Anteayer se difundió por Twitter una
secuencia de fotos en la que se ve cómo Manuela Carmena niega el saludo a
Esperanza Aguirre. La ex presidenta le tiende la mano y la otra se queda de
brazos cruzados, provocándole a Aguirre esa situación tan incómoda en que no
sabes si cruzarte de brazos, cruzarle la cara a la otra persona o, ya desatado,
terminar de levantar la mano y cantar el Cara al Sol. Que siendo Aguirre era lo
más probable.
Por supuesto, las redes sociales se han
llenado de derechistas diciendo que vaya con Carmena, que aquí vemos su
verdadera catadura moral, que en el deporte siempre se saluda al adversario,
que menuda maleducada, que si Maduro y Venezuela, que si tal y que si cual. El
hecho de que la foto en realidad fuera un trucaje (Aguirre y Carmena
estaban en un grupo más amplio de gente, y la popular fue a saludar a otra persona mientras la otra miraba) les
ha callado un poco, pero aun así se les sigue oyendo rezongar.
Es una pauta común. Sucedió también con
aquellos desplantes de estudiantes a Wert y con los abucheos que recibió
anteayer el pobre capullo al que mandaron a repetir el argumentario del
PP a Callao. Siempre que alguien le dice algo fuera de tono a un pepero, saltan
los fans a hablar de mala educación. Como si ser “bien educado” o “cortés”
fuera un valor absoluto e inmune a la crítica.
Yo, la verdad, no alcanzo a comprender
por qué Carmena tiene que ser educada con Aguirre o con el PP, que lleva toda
la campaña difamándola. Que si prevaricadora, que si le regalaron la plaza de jueza como compensación por la matanza de los abogados de Atocha,
que si proetarra... Tampoco entiendo por qué los estudiantes
galardonados hace dos años deberían haberle dado la mano a Wert, un tío que ha
tenido como labor demoler el sistema educativo para que los pobres vean vetado
el ingreso a sus capas superiores. Denegarle el saludo a gentuza así es lo
mínimo que se merecen.
La “buena educación”, que en un mundo
perfecto debería ser una serie de normas de cortesía mínimas para evitar fricciones
innecesarias, se convierte en un instrumento ideológico de control. Es un poco
como el patriotismo: uno diría que es más patriota el que lucha porque en su
país no se desahucie a nadie o haya servicios públicos de calidad que el que
recorta las infraestructuras y se lleva el dinero a Suiza, aunque el primero no
se identifique con ninguna patria y el segundo sí. De la misma manera, es una
falta de respeto mayor difamar, mentir, insultar y llevar adelante políticas
asesinas que negarle el saludo a quien hace todo eso. Pero han conseguido darle
la vuelta.
La derecha, viendo que su fondo
ideológico es ya insostenible, vive de las formas. Es profundamente hipócrita,
pero la cuestión es que cala. ¿Cuántas veces a lo largo de vuestra vida os han
dicho que “si insultas pierdes la razón”? Es una especie de axioma que nadie
justifica y que consigue que quienes lo defienden entren en cortocircuito si
les pides que lo expliquen. ¿Que por qué pierdes la razón si insultas? Pues
porque es así. Si insultas pierdes la razón. Pim-pam. Causa-efecto.
El problema es que no es así. No lo es en
absoluto, y no lo es porque los argumentos empleados son los mismos
independientemente de que se expresen con una cortesía versallesca o entre
gritos de furia porque es que, mire usted, nos están abocando a la miseria. La
calma y la cortesía –tanto tenerlas como pretender imponerlas– son atributos
del privilegiado que le permiten quedar como una persona razonable y abierta al
debate civilizado que por desgracia se ve obligada a tratar con vociferantes
que se dejan llevar por sus emociones y sentimientos. Y eso les sirve como una
excusa genial para no dejarse convencer de nada, demostrando que esa supuesta
apertura al diálogo no es más que una máscara, una pose que esconde que en realidad
está muy bien como está y no va a cambiar de forma de pensar. Por supuesto,
esta dinámica exige que haya insultos o descortesía: si no hay nada de eso, se
lo inventarán o directamente no contestarán.
Y todo eso cala, claro que cala. El 15-M,
cuyo aniversario celebramos estos días, era muy de ese pacifismo inútil, de
gritos mudos y de “no violentar” y de mitos como Gandhi o Martin Luther King.
Bienpensantismo que al final ni expresa descontento ni consigue cambios ni vale
para nada. Porque, en definitiva, es un arma del poder.
Así que sí, os echaréis las manos a la
cabeza, pero yo defiendo la mala educación como signo de cabreo y la superación
de las “reglas de un debate civilizado” cuando de lo que se trata es de luchar
contra políticas que nos matan. Y eso es una ventaja para vosotros, porque os
permite ignorar tranquilamente todo lo que yo diga, amparándoos en mis
horribles, horribles formas de malhablado.
Están acostumbrados a la hipocresía y al quedabien. No entienden que esa teórica mala educación no es tal, sino coherencia con uno mismo y dignidad, cosa que la mayoría de políticos pierden en época de elecciones.
ResponderEliminarTotalmente.
EliminarLa cortesía es algo muy clasista, lo que diferencia al rico del pobretón que -según los que llevan la sartén por el mango- no sabe expresarse. A partir de ese origen taaan benévolo, nos lo han ido metiendo implicitamente como normas sociales, sin las cuales -supuestamente- viviriamos como en una tribu aborigen.
ResponderEliminarHe simplificado una barbaridad el tema xDDD Pero la cuestión es que en si todo es una falsedad tan grande como una catedral, una forma de demostrar que "eres bueno y te han educado bien", cuando en realidad como bien dices, una persona que esta siendo "maleducada" podría estar mandando un mensaje mucho más potente e importante que la persona que se mantiene estática porque "es lo que tiene que hacer". Que por perder los nervios no significa que no tengas razón, se pueden perder los papeles por muchos motivos y no por eso convertirte en carne de cañón. Pero por desgracia al final hay que pasar por el tubo, y a todos nos meten en la cabeza -y bien metido- que para ganar cualquier debate tienes que ser el que tenga el discurso más gélido, porque sino nadie te tomará en serio.
¡Saludos Vimes! :)
PD: No me he olvidado del tema de la ley Mordaza y te agradezco un montón tu respuesta, pero no he tenido ni pizca de tiempo para leer realmente la cuestión. Final de semestre y sus problemas, pero pronto tendrás respuesta mía.
Han convertido en algo deseable ser cortés e impasible y así se ponen en una posición de superioridad frente a quien no puede o no sabe comportarse así. Y esto afecta a quien lo sufre, vaya que si le afecta. Psicológicamente es brutal, un sentimiento de inferioridad muy incisivo.
EliminarNo pasa nada, a tu ritmo :)
Magnífico artículo, completamente de acuerdo contigo en todo, por primera vez, jajaja y espero que no última
ResponderEliminarGracias :)
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