En octubre Diego se suicidó. Saltó por la
ventana porque no podía más, porque su vida era un infierno, porque no quería
volver al colegio. Diego tenía 11 años.
Tampoco es que se sepa mucho más: los
padres han sacado a la luz su carta de suicidio en un intento de que no se
cierre el caso y de que se siga investigando qué es lo que le llevó hasta ese
punto. En cuanto el caso saltó a las redes sociales mi Twitter se llenó de una
espontánea explosión de testimonios de supervivientes de acoso escolar (1).
¿Tantos somos? ¿Tantos vivimos esa
mierda? ¿Tantos éramos débiles, raritos, desprotegidos, diferentes? Parece ser
que sí. Y yo miro mi caso y aún siento que he tenido suerte. Lo que yo sufrí
fue continuado durante varios cursos, pero de baja intensidad en general. Se
traslució sobre todo en un retraimiento de mi sociabilidad, que desapareció en
cuanto dejé de sufrir acoso. No me marcó ni dejó huellas permanentes en mí. Sé
que se debió a factores puramente aleatorios. Hubo quien no tuvo tanta suerte.
No es la primera vez que pasa lo de
Diego. ¿Recordáis a Jokin? ¿A Carla y a Aránzazu, el año
pasado? ¿A Alan, no hace ni un mes? Pero claro, todos ellos tenían más
de 14 años. Nos horrorizamos porque Diego tenía 11 y nos creemos que hay una
cierta barrera psicológica entre ambas edades, entre el niño y el adolescente. Nuestra
sociedad concibe la adolescencia como una etapa de extremos, de pasiones y de
excesos, pero ¿los 11 años? Con 11 años estás terminando Primaria o empezando
la ESO. ¿Cómo se va a suicidar un niño que no tiene ni edad para afeitarse? No
nos entra en la cabeza.
Y sin embargo, no es tan raro. Leo que cerca del 40% de personas entre 7 y 9 años (2º-3º de Primaria) sufren acoso
escolar y que la probabilidad decrece según subes de curso salvo un cierto
repunte en 1º de Bachillerato. Un 40%. Esos datos obligan a pensar. Hablan de
una situación sistémica, no puntual. Ya no parece tan raro que el
hostigamiento, las burlas y el maltrato se pasen un día de los niveles
“normales” o que recaigan sobre una criatura especialmente sensible, ¿eh?
También es terrible echar la vista atrás
y ver que, aunque el problema se haya nombrado en medios (con la adecuada dosis
de morbo y amarillismo) hace poco más de 10 años, esto lleva toda la vida
siendo así. Toda la vida. Y lo más horrible es que hay quien lo justifica y
critica a las entidades que denuncian estos hechos. Supongo que estos días, con
un suicidio, estos listos estarán callados (2), pero seguro que habéis oído más
de una vez que los chavales de hoy en día a cualquier cosa le llaman bullying, que las bromas son normales,
que hay quien se las merece, incluso que ese clima de violencia es
necesario para que las criaturas maduren emocionalmente. Terrible.
Pero ya está bien de centrarnos en las
víctimas. ¿Qué hay de los agresores? ¿Dónde están? Ahora han crecido: ¿asumirán
lo que hicieron? ¿Entenderán el daño que hacían? ¿O lo habrán racionalizado? Quizás
siguen creyendo que eran bromitas. Quizás siguen autoconvenciéndose de que
“bueno, alguna vez me pasé un poco, jaja”. Quizás incluso se creen que ayudaron
a espabilar a ese niño tímido y raro. Lo más probable es que nunca piensen en
ello y que si se cruzan con sus víctimas las saluden de buen rollo porque para
ellos no fue importante.
¿Y los otros? ¿Los que no eran víctimas
ni verdugos, sino cómplices? Los compañeros de clase que se quedaban al margen,
los progenitores que justificaban las “cosas de niños”, los profesores a los
que les daba igual, los directores que lo único que querían era salvaguardar la
reputación del centro. Los que no prestaron ayuda. Todos ellos están en la cadena
causal que termina con un crío de 11 años saltando por la ventana.
Diego está muerto porque, como sociedad,
le hemos fallado. Ahora de nada sirve llorar por él: ya no existe, ya no se le
puede ayudar. Pero podemos evitar que haya más Diegos. Parece que el Gobierno
va a habilitar un teléfono del bullying y a tomar otras medidas, pero no
es suficiente. Hay que entender de una vez que es un problema sistémico y actuar
en consecuencia.
(1) Lo cierto es que la carta de Diego no
habla de las causas. Podría ser bullying
por parte de los compañeros o podría ser algo más siniestro aún… por parte de
adultos. Los propios progenitores hablan de unos supuestos análisis para
detectar abusos sexuales que no se incorporaron al procedimiento.
(2) Lo que sí pude leer el otro día fue victim blaming del modelo “pues si le
metes una hostia al agresor cuando está empezando, dejará de hacerlo”, porque
la gente no es capaz de dejar de decir tonterías generalizadoras ni cuando hay
un muerto sobre la mesa. Porque hay casos donde enfrentarte al agresor le hace
parar y hay casos donde le hace volver con cuatro colegas a darte la del pulpo.
Yo lo sufrí más o menos como tú, alargado durante muchos cursos aunque nunca demasiado grave (lo digo como si no fuera suficientemente grave tener miedo de la hora del recreo a diario, esa media hora concebida para disfrutar, porque en clase estaba más a salvo...).
ResponderEliminarSe me ha ocurrido aprovechar para compartir este hilo de encuestas que hice ese mismo día, como curiosidad. Esperaba no tener más de 12 votos a lo sumo pero se extedió un poquillo.
https://twitter.com/Hovenduck/status/689854142563631104
70% de los votantes lo sufrieron y casi el 90% ha presenciado como los sufrian otros...
Algo que me interesó mucho a la hora de hacer las preguntas: recuerdo que yo no me atreví casi nunca a pedir ayuda. A mis padres nunca... me daba... ¿verguenza? ¿miedo? ¿Por qué? yo que sé... pero no lo hice (y eso que mi principal acosador era un primo segundo). Al igual que yo veo en las encuestas que muchos son los que no piden ayuda. Asi de aterrados nos dejan...
A mi tutora, profesora a la cual tenia mucho cariño, si le pedí ayuda... repetidas veces... y nada cambió. Una minibronca al chaval, una pizca de vergüenza y ya, a seguir como si nada. No me atreví nunca a pedirle ayuda al coordinador, una pena, aquél si que imponía respeto, o más bien miedo. Hasta las clases las daba a gritos, sin exagerar, retumbaban las lámparas. Pero no me atreví. ¿Como vamos a atrevernos algunos a defendernos y darles un puñetazo si no nos atrevemos ni a pedir ayuda?
Al igual que yo, vi en las encuestas que la mayoría no encontró tampoco una ayuda eficiente. O no pudieron o no supieron ayudarles. Y a tres personas conozco ya a las que el psicólogo escolar lo que les dijo fue «lo que pasa es que necesitas relacionarte más, hacer más amigos». TRES CASOS concretamente así.
Por último los que cometieron bullying... me alegra saber que sí hay algunos que (aunque sea en el anonimato de la encuesta) reconocen que lo hicieron. Y tengo la impresión que esos votos confesos están tambien arrepentidos, aunque sean muy muy pocos... no me imagino a ninguno de mi colegio arrepentido de lo que hicieron.
Enfin...
Me gustaría compartir esto aquí por si alguien más lee el comentario. Un video muy emotivo sobre el bullying. A mi siempre me anima tanto como me entristece.
https://www.youtube.com/watch?v=0V3ielshtKA
Siento el tocho ¡pasa un buen día, Vimes!
gracias por compartir tú experiencia, no sabes cuánto me he identificado.
EliminarYa debiste ver que anoche te retuiteé la encuesta. Pena no haberla visto en su momento. Es verdad que la muestra no es representativa, pero aun así los porcentajes dan miedo.
EliminarYo nunca pedí ayuda los años normales. El año malo tampoco pedí ayuda, pero mis padres se acabaron enterando por un amigo mío, y aparte de enfadarse muchísimo con el agresor y de prometer mi padre que le partiría la cara si volvía a tocarme, no pasó nada. Obtuve más ayuda de mis amigos y del otro matón de la clase (que odiaba al que me acosaba a mí y de alguna manera me defendía) que de progenitores y profesores.
Lo de meterle una hostia al agresor es superefectivo cuando es un puto bestiajo que te pasa 2 cabezas y pesa 20kg más que tú, sí. O cuando son un grupo de niñatos bien de esos que le caen bien a todo el mundo y a los que sus papis con recursos van a defender a capa y espada.
ResponderEliminarLa gente, que no piensa antes de hablar.
Eliminar¿Y si el problema no fue el acoso sino simplemente el opresivo sistema escolar? Lo único que se lee en la carta es que no aguantaba el ir al colegio. Tener a niños encerrados en una cárcel durante 8 horas al día en las que son adoctrinados y obligados a hacer cosas que no quieren ya es suficientemente horrible de por sí.
ResponderEliminarLa verdad es que lo dudo mucho. Digo yo que no es imposible que alguien se suicide porque odia el colegio aunque no le acosen ni le maltraten, pero si tuviera que apostar todo mi dinero no lo haría a esa carta.
EliminarDesde el respeto por la víctima y lo especialmente desprotegido que estaba en este caso, yo una cosa que no entiendo es por qué se distingue entre bullying, acoso laboral, maltrato doméstico y a ancianos o personas desprotegidas cuando es todo exactamente lo mismo: Una persona agredida, uno o varios agresores y uno o varios testigos cómplices o no.
ResponderEliminarPorque así es más fácil estudiarlos y combatirlos.
EliminarSi los metes en un solo saco se convierte en un amasijo de problemas del que es difícil sacar conclusiones.
De la misma forma que un gobierno tiene diversos ministerios para tratar los diversos aspectos: hacienda, educación, sanidad...
¿Todo eso es maltrato? Sí, pero cada uno de esos tipos tiene causas, contextos y participantes muy diferentes y necesitan de diferentes formas de abordarlos.
Lo que dice Hovenduck. Decir que todas las violencias son iguales porque todas son violentas es como decir que un Mercedes y un Seat son iguales porque todos te llevan del punto A al punto B. Cada tipo de violencia tiene sus causas y sus dinámicas.
Eliminaryo padeci esta lacra en el instituto y sinceramente me desconsuela que para la prensa sólo sea un dato con el que sacar un titular. La mayoría de los centros se autodefienden con estos casos y siendo el de Diego concertado y confesional ya sabemos que esto quedará en el olvido.
ResponderEliminarYa. El tratamiento periodístico es basura absoluta :(
EliminarA mi no me sorprende porque a los 11 años tuve la única depresión de mi vida y consideré seriamente el suicidio... aunque además del acoso escolar tenia otros problemas en casa. Y tambien he tenido que oir a gentuza que no sabe de lo que habla diciendo que es bueno pasar por eso porque asi estas preparado para aguantar al jefe que te grita cuando seas adulto. Pfff. En Finlandia parece que están teniendo éxito con el método KIVA, en España la mejor solución es el homeschooling.
ResponderEliminarJoder :/
EliminarA mí el homeschooling me parece que empeora más de lo que arregla. Para empezar, es necesario tener a progenitores que tengan tiempo y conocimientos para impartir una educación equiparable a la del sistema educativo o dinero para pagar a un profesor que lo haga. No me vale una solución que sólo pueden aplicar familias de clase alta.
Además, creo que el colegio y el instituto son más que la educación que se recibe en ellos: permiten al chaval socializar, alejarse de sus progenitores, hacer amigos y ganar en independencia. No creo que perder todo eso sea bueno, gánese a cambio lo que se gane.
Yo estuve en ambos bandos, ya que para evitar que me acosaran a mí, me solía unir a los grupos acosadores. Ahora claro, remordimientos.
ResponderEliminarYo creo que fui acosador una vez, en un campamento de verano (es decir, alejado de los lugares donde me agredían a mí). Creo. Para nosotros eran bromas y no sé si para el chaval que las recibía también. Me gustaría hablar con él para preguntárselo y, en su caso, disculparme.
EliminarYo también he sido de los acosables, "madera de colleja" como dicen los cabrones de los Celtas Cortos. Tuve suerte de coincidir con unos cuantos parecidos a mí y nos juntamos, pero si hubiera estado solo, habría sido insoportable. ¿Cuál es la solución? Pues es muy difícil, porque los acosadores son listos (si no pronto los descubrirían) y los acosados son tímidos. Hay que observar, concienciar, comunicar. Eso del método finlandés kiva parece interesante. Lo que no es solución es el homeschooling, a no ser que quieras convertir a tus hijos en bichos raros para toda la vida. El colegio tiene sus defectos, pero hoy por hoy es el medio para socializarse. No hay otros ámbitos donde puedan pasar muchas horas con gente de su edad.
ResponderEliminarLa canción de los Celtas Cortos me gustaba durante la adolescencia. La volví a escuchar hace años y se me heló la sangre. Madre mía, menudo himno del bully.
EliminarA mí también me gusta el método KiVa, pero creo que en España funcionaría peor por temas como la fragmentación de competencias, el tener alumnado de distintas culturas, el nivel económico de los estudiantes, etc. Pero desde luego creo que la idea de centrarse en los testigos y en las dinámicas de grupo es buena.
Sobre homeschooling: https://ateneullibertariu.wordpress.com/2014/04/08/ciclo-ensenanza-video-de-la-mesa-redonda-sobre-educacion-en-casa-y-fuera-de-las-jaulas/
ResponderEliminar3 horas de vídeo es mucho vídeo xD
EliminarOtra entrada de 10.
ResponderEliminarEfectivamente no son casos aislados, es violencia normalizada a la que se le quita importancia y que se tolera a menos que pase algo realmente gordo como ha sido el caso. Y si está tan aceptada ¿cómo esperan que las víctimas hagan algo? ¿O que los agresores sean conscientes siquiera de que están haciendo algo mal? Porque muchas veces, como el propio entorno lo permite y acepta, son los primeros en creer que “es una bromita sin importancia” y no darse cuenta del daño que hacen.
Yo misma soy una superviviente de acoso escolar: me hacían el vacío, o hablaban conmigo para reírse de mí sutilmente, o hacían comentarios sobre mí sabiendo perfectamente que estaba escuchando. En 2 años que duró, desde que entré al instituto hasta que mis padres se dieron cuenta de que pasaba algo malo y me cambiaron, acabé con la autoestima destrozada y aún hoy me quedan algunas secuelas. Llegué a estar tan mal que hasta me sentía agradecida y consideraba “amigos” a los que se me acercaban. Sabía perfectamente que se estaban metiendo conmigo, pero hacía como que no me enteraba porque estaba desesperada por no estar sola en el recreo. Y aún tengo que “estar agradecida”, ya que algunos compañeros sí sufrieron violencia física. El instituto jamás hizo nada ni, que yo sepa, se ha visto envuelto en ningún lío por bullying.
Una vez saqué valor para ir a chivarme a una profesora. No sólo no vio nada malo en lo que me pasaba sino que dijo que lo que necesitaba era relacionarme más y hacer amigos, además de decirme que por qué no pensaba en hacer dieta y cambiar un poco mi estilo porque así no sólo estaría más a gusto conmigo misma sino que encajaría más fácil (aclaro que en esos tiempos estaba gordita y pasaba del maquillaje y de arreglarme, iba siempre con camisetas con dibujos, vaqueros anchos y deportivas). Cuando mis padres fueron una vez a hablar con los profesores estos también les dijeron que es que yo era una niña retraída que “me negaba” a relacionarme con mis compañeros. Demencial, ¿verdad?
No se podrá combatir esta lacra hasta que se cambie la mentalidad y la sociedad se conciencie de que está mal. Hay que denunciarlo, luchar contra ello y educar para que no pase.
Qué escalofrío me acabas de dar. Yo, por suerte, creo que no me quedaron secuelas, pero es que en todos los casos se repite el mismo patrón: humillaciones, risas, anulación de la personalidad, hacer el vacío...
EliminarAhora me está viniendo a la memoria una vez, creo que de 4º de la ESO, en la que los dos chavales con los que cogía el Metro para volver a casa de repente estaban haciéndome el vacío. Me sentí como una mierda. Durante aquella época me costaba mucho hacer amigos y supongo que me pasaba como a ti: estaba desesperado por algo de aprobación.
Violencia física sólo sufrí una vez. Pero cada vez me gusta menos lo de jerarquizar las violencias y poner la física como la peor. Las lesiones curan en, como mucho, meses. Los traumas pueden joderte de por vida.
Tuve una experiencia parecida durante primaria y secundaria, especialmente la primera mitad de esta, aunque en mi caso llegó a lo físico en algunas ocasiones con algo más que collejas, que eran una constante. Hubo veces en las que tras defenderme, era a mi a quien se le echaba la culpa.
EliminarLlegó un punto, en el que efectivamente era yo el que me negaba a relacionarme. Incluso llegué a amenazar a alguien, que conocía a través de mi hermano y que hoy en día es uno de mis mejores amigos, solo por miedo a su insistencia.
La cosa empezó a cambiar en 3º de ESO. Por un lado, gané bastante altura y peso, y un día que se habían pasado metiéndose conmigo perdí la calma y me metí en una pelea en la que le zurré a un repetidor. Igual entonces se dieron cuenta esos kilos extra que llevaba encima, pero dejaron de meterse de forma abierta, las collejas y demás cesaron. Las cosas más sutiles, como hacer el vacío o algunos insultos siguieron, por supuesto, pero fue una mejora. Por otro lado, se dio la casualidad de que coincidimos unos cuantos con los mismo gustos en la misma clase y volví a tener amigos, cosa que, si dejamos de lado a mis hermanos, era una novedad desde hacía 7 años.
Hoy en día (26 años) sigo teniendo problemas graves para relacionarme y ansiedad social. Me cuesta incluso comunicarme a través de internet, estuve como 15 minutos pensando si publicar esto o no.
Este año, el más pequeño de mis hermanos está cursando 4º de ESO en el mismo instituto en el que lo hice yo. Aunque aun queda por trabajar, no puedo si no alegrarme en como han mejorado las cosas para la adaptación y el bienestar de los alumnos en el centro en comparación a cuando estuve yo. Contrasta mucho, con un colegio concertado al que tuvo que acudir durante un año por necesidad, en el que sufrió buling y, aunque lo denunciamos, no hubo respuesta por parte del centro.
Pues muchas gracias por atreverte a contarlo :)
EliminarEn mi caso el cambio se dio en 4º de la ESO, porque aunque desde 3º ya no recibía acoso activo no había sido capaz de enfrentarme a ello. En 4º se dio la circunstancia de que estaba en mi clase un chico nuevo, que acababa de llegar al instituto. Me identificó como víctima y empezó a tratar de acosarme, por ejemplo con empujones. Empecé a devolverle los empujones y oye, mano de santo. Me miraba con sorpresa y no seguía.
Por desgracia muchas veces el acoso sólo lo para algo como lo tuyo y lo mío: una respuesta violenta. Y hay víctimas que no pueden darla :(
¿Y practicar artes marciales? Socializas (haces amigos en el gimnasio) y aprendes a defenderte.
ResponderEliminarYo no sé artes marciales, pero tengo entendido (dicho por amigo karateka) que no te valen de gran cosa contra un grupo. Y la defensa personal está más enfocada a dejar a alguien incapaz de atacar para poder huir... cosa no muy útil si le vas a volver a ver al día siguiente.
EliminarAparte, por supuesto, de que es poner la carga en la víctima.
Esto es de uno que sufrió acoso:
ResponderEliminar"Hay una violencia legítima frente al pacifismo patológico del sistema: nos educan para no defendernos, ‘la agresión es mala’, pero hay una agresión necesaria y buena: aquella por la que mi dignidad queda intacta cuando alguien me quiere hacer daño. Porque si no el trauma me queda de por vida.
De cuando tuve que defenderme me quedan las cicatrices de la cara y la cabeza. Planté cara a cuatro. Me dieron una paliza que me fui a casa como un muñeco roto y con la autoestima más por los suelos que de costumbre. En pedacitos. Al día siguiente no vinieron cuatro sino siete. Pensé que me matarían. Les volví a plantar cara. Perdí. Me hicieron daño en la rodilla al darme un pisotón mientras estaba en el suelo. No hubo una tercera pelea. Dejó de pasar. Me dejaron.
Hay que enseñar los dientes aunque la batalla la tengas perdida. Seguían despreciándome pero al menos no venían a agredirme. A los agresores les incita que las víctimas no seamos capaces de defendernos y al verlo ya no les resulta tan cómodo ni tan placentero".
http://www.elespanol.com/enfoques/20151108/77742230_0.html
Pues su declaración es la que menos me ha gustado de las tres que refleja la entrevista. Bien por él si fue capaz de plantar cara y si le funcionó, y apoyo completamente la afirmación de que la autodefensa es legítima, pero no puedo aceptar que se ponga en la víctima el deber ("HAY QUE...") de defenderse.
ResponderEliminarHa pasado ya un tiempo pero dejo esta otra noticia por aquí, que acabo de verla en FB.
ResponderEliminarUna compañera de clase de Diego con la que también se metian denunciando lo que pasaba.
http://www.elmundo.es/sociedad/2016/02/03/56b10600268e3e484b8b4571.html
Me acaban de pasar la noticia por Twitter. Qué horror...
EliminarFlipando estoy http://www.elmundo.es/sociedad/2016/02/05/56b39bd0ca474197128b4582.html
ResponderEliminarYa, ya. Ayer lo puse en Twitter y parece ser que este mismo tío es el que hizo caja en los '90 hablando de los crímenes a los que inducían los juegos de rol y demás basura.
EliminarDiría que me hace gracia cada vez que alguien dice "todas las violencias son malas", pero no, no me hace ninguna gracia. Porque sí, todas son malas, pero cuando se dice es para "evitar diferencias". Pero cada una tiene sus causas, no es lo mismo la violencia que sufre un niño en el colegio que una mujer en su casa o que un inmigrante en la calle. No tienen el mismo origen aunque acaben siendo actos violentos y despreciables. Hay que saber el origen, la raíz de cada tipo para saber cómo tratarlo, porque no todos tienen el mismo tratamiento.
ResponderEliminarTambién está el mensaje de "la víctima ha de defenderse". Es cierto que los que hemos sufrido acoso escolar (unos en menor grado que otros) hemos recibido toda clase de consejos, como ignorar a los matones o avisar a los profesores por mucho que nos llamen chivatos (pero esa presión no te la quitan, ni el que te esperen a la salida para pegarte), pero sigue siendo lo mismo: echar la carga a la víctima en vez de plantear por qué suceden estas cosas, por qué tras décadas la cosa no solo no mejora sino que parece empeorar (o bien es que ahora se da más voz a estos casos). Yo más de una vez he reaccionado mal y al final me he llevado las culpas cuando yo era el acosado, y ya digo que mi caso no es de los excesivamente graves, no tenía una infancia infeliz (si bien este acoso me afectó al punto de tener que ir a un psicólogo antes del instituto porque me había vuelto un asocial de aúpa), pero es eso, el culpable se va de rositas mientras a la víctima se le echa todo el mundo encima.
Y casos como este seguirán existiendo mientras no haya una forma de inculcar ya no solo a los niños, sino también a sus familias, lo que es el respeto. ¿Que hay casos dispares? Desde luego, y ya lo digo, cada cual tiene su tratamiento. Pero levantar la voz una vez y luego callarse hasta que "pase otra vez" no es la solución. Y me gustaría saber qué se puede hacer exactamente, en serio, ojalá lo supiera, por toda la gente que como yo ha pasado por esto.
No lo entienden, ¿eh? No entienden que cada violencia puede tener un contexto y una causa, y que hay que mirar ese contexto y esa causa para tratarla. Me pone enfermo.
EliminarNo tiene que ver con el bullyng, pero lo dejo como ejemplo de lo que importan las vidas de los menores en esta sociedad: http://www.eldiario.es/sociedad/preferia-verla-muerta-juzgado-normal_0_485402295.html
ResponderEliminarTripa revuelta...
EliminarYo tuve que aguantar a este tipo de escoria 8 años seguidos, acabé dejando de estudiar al terminar la ESO y ahora he vuelto con 19 años a empezar bachillerato. Ahora soy más maduro y creo poder disimular los rasgos "diferentes" (soy el que comentó antes que tiene asperger) que hace que este tipo de escoria se ponga a molestar a la gente
ResponderEliminarPues me alegro por ti, aunque evidentemente siento que hayas tenido que pasar por esto.
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