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lunes, 15 de enero de 2018

Lamento sobre la industria editorial española

Una de las cosas que siempre he echado de menos en el mercado español de literatura de género (fantasía, ciencia ficción y terror) son las revistas especializadas. Hablo de publicaciones periódicas cuyo contenido principal son los relatos y las novelas por entregas, aunque puedan dedicar también algo de espacio a reseñas, críticas y demás material. Sobre este tema hablé hace poco en un hilo de Twitter, pero tengo la sensación de que no logré transmitir bien lo que quería decir. A ver si aquí, en el blog, con más espacio a mi disposición, tengo más fortuna.

En el plano histórico, las revistas especializadas fueron el mecanismo que permitió que muchos escritores se profesionalizaran. En un mundo en el que la edición de libros era un proceso carísimo, dotaban de una infraestructura necesaria para conectar autores y público. Además, remuneraban los relatos, factor sin el cual no se puede pensar en una profesionalización. No resulta arriesgado afirmar que sin el trabajo editorial de Astounding Science-Fiction, la revista que publicó a los autores de la llamada “edad de oro de la ci-fi”, al género le habría resultado muy difícil salir del pulp y muchos de los escritores que ahora admiramos se habrían tenido que dedicar a otra cosa (1).

Podrá pensarse que hoy en día, en la era de Internet, la existencia de revistas no tiene sentido. Publicar ahora es sencillo. Lo más fácil es poner tus relatos en un blog, o subir cada día un capítulo de tu novela. Si quieres currártelo más, te basta con pagar a un ilustrador que te haga una portada, aprender cómo convertir un PDF en ePub y colgar tu libro en Lektu o Amazon. En pocas semanas tu libro estará al alcance de todo el mundo. ¿Para qué necesitamos revistas especializadas?

Por muchas razones. Las revistas no solo eran solo un soporte: eran un soporte profesional. El editor se encargaba de darle a los textos una corrección experta (muy distinta de la que pueden proporcionar tus lectores cero), remuneraba el cuento según se publicaba y mediante unas tarifas fijadas, se ocupaba de los canales de distribución y de la publicidad, etc. En definitiva, descargaban al escritor de mucho trabajo y le permitían mejorar su obra. Además, tenían un público fijo al cual un escritor novel no podría acceder por sí solo.

Que las revistas son importantes para este mercado se prueba por el hecho de que siguen existiendo. Así, Astounding todavía se publica en EE.UU., aunque renombrada como Analog y con periodicidad bimestral. De hecho, se cuenta la anécdota de una visita que hizo George R.R. Martin a España, en la que le preguntaron cómo puede hacer un autor novel para introducirse en el género. Respondió que lo mejor es empezar con relatos cortos y mandarlos a revistas especializadas… y flipó cuando descubrió que en España no existían esta clase de publicaciones.

Quizás el género más afectado por esta ausencia haya sido la ciencia ficción. La fantasía tiende a tirar hacia novelas largas (de hecho, hacia sagas gigantescas), por lo que no tiene sentido pensar en una publicación por entregas. La ciencia ficción, por el contrario, es un género que se presta muy bien al relato o a la novela corta (2). Philip K. Dick decía que el cuento es el formato “natural” de la ciencia ficción; sin llegar a esos extremos, es cierto que hasta épocas muy recientes buena parte de este género estaba en relatos, novelas cortas o, como mucho, novelas de poca extensión (3).

Pero en realidad el género no es tan importante. El problema básico es el mismo en fantasía, ciencia ficción o terror: yo escribo un relato de cualquiera de esos géneros y ¿qué hago con él? Si no lo he escrito para un concurso concreto (o si no gano dicho concurso), no puedo hacer otra cosa que esperar a que aparezca una convocatoria que sea apropiada para enviarlo. Pero claro, tampoco hay tantas: no es que la literatura de género española sea un vergel de concursos. Y cuando los hay muchas veces tienen un tema muy concreto, o exigen cosas de un subgénero determinado, o establecen unas limitaciones de palabras que no cuadran con lo que tienes escrito.

Existen otras opciones de publicación, pero ninguna es profesional ni, me atrevería a decir, demasiado rentable. ¿Lo subo a Lektu a 1 € o en pago social? Así lo publico, sí, pero no voy a ganar mucho y a cambio lo he “quemado” para concursos posteriores. ¿Espero a tener ocho y saco una antología de relatos sin ninguna relación temática entre sí? Un poco arriesgado para un escritor a quien no conoce nadie. ¿Me obligo a escribir un relato mensual y trato de sostener un Patreon con eso? Quizás es la mejor idea, pero también necesitas algo de fama previa para que la gente se apunte.

Puede que haya quien se sienta incómodo al leer que me centro tanto en el dinero, pero es que el dinero es importante. Sí, todos escribimos por amor al arte, eso por descontado. Nadie se dedica a escribir relatos de género con el objetivo de hacerse rico. Pero muchos aspiramos a la profesionalización, es decir, a poder vivir (al menos en parte) de lo que hacemos. Y para eso, por desgracia, hay que pensar en el dinero. Las revistas especializadas son un buen mecanismo para conseguir esa profesionalización… y en España no las tenemos.

¿Qué condiciones tiene que reunir una revista para conseguir estos objetivos? A mi entender, las tres siguientes:
  • Publicar con buena periodicidad. Me refiero a una publicación mensual o, como mucho, bimestral. Algo que pueda hacer que el público se “enganche” con facilidad, que interiorice la compra de la revista dentro de sus hábitos mensuales. Además, así la revista está en necesidad constante de originales. Lo cual nos lleva al punto siguiente.
  • Apertura permanente: que el escritor pueda enviar el relato en el momento en que lo termine, sin necesidad de esperar a una convocatoria. O, en otras palabras, que la revista sea un lugar al cual se puedan mandar relatos de cualquier subgénero, enfoque y temática. También de cualquier número de palabras. Como la periodicidad es alta, se puede jugar con el espacio: a lo mejor en un número se publica un relato de 8.000 palabras y en el siguiente ese espacio se distribuye entre dos de 4.000, o cosas así.
  • Remuneración a sus colaboradores. Esto ya no hay ni que decirlo, pero sí me gustaría hablar un poco sobre cómo debería ser esa remuneración. Tendría que haber tarifas públicas y más o menos fijas. Si no haces eso, si dejas la remuneración a “el futuro acuerdo que se firme con el escritor”, éste no puede hacerse una previsión de futuro.


Justo es reconocer que en España hay revistas que intentan llenar ese hueco. Que yo sepa están Supersónic, Windumanoth, Planetas Prohibidos y Ulthar, por ejemplo. Pero no cumplen con los requisitos que considero imprescindibles: la publicación es trimestral o superior, usan la lógica de concurso (abren una convocatoria para cada número) y/o no hay transparencia en el tema de la remuneración. Así las cosas, no parecen el mejor mecanismo para que los escritores españoles se profesionalicen.

Me apresuro a decir que esto no es una crítica a estas revistas ni a las personas que ponen todo su esfuerzo en que salgan con periodicidad. Yo asumo que el mercado español no es el estadounidense, y sostener aquí una revista del calado de Astounding es dificilísimo. Con este texto (que he titulado “lamento” y no “crítica” de forma consciente) lo único que quería era desahogarme, no repartir culpas: entiendo a la perfección que España es un país difícil para esta clase de iniciativas y no reclamo ni exijo a nadie que las lleve a cabo.

Simplemente… me da pena que no existan.






(1) Esto es verdad no solo por la razón directa que resulta obvia, sino también por otra indirecta: las revistas permitieron que la ciencia ficción pasara a ser un género serio, del cual se publicaban novelas y se hacían análisis críticos. Es decir, la ausencia de revistas en las que publicar no solo habría afectado a los autores de esa época, sino también a los actuales.

(2) Del tercer género, el terror, no voy a hablar, porque no soy aficionado y desconozco cuáles son sus mecanismos de publicación, aunque me da que se parece más a la ciencia ficción (relatos o novelas cortas, bien impactantes) que a la fantasía (libros o sagas interminables).

(3) Entiendo la novela corta como ese formato que oscila entre las 15.000 y las 35.000 palabras. Cuando digo “novela de poca extensión” me refiero a novelas en condiciones (más de 35.000 palabras) pero poco extensas.




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11 comentarios:

  1. Entiendo la queja perfectamente, es realmente triste como dices, pero quizás hoy el boca a boca y la amplificación que suponen las redes sociales ayudan mucho a un autor que gusta a ganarse una buena fama.

    Faltan más escritores, y no tanto los soportes quizás?
    Y quizás faltan lectores... y no tanto fanes de treintaytrilogías

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    1. Creo que las redes sociales están, de alguna manera, sobrevaloradas. Sí, pueden ayudar a que un autor se gane fama, pero eso exige mucho trabajo diario en todas tus cuentas, hacer campañas interesantes, publicar más contenido aparte del publicitario... vamos, que no es la panacea.

      Tampoco creo que falten escritores. Los hay, muchos y muy buenos. Fíjate si no la calidad del Alucinadas de todos los años o el No son molinos que acaba de editar Cerbero. En lo que sí coincido es en que faltan lectores. Es una simple cuestión de números, claro. Si en una población hay un X% interesado en comprar literatura de género, pues no es lo mismo tener 323 millones de habitantes que 47.

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  2. Buenas noches, curiosa e interesante entrada. Considero que ese falta de revistas no se debe tanto al número de habitantes sino al porcentaje de la población interesada. En el siglo XIX o XX pudieron prevalecer las novelas por entregas con una población total menor, pero ahora, como prácticamente nadie lee, tristemente, aunque tengamos una mayor población; es normal que no puedan salir adelante.
    ¿Qué opinarías de un apoyo del sector público, redistribuyendo el gasto de una forma más eficiente?
    PD: me gustaría que dieras tu opinión sobre Tabarnia, siempre que puedas y no te importe.
    PDD: me interesan, aunque sea un tema bastante específico, creo, tus reflexiones sobre ir a clase en Derecho y sobre el uso de manuales para el estudio.
    Graciad de antemano, y perdona por las molestias

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    1. Hombre, lo de que prácticamente nadie lee es un tópico. Quiero decir: en el siglo XIX y principios del XX la población española era menos de la mitad que la actual y los índices de analfabetismo eran importantes. No, no es que no se lea, es más un problema de proporciones. Como digo en el comentario anterior, si asumimos un porcentaje más o menos estable de personas interesadas en la literatura de género, no es lo mismo ese porcentaje sobre la población de EE.UU. que sobre la población de España. Aparte de otras variantes culturales.

      Sobre un posible apoyo del sector público, pues hombre, no voy a decir que no me gustara, pero creo que hay cosas más urgentes xD

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    2. Sobre si en los siglos XIX y XX se leía más o menos que ahora. Suele haber un malentendido de fondo en los que sostienen que se leía más a pesar de que el número de analfabetos fuera mayor. ¿Dónde está lo que llamo malentendido? En que cada una de las personas con las que he tenido esa conversación creía que entonces el número de lectores potenciales eran lectores reales, lo que ahora no ocurre. Y que además leían obras de calidad. ¿Qué será eso?
      Una petición más: ¿no le podrías dedicar una entrada del blog al derecho nobiliario?

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    3. Ya, totalmente.

      Lo del derecho nobiliario lo tengo en reserva. Creo que me lo pediste tú hace tiempo, pero no sé por dónde cogerlo xD

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    4. Hay una importante diferencia entre la ciencia ficción estadounidense y la española. La estadounidense fue pionera, siempre se vio con buenos ojos por parte de la intelectualidad y se exportó a todo el mundo. En cambio, en España llegamos tarde y la intelectualidad miró aquello con malos ojos. Ello hace que las novelas de ciencia ficción estadounidenses vendan bastante más en España que las propias españolas (yo diría que unas 10 veces más pero no tengo datos precisos). Al final resulta, exagerando un poco, que leen ciencia ficción española los que escriben ciencia ficción española. Con estos datos es comprensible que en España cueste horrores sacar adelante una revista con relatos de españoles.

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    5. Está claro que ese sesgo existe. En el ámbito hispanohablante tenemos a autores estupendos (desde clásicos como Barceló, Gorodischer o Mallorquí hasta los más nuevos que está publicando Cerbero), pero hay que buscarlos. No son lo que a uno le salta a la vista cuando empieza a meterse en la ciencia ficción.

      Una forma de paliar ese sesgo, aunque exigiría más inversión todavía, sería publicar en esa revista traducciones de relatos de autores estadounidenses. Ganaría todo el mundo, porque actualmente esos relatos quedan sin traducir, justo por estas mismas razones: los ha publicado una revista y no forman parte de una antología que pueda ser comercializada en España.

      En fin, soñar es gratis xD

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    6. Pues no recordaba habértelo pedido. Pero se ha muerto Carmen Franco y he vuelto a acordarme de que hay algo que se llama derecho nobiliario: me enteré de que existía cuando las hijas mayores de los que se dicen nobles empezaron a disputarles títulos a sus hermanos menores que los heredaban por ser hombres. Por mi parte, no entiendo por qué van a juicio: que lo solucionen acordando un sitio y una hora. Y todavía menos que paguen un impuesto para que el Estado reconozca su nobleza: ¿no es irónico? Esto en el Antiguo Regimen no pasaba. Desgraciadamente, en el caso del ducado de Franco herede la hija mayor --lo más probable, porque esa es otra: desde 2006 hay una ley que elimina la preferencia de la línea masculina por ser contraria a los valores de igualdad lo que es todavía más absurdo-- o no, ésta transmisión (si la ARMH no consigue impedirla) está exenta. Adiós a los 2.753 euros.

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    7. Ay... No es ésta transmisión, sino esta transmisión. ¿Se puede borrar después de publicar?

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    8. Se ha entendido, se ha entendido xD

      Ya te digo, no sé si fuiste tú xD Bueno, el tema de la igualdad en el acceso a los títulos nobiliarios y de la fiscalidad de los mismos puede ser una idea :3

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