero tratar
de aclarar que dichas contradicciones no son tales te retratará (a sus ojos)
como una odia-hombres, con lo cual perderás el debate de todas formas. Esta
dinámica queda agravada por el hecho de que la gente que enarbola estas
objeciones al feminismo no suele ir de buena fe. O, en otras palabras, son unos
trolls que van a aprovechar cualquier hueco para tratar de ganar la discusión. El
problema está cuando estos trolls generan material cultural (por ejemplo,
Dalas) o convencen a alguien de que lo genere (volvemos al vídeo de Zorman):
todos esos tópicos van calando en el discurso público y haciendo daño.
Voy a cerrar aquí. Como dije, este texto
carece de conclusión: no es mi función dirigir el debate ni guiar a nadie. Pero
creo que esta apropiación del feminismo que se ha llevado a cabo desde el poder
es muy peligrosa. No sé qué se puede hacer contra ella, pero, la verdad, espero
que a alguien se le ocurra.
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Cuando un contenido que has creado y publicado es alabado por una neonazi de HSM, quizás deberías preguntarte qué has hecho mal.
ResponderEliminarHostia, de eso no me había enterado. Pero no me extraña nada xD
EliminarYo me quedé ojiplático cuando vi el tuit, y que estuviera "asesorado" por Experto en Aguarrás también tiene tela.
EliminarExperto en Aguarrás xDDDDD
EliminarHay una cosa curiosa... Entiendo por qué hay espacios no mixtos, por qué los hombres no podemos liderar una lucha que no es nuestra... pero hay momentos en que me viene a la mente la palabra «igualdad» y... en fin, como más de uno, puedo meter la pata. Supongo que es por lo que comentas, que nos acostumbran a que hay que luchar por la igualdad de hombres y mujeres y en cuanto ves que ese no es el objetivo del feminismo, sino una de las consecuencias de la liberación de la mujer, te cortocircuitas.
ResponderEliminarY también he aprendido que cuando salen temas como el de Zorman, es mejor escuchar a otra gente. Porque seré sincero (y estoy pecando de lo que voy a decir ahora mismo), muchas veces acabo cayendo en el discurso egocéntrico, el llevarlo a mi terreno, y eso hace más mal que bien (si es que hace algún bien, que lo dudo). Y me lo veía venir con Zorman... y ya digo, es lo que está pasando ahora en este comentario.
Acabas aprendiendo a golpes que hay cosas que mejor callarse para escuchar a gente que sabe más que tú. O, si lo sueltas y resulta que la estás cagando, en vez de enrocarte analizar lo que has dicho, lo que te dicen y saber enmendarse. Es triste que alguien la pifie, se le diga, admita su error, se proponga enmendarse y dicha actitud se reciba con sorpresa de tan rara que es.
Todo esto sigue siendo desaprender lo aprendido y ponerse a aprender cosas nuevas. Nos queda muchísimo aún por hacer, y siempre viene esa decepción de que cuando crees que estás avanzando, tienes que deshacer buena parte del camino porque te estás equivocando. Muchos no tendrán la paciencia para hacerlo, y ahí, me temo, hay muchísimo por hacer: es un cambio en nuestra educación, en nuestra forma de ser, en nuestro aprendizaje, y deshacer pensamientos tan arriesgados va a costar. Nadie dijo que sería fácil, claro.
Al final esto va, entre otras cosas, de tener humildad y empatía. Y cuesta desarrollarlas, porque a los tíos no se nos explica cómo ser humildes ni empáticos.
EliminarMe ha gustado mucho lo que has escrito y te animo a desarrollar otro texto con tus opiniones y conclusiones.
ResponderEliminarCreo que el texto es muy claro al diferenciar el término IGUALDAD como valor universal mandado a la sociedad por los gobiernos (cosa positiva) y el objetivo del movimiento feminista (FEMINISMO) de liberación de la mujer. Pero creo que, en realidad, quienes más mezclan y desvirtúan ambos términos son los mismos que al final, utilizan todo esto para aterrorizarse de la (fatídica, para ellxs) pérdida de "privilegios" en una sociedad futura.
Todo este debate actual, todo este replanteamiento de roles, responsabilidades y posiciones que se han planteado tiende, en algunas cabezas, a hacer saltar el botón del pánico donde predomina la opinión de que TODO DEBE SER COMO SIEMPRE HA SIDO, PUESTO QUE SIEMPRE HA FUNCIONADO, PARA QUÉ VAMOS A CAMBIARLO?
Es decir, la mujer ha tenido un rol más pasivo, mas sujeto al cuidado de los demás tanto niños como ancianos y semejantes o al aprovisionamiento y gerencia de los recursos de la familia, donde el conocimiento extra es un atractivo para mantener el interés por parte del hombre cuando no está relacionándose con otros hombres como él, etc, etc, etc.
¿Mujeres conduciendo tractores o camiones? ERROR 404 NOT FOUND.
En resumen, creo que el mayor fallo, en general de la humanidad, es que no terminamos de saber manejar y enseñar a manejar nuestro sentido de EMPATIA por el prójimo, sea de género que sea, sino que lo vamos administrando dependiendo de la cercania, simpatia o el mero hecho de que es chico o chica como nosotros.
No voy a escribir ese segundo texto porque podría interpretarse demasiado fácilmente como un "ven, mujer, que te voy a enseñar a hacer el feminismo", y nada más lejos de mi intención ;)
EliminarCon lo de la empatía, por supuesto, muy de acuerdo.
Una reflexión muy interesante, gracias por compartirla.
ResponderEliminarA ti por tu comentario :)
EliminarDejo esto aqui, porque me gustaria que el mundo entero o leyera:
ResponderEliminarhttp://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/el-putero
Creo que a los mal entendidos con el movimiento feminista en cuanto a enfocarse al hombre o no, contribuye en parte la RAE.
ResponderEliminarfeminismo
Del fr. féminisme, y este del lat. femĭna 'mujer' e -isme '-ismo'.
1. m. Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres.
2. m. Movimiento que se apoya en el feminismo.
http://dle.rae.es/?id=HjuyHQ5
La RAE está bien para definir palabras normales, de lo que podríamos llamar "lenguaje natural", pero en cuanto nos vamos al lenguaje técnico de cualquier disciplina es malísima :/
EliminarLo peor de esto es que la RAE no se limita a ser descriptiva. Sino que es normativa y se la considera la referencia del castellano.
EliminarYo me quedo con lo que dicen desde la RAE cada vez que les reprochan una cagada: que ellos son descriptivos. Pues si su diccionario es descriptivo no se puede usar para establecer normas, y cualquier corrección basada en el mismo es poco válida. Punto.
EliminarLo que me acabo de encontrar en el DRAE:
ResponderEliminarhonor
Del lat. honor, -ōris.
3. m. Honestidad y recato en las mujeres, y buena opinión granjeada con estas virtudes.
Por cierto, no creo que tenga importancia, pero soy la del primer comentario en la entrada sobre el minuto de silencio por Rita Barberá.
Ah, definiciones viejunas de la RAE, qué haríamos sin ellas.
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