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miércoles, 13 de marzo de 2019

La tasa veneciana


Ya ha empezado. “Venecia cobrará 3 € de tasa a los turistas”, se anunciaba hace un par de semanas. La ciudad adriática, que está anegada por visitantes de forma permanente, va a empezar a cobrarles entrada aunque sea simbólica: 3 € en 2019 y 6 o 10 € (dependiendo de si es temporada baja o alta) de 2020 en adelante. Entiendo que la medida se aplica solo a quien visite el casco antiguo, es decir, las islas; no es muy conocido, pero la ciudad tiene también una amplia franja de territorio continental –la zona de Mestre, Zelarino, Marghera…– que imagino que no se verá afectada.

El objetivo es el turista que menos dinero deja en la ciudad, es decir, aquel que no duerme en un hotel de la misma: quien pernocte en Venecia estará exento de la tasa. Enseguida han empezado a surgir las típicas voces contrarias que aparecen siempre que una ciudad trata de regular el flujo turístico, desde la ya manida acusación de turismofobia hasta el descacharrante “es que se trata de una actuación recaudatoria”. ¡Pues claro que es recaudatoria, imbécil! Pero es que se calcula que por Venecia pasan 30 millones de visitantes anuales, de los cuales 14 están solo un día. Algo habrá que hacer para paliar los efectos de todo ese gentío.

14 millones de personas, que se dice pronto, ¿eh? 14 millones de seres humanos que llegan a Venecia, cogen el vaporetto a las islas, miran cuatro sitios turísticos, comen y se van a la siguiente parada del tour italiano. ¿Qué aportan a la ciudad? ¿Los impuestos de una comida barata y el precio de la entrada del Palacio Ducal? Pues vaya. Al menos, si les cobramos una entrada para llegar a la ciudad se obtendrá algo más de dinero con el cual financiar la conservación de tanto monumento histórico. Que es mucha gente paseando cada día por los mismos puentes, las mismas iglesias, las mismas plazas y los mismos palacios.

“Pues que lo paguen los ciudadanos locales, que para eso viven allí”. Ja. Sí. Verás. La cosa es que después de la 2ª Guerra Mundial, el turismo se convirtió en el motor económico de Venecia (una ciudad que había olvidado sus tiempos de Serenísima República y de dominadora del Mediterráneo y que languidecía dentro de Italia), pero ahora está siendo su muerte. La gente se está largando. Normal, ¡nadie quiere vivir en un parque temático de turistas! El municipio de Venecia tiene ahora mismo unos 261.000 habitantes, 100.000 menos que en 1971 (una caída del 28% en 50 años) y a niveles previos al baby-boom postbélico. Si contamos solo las islas, la situación pasa de preocupante a crítica: solo unas 55.000 personas viven allí cuando en 1950 lo hacían unas 175.000.

¿De verdad es lógico exigirle a una población de este perfil que repare los destrozos provocados por un flujo constante de peña que llega con el único objetivo de ver Lo Que Hay Que Ver En Venecia gastando la mínima cantidad de dinero posible? ¿No sería más razonable que esos turistas pagaran algo? A mi entender, sí. A partir de ahora, si vas a Venecia tienes que contribuir: o te quedas al menos una noche (lo cual ya implica, aparte del hotel, gasto en más sitios) o pagas la tasa. Es gestión razonable del flujo turístico, no turismofobia… o no solo turismofobia. Y hago el matiz porque creo que puedo entender que el veneciano medio haya acabado odiando a esas hordas de cretinos que invaden su ciudad cámara en ristre.

Ante el caso veneciano a mí me vienen a la cabeza dos preguntas: ¿es exportable a otros países? Y ¿es suficiente? La primera pregunta es porque he descrito Venecia como una ciudad que tuvo gloria y poder en el pasado pero que luego los perdió y languideció durante mucho tiempo hasta que empezó a funcionar como destino turístico, un camino que ahora amenaza con arruinarla. No sé si conocéis algún otro lugar que se ajuste a esa descripción. Yo conozco uno. Va, os daré una pista: se trata de un país, empieza por “Esp” y termina por “aña” (1).

Todo nuestro país parece construido siguiendo el modelo veneciano, en especial los destinos más populares como Barcelona. ¿Podríamos importar aquí la “tasa veneciana”? Más allá de dificultades políticas y legales, le veo un problema físico: Venecia es un conjunto de islas. Es muy fácil cobrar al que entra o al que sale. Pero ya me dirás tú cómo controlas las entradas y salidas de Barcelona o de la Costa del Sol. Como no pongas controles de carreteras en cada acceso… (2)

Además, hay otra cuestión. Al mencionar el caso veneciano he hablado del “tour italiano” y creo que todo el mundo me ha entendido, pero si no es así me explico: se trata de esa idea de hacerse toda Italia en unos pocos días, viendo en realidad las cuatro cosas emblemáticas y masificadas que hay cada ciudad. Me da la sensación de que en España no tenemos tanto eso: la gente va a Barcelona o a Madrid o al destino que sea, pero no hay una idea de “en cuatro días me hice Barcelona, Zaragoza, Madrid y Toledo”. No existe el mismo turismo de un día que en Venecia; de importar la tasa veneciana habría que hacerlo con las modificaciones pertinentes.

Mi segunda pregunta es si esta tasa es suficiente. Creo que no. No es disuasoria, porque si te has gastado cientos de euros en un viaje organizado a Venecia pagas 10 sin rechistar. Y sí, dará dinero para invertir en infraestructura y en reparación de monumentos, pero el problema real no deja de ser una ciudad cada vez más despoblada y más orientada hacia el turista, con alquileres y comida cada vez más caros y puestos de trabajo cada vez más precarios. Y eso no hay tasa que lo arregle.

Alguien va a tener que lanzar la primera piedra y hablar en serio de regular flujos de turistas, que no es más que un término bonito para establecer cupos máximos de personas que pueden visitar la ciudad al año, al mes o a la semana. De nada nos sirve que cada turista pague 3 o 10 € si siguen llegando 30 millones a la ciudad cada año: ese flujo es insostenible. Lo de los cupos suena muy feo, sobre todo porque todos queremos ser turistas y visitar las maravillas del mundo, y no nos apetece que nos digan que no podemos pasar. ¿Cómo que no, si he pagado? Pues bien, quizás haya que comprender que, si queremos que esas maravillas del mundo sigan ahí durante mucho tiempo, no podemos sobreexplotarlas.

Pero ya no es solo un tema de conservación de la naturaleza o del patrimonio, sino de quién son las ciudades. Hace años, al hilo de la propuesta aquella de que el Samur se llevara por la fuerza a personas sin hogar a albergues (propuesta hecha, como no, por Esperanza Aguirre), escribí que Madrid no es un parque temático. Es una idea que he rescatado en este artículo. Un parque temático es un lugar aséptico y frío, que imita de forma superficial la vida en ciudad (hay calles, tiendas, restaurantes, bancos) pero donde no existe una verdadera vida urbana. Estos fenómenos de masificación turística más allá de todo límite convierten las ciudades en parques temáticos al servicio del visitante. Y, en el reverso, perjudican de forma muy seria la calidad de vida del residente.

Que no se me malinterprete: me parece genial el turismo, y es estupendo que la clase media acceda a él. Yo mismo he disfrutado de sus ventajas y quiero hacerlo más. Y para los Estados es una fuente de riqueza como cualquier otra, que debe aprovecharse. No hay que prohibirlo. Pero sí regularlo. Limitarlo. Reducirlo a márgenes razonables. Porque flujos como los que soporta Venecia (o, por venirnos al caso español, Barcelona) no son sostenibles bajo ningún concepto.

Por tanto, sí, bienvenida sea la tasa veneciana. Ojalá sea un primer paso.





(1) Las letras del medio son “cortijo”. Ah, Espcortijoaña, qué gran país.

(2) Es interesante que el único sitio que conozco de España donde se ha implantado una tasa al turismo es en las Islas Baleares.




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10 comentarios:

  1. En mi opinión se podría enfocar de otra manera: estableciendo impuestos turísticos a las empresas de viajes en función de los planes de viajes que tengan, empleando un sistema similar al que ya existe para los impuestos comerciales (aranceles y tarifas). Para los turistas que viajan sin emplear agencias, habría que estudiar otra forma. Viviendo en una ciudad que tiene monumentos de interés turístico básicamente en cada plaza, tengo que decir que a lo mejor se podrían poner tarifas especiales en hoteles y bares/cafeterías (y no hay nada más sencillo para un camarero que reconocer a un "guiri", aquí en Granada tenemos el chiste de que una Milnoh -mote popular de la cerveza- vale 4 euros y una "Alhambra 1925" -que es el nombre oficial de esa cerveza- vale 4,50€). O tal vez en los pagos aduaneros, aunque me imagino que podría haber pillos intentando hacer pasar un viaje turístico por uno de negocios en plan:
    "-Tipo de viaje?
    -Negocios
    -¿Y esa toalla playera?"

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  2. La verdad es que es uno de esos casos en los que cobrar una tasa a la par me horroriza y me parece la mejor decisión del mundo. Por poner otro ejemplo, hace un tiempo estuve en Potes, Cantabria, y era imposible transitar o entrar a ninguna parte de la cantidad de turistas que invadimos el pueblo (que es bastante pequeño). Quizá también debiera de haber un cambio de mentalidad para los que pudiesen permitirse el ir de viaje en días no tan corrientes, como los días entre semana, pero como tampoco tengo mucha más idea esto... Desde luego, soluciones hay que ir implantando en todas partes. En mi propia ciudad hay días en los que es imposible ir a ninguna parte.

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    1. ¿Horrorizar por? A mí me da un poco de pena que haya que recurrir a eso, pero cuando las oleadas de gente llegan a ciertos niveles, algo hay que hacer...

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    2. Horrorizar por el hecho de haber tenido que llegar a eso. Pero esto es lo siempre, supongo. Algo se explota brutalmente y luego vienen las medidas que no se previeron antes por X motivos, legítimos o no y en fin... Si la próxima vez que vaya a Potes o pueblos similares y me hacen pagar algún tipo de tasa la acabaría pagando, el pueblo bien lo merece, pero a la par duele haber tenido que recurrir a esto.

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    3. Ah, eso es cierto, sí :/ Y me reitero en lo que digo en la entrada: al final alguien propondrá establecer cupos máximos de turistas al año. Y nos echaremos las manos a la cabeza, pero no habrá muchas más opciones.

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  3. Un breve apunte: en Barcelona sí que existe una tasa turística pero, a diferencia de la Veneciana, grava las pernoctaciones en establecimientos hosteleros y cuya cuantía depende del tipo y categoría de establecimiento (por ejemplo, en el caso de hoteles de 4* es 1,21 € por persona y día hasta un máximo de 7 días); como ya digo, existir existe, ahora, que sea una medida óptima (desde cómo se planteó hasta cómo se está ejecutando o cómo se está invirtiendo lo recaudado) ahí ya tengo mis dudas.

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    1. Curioso. Entiendo que se cobra a los hoteles y éstos repercuten, ¿no?

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  4. al revés, primero es el hotel el que cobra el impuesto al huésped; Desconozco el proceso administrativo posterior pero lo más seguro es que sean los propios establecimientos hosteleros los que ingresan periódicamente el montante total y a correr (con más de 750 establecimientos en la ciudad, dudo mucho que el ayuntamiento lleve un control exhaustivo de lo recaudado individualmente)

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    1. Bueno, cuando yo me refiero a "repercutir" me refiero a eso xD Es así como funciona en realidad el proceso de repercusión tributaria, pero es verdad que me he expresado un poco como el culo. Lo que venía a preguntar es si funciona como el IVA (que también es un impuesto que se repercute), y ya me has aclarado que sí. Gracias :)

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