Cada cierto tiempo tengo el placer de
leer un texto que intenta vindicar el papel de las personas religiosas dentro
de movimientos de izquierdas. Es un asunto que me da entre perecita y rabia,
pero nunca me he animado a escribir un artículo para hablar sobre ello. Sin
embargo, lo último que he leído acerca del tema reunía las virtudes de
ser especialmente malo y de estar publicado en un medio que para mí es de
referencia. Así que sí, voy a admitirlo: no puedo con los religiosos
progresistas.
¿Qué entiendo por religiosos progresistas?
Incluyo en este concepto a aquellas personas que tienen ideas políticas de
izquierdas (1) y que a la vez profesan fidelidad a una de las tres grandes
religiones monoteístas. Esto es importante: lo que me escama de todo este
asunto es precisamente la contraposición entre una ideología progresista y la
afiliación a lo que esencialmente son poderosos grupos de presión. Por eso no
meto en el saco de los religiosos progresistas al pagano o a la wiccana: sus
creencias me parecen igual de infundadas que las de los otros, pero se trata de
religiones minoritarias y sin poder alguno.
Generalmente, cuando discutes con alguno
de estos religiosos, su primera línea de defensa es que en su libro sagrado no
hay barbaridades contrarias a los derechos humanos. Si señalas textos
concretos, te dirán que son malas traducciones, que estás descontextualizando,
que eso está anulado por un texto posterior o, en los casos más
injustificables, que lo que hoy nos parece inaceptable fue en su momento un
avance. Y ¿sabéis qué os digo? Que lo asumo. Me lo creo: abandono el campo de
batalla del análisis de textos. Es un tema que me da igual.
¿Y por qué me da igual? Por dos razones.
La primera, que es una discusión estéril, que los propios religiosos llevan
teniendo siglos. Mirad el islam, religión en la que conviven diferentes
escuelas jurídicas que no se ponen de acuerdo sobre cuáles son las fuentes del
derecho musulmán ni sobre la forma de razonar a partir de ellas. O los
cristianos, que ni siquiera tienen un consenso acerca de cuál es la composición
de su libro sagrado. Si la cosa está así: ¿cómo puedo aspirar yo, simple
profano que no habla hebreo ni se maneja en árabe medieval, a decir nada
relevante?
Pero hay una segunda razón, aún más
poderosa, que me lleva a rechazar el análisis textual, y es que una religión es
mucho más que sus textos. Sus textos son la base, sí, pero lo que define a una
religión es lo que sus miembros, jerarcas y representantes, hacen en la
práctica. Y la verdad es que el saldo no es muy positivo: por cada religioso
progresista hay diez conservadores que dedican sus esfuerzos a hacer que la
vida de quienes les rodean (especialmente si se trata de mujeres, minorías
raciales o personas LGTB) sea un poco más miserable.
Y no es solo que haya religiosos
conservadores ni que sean la mayoría: es que son los que mandan. Son ellos los
que tienden a ocupar puestos de poder y a convertirse en la cara visible de la
confesión, lo que quiere decir que son sus declaraciones y sus actos los que
acaban definiendo ésta. ¿Y vas a venir tú, religioso progresista, a
excomulgarles a todos ellos y a decir que son malos cristianos (o musulmanes, o
lo que sea)? ¿Que tú y tus cuatro colegas sois los únicos fieles De Verdaz al
mensaje de vuestro dios? ¿Sobre qué base?
La única base que se puede tomar para un
debate de este tipo es, y volvemos de nuevo a lo mismo, los textos sagrados.
Toca cogerse la Biblia, el Corán o la Torah y leerlos en clave progresista. El
problema que le veo a esto es que los conservadores, a partir del mismo texto,
sacan conclusiones completamente opuestas. ¿Quiénes tienen razón? Uno pensaría
que la solución lógica es “aquellos que se acerquen más al mensaje original”.
Pero esto, aparte de provocar nuevos problemas de interpretación, hace que yo
como ateo me baje del debate. Porque no hay un mensaje original. O más bien: si
lo hay, no procede de una divinidad sino de un grupo de personas con
experiencias vitales e inquietudes muy distintas a las que pueda tener nadie en
el siglo XXI.
Al final, ver a gente debatir sobre
religión me recuerda a aquella famosa discusión sobre si el balrog de Moria tenía o no alas: será muy interesante para los cuatro frikis a los que les
importe, pero al resto de la humanidad nos da igual. Y esa es la razón por la
cual los religiosos progresistas me dan tanta pereza: sus intentos por
demostrar que un ser inexistente apoya sus tesis de cambio social me aburren
hasta el infinito y me parecen tremendamente improductivos. ¿Opinas que
Jesucristo o Mahoma eran de izquierdas? Pues adelante, qué te voy a decir yo.
Pero a mí me da lo mismo.
He explicado hasta aquí por qué las
aproximaciones progresistas a las religiones mayoritarias me dan perecita, pero
al principio he dicho también que me dan rabia. Eso es porque contribuyen a un
lavado de cara que no me gusta nada. Las religiones del Libro son fuerzas
jerárquicas, conservadoras y represivas, pero a veces la existencia de un
pequeño número de progresistas en sus filas nos hace olvidarnos. “¡Esta sí que
es una Iglesia decente!”, exclama la gente cuando descubre la existencia de la
parroquia roja de Vallecas o cuando lee alguna de las frases vacías del papa
Francisco. A nivel de calle también sucede: “Bueno, pero es que no todos los
cristianos son así: mira a Fulanito”. Y ya tenemos salvada una institución
asquerosa.
Muchos de los progresistas reconocerán
que la institución hiede por los cuatro costados, pero rechazarán la idea de
que estén blanqueándola. “Yo lucho para que la institución cambie”, dicen a
veces. Je. Sí. La próxima vez que haya elecciones a papa vas a votar al
candidato de la izquierda. En serio: las confesiones religiosas están
constituidas para no cambiar, o para hacerlo lo menos posible, porque para algo
se basan en una verdad revelada. ¿Y de verdad os extraña que haya personas de
izquierdas que veamos con desconfianza la presencia en nuestros espacios de
personas que pertenecen a estructuras así?
No se puede olvidar, además, que muchas
personas de izquierdas hemos sufrido a manos de religiosos. En Europa la
religión ya no puede montar tribunales para juzgarnos, pero sigue estando
presente en nuestras vidas. Hablo explícitamente del catolicismo, que en España
sigue ejerciendo un gran poder: no me refiero sólo a los obispos sino a toda
esa panoplia de meapilas que en tu vida diaria te reconvienen, te presionan, te
molestan o te atosigan debido a tu ateísmo. Creo que puede entenderse que
queramos tener el menor contacto posible con gente que pertenece al mismo club
que quienes nos han acosado, sobre todo si tenemos en cuenta que la base
ideológica del club es la que amparó dicho acoso (2).
¿Quiere esto decir que alguien religioso
no puede ser de izquierdas? No, en absoluto. Yo jamás diría eso: primero,
porque yo no soy nadie para quitar carnets. Y segundo, porque asumo que todos
tenemos contradicciones y que nadie es plenamente coherente. Pero lo que no voy
a tragarme es que tu institución religiosa es progresista o que el “mensaje
original” de tu dios es acorde con los derechos humanos. Porque los hechos nos
demuestran que no es así.
En definitiva: si tengo que elegir entre
religiosos progresistas y religiosos conservadores, obviamente escojo a los
primeros. Pero es una elección que no me gusta hacer, porque lo que preferiría
es que la gente no fuera religiosa. No quiero que la Iglesia se vuelva progre:
quiero que deje de existir o, al menos, de tener influencia y prestigio. Cualquier
objetivo que no sea ése me parece pernicioso para la sociedad, y así lo diré
las veces que sea necesario.
(1) Y entiendo “de izquierdas” en el más
amplio sentido, desde un progre socialdemócrata hasta una persona que vive la
revolución y que pretende incendiar hasta los cimientos la sociedad actual.
(2) Dicho sea de forma incidental, a mí
me fastidian más estas cosas cuando vienen de progresistas. Que un obispo me
diga que voy a ir al infierno, pues vale, es su trabajo. Pero esos molestísimos
“rezaré por ti” pasivoagresivos, esos intentos de conversión, esos “ya
cambiarás de opinión…” no me los han hecho obispos sino amigos míos muy
progres.
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Una cosa que suele terminar las discusiones es reclamar que defiendan el laicismo: "a ver, entonces vienes a respaldarnos con lo de sacar la religión de los colegios públicos?". Casi siempre es que no. Pues hala, ya está todo claro.
ResponderEliminarLos pocos que sí me merecen más respeto como persona progresista, pero también suelen ir de un palo un poco diferente
Oye, es una buena forma de quitárselos de encima xD
EliminarMuy buen artículo, quiero hacer tres comentarios:
ResponderEliminar1. Se nota que te has leído Dioses Menores :-)
2. En nuestro país, donde decir cristianismo es decir catolicismo, esto es especialmente sangrante. Yo estuve viviendo tres años en Irlanda del Norte, y es curioso lo siguiente: allí, la izquierda, es católica. Es decir, de los cuatro partidos mayoritarios, los dos "de izquierdas", Sinn Fein y SDLP (Social Democratic Liberal Party creo), tienen sus bases electorales en barrios católicos. En mi trabajo, la mayoría de la gente era protestante pero en plan pasota, más por antecedentes familiares que otra cosa, y una cosa nteresante encontré: la gente más religiosa, eran protestantes, pero tenían una visión muy de "Personal Jesus". De que su religión era nada más que su congregación o parroquia o como se llame (no me sé la terminología) y no eran capaces de ver que creer en "DIOS" y en "JESUCRISTO", por muy de filosofía personal que se tratase, era apoyar implícitamente a grupos grandes de presión que están en contra de homosexuales, mujeres, no-blancos, etc. Yo como ateo tuve muchas conversaciones con ellos y siempre pensaban que yo "odiaba a dios" me costó mucho explicarles que no lo odiaba, simplemente lo consideraba una mentira.
3. Por último estoy contigo de que lo que menos necesitamos es un papa "progresista". Yo era fan 100% de Ratzinger y su desnortado conservadurismo, lo echo de menos.
¡Un saludo!
¡Gracias!
Eliminar1. Evidentemente "Dioses menores" es de mis libros favoritos, pero ¿en qué se nota que lo he leído?
2. Lo de que se asocie el catolicismo a la izquierda es brutal xD. Pienso en Kennedy, por ejemplo. Y claro, en el protestantismo o en el islam es mucho más fácil limitarte a analizar tu congregación y no ver todo lo que hay detrás.
3. Claro. Un papa pseudoprogre (porque Francisco no es progresista, y eso hay que tenerlo claro) es una excusa dialéctica maravillosa para lavar la cara de esa institución.
Lo de Dioses Menores se nota en la parte en la que comentas que existen sólo unos pocos creyentes trve y que el grueso de feligreses y mandamases no son más que unos dejados y/o aprovechados. No lo has dicho así exactamente pero he entendido eso.
EliminarLa política de Irlanda del Norte es una cosa muy loca (y muy interesante). En la República tampoco se quedan atrás, los dos partidos mayoritarios son del mismo corte "conservadurismo liberal", sólo que se diferencian en cosas que pasaron cuando se fundaron y en los lodos que vienen de su guerra civil y en si estaban a favor o en contra del tratado anglo-irlandés. Vamos, lo que vienen siendo unas "movidas guapas".
Lo de la república de Irlanda no sé a qué me suena... xD
EliminarEste asunto trajo cola, eh. A mí lo que me llegó al alma fue lo del "salir del armario religioso". Olé, olé, olé. No soy LGTB, pero como ateo me sentí hasta cierto punto ofendido por semejante banalización de lo que es "salir del armario" cuando una persona religiosa está siempre en la parte no oprimida. Vaya forma de lloriquear más tremenda. Y al repecto hice un hilo, cuyas ideas están más desarrolladas en este post, así que bien. Y aún así, me vino una persona a decir que oye, que qué pasa con el judaísmo reformista. Que como ayudaba el judaísmo reformista a la Administración Trump. Señor qué cruz.
ResponderEliminarAl final, por mucho que se empeñen, la conclusión sigue siendo la misma: puedes ser religioso y un montón de cosas más (de izquierdas, feminista, casi lo que sea), pero no puedes pretender que las religiones institucionalizadas sean progresistas porque no pueden serlo. Siglos. Milenios de experiencia previa lo avalan. Ya basta de blanquear instituciones que huelen a momia y que se encargan de hacer la vida un poco más insufrible a gente que no es como ellos dicen.
Lo de la salida del armario es directamente ofensivo, desde luego.
EliminarDe tu comentario, sólo matizaría una cosa: no creo que siempre la persona religiosa esté en la parte no oprimida (pienso en musulmanes en Europa y EE.UU., por ejemplo, que están bajo sospecha permanente) sino que es la persona irreligiosa la que está en la parte oprimida. En otras palabras: cuando hay una discriminación religiosa, implícita o explícita, los ateos siempre estamos en la parte de abajo de la línea, lugar que podremos compartir o no con otros grupos (por ejemplo, los susodichos musulmanes) dependiendo de la situación.
Buen artículo, Vimes. Mis dos peniques:
ResponderEliminarCuando me llegan change.orgs o similares pidiendo firmas para cosas como que la Iglesia permita a las monjas oficiar o que permita a los curas ser gays (1), la cosa suele ir tal que así:
Yo: nop, que les zurzan.
Otra persona: por qué? No quieres que tengan mejores condiciones?
Y: que no se hubieran metido en una institución que les oprime sistemáticamente.
O: bueno, ya, pero tampoco es que lo hayan elegido con total libertad. Tienen su fe y su educación y están metidxs ahí.
Y: pues que se salgan.
O: no es tan fácil.
Y: pues que se aguanten. Por qué voy a tener yo a firmar por ellos?
O: porque hay muchos millones de católicxs en el mundo. No quieres que tengan mejores condiciones de vida?
Y: no, no como tales. Quiero que se den cuenta de que su institución apesta, se salgan y la Iglesia colapse.
O: hmmmm ya.
Y: ya.
(1) Qué diantre es eso de ser cura y gay!? Pero si has jurado que jamás vas a pencar? Qué más da no pencar con mujeres que con hombres? En fin...
Pues desde luego. Con la Iglesia, cuanto peor mejor.
EliminarLos "progres reformistas" llevan reformando la institución desde el origen de los tiempos. Jesus reformó el judaismo, Pablo de Tarso lo extendió a las mayorias no judias, Mahoma reformó el monoteismo y lo despaganizó un poco más, Francisco de Asís la hizo mas humilde y mas urbana, Lutero la reformó y la hizo menos corrupta, el Vaticano II la acercó a la gente, etc, etc. En parte han generado avances y en parte han reactivado el cáncer porque los dioses... los dioses se emperran en no existir. Ni las almas, ni los espíritus, ni los cielos ni infiernos, ni las "energías espirituales" (mete los dedos al enchufe si quieres saber lo que es la energía). Simplemente, son ideas memas, pura superstición.
ResponderEliminarQué lampedusiano te ha quedado xD
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