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viernes, 31 de octubre de 2025

#LeoAutorasOct - Mis lecturas de 2025

Dudaba de si hacer este año #LeoAutorasOct. Tengo la sensación de que la iniciativa ha muerto un poco de éxito, porque todos los que inicialmente participamos en la misma leemos ya a más autoras de forma ordinaria. Pero este año he descubierto que tiene un atractivo especial: fomenta leer esos libros que tenías descargados, o en la pila de pendientes, o en el listado de sacar en la biblioteca, y que siempre dejabas por opciones más atractivas. Este año me ha pasado con Caballero Jack y con Ciudades hambrientas. Ahora falta que haya un mes de leer solo señoros, para poder hacer lo mismo con los libros que no entraban en octubre.

 

1. Anacronópete HispaCón Sabadell (VV.AA., 2025)

Libro exclusivo para mecenas de la HispaCón 2025. Consta de tres relatos de género fantástico: un retelling de El conde de Montecristo, un retelling de Lazarillo de Tormes (más en concreto de su tratado cuarto) y un relato inspirado en Mujercitas. Los tres están bien, aunque sin duda el que más me ha gustado es el que se basa en el Lazarillo, por el esfuerzo que hace en adoptar el lenguaje del siglo XVI y por contextualizar la historia como un capítulo perdido de la obra original.

 

2. Esquirlas de jade (Fonda Lee, 2025)

Antes de convertirse en los protagonistas (y la antagonista) de la saga del jade, los hermanos Kaul y Ayt Mada tuvieron vidas e historias. Esta antología recoge una escena de cada uno de ellos.
 

Pequeña antología con cuatro escenas del pasado de Ayt Mada (su primera amiga), de Kaul Lan (el momento en que convenció a su abuelo de adoptar a Anden), de Kaul Hilo (su relación con Wen) y de Kaul Shae (su entrada como espía en el ejército espenio). Da otra visión de algunos puntos interesantes del pasado de los personajes. No es tan brillante como otros libros de la saga, pero le doy las cinco estrellas porque este último vistazo a los Kaul bien lo merece. 

 

3. Los viajes de la Islandia (Darkor_LF, 2025)

La Vieja Islandia es una nave militar, que, después de un pequeño lío burocrático (nada importante, ni siquiera hubo muertos), decide pasarse al sector privado. A partir de ahí, vivirán aventuras que las llevarán a los rincones más recónditos del espacio, incluidos aquellos que no controlan las Corporaciones.

No puedo ser neutral hacia este fix-up, porque la autora es amiga y ya había leído con fruición los cuatro relatos que habían sido publicados por separado. Pero creo que la publicación conjunta le da muchísimo valor al conjunto: se disfruta mucho más de leerlos seguidos y ver cómo la autora va construyendo el mundo y las relaciones entre personajes. La obsesiva capitana Gulagdótirr, la pragmática y leal teniente Cafrune, la pobre alférez Ping (comemarrones profesional), la cocinera Yolihada y su obsesión por el queso, la obsesión por los fics de la tripulante Bonachera... Se las conoce mucho mejor cuando te los puedes beber todos de un trago

Los dos relatos nuevos completan el conjunto y le dan unidad. Y nos presentan a una villana implacable cuyas intervenciones revuelven realmente el estómago.

Destaco también la ambientación. Un mundo casi exclusivamente femenino (no hay un solo personaje varón con nombre), de personas que viven en el espacio y no pisan los planetas. Estamos ante una especie de steampunk espacial, porque las naves y estaciones espaciales se basan en la tecnología de tarjetas perforadas, sin novedades como chips. Y, al fondo, aunque cada vez más presente, unas Corporaciones que controlan hasta el último extremo de la vida de los habitantes de las estaciones.

Se nota que la autora es física, especialmente en los relatos ambientados en estaciones espaciales. No es que sea cifi dura, sino que es algo más sutil: las referencias a rotaciones, fuerzas y gravedad forman parte del contexto y de los diálogos de los personajes. Son algo que se tiene en cuenta. Le añade mucho saborcito al mundo, mucha verosimilitud.

Sin embargo, el punto fuerte son los personajes y las relaciones entre ellos. Al final, la Islandia son los amigos que hicimos por el camino, ¿no?

 

4. Inferia (Olivia Rain, 2025)

Levander lleva una vida triste, vendiendo redes de pesca y estafando a sus vecinos al manipular las predicciones que le dan las cartas. Hasta que un día el Gran Master, el mago que habita en la ciudad-espectáculo de Inferia, la elige para incorporarse al elenco. Magia, autómatas, ingenios y cinco gobernantes inmortales que enseguida reconocen el potencial de Levander. Porque Inferia, que se alza encima de una bestia dormida y cuya autonomía apenas es tolerada por el rey, tiene enfrente amenazas que podrían destruirla.

Este libro es una primera novela, y se nota para lo bueno y para lo malo. Lo bueno es, principalmente, el entusiasmo. La autora tiene muchas ganas de contarnos su mundo, articulado en torno a una ciudad / parque de atracciones donde la magia y la tecnología steampunk se dan la mano para producir maravillas para los visitantes. Una ambientación con una obvia influencia de Ghibli, en la que se mueven personajes inmortales y malditos. Se nota que ha pensado mucho en Inferia antes de ponerse a escribir, y ha conseguido algo fresco. Los personajes principales también están muy pensados: la relación entre la Empiressa y el Gran Master, un amor maduro que aun así mantiene la chispa, me ha parecido muy bien escrita.

En la parte negativa, pues las achacables a todas las primeras obras. El ritmo no anda muy allá, hay intercambios importantes (que deberían ser diálogos largos) resueltos en un par de párrafos de narración, hay diálogos que deberían ser narración, los personajes toman decisiones poco justificadas, hacia el final pierde fuelle... Nada realmente grave, pero va sumando.

En todo caso, una novela entretenida de una autora que promete.

 

5. Ciudades hambrientas: cómo el alimento moldea nuestras vidas (Carolyn Steel, 2020)

Ensayo sobre la relación entre vida urbana y alimentación, que recorre todo el ciclo: el capítulo 1 trata de la agricultura, el 2 de la distribución, el 3 de la venta al cliente (cómo los supermercados se han cargado a los mercados), el 4 del cocinado, el 5 del propio consumo y el 6 de la gestión de los residuos. El 7 es una conclusión en el que pasa revista a diversos proyectos utópicos, su relación con el alimento y cómo podemos actuar para evitar el desastre: acuña aquí el término «sitosfera», del griego «sitos» (alimento), para explicar hasta qué punto la comida moldea nuestra vida.

Me ha gustado mucho. Está muy centrado en el caso británico, así que, aunque no sea directamente aplicable, por lo menos permite entender la relación tan esquizofrénica que tiene ese país con su comida y por qué han perdido su cultura gastronómica. A veces pierde un poco el hilo y es más amplio que concreto, pero los capítulos 5 y, sobre todo, 4, son excelentes.

 

6. III Premio Ripley: relatos de ciencia ficción y terror (VV.AA., 2018)

Tiene delito que esté leyendo el III Premio Ripley en pleno 2025, pero cada cual se gestiona su pila como puede.

No puntué esta antología en Goodreads por una razón simple: debido sin duda a algún error por parte de la editorial, me faltan la mitad de los relatos y el prólogo. De los que he leído, el cuento ganador no me ha dado más, pero me han parecido excelentes «Volver a Dakar» (durísimo), «Ruth 6» (inteligente y bien planteado) y «Anulada» (algo manido a estas alturas, pero bien ejecutado). A ver si consigo la edición completa y puedo ampliar la reseña.

 

7. Asesinato para principiantes (Holly Jackson, 2019)

Hace cinco años, la joven Andie Bell desapareció. Aunque nunca encontraron su cuerpo, su novio, Sal Singh, confesó el crimen antes de suicidarse. Desde entonces los familiares de los Singh son unos apestados. Pero Pippa no cree que Sal lo hiciera, y ha decidido usar un proyecto escolar como tapadera para volver a investigar el caso. Aunque eso tiene un problema: si Sal no fue, quien lo hiciera ha vivido muy tranquilo durante cinco años.

Relectura. Lo leí en pandemia y recuerdo que me dejó muy buen sabor de boca, tanto que he querido releerlo antes de sacar de la biblioteca el siguiente libro de la saga. Y puede ser que me lo haya terminado en 24 horas, desatendiendo otros compromisos. Así que solo diré que me ha parecido una novela de detectives excepcionalmente bien escrita, creíble (incluso en las coincidencias un poco absurdas que son tan comunes en el género) y muy humana. Da gusto leer un libro con un ritmo tan bien llevado y con un personaje principal tan interesante. 

 

8. Caballero Jack: Los diarios de Anne Lister (Anne Lister, 2019)

Extracto de los diarios de Anne Lister, denominada «la primera lesbiana moderna». Vestía como un caballero, siempre de negro, y mantenía relaciones semipúblicas con otras damas de la alta sociedad. Este libro extracta su diario entre 1816 y 1824, uno de los periodos más interesantes de su actividad.

Digámoslo claro: uno viene a este libro por el salseo lésbico. Y salseo lésbico hay. Es la época en la que Anne Lister estaba liada con Marianne Lawton (apocopada como M en los diarios), lo cual no le impide acostarse con su amiga Isabella Norcliffe ni cortejar o hablar con otras jóvenes damas que la ocasión le pone al alcance, para así alardear de su capacidad seductora.

Hay temas muy interesantes. La obsesión de Lister con el dinero y el estatus, como mecanismos que le permitirán tener una vida lésbica verdaderamente libre (y no solamente sospechada y tolerada). Los circunloquios y rodeos que usa para hablar del tema con otras mujeres interesantes. Los propios vaivenes de su relación con dichas mujeres. La forma en la que habla de contagiarse venéreas unas a otras, o de usar penes para penetrarse, o de que si tal o cual novia es «excelente» en la cama… Todo eso está ahí, sí.

El problema es que un diario es un tipo de libro que está destinado a que nunca lo lean terceros. Las partes interesantes están mezcladas con visitas a casa de vecinos, insinuaciones para las que me falta contexto, disputas domésticas, valoraciones sobre si los criados de tal sitio son buenos o si en tal posada sirven buena comida, menciones de cuánto le cuesta cada cosa y cuánto ahorra… Y venga nombres de vecinos, de amigos, de conocidos, ninguno de los cuales tiene mayor interés ni profundidad. Además, no ayuda que el estilo sea árido, que la traducción sea mediocre (con frases hechas traducidas literalmente) y que los cortes hechos para resumir las entradas demasiado largas parezcan caprichosos. Si lo he leído tan rápido es porque buena parte del libro ha sido una lectura en diagonal.

La propia Anne Lister da muestras de ser bastante insoportable. Es tornadiza, egocéntrica, tirana, orgullosa constantemente juzga a los demás (en general negativamente, «vulgar» debe ser el adjetivo más repetido del libro), etc. De hecho, uno no puede dejar de pensar que es una parásita moviéndose entre parásitos que no tienen otra cosa que hacer que visitarse unos a otros y chismorrear.

Por supuesto, es positivo que este libro esté publicado en español. Pero habría preferido una biografía que extractara las partes importantes.

 

9. El testigo mudo (Agatha Christie, 1937)

Hércules Poirot recibe una carta de la señorita Emily Arundell, en el que le pide que investigue al autor de un supuesto accidente que casi la mata. Pero la carta llega dos meses tarde, cuando la señorita ya ha muerto por una enfermedad. Claro que ¿ha sido una enfermedad?

Estoy haciendo un poco de trampa con esta reseña, porque la escribo cuando aún llevo el libro al 40%. Además, aunque no lo recordaba en absoluto, he comprobado que lo leí hace años, porque venía mencionado en la excelente Guía de venenos mortíferos de Agatha Christie, y sé positivamente que leí todos los libros que salían allí. La cosa es que no recuerdo el libro en cuanto a historia, pero sí su giro final y la forma en que se cometió el asesinato, así que parece que lo que iba a ser una lectura es otra relectura.

 

 

 

Y hasta aquí llegamos. Un #LeoAutorasOct con muchas novedades, un par de libros que llevaban tiempo en el Kindle, una relectura a la que tenía ganas y otra improvisada.

 

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viernes, 17 de octubre de 2025

El aborto en la Constitución

Hace un año, Francia constitucionalizó el aborto con un consenso casi unánime. En ese momento, Sumar propuso hacer lo mismo, en lo que yo pensé que era la típica boutade / brindis al sol del Gobierno: algo que se dice, pero no se hace. Es básicamente la forma en que funciona este Ejecutivo, así que no nos iba a venir de nuevas. Pero parece que no. El Gobierno presentó el otro día un texto y parece que va a activar el procedimiento para llevarlo a las Cortes.

Para entender su propuesta hay que hablar un poco de la sistemática de nuestra Constitución. La Constitución divide los derechos en tres grandes categorías. En primer lugar, están los derechos fundamentales y libertades públicas, que son el núcleo absoluto del sistema: derecho a la vida, derecho a la integridad física y moral, libertad de conciencia, derecho a la intimidad, libertad de expresión, libertad de reunión, derecho a la participación política, derecho a la educación, libertad sindical…

Luego está lo que se llama derechos de los ciudadanos, que incluye cuestiones más de segunda fila: derecho al matrimonio, derecho de propiedad, derecho al trabajo o libertad de empresa, por ejemplo. Y, por último, están los principios rectores de la política social y económica, que es una especie de carta a los reyes con buenos deseos: derecho a la salud, derecho a la cultura, derecho al medio ambiente, derecho a la vivienda, derechos de colectivos concretos (personas con discapacidad, tercera edad, consumidores y usuarios), etc.

Esta tripartición no es caprichosa. Cada una de estas categorías lleva aparejada un cierto nivel de protección:

  1. Los derechos fundamentales son lo más protegido. Su desarrollo es por ley orgánica, es decir, que se exige un nivel de acuerdo mayor para tocarlos. Si alguien los vulnera, puedo acudir directamente a los tribunales, que tramitarán la cuestión por un procedimiento preferente y más rápido. Y, si los tribunales no me dan la razón, aún puedo ir al Tribunal Constitucional por medio del recurso de amparo.
  2. Los derechos de los ciudadanos están menos protegidos. Su desarrollo es por ley ordinaria, los tribunales los protegen sin procedimiento preferente y no tienen acceso al recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
  3. Los principios rectores los he llamado carta a los reyes por algo. De ellos, la Constitución simplemente dice que informarán la ley y la actuación de los poderes públicos, pero no pueden ser alegados directamente ante un juez. Es decir, aunque la mayoría están expresados como derechos, no lo son: no pueden aplicarse directamente, solo si alguna norma los desarrolla.

 

¿Cuál es la situación actual del aborto en España? Quien haya ido siguiendo mis artículos sobre el tema lo sabrá a la perfección: hoy en día el aborto se considera un derecho fundamental. O, de forma más precisa, se lo considera incluido dentro del derecho fundamental a la integridad física y mental. Varias sentencias del Tribunal Constitucional lo han declarado así desde 2023, aunque con gran oposición de los magistrados conservadores. Con este argumento convalidaron el sistema de plazos, por ser el que mejor defiende este derecho fundamental.

Así que lo lógico, si se quiere incluir el aborto en la Constitución, es hacerlo dentro de los derechos fundamentales. Reformar el artículo 15 CE, que es el que reconoce el derecho a la integridad física y mental, y mencionar expresamente la interrupción voluntaria del embarazo (y, ya que nos ponemos a reformar, la eutanasia). Parece lo más adecuado a la jurisprudencia constitucional y lo que garantiza mejor este importante derecho.

Pero claro, lo hemos dicho antes: los derechos fundamentales son el núcleo absoluto del sistema constitucional. Así que su reforma es muy difícil. Si se quieren modificar, es necesario que el Congreso y el Senado lo acepten por mayoría de 2/3 de cada Cámara. Hecho esto, se disuelven y hay elecciones. Las nuevas Cortes deben ratificar la decisión y ya entonces la tramitan: se necesita de nuevo una mayoría de 2/3 de cada Cámara para aprobarla y, además, ratificarla por referéndum.

Son unos requisitos muy difíciles de cumplir, como prueba el hecho de que nunca se han cumplido. Y, sobre todo, exige convocar elecciones generales inmediatas, algo que no veo a Pedro Sánchez haciendo a la mitad de la legislatura. Si estuviéramos más cerca del final del mandato parlamentario, pudiera ser, pero ¿en 2025, con dos años por delante? No, imposible. No va a suceder.

Así que el Gobierno ha optado por una decisión que es, en realidad, muy PSOE/Sumar: dejar el tema a medias. Incluir el aborto en el artículo 43, uno de los principios rectores de la política social y económica, que recoge el derecho a la salud. Esta reforma es mucho más simple. Basta con acuerdo de 3/5 del Congreso y del Senado, que, si no se consigue, puede sustituirse por un acuerdo de 2/3 del Congreso y mayoría absoluta del Senado. No exige referéndum salvo que lo pidan un 10% de diputados o senadores.

Pero claro, lo hemos dicho antes: los principios rectores de la política social y económica no tienen apenas protección. No se pueden invocar directamente ante un tribunal (solo por medio de las leyes que los desarrollen) y no se pueden llevar al Tribunal Constitucional. Así que incluir el aborto en el artículo 43 es, paradójicamente, reducir su nivel de protección, puesto que ahora se lo considera un derecho fundamental.

En realidad, el Gobierno está en una encrucijada de difícil solución:

  • Ahora mismo, el aborto tiene una protección alta pero débil: no hay ningún texto constitucional que lo incluya entre los derechos fundamentales, sino que esta consideración viene del Tribunal Constitucional. Un Tribunal Constitucional de distinta composición podría cargárselo (como pasó con el Tribunal Supremo estadounidense hace tres años).
  • Lo que se pretende es una protección baja pero fuerte: el aborto dejaría de ser considerado un derecho fundamental, pero estaría en la Constitución como algo que el legislador y los poderes públicos deben proteger y contra el cual no pueden legislar.

 

Es una decisión difícil. El texto propuesto intenta salvarlo con su formulación:

«Se reconoce el derecho de las mujeres a la interrupción voluntaria del embarazo. El ejercicio de este derecho, en todo caso, será garantizado por los poderes públicos asegurando su prestación en condiciones de igualdad efectiva, así como la protección de los derechos fundamentales de las mujeres».

 

Esa coletilla final quiere decir exactamente eso: «eh, hemos incluido el aborto en el artículo 43 de la Constitución por pura táctica política, porque no podíamos permitirnos meterlo entre los derechos fundamentales, pero nos parece bien que se considere un derecho fundamental, ¿eh? ¡Eso no tiene por qué cambiar!» Seguramente irá acompañado de una exposición de motivos que permita interpretarlo en ese sentido. Ya he leído a algunos juristas fans del Gobierno decir que es perfectamente posible mantener la interpretación actual que hace el Tribunal Constitucional.

Y a ver, ya sabemos que el papel lo aguanta todo, pero creo que es muy difícil que dicha interpretación se mantenga después de esta reforma. La Constitución es la norma suprema. Si la Constitución dice que el aborto es parte de los principios rectores de la política social, el Tribunal Constitucional no tiene nada fácil para seguir considerándolo parte de los derechos fundamentales (y con la protección de estos, que es lo que importa). Sus argumentos a favor de incluirlo en el catálogo de derechos fundamentales eran buenos, pero es que el constituyente lo ha sacado. «Tres palabras del legislador convierten bibliotecas [jurídicas] enteras en basura», que decía aquel.

¿Va a ser aprobada esta modificación? Depende íntegramente del PP. Da igual el Congreso: el PP tiene mayoría absoluta del Senado. En esta Cámara se necesita mayoría de 3/5 en el caso general, o mayoría absoluta si en el Congreso se obtuviera la de 2/3 (cosa que tampoco puede hacerse sin el PP). Si los populares votan a favor, la reforma sale; si no, no. No hay más vuelta de hoja. De hecho, la propuesta puede verse como un intento de hacer que el PP se retrate y demuestre que está en contra del aborto. Lo cual es ridículo, porque… ya lo sabemos. O sea, es un partido de derechas que mantuvo durante 13 años un recurso contra la actual Ley de IVE, y que recurrió también la profunda reforma que se le hizo en 2023. Lo esconden un poco bajo un discurso ambiguo, pero cualquiera que quiera saberlo lo sabe. Es más, sus votantes lo saben y les parece bien.

Así que aquí estamos. El enésimo movimiento táctico de Pedro Sánchez, pero esta vez jugando con los derechos de las gestantes. Qué pereza da todo siempre.

 

 

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