La semana que viene se celebrarán los
asquerosos festejos del Toro de la Vega, donde una patulea de gañanes alancea a
un toro hasta matarlo. Esta costumbre levanta indignación incluso entre ciertos
círculos taurinos por bárbara y brutal. Y para que una gente que disfruta
viendo cómo una panda de payasos tortura a un toro durante horas considere que
algo es brutal ya tiene que estar fuera de todo límite.
Este año, en un patético intento de
defender lo indefendible, se ha montado el Congreso Internacional del Toro de
la Vega, al que han acudido, según la web del mismo, “abogados,
profesores, periodistas, críticos taurinos, antropólogos, médicos,
historiadores, veterinarios, sociólogos o especialistas en comunicación
audiovisual”. El objetivo es demostrar (como si hiciera falta) que la gente con carrera también
puede ser cruel y estar a favor del maltrato animal.
Parece increíble, de todas formas, que
entre tanto experto no haya ninguno que se haya dado cuenta de que la
exhortación “si no te gusta no vayas”, que tanto les gusta repetir a los fans
de la salvajada, es una mierda pinchada en un palo. No refuta nada, porque
implica banalizar la cuestión: el rechazo a las fiestas con animales no es una
cuestión de “gustos”, sino de ética. A mí no me gusta, yo qué sé, el
baloncesto, y en consecuencia no veo partidos de baloncesto. Pero el baloncesto,
al contrario que los festejos con animales, es una actividad libremente elegida
por todos los participantes… y eso lo cambia todo, claro.
Esta clase de espectáculos se basa en
causar estrés, dolor y, en muchos casos, la muerte, a un animal. Así que es un
asunto de suficiente relevancia como para preguntarse: “¿está justificado? ¿Se
consigue algo que justifique ese daño?” Y la
respuesta no puede ser más negativa. Lidiando a un toro o haciendo cualquier
otra salvajada con él sólo se obtiene un entretenimiento pasajero: sin duda
insuficiente como para justificar la actividad.
“¡No es mero entretenimiento!”, protestan
los fans: “¡Es arte y cultura!” Tanto me da que me da lo mismo: llámalo
entretenimiento o llámalo elevado disfrute estético. No dudo de que ver morir a
un toro en una plaza sea precioso para quien le guste, pero sigue sin ser razón
suficiente para justificar el acto. Y tampoco niego que sea parte de nuestra
cultura y de nuestra tradición, pero la cultura evoluciona y la tradición no es
argumento en democracia: las cosas cambian y hay que saber adaptarse.
Los fans más leídos incluso le echan un
ojo al artículo 46 de la Constitución y a los artículos 46 y 47 de la Ley de Patrimonio Histórico y deducen, acertadamente, que los festejos con
animales son patrimonio etnográfico, ya que se trata de “actividades que son o
han sido expresión relevante de la cultura tradicional del pueblo español”. Pero
sacar de ahí que los espectáculos con animales deben protegerse por encima de cualquier otra consideración implica no ver el cuadro completo: el medio ambiente
también es un bien jurídico constitucionalmente protegido (artículo 45 CE)
hasta el punto de que el maltrato injustificado de un animal es delito
siempre que le cause la muerte o lesiones graves. El por qué esto se exceptúa
si se trata de tradiciones centenarias escapa a mi comprensión… o bueno, en
realidad no.
La cuestión que subyace es en realidad la
siguiente: ¿hay que otorgar a los animales alguna clase de estatuto jurídico? O,
en otras palabras: ¿son los animales meras “cosas” de las cuales su dueño puede
disponer como quiera? Creo que la respuesta a esta segunda pregunta es
forzosamente negativa: como sociedad les debemos algo a los animales. Como mínimo,
no causarles la muerte para entretenernos.
Es una cuestión muy interesante la de los derechos de los animales. Alguien me dijo una vez que yo sostenía posturas animalistas por oponerme al toreo, y puede que algo de razón tuviera, pero reflexionando he pensado que no es cuestión de atriburles a los animales unos derechos sin más. Como son seres sin conciencia moral posible, darles unos derechos similares a los de los seres humanos podría parecer excesivo. ¿Cual podría ser la solución? Yo creo que girar el punto de vista del animal al ser humano (que es a fin de cuentas el causante de esta situación). A fin de cuentas, somos nosotros los que se supone que tenemos conciencia moral y los sujetos sobre los que recaen los derechos y LAS OBLIGACIONES. Y ahí en ese terreno, es donde metería el asunto. Metiendo una obligación moral de no maltratar animales, porque aunque ellos no tengan derechos como nosotros, somos nosotros los que tendríamos la obligación moral de comportarnos de manera humana y responsable.
ResponderEliminarQuizás todo esto es agarrársela con papel de fumar. Tal vez lo mismo me daría dar derechos a los animales aunque sólo fuera por acabar con la mierda esta de la tauromaquia, pero ya ves, me gusta dar vueltas a las cosas.
P.D. 1: Otro de los argumentos delirantes que suelen presentar los taurinos es que sin el toreo se extinguiría la raza del toro de lidia. Amosnomejodas, si está claro que sabemos muy bien como extinguir una especie y como mantenerla con vida.
P.D 2: Lo del Toro de la Vega es como salido de otra dimensión todavía peor. Sus fans (lo que he visto de ellos) son la cosa más cateta, agresiva, rancia y maloliente que he visto en mucho tiempo. Si alguna vez ves a un taurino insultar, amenazar o liarse a tortas con alguien, es muy posible que sea fan del Toro de la Vega.
P.D. 3: Tengo la esperanza de que cuando muera la generación de carcas apoltronados y polvorientos que mantienen todo este tinglado vivo como un zombi a golpe de talonario y subvención, desaparezca de manera definitva. No obstante, estoy dispuesto a no dejar nada al azar.
No estoy yo muy versado en el debate ético sobre posición jurídica de los animales, pero por lo que sé tu postura existe y nadie la tacha de "agarrársela con papel de fumar". El concepto de "derechos" tiene unas implicaciones que no se adaptan bien a los animales no humanos: a mí personalmente me parece más acertado centrar el debate en las obligaciones que tenemos los humanos hacia el resto de animales.
EliminarPD1: Ah, sí. Ese maravilloso argumento que habla a favor de matar en una plaza a osos panda. Todos sabemos que el problema fue que no toreamos a los dodos.
PD2: Completamente de acuerdo. Puedo entender las razones por las cuales un taurino dice que su afición es "arte" y, en consecuencia, las razones por las cuales desprecia el toro de la Vega.
PD3: Ay, ojalá. Pero no tengo yo muchas esperanzas. Hay mucho pijillo joven y rancio.
Siempre me ha llamado la atención las reflexiones filosóficas sobre los derechos de los animales no humanos (que nosotros también somos animales, a ver si se nos va a olvidar). No hace falta pensar mucho para darse cuenta que hacer daño a otros seres vivos es inmoral. Está mal matar o torturar a un humano porque el humano sufre, ¿verdad? Porque el humano no quiere dolor ni sufrimiento, ¿verdad? Pero cuando se trata de un animal no está tan claro y empezamos con las estupideces de "es que como no tiene obligaciones no puede tener derechos" y cosas por el estilo. Ah, el antropocentrismo...
ResponderEliminarAllá cada uno con sus debates dialécticos. Yo por mi parte espero ver algún día el fin de esa barbarie, y lo celebraré por todo lo alto.
Creo que la reflexión es necesaria para asentar firmemente el tema y para determinar cuál es la mejor forma de proteger a los animales no humanos. Dado que a ellos no se les puede dar voz, esa reflexión colectiva la tenemos que llevar a cabo los humanos. Y lo cierto es que queda forzado aplicar el concepto de "derecho" a los animales no humanos.
EliminarEn definitiva: aun aceptando que el maltrato animal es inmoral (que lo es), la discusión sobre la mejor forma de prohibirlo no es mera semántica (que creo que querías decir eso con "dialéctica").
Comentaba que me cansan tantos debates sobre el tema porque la mayoría de las veces se argumenta desde una postura hipócrita y carente de la más mínima objetividad. Un ejemplo típico: un niño de tres años tiene aproximadamente la misma capacidad racional que un chimpancé, así como un mundo emocional igual de amplio.No tenemos duda alguna en lo que puede hacerse o no a un niño, pero se siguen usando chimpancés para experimentación (y no necesariamente médica). ¿Por qué esa diferencia? Por puro antropocentrismo, nos da igual si el animal es capaz de sentir tristeza, terror o angustia, nos da también igual su capacidad de raciocinio. El humano tiene "derechos", pero para algunos el simio no. Es injusto y no tiene lógica alguna.
EliminarDe la misma forma se habla de que ya que carecen de obligaciones no pueden tener derechos. ¿Qué demonios es eso? ¿Qué obligaciones tiene un bebé, un anciano senil o un enfermo dependiente? ¿Y por eso carecen de derechos? Los tienen aunque no puedan comprenderlos. Como dice el comentarista anterior lo que importa es la obligación moral que tenemos nosotros.
En mi opinión, los animales ya tienen derechos, aunque los humanos no lo hayamos reconocido legalmente. Igual que ya los tenían los negros en Estados Unidos cuando aún tenían que ir en la parte de atrás del autobús. Para mí la cuestión no es si los tienen o no, sino cuándo nuestro pensamiento habrá evolucionado lo suficiente como para aceptarlos y defenderlos.
Y nada, que ya callo :)
Eso se arregla fácilmente sin tener que decir que los animales tienen derechos.
EliminarSignifica que los humanos o la sociedad humana tiene deberes para con ellos. Es decir, en efecto, en los ejemplos del niño o del simio no tienen derechos porque no pueden decidir ejercerlos o no. (y tampoco se les puede establecer obligaciones si no es por coacción muy directa)
Como comentario: los niños sí tienen derechos. Otra cosa es que los ejerzan sus representantes por ellos.
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