Hay
una anécdota, posiblemente apócrifa pero muy ilustrativa, protagonizada por
John Neville Keynes, el padre del economista que inventó el keynesianismo. John
Neville era también economista, y vivió los locos años ’20, una época
caracterizada por la fuerte inversión especulativa en Bolsa. Toda la clase
media estadounidense se lanzó a invertir en el mercado de valores, no con
intención de comprar acciones de empresas sólidas que dieran dividendos a final
de año, sino de revender una o dos semanas después para sacar una ganancia. Un movimiento
especulativo de libro, que acabó generando una separación dramática entre el
estado real de las empresas y su cotización bursátil.
La
cuestión es que John Neville Keynes estaba un día en la peluquería y su
peluquero, un hombre sin formación económica, le vino a decir que él invertía
mucho en Bolsa, que era muy fácil y se ganaba siempre. Keynes senior le dio la
razón y, en cuanto salió de allí, vendió todas sus acciones. ¿Por qué, si el
mercado no dejaba de crecer? Porque cuando la Bolsa se llena de gente que no
tiene un conocimiento profesional de las inversiones (en definitiva, que no
sabe lo que hace), el desastre está asegurado (1). A las pocas semanas, la
burbuja estalló en el famoso crack
del ’29.
La
anécdota es, como digo, probablemente apócrifa, entre otras cosas porque John
Neville Keynes era inglés y en el Reino Unido no estaban para tanta fiesta
bursátil. Pero me ha venido a la cabeza al ver la cantidad creciente de
anuncios de plataformas de inversión, que facilitan que cualquiera, sin
formación ninguna, solo con una conexión a Internet, invierta todo el dinero
que tiene (y el que no tiene) en a saber qué tocomochos. Como dijo Keynes Sr.,
en ese caso el desastre está asegurado, si no para la economía en su conjunto,
al menos para el pobre infeliz que se ha metido ahí.
Vayamos
a lo básico. Una inversión tiene, a los efectos que nos interesa, tres
parámetros:
- Rentabilidad, es decir, la cantidad de dinero que vas a sacar por euro invertido.
- Riesgo, es decir, la posibilidad de perderlo todo porque la inversión no salga bien.
- Liquidez, es decir, la posibilidad que tienes de recuperar el dinero metido antes de que se complete la inversión.
Por
ejemplo, una cuenta bancaria tiene una rentabilidad muy baja, pero a cambio el
riesgo es casi nulo y la liquidez es plena, ya que de hecho el principal
atractivo de ese producto es la posibilidad de disponer de tu dinero cuando
quieras. Un plazo fijo suele tener una rentabilidad más alta, a cambio de
perder liquidez: mientras dure el plazo no puedes sacar ese dinero. Y así
sucesivamente.
Quizá
no se te haya escapado que en los dos ejemplos anteriores he puesto “a cambio”.
Y es que es así: la rentabilidad tiene una relación directa con el riesgo (a
más riesgo más rentabilidad) y una relación inversa con la liquidez (a menor
liquidez más rentabilidad). Es lógico, porque si tu negocio tiene muchas
probabilidades de fracasar o exige que el dinero esté parado durante mucho
tiempo, necesitas aumentar el “caramelo” para que la gente invierta en él. La conclusión
es que si una inversión tiene una rentabilidad alta, es o porque es arriesgada
o porque es poco líquida, o incluso por ambas cosas.
Y
ahora entramos a eToro, que ya desde el principio ofrece rentabilidades
obscenas, de hasta el 20% o incluso más. Esto debería ser el primer signo de
alerta para el inversor que tiene poco dinero para perder. Lo segundo que llama
la atención, o que llamaba cuando me metí a la página por primera vez (y lo digo
en pasado porque creo que ya lo han retirado) es este anuncio. En él,
viene a decir que puedes ganar dinero sin esfuerzo, porque puedes echarle un
ojo a lo que están haciendo los inversores de mayor éxito y “engancharte” a sus
inversiones, de manera que si él compra tú compras y si él vende tú vendes de
forma automática.
Estupendo.
O sea, que lo primero que se destaca en la web es que permite un comportamiento
de free rider. El free rider, polizón, parásito o gorrón
es, en contextos políticos y económicos, alguien que obtiene un beneficio de
algo sin pagar sus costes, como el típico trabajador que no hace huelga pero
está el primero para aprovechar las ventajas que se logren en la misma. Es un
comportamiento que se debe desincentivar, pero eToro, al menos durante un
tiempo, construyó su imagen de marca y su publicidad alrededor del mismo:
puedes copiar las meditadas inversiones de usuarios que han gastado mucho
tiempo en informarse y en decidir.
Pero
si ese fuera el único problema, ni tan mal. Cuando empiezas a navegar por esta
página, abajo del todo hay un aviso emergente en letra pequeña, como los que se
usan para advertir de las cookies.
¿Qué dice? “Los CFD son instrumentos complejos y tienen un alto riesgo de
perder dinero rápidamente debido al apalancamiento. El 75% de las cuentas de
inversionistas minoritarios pierden dinero cuando intercambian CFD con este
proveedor. Debe considerar si comprende cómo funcionan los CFD y si puede
permitirse asumir el alto riesgo de perder su dinero”.
¡Madre
mía con la ganancia segura! Supongo que esto es un aviso obligatorio por ley, y
es de agradecer que exista, porque puede mantener alejado de esta plataforma a
un buen número de consumidores. El problema, claro está, reside en quienes
sobreestimen el riesgo y piensen que son capaces de estar en el 25% restante. Spoiler:
no pueden. Debido a las dos cosas que mencionan en la advertencia, y que son el
apalancamiento y los CFD.
El
apalancamiento es una forma de abaratar las inversiones. Por ejemplo, un
apalancamiento de 20:1 quiere decir que, por cada 20 € que cueste el activo, yo
pago 1. En otras palabras, que solo pago el 5%. Si una inversión cuesta 10.000
€, con un apalancamiento del 20:1 yo pagaría solo 500 €. El resto, lógicamente,
los está poniendo el intermediario, que en este caso es eToro (2). Y si todo va
bien, pues no pasará nada, porque el intermediario se cobrará de mis ganancias
y a mí me dará la diferencia. Pero si todo va mal, resulta que debes dinero
como si hubieras invertido 10.000. Ahí va.
Este
apalancamiento se utiliza para invertir en CFD. Los CFD, o contratos por
diferencia, son mecanismos puramente especulativos, donde dos partes apuestan
(y os juro que no se me ocurre una palabra más adecuada) acerca de si un
determinado activo subirá o bajara de precio. Este activo puede ser cualquier
cosa: acciones, divisas, el índice de una determinada bolsa, productos básicos,
lo que sea. Pero ninguna de las dos partes del contrato tiene que tener de
verdad esos activos, sino que simplemente están viendo a ver si suben o si
bajan de precio.
En
ese contexto, la apuesta es sencilla. El inversor abre un contrato diciendo que
el activo subyacente va a subir de precio (entonces se le denomina “comprador”)
o que va a bajar (se le llama “vendedor”). Estas ofertas se publican en webs
como eToro, aunque justo es reconocer que, si bien es la que estoy tomando como
ejemplo porque es la que conozco por su publicidad, hay otras cien. Otro usuario
ve la oferta y la acepta, con lo que se convierte en la contraparte del
contrato. Por fin, llega un momento en el que el inversor decide terminar el
contrato. Si ha ganado (es decir, si “compró” y el activo ha subido o si “vendió”
y el activo ha bajado), el otro le paga una cantidad de dinero que es mayor
cuanto más se haya movido el precio del activo. Si ha perdido, será él quien le
tenga que pagar ese dinero a la contraparte.
Esta
idea de que los CFD apestan no es solo mía, ojo. La Autoridad Europea de
Seguridad y Mercado ya se ha planteado incluso prohibir su publicidad y/o
su venta minorista. No es que sean productos malos de por sí (asumiendo la
ética capitalista dentro de la cual especular es algo moralmente lícito), pero
sí que son poco transparentes y complicados de gestionar. Hay que tenerlos
controlados precisamente para evitar que muchos pequeños ahorradores lo pierdan
todo.
Una
última vuelta de tuerca. Ya hemos visto que los CFD son inversiones acerca de
un activo subyacente. Y ¿qué activos ofrece eToro para invertir? Pues tiene
muchos (si vais a su web veréis los logos de Apple, Tesla o Netflix, por
ejemplo), pero su buque insignia son… las criptomonedas. En efecto. Ese dinero
de mentira, presuntamente firme e imposible de hackear, que en realidad solo
vale para gastar electricidad en su minado y cuyos mercados están sujetos a
unas oscilaciones de la hostia.
Otro
anuncio en letra pequeña en la web: “El rendimiento pasado no es un indicador
de los resultados futuros. Los precios de las criptomonedas pueden fluctuar
ampliamente y, por tanto, invertir en ellas podría no resultar apropiado para
todos los inversores. Ningún marco normativo de la UE supervisa la inversión en
criptomonedas. Su capital está en riesgo”. Podría haberlo escrito yo, en
especial la apocalíptica advertencia del final. No creo que haga falta añadir
nada más.
Esto
es al final lo que queda de eToro y plataformas similares: empeñar capitales
enormes que en realidad no tienes en una apuesta sobre si pseudodinero no
avalado por nadie subirá o bajará. Y repetiré tantas veces como sea necesario
el término “apuesta”, porque eso es lo que es. Quizás, no digo que no, un
inversor profesional, que conozca el funcionamiento de los mercados, pueda
moverse con cabeza en el mundo de los CFD y llegar a ganar dinero. Tú, inversor
minorista que no tienes ni idea, sin duda no puedes. Y eToro y plataformas similares
se dirigen precisamente a este perfil.
En
conclusión, eToro no es más que una casa de apuestas hipertrofiada, que busca
venderte como fácil lo que es difícil con el objetivo de que metas allí tu
dinero. Desde este humilde blog, solo podemos recomendarte que no lo hagas. Las
apuestas solo tienen un ganador: la banca.
(1)
Conviene no hacer aquí una falacia de negación del consecuente. Que todos los
que intervengan en el mercado sean profesionales no garantiza que se vaya a
evitar el desastre.
(2)
O los he conseguido yo endeudándome con un tercero, como por ejemplo pidiéndole
un préstamo a un banco, pero aquí no hablaremos de ese caso.
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Y eso no es lo peor que hace eToro: son unos putos pesaos que no paran de dar la murga anunciándose en todas partes, especialmente en Youtube cuando voy a ver o estoy viendo un vídeo interesante. ¡Que no, que no quiero ver como ese gilipollas con suerte se hizo millonario con vuestra mierda de inversiones, que lo que he venido a ver es un documental sobre la primera guerra mundial! ¡Como sigáis molestándome cojo, me pongo el uniforme gris, me calzo las botas, me pongo el Pickelhaube, cojo el Mauser M98 y un par de Stielhandgranaten y me váis a oír!
ResponderEliminarHombre, yo diría que lo peor es lo de estafar a la gente, pero sí, entiendo lo que dices.
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