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martes, 14 de agosto de 2012

Facua y ETA

De todas las capacidades maravillosas que tiene el ser humano, sin duda la que más me asombra es la de quedar distraído por cualquier cosa. Hay veces que nuestra capacidad de atención recuerda a la de una mosca de la fruta, y así pasa que, cuando el país está en una crisis económica grave y además está ardiendo por los cuatro costados, sólo hace falta una tontería para que nos pongamos todos a hablar de otra cosa.

La última cancamusa saltó ayer a las páginas de “Política” (algo que ya tiene cojones por sí mismo) de los diarios: en el nuevo Counter Strike podrás elegir, como facción terrorista, a unos tipos sospechosamente parecidos a etarras. La cosa no habría quedado más allá si Facua no hubiera quemado toda la credibilidad que había ganado estos días exigiéndole a Valve, la empresa productora del invento, que retire la simbología etarra de esa facción del juego. En el momento de escribirse estas líneas ya había abierto la bocaza el delegado del Gobierno en el País Vasco. Veremos a ver si esto no acaba con nuestro ministro de Exteriores, el ínclito Margallo, elevando una queja oficial ante el Gobierno estadounidense, como ya hiciera en el caso de los guiñoles ante el francés.

Estamos otra vez ante el viejo problema de permitir o no una manifestación de la libertad de expresión por el hecho de que pueda molestar a unos cuantos. Mi posición es que no podemos empezar a prohibir este tipo de cosas, por mucho que los (presuntos) molestados sean víctimas del terrorismo. En su comunicado, Facua pide a Valve que “no muestre imágenes que puedan atentar contra la dignidad de determinados sectores, como en este caso las víctimas del terrorismo etarra”, al tiempo que señala que “éste es un ejemplo más de los no pocos juegos que se encuentran en el mercado, donde se invita al jugador a emular terroristas, nazis o abusadores sexuales.”

Esta declaración de intenciones, pese a parecer loable, es más bien estúpida. Y lo es porque pensar así lleva a un razonamiento encadenado muy puñetero. Por ejemplo: ¿por qué está mal que un videojuego permita al jugador encarnar la piel de un nazi pero no que le permita matar nazis, como el Call of Duty, el Commandos o el Medal of Honor? Al fin y al cabo, el soldado nazi medio era un tipo obligado a servir en el ejército y fanatizado mediante la repetición de consignas: ¿cómo pueden sentar los juegos que he citado entre la comunidad alemana de exsoldados, que ya carga con la losa moral de haber sido piezas de la mayor maquinaria de destrucción humana jamás pergeñada?

Y de seguir así, ¿acaso no podríamos decir que el Sombras de guerra: LGCE no puede permitirse porque atenta contra la dignidad de los que sufrieron pérdidas a manos de ambos bandos en la Guerra Civil? Y, ya puestos a razonar fuera del recipiente, podemos prohibir el Age of Empires porque banaliza el concepto mismo de guerra, ¿no? ¿O acaso el lema del juego no es “Construye tu imperio”, sin que importen las pérdidas humanas que tengas que afrontar en el proceso? Finalmente, y ya si queremos rizar el rizo, ¿qué derecho tienen las fuerzas antiterroristas a matar a tiros sin ningún juicio a los terroristas en el propio Counter Strike? ¿Por qué está mal que el jugador se divierta encarnando a un etarra pero no volándole la cabeza a uno? Serán delincuentes, pero ¿son menos persona o qué?

El punto es el siguiente: cualquier cosa puede molestar a cualquier colectivo. Elevar la molestia a un “ataque directo contra la dignidad”, que suena mucho más rimbombante, es cuestión de las palabras que emplees. Los conceptos más sonoros, como el “respeto”, la “sensibilidad” o la ya mencionada “dignidad” son invocados por un asunto que es una chorrada. Es un juego destinado a adultos, y creo que la mayoría de adultos sabemos que el terrorismo no está bien. Es más, también sabemos que reducir el problema a dos equipos de cinco personas disparándose entre sí, desoyendo todo el contexto social y político del que surgen los terroristas, es una simplificación profunda. ¿Y qué importa? Es un trasfondo estúpido para un juego que va de pegarse tiros con tus colegas, ya está.

Además, no quiero dejar pasar la ocasión de mencionar la profunda hipocresía de la gente de Facua, que en vez de callar o de cargar contra todo el sistema de juego, se meten sólo con el terrorismo de ETA. ¿Qué pasa, que los piratas somalíes o los terroristas albanokosovares –también disponibles en el juego- no han causado víctimas cuya sensibilidad hay que respetar? Porque lo único que han pedido desde Facua es quitar la simbología etarra, por lo que entiendo que el resto de facciones terroristas no les deben parecer tan malas.

Creo, finalmente, que todo el asunto se puede resumir en dos tuits de la propia Facua: “No nos gusta jugar a ser etarras.” “Jugar a ser nazis nos asquea.” Pues me parece muy bien, señores, cada uno tiene sus gustos, pero déjenos a los demás jugar en paz a lo que nos salga de las narices.
  

2 comentarios:

  1. Bravo. *Plas plas plas plas*
    Imagino que, por cuestión de sensibilidad de colectivos, también exigirán la erradicación de las fiesta de Moros y Cristianos. Y más ahora que estamos culturalmente sensibles y tal. Ah, no, calla, que eso es tradición y los videojuegos son violencia. *Sarcasm Mode: OFF*

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  2. Nah, a la fiesta de Moros y Cristianos simplemente le llamarán Musulmanes y Cristianos y la corrección política queda salvada.

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