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martes, 12 de junio de 2018

Salones de juego


La foto que acompaña a estas líneas muestra la intersección entre las avenidas de Monte Igueldo y la Albufera, en Puente de Vallecas (Madrid). El polígono de bordes negros, que mide menos de una hectárea (1) y apenas abarca cinco o seis calles, contiene nueve casinos o salas de juego. Repetiré la cifra por si no hubiera quedado clara: nueve. Ocho están ya operativos y el último abrirá en breve. Un poco más al sur, ya fuera del polígono pero a menos de tres minutos andando, hay un décimo casino, que solo he dejado fuera para entender el absurdo apiñamiento en el que están los demás. Nueve casinos en menos de una hectárea.




En Vallecas siempre ha habido salas de juego. Cuando yo me vine a vivir al barrio (hablamos de los años 2001-2002) ya existían al menos cuatro de las diez que he mencionado. El resto abrieron al comenzar la crisis, y siguen: las últimos dos o tres llevan pocos meses abiertas. Me resulta difícil estimar cuándo abrió cada una, porque me pasa algo curioso: no las veo. Parece imposible con la de colorines y luces que tienen, pero no las registro en mi cabeza. Puede ser que como no me interesa lo que hay dentro y como tampoco hay un escaparate que cotillear, mi cerebro ni siquiera las clasifique como locales. Y así pasa, que un día me pongo a contar y me salen esos números tan bestias.

En todo caso, la proliferación de estos establecimientos no es algo que me esté inventando yo: cualquiera que viva en un barrio obrero puede contrastarlo. En Madrid hay datos públicos que dicen que, desde 2014, han abierto 18 locales de juego y apuestas en Latina, 16 en Usera y 15 en Puente de Vallecas, mientras que han cerrado varios en Chamberí, Salamanca y Centro. Curiosamente, los tres primeros distritos son los que tienen más porcentaje de rentas bajas (menos de 25.000 € al año), mientras que los tres últimos son de los que menos.

La sensación de invasión es opresiva. En Monte Igueldo hay dos locales contiguos que están enfrente de un tercer establecimiento de juego, el cual a su vez mira hacia un cuarto que se sitúa en una calle adyacente. Es insoportable. Y lo es más cuando oteas dentro (lo cual no es tan fácil, porque hay puertas opacas y paredes para que los clientes no perciban el paso del tiempo) y ves que están llenos. O cuando uno de ellos anuncia a bombo y platillo que sirve desayunos a 1,75 y una pizza con dos cervezas a 7 €. O cuando te metes en Internet y empiezas a darte cuenta de la absurda expansión que están teniendo estos negocios, siempre en barrios obreros o pueblos de trabajadores.

A poco que uno piense sobre esta cuestión puede ver que nos encontramos ante algo peligroso. Razonemos de forma crítica: una sala de juego es una empresa, y una empresa busca ganar dinero. Ninguna empresa llega muy lejos si no puede generar beneficios. Eso quiere decir que el juego es un negocio rentable para la empresa: de media, va a ganar más de lo que tendrá que repartir en premios. Bastante más, si nos atenemos a lo rápido que se expande el negocio. De hecho, se trata de empresas con una rentabilidad enorme porque casi todos los gastos son fijos: no venden nada que tengan que comprar previamente.

Si necesitábamos más pruebas de que el juego es rentable para las empresas, no tenemos más que irnos a la cantidad de estrategias que emplean para conseguir que la gente se quede allí. Hemos hablado del aislamiento de la luz solar y de la comida barata. Sé que hay salas de juego donde ofrecen a los habituales cerveza gratis, e incluso donde se incumplen las normas antitabaco y sobre mayoría de edad. ¿Por qué una empresa iba a distribuir comida y bebida por debajo del precio de coste o a arriesgarse a una sanción? Porque le interesa que los clientes pasen el máximo tiempo posible en su establecimiento. En otras palabras: porque cuanto más tiempo pasen dentro, más ganará la empresa.

Por supuesto, montar una empresa rentable no es algo malo por sí mismo. Al contrario, es algo que está en el ADN de nuestro sistema económico. Si yo abro una frutería o un centro de masajes y consigo muchos clientes, bien por mí. Pero es que cuando alguien gasta dinero en mi negocio, a cambio recibe un bien (la fruta) o un servicio (el masaje) equivalente al precio que ha pagado. Yo ingreso dinero y el cliente logra algo que necesitaba o quería. Todos salimos beneficiados.

Con las salas de juego no es así. Los casinos venden, en esencia, probabilidad. Por supuesto, ellos afirman que distribuyen ocio y diversión, un poco como mi centro de masajes imaginario. Pero eso es mentira. La diversión en un establecimiento de este tipo consiste en apostar el dinero con la esperanza de obtener más. No es que tú pagues por obtener un rato de entretenimiento: es que el mero hecho de pagar (y la expectativa de ganancia asociada al mismo) es el entretenimiento.

Al contrario que con la frutería, aquí estamos ante un juego de suma cero, en el que las ganancias de una parte son las pérdidas de la otra. Si yo entro en un centro de masajes con 50 € y salgo sin 50 € pero después de recibir un masaje, me he llevado algo. Si yo entro en un casino con 50 €, los apuesto y los pierdo, no me he llevado nada. Liguemos esto con la apreciación de que este negocio es rentable (es decir, genera más ingresos que gastos) y llegaremos a la única conclusión posible: en una casa de apuestas, la banca siempre gana. Las probabilidades están en contra del cliente, que perderá en la mayor parte de las apuestas y que nunca conseguirá recibir más dinero del que ha metido.

Esto nos lleva al siguiente punto: ¿quién gasta dinero en una probabilidad tan baja que podría considerarse nula? Se me ocurren tres perfiles: quienes tienen tanto dinero que no les importa jugárselo, quienes no son conscientes de hasta qué punto la probabilidad está en su contra y quienes están desesperados. Los casinos de campanillas, con sus porteros uniformados y su ambiente pijo, se encargan del primer tipo de clientes. Las salas de juego que proliferan como setas en barrios obreros van a por los otros dos: inconscientes y desesperados. Al fin y al cabo, ¿dónde va a haber más gente que quiera jugárselo todo a una carta imposible, en Vallecas o en Salamanca?

Me preocupan en especial los jóvenes y los adolescentes. Entran dentro del segundo perfil, es decir, son clientes a los que no les importa el hecho de que la probabilidad esté en su contra, probablemente porque no saben hasta qué punto lo está. Para ellos las salas de juego son lugares relativamente baratos, donde a veces hay cerveza gratis o tirada de precio. En un contexto en el que no hay demasiadas alternativas de ocio sano y barato y en el que las Administraciones persiguen de forma activa el consumo de alcohol en la calle, los casinos son un lugar asequible donde reunirse con los amigos y pasar el rato. Si a ello sumamos los anuncios protagonizados por deportistas y famosos, tenemos una bomba.

Por supuesto, el potencial de adicción de esta clase de clientes es enorme. Se ha convertido casi en un lugar común decir que el juego en los 2010 y 2020 va a ser como la heroína en los ’80: un mecanismo para alienar, despolitizar y de paso joder la vida a toda una generación de jóvenes sin futuro. La verdad es que no me parece casual que el florecimiento de los narcopisos y de los casinos se haya dado a la vez y en los mismos barrios. Da escalofríos que la elección sea entre la tragaperras y la jeringuilla.

Bien, ¿y qué hacemos? Yo personalmente prohibiría el juego a cambio de dinero: apuestas deportivas, tragaperras, etc. Sí, también las máquinas de los bares. Al contrario que con la droga, la estrategia de la prohibición sí que es útil para acabar con el juego. Al fin y al cabo, la droga es una sustancia que se mide por gramos, por lo que es muy fácil distribuirla de forma clandestina. Por el contrario, no es tan sencillo montar un casino ilegal y conseguir que la gente se entere y a la vez que las autoridades no lo cierren al segundo día.

Pero nuestras autoridades no parecen estar por la prohibición. Al contrario, en 2011 se aprobó una norma liberalizadora y en 2018 los presupuestos incluyeron una bajada de impuestos para las casas de apuestas. Así que, hasta que no se pueda llegar a una medida de este calibre, habrá que tomar otras. Por un lado estarían las puramente legales, como la limitación del número de locales por barrio, la prohibición de publicidad o las inspecciones sorpresa. Por otro, la generación de alternativas de ocio. Y siempre: educación, educación y educación. No solo en los centros escolares, sino también en las familias y desde las administraciones.

Hay que acabar ya con esta lacra que se come nuestros barrios, porque cuanto más dejemos que siga creciendo más difícil será deshacerse de ella.





(1) Me resisto a hacer la comparación con los campos de fútbol porque a) Es facilona y b) En realidad los campos de fútbol no tienen una dimensión estándar, aunque tienden más a la media hectárea.



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47 comentarios:

  1. Y esta es solo la parte que se vé. Si tuviéramos datos de las apuestas que se hacen por internet desde casa, donde no te piden el DNI, nos llevaríamos un disgusto bastante gordo.
    Amanda.

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    1. Eso te pasa por meterte en la vida de los demás.

      Como mujer deberías estar hartita de que se metan en la tuya.

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    2. Lo que has dicho es una soberana gilipollez, claro que tienes que dar el DNI para apostar por internet, lo tienes que dar para poder sacar el dinero después, la regulación que tienen las casas de apuesta online ya me gustaría a mí que la tuvieran más sectores, nos luciría el pelo de otra manera.

      Lo que hay es que educar a la gente.

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    3. No, que quién te ha preguntado.

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    4. En el tema de las aplicaciones online no me he querido meter porque me da verdadero miedo.

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  2. Vivo a unos pocos pasos del barrio de Gamonal, en Burgos. Tal y como cuentas de Madrid, te puedo decir lo mismo de ese barrio. Salas de juego que salen como setas y anuncios enormes que es imposible ignorar anunciándote la localización del local de juego más próximo. Son una peste y estoy seguro de que ahí hay no pocas tragedias familiares. Otra cosa que me apesta ultimamente es el juego online. No sólo las putas lootboxes de EA o el timo del juego del FIFA, sino ya las páginas de póker y casinos online. En los últimos años han salido un montón y se anuncian a todas horas en la tele, a pesar de que se supone que esa clase de anuncios están restringidos en horario infantil. Pues no, ahí tienes los de poker 888, los de este, los del de más allá, y al que personalmente tengo una espcial tirría; el de botemanía.
    Tampoco creo que sea casual todo este boom en este momento y que encima reciban trato de favor. Pero no deja de ser horrible.

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    1. Es que se extienden como una jodida plaga, en físico y en el online. De verdad que hay que hacer algo.

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  3. Tienes mucha razón, como siempre. Ahora, eso de prohibirlo... La mayoría de la gente creo que tiende a acercarse a hobbies decadentes desde siempre. La gente libre de vicios los ve como víctimas de un sistema depredador de negocio, capitaleches. Pero hay que ponerse en la mente de una persona adicta al juego. Yo me lo imagino realmente aburrido de sí mismo. El riesgo alto da a la vida algo de qué hablar.
    No es tanto la prohibición lo que ayudaría, ya que creo que nada prohibido deja de ser un problema por ser prohibido, y en todo caso provoca problemas consecuencia de lo que en un primer momento alguien identifica como malo.
    Más bien, por qué no obligar a las salas a publicar los datos semanales o diarios de ganancias, pérdidas, horas de juego en cada máquina... Es la información fácil lo que otorga al jugador o al consumidor algo de conciencia del acto que va a cometer, y no el reproche moral.
    Como a la mayoría de gente, a mí el juego me resulta feo.

    P.D.: Yo te habría hecho ministro ;)

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    1. Bueno, ha habido una segunda opción de hacerme ministro xD

      No entiendo esa alergia a prohibir las casas de apuestas, de verdad. No es un tema de moral, sino de salud pública. Dices que prohibir algo no acaba con el problema; yo respondo: "salvo que la prohibición se pueda hacer efectiva y de verdad se vete el acceso a la cosa prohibida". Con las drogas es casi imposible, pero con el juego no creo que lo sea.

      Pero en fin, si no vamos a adoptar medidas tan radicales, muy a favor de las que propones.

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    2. Desde la perspectiva ética, la proliferación del juego lucrativo no hace más que afianzar un estado de cosas en el que el pelotazo, el robo, la usura y la sociopatía son los valores no solo en alza, sino los únicos para "triunfar" en la vida.

      Desde la perspectiva psicosocial a destacar que la adicción al juego lucrativo se muestra en las mismas zonas del cerebro (las activan con mayor riego sanguíneo) que las adicciones al alcohol o la caocaína, por ejemplo.

      Desde mi perspectiva política, la regulación del juego y sus premios, limitando tanto los primeros como los segundos y la limitación del juego a apuestas del Estado y de organizaciones sin ánimo de lucro, son los dos ejes de actuación. Todo lo demás, fuera, tanto físicamente como on line.

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    3. Yo soy un poco nazi y tampoco veo con buenos ojos las apuestas estatales, pero entiendo la diferencia que marcas xDDD

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    4. El jugador siempre recuerda las ganancias y nunca las pérdidas, es un cero a la izquierda en matemáticas y siempre piensa que no le va a pasar nada malo a él, se siente especial, invulnerable...así con el alcohol y las demás drogas.

      Así que esos paneles son completamente inútiles.

      Sin educación, claro, así que, como además no aportan nada a la sociedad estoy cien por cien a favor de la prohibición.

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    5. Sí, eso es cierto, no había contado yo con el efecto de "a mí no me va a pasar" ni con todos los sesgos que tenemos los humanos al enfrentarnos a estas cosas.

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  4. La libertad que mas ejercemos es la de equivocarnos en la búsqueda de la felicidad. Si no respetas los errores ajenos, de democrata solo tienes las formas.

    En los 80 prohibir la heroina fue un fracaso, y si hoy apenas vemos heroinomanos es porque 60,000 murieron y aprendimos TODOS que la heroina es placer para hoy y muerte para mañana.

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    1. Pedrete, eres el perejil de todas las salsas, ¿eh? Cómo se nota que vienes de Menéame.

      Aparte de tu diarrea verbal, en el post razono por qué prohibir el juego es más efectivo que prohibir las drogas. Y yo respeto los errores ajenos, pero eso no quiere decir que tenga que permitir que cualquiera monte una empresa para lucrarse con dicho errores.

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  5. Yo trabeje en esto. Y si es una lacra. Montones de familias arruinadas por las tragaperras de los cojones. Menos mal que espape de esos gansters. No debeis de olvidar los casinos on line y los poker partys esos.
    El problema es que todo esto es legal, y de legal no tiene nada. Es una estafa. Es muy facil manipular esto, y que no vengan con que tiene garantias que lo conozzco muy bien el entramado empresarial que hay detras.
    Investigad sino quien esta detras del poker online y vereis que apellido mas famoso hay y de quien es hijo.

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    1. Vas de "papa" con adultos. No respetas sus errores.

      ¿Tu escapaste y a los demas hay que prohibirselo?

      Platon nunca pretendio sacar a la peña de la cueva, pero si AYUDAR a quien quisiera hacerlo. La ludopatía la conocemos todos tan bien como el alcoholismo y otras trampas de la realidad, y si la peña reincide es su eleccion.

      Prohibir es de follacabras.
      Educar / adoctrinar de verdaderos demócratas.

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    2. No nos dejes así, cuenta lo que sepas por el bien común.

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    3. Trabajar para una de estas mafias tiene que ser lo peor. Ver a gente arruinándose y que tu trabajo sea que se arruinen más tiene que desgastar a cualquiera. Menos mal que escapaste, sí.

      En cuanto a la legalidad, ni siquiera he querido meterme en la hipótesis de que las máquinas estén trucadas, algo que estoy seguro de que es perfectamente posible. Es que aunque no lo estén un simple análisis de probabilidad nos demuestra que son sumideros de pasta en los que es imposible recuperar la inversión.

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  6. Qué manía con prohibir. Harto ya de gente deseosa de auto-esclavizarse. Te lo pongo mejor: abolamos completamente el dinero y eso solucionará todos nuestros problemas de raíz.

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    1. Eso, eso. Qué manía con prohibir los negocios que se basan en fomentar trastornos (te recuerdo que la ludopatía es una adicción) en gente que ya de partida está mal económicamente.

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  7. En los comentarios veo tanto subn*rmal, empezando por Pedro Torres Asdrubal, que no daré el gustazo de responderles.

    Muy de acuerdo con el artículo, aunque ni me pararía a compararlo con la droga en cuanto a si su prohibición fuese más efectiva o menos. El juego es especulación en estado puro donde NADIE puede contar una experiencia positiva sin contar otra negativa, y donde a la larga, está más que demostrado, acabas esclavizado, arruinado y endeudado.

    Es dinero que queda en deuda cambia de manos, adivináis quién lo tiene ahora?

    Saludos

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    1. Es gracioso porque es el típico discurso liberaloide que uno sostiene a los quince años. "Pues deja de que la gente haga lo que quiera, qué más da". Luego ya bajas al mundo real, empiezas a ver consecuencias y te das cuenta de que igual el simplismo no es la forma de abordar el problema.

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  8. Hasta donde yo se la mayoría de esos salones de juego y apuestas son franquicias ya que el ciudadano de a pie no tiene el capital suficiente como para poder garantizar los premios y por ende necesita una empresa con licencia de juego. Normalmente esas franquicias aprietan a sus dueños mucho. El estado, otro que trinca pero bien del pastel cobra tasas por cada una de las maquinas instaladas en los locales y la recaudación. Al final, los grandes beneficiados son las empresas y el gobierno y normalmente, la persona dueña de esos locales se tira allí las horas muertas por un sueldo y un poquito mas.

    En lo personal, me empieza a molestar un poco esta moda paternalista de hay que prohibir esto o aquello porque el ciudadano de a pie es tonto como para poder elegir jugarse su dinero bien (o mal) ganado en un salón de juegos. Hay que ser realistas. Estos negocios están super regulados y están por tres motivos. Interesan a los que recaudan impuestos, a los dueños de las empresas que gestionan las licencias y los propios locales y a los clientes que los ocupan.

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    1. Ah, bueno, si el negocio interesa al Estado recaudador, a los empresarios prestadores y a los clientes que los usan no pasa nada, ya está todo bien. Olvidemos que ese razonamiento se puede aplicar para legalizar literalmente cualquier cosa (y no soy yo una persona que use a la ligera el término "literalmente") y abramos casinos como si no hubiera un mañana.

      Nadie dice que el ciudadanos de a pie sea tonto, sino que la desesperación, la deprivación económica, el impacto de la publicidad y las adicciones hacen su efecto y hay que tenerlos en cuenta a la hora de legislar. Y esto no va de que el ciudadano no pueda gastarse su dinero en lo que le dé la gana, sino de que a lo mejor no deberíamos permitir los negocios que son pura extracción de rentas sin contraprestación.

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    2. No es lo mismo ilegalizar algo legal que legalizar algo ilegal.

      La gente quiere salones, los empresarios quieren dinero... Donde está el problema? Si me vas a contar que en los que no se saben controlar te voy preparando una lista de todos los vicios que a alguna familia me han jodido la vida empezando por el sexo, el alcohol la bolsa...

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    3. "No es lo mismo ilegalizar algo legal que legalizar algo ilegal". Especioso razonamiento, pardiez.

      El problema es que los salones de juego son establecimientos de suma cero que fomentan un problema de salud publica.

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    4. El ajedrez también es un juego de suma cero. Si quieres mételo en la lista de juegos a prohibir. Me da la sensación de que no entiendes el termino suma cero. Yo por ahora estoy contento con la forma en la que el gobierno regula los juegos de azar. La mayoría de los países donde se garantizan las libertades se permiten. Incluso china tiene Macao (Las Vegas chino).

      Si no te gusta jugar no juegues. En España nadie te obliga a jugarte un céntimo en casas de apuestas o tragaperras pero deja a los que si quieren jugar tener la libertad de elegir poder hacerlo.

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    5. Nah, prefiero prohibir esos antros que degradan nuestros barrios, fomentan enfermedades e incumplen sistemáticamente la ley. ¿Quieres jugarte el dinero? Nadie te lo impide. Invoca el nombre de tu sagrada libertad y monta una porra en el bar o reúnete con tus colegas para jugar al poker. Pero el Estado no tiene ninguna obligación de legalizar esta clase de establecimientos.

      La comparación con el ajedrez ni la voy a discutir, porque tanto en el texto como en las respuestas queda claro en qué sentido uso la expresión "juego de suma cero". Pista: no es para calificar al juego en sí sino al establecimiento que lo distribuye.

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    6. Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy totalmente de acuerdo con Vimes.

      Excepto en una afirmación que ha hecho aquí, esa de: "El ciudadano de a pie no es tonto"

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  9. Claro que sí, como a mí no me gusta ni lo entiendo vamos a prohibirlo. Lo de que las personas sean saludad y responsables eso ya tal...
    Hay que ocupar pronto ese espacio de educación del progimo que está dejando vacío la iglesia.

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    1. "las personas sean saludad y responsables eso ya tal..." y "educación del proGimo" deja bastante claro que eres carne de cañón para las tragaperras.

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    2. ¿Cuándo he dicho que mi argumento se base en que a mí no me gusta el juego con dinero? Tampoco me gusta el baloncesto y no lo ilegalizaría xD

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  10. Creo que los locales de tragaperras son lavaderos de dinero negro y por eso están proliferando como setas.

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    1. Ahí no me meto, pero es perfectamente posible.

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    2. No se si lo serán, pero es la manera más facil, con apuestas falsas a resultados ya jugados o altamente improbables.

      Y si, estoy seguro de que está pasando.

      Y si, seguro que así se limpia también dinero de la droga.

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    3. Desde luego la estructura del negocio se presta a ello.

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    4. ¿Hay una calle Monte Igueldo en Vallecas? Vaya sorpresa. Yendo al asunto de si hay que prohibir el juego: sí. Al menos este modelo.
      La única esperanza, además de que te hagan ministro, es que ahora ya hay mas conciencia del peligro que es que cuando lo legalizaron en el 77, o cuando se autorizaron las tragaperras --en el 81--, o pudieron instalarse casinos dentro de núcleos habitados en 2013.
      De momento ya hay protestas: puede que cuando se vuelva a proponer incentivos fiscales a favor de no tener tragaperras en los bares esta vez sí se aprueben porque es algo de ámbito municipal. Lo de que se ilegalice el juego online o le suban los impuestos a las empresas de juego lo veo más difícil.

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    5. Hay una calle Monte Igueldo :p Muchas calles del barrio de San Diego tienen nombre de montes norteños: Monte Igueldo, Monte Perdido, Peña Prieta, Peña Trevinca, etc.

      O sea, que el boom se inició en 2013 por eso. Para esta entrada no he investigado cuestiones legales, me temo xDDD Esperemos que las propuestas se extiendan y a esta mierda se le ponga coto.

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  11. ¿Cuando vas a tocar la ONCE? Les están permitiendo más sistemas de apuesta, las posibilidades de ganar son ínfimas incluso comparadas con las apuestas nacionales, putean a sus vendedores, han tenido a un director primero en la tele y luego en la carcel...

    Creo que es un tema ligado a este que podría salir en otro artículo

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    1. No he querido meter los sistemas clásicos de juego (tragaperras en bares, ONCE, quinielas, Lotería) porque en un solo artículo ya me estaba metiendo en demasiados berenjenales, pero tampoco me gustan. La cuestión sería evaluar hasta qué punto son un problema social, igual que con las salas de apuestas, y actuar en consecuencia.

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  12. Cuando empecé a preparar las oposiciones hace un par de años, mi preparadora comentó que en su IES y en todos los que conocía se estaban empezando a elaborar e implementar programas desde Orientación y en colaboración con diversas entidades para prevención de la ludopatía, sobre todo en centros de FP. Estamos hablando de un problema que tiene la suficiente entidad como para que se dediquen programas a ello en los centros educativos en lugar de hablar marginalmente del tema.

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    1. Me alegro de que haya respuesta desde los centros educativos.

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