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martes, 4 de febrero de 2020

Agua gratis


Las bromas sobre el agua de Madrid se han convertido en un tópico igual de corriente que la propia agua. Yo participo en ellas de buen grado (al fin y al cabo, para un tópico bueno que hay sobre los madrileños…), y aunque está claro que son bromas, tengo que reconocer que me gusta mucho el agua del grifo de mi ciudad. Por supuesto no es la única localidad del país con agua corriente de buen sabor, pero es en la que yo vivo y por ello voy a hablar desde esta perspectiva.

Desde hace tiempo, el vaso de agua para el que la pide (o la jarra de agua para grupos grandes) está en retroceso. No me refiero, claro está, a no clientes, sino a personas que ya están consumiendo otra cosa –unas raciones, una cena, unos bocadillos– y que en vez de regarla con alcohol, refrescos o zumos pide agua del grifo. Esta práctica ha sido siempre tolerada por los hosteleros, pero cada vez más es común encontrarse con malas caras, con límites arbitrarios, con olvidos casuales de justo esa comanda o incluso con negativas.

Por eso me gusta la campaña Agua del Grifo, Por Favor, que ha cristalizado en una proposición no de ley aprobada por la Asamblea de Madrid, con el solo voto en contra de los de siempre. Las proposiciones no de ley no tienen valor jurídico, así que de momento no vale para nada, pero puede ser la base de un futuro acuerdo normativo, como el que ya tienen otras Comunidades Autónomas. El caballo de batalla, claro está, es la obligación o no de ofrecer agua del grifo de forma gratuita en los locales de hostelería.

El agua del grifo es un servicio que, en la actualidad, se ofrece por cortesía, y de la misma forma se deja de ofrecer. Es parte incluso de la propia imagen del bar: en este local tienen wifi gratis y en ese se precian de no tenerla para fomentar el diálogo (1); este sitio es tan fino que te traen toallitas húmedas entre plato y plato; en este bar son amables y te ponen agua mientras que en aquel no. Esa clase de cosas.

En el momento en el que deja de ser una cortesía para convertirse en una obligación jurídica (o que se amenaza con ello), los empresarios ponen el grito en el cielo para presagiar catástrofes sin cuento, perros y gatos cohabitando y la destrucción de todas las naciones. Salvo, claro está, que el malvado Estado les subvencione los vasitos de agua o les permita cobrárselos a los clientes. Al fin y al cabo, como dice aquí algún trabajador que se cree que va a heredar la empresa, “el agua cuesta dinero”.

Es un argumento que no me acaba de convencer, la verdad. ¿Cuánto dinero cuesta un vaso de agua? Si nos referimos al coste propiamente dicho, a lo que en derecho se llamaría “daño emergente”, es unos pocos centilitros de agua y una fracción de la electricidad, el agua y el jabón invertidos en el lavavasos. Se mide en céntimos, si es que puede medirse.

¿Y el lucro cesante? Lo que se sostiene es que existe el peligro de que alguien con un vasito de agua te ocupe una sola mesa durante una tarde, con el consiguiente perjuicio, o el hecho de que una persona que bebe agua no consume otra cosa. El primer argumento no solo es ridículo (¿pasa eso en la realidad, más allá de la anécdota?) sino que es fácilmente escalable. ¿Cuántos euros hay que gastar a la hora para que te permitan estar ahí? ¿Toda la tarde con un agua es un problema como para rasgarse las vestiduras pero toda la tarde con un refresco (dos euros de gasto) no lo es (2)?

En cuanto al otro caso, supongo que depende del comportamiento de los clientes. Personalmente, si a mí me deniegan el vaso de agua no pido bebida, y además trato de no volver a ese local. Ni siquiera es un boicot, es que me siento mejor tratado en lugares donde no tienen problema en servirme agua. Y yo voy a lugares donde me tratan bien, como cualquier cliente.

Insisto, porque creo que esto muchas veces se olvida, en que estamos hablando de clientes. De gente que ya está consumiendo algo de comer, o que incluso pagó una bebida en una ronda previa. ¿De verdad es tan problemático ponerles agua cuando lo pidan, aunque eso te vaya a hurtar los pocos euros de la cocacola o la caña? ¿Tantos son al día los bebedores de agua como para que se te descuadre el presupuesto? Porque de verdad que en este país están los bares llenos y basta asomarse a cualquiera de ellos para darse cuenta de que no beben agua precisamente.

Así pues, parece que los perjuicios del agua obligatoria y gratuita no son para tanto. En cuanto a sus beneficios, son obvios: se facilita el acceso a un bien que es un derecho humano, se regula una cuestión controvertida (hay mucha gente que cree que ya es obligatorio servir agua gratis en los bares) y se suministra una bebida de buena calidad, sana, rica y mucho mejor a nivel medioambiental que sus alternativas.

Porque al final el asunto va de eso. De que tenemos un grave problema de obesidad a nivel social debido entre otras cosas a que bebemos mierda a punta pala constantemente (alcohol, bebidas carbonatadas, bebidas azucaradas) y de que tomamos bebidas con un alto impacto ecológico entre producción, transporte y reciclado. El agua incide en la solución de ambos problemas. Y, de todas las aguas, la mejor (por calidad, por precio, de nuevo por lo medioambiental y casi diría hasta por sabor) es la del grifo, por supuesto allí donde sea bebible.

Ante estos argumentos, que los hosteleros “pierdan” unos pocos céntimos al día no me parece tan reseñable. La gente sigue queriendo raciones, sigue queriendo menús del día y platos combinados, sigue queriendo cenas y sigue queriendo rondas de otras bebidas. Garantizar el agua, al final, no pude perjudicar a nadie.







(1) Aunque creo que esto ya no lo hace nadie.

(2) A ver, está claro que cualquier hostelero quiere crucificar al tipo que se le plantifica allí a las cuatro, pide una cocacola y a las siete no se ha levantado. Incluso hay estrategias para forzar su salida. Pero no exige la intervención del poder público para prohibir esta clase de actitudes.



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4 comentarios:

  1. En Granada ni ley necesitamos. No conozco ni un bar granaíno donde no te sirvan agua gratis. Igual que también sirven tapas gratis (aperitivos con la bebida), de hecho puedes cenar de tapas perfectamente.

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    1. En Madrid sigue siendo así en muchos sitios: hay mil locales donde no te ponen pegas. Pero hay otros mil donde sí.

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  2. Creo que las quejas de este tema provienen principalmente de la manía que tienen los empresarios de contar como beneficio en acto lo que son más bien beneficio en potencia. Cuando te dicen que perderían nosecuantosmil por dar agua gratis no creo que se refieran al coste del agua, sino a la cantidad de euros en cañas que (creen) ganarían si no dieran agua.

    Es un modo de pensar bastante ridículo, claro, pero el empresariado (en especial el español, MUY EN ESPECIAL el de hostelería) no brilla por sus gran lógica en estos temas

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    1. ¿Un empresario español de hostelería cortoplacista? NOOOOOO.

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