¿Qué pasa en Twitter con la Historia? ¿Por qué cada cierto (poco) tiempo aparecen listos a ridiculizarla y a afirmar que no es un campo de estudio de verdad? Suele ser siempre el mismo esquema: después de alguna polémica sobre tema histórico, a alguien se le ocurre decir que en realidad las humanidades son meras aficiones. Por poner como simple ejemplo una de las chorradas de los últimos días, hubo varios diciendo que cualquier friki obsesivo puede aprender lo mismo que los historiadores solo con tiempo y un carnet de biblioteca. En las respuestas, otro se chuleaba de que él sabía más de vexilología, heráldica, uniformidad y equipamiento militar de época (¿de qué época?) que sus amigos historiadores. Y así todo.
Pero insisto, esto son solo ejemplos. El problema es que cada pocos meses pasa lo mismo, sea con estas o con otras palabras. Me parece reseñable que suelan ser personas de ciencias duras o de carreras técnicas las que sueltan esos desprecios. Creo que hay varios elementos. El primero tiene que ver con ese estereotipo de ingeniero o arquitecto que se cree más listo que nadie (1) y piensa que tiene ideas geniales que a nadie se le habían ocurrido. Me acuerdo de un amigo, matemático, que cuando ambos cursábamos nuestras respectivas carreras me decía que seguro que era posible reducir todo el derecho a un conjunto de axiomas de los cuales se derivaban consecuencias, y así nos quitábamos todo el marasmo de leyes. Yo, por supuesto, le dije que acababa de descubrir la Ilustración y la codificación.
Un segundo elemento es que mucha gente, tanto en estas ciencias duras o carreras técnicas como en la calle, considera que las humanidades y las ciencias sociales son campos de conocimiento menores. No quiero ser ese amigo demasiado woke, pero establecer esa jerarquía tiene que ver con cosas tan ajenas al conocimiento como son la empleabilidad de los graduados o el dinero que pueden llegar a ganar (2). Es decir, que, como ciertas carreras son capaces de producir de forma directa bienes que el mercado considera de alto valor, resulta que son áreas superiores a las demás. Así expuesta, la afirmación es tan estúpida que no merece ni refutación (y, por ello, no se suele exponer de manera tan cruda).
El tercer factor, siguiendo por esta senda de ser demasiado woke, lo he sacado del libro Trabajos de mierda, de David Graeber. En este ensayo, Graeber afirma que muchas personas tienen trabajos de mierda, definidos como aquellos que no tienen ningún sentido ni utilidad social: gente cuyo trabajo es engañar o perjudicar a otros, parchear sistemas permanentemente rotos, escribir informes que nadie va a leer, etc. Según el autor, las personas que tienen estos trabajos de mierda lo saben, y eso les genera resentimiento hacia quienes tienen ocupaciones significativas. No voy a decir que este libro tenga todas las respuestas, pero me parece significativo que la última vez que hablé con uno de estos cuñados (que definía los estudios históricos como «un esquema Ponzi») me acabara reconociendo que quiso estudiar historia, pero se metió a una carrera técnica por las salidas laborales.
Y luego está el cuarto elemento, que afecta especialmente a la Historia. Porque todo lo que he dicho hasta ahora tiene que ver con todas las humanidades y ciencias sociales, pero los cuñados se concentran en especial en esta disciplina. ¿Por qué? Pienso que porque es cercana y parece fácil. En cuanto a la cercanía, todos tenemos la historia alrededor: pasear por cualquier ciudad te expone a ruinas romanas, palacios medievales, un Ayuntamiento del siglo XIX o unas casas reconstruidas tras la Guerra Civil. Además, aunque hayas odiado la asignatura de historia durante la secundaria, seguro que te encantan las anécdotas, batallitas y «datos» históricos, que es por lo que triunfa tanto la divulgación pop de Concostrinas y similares. Es una relación mucho más directa de la que tenemos con la filología, la filosofía, la sociología, la economía o la psicología. Algunos de estos campos ni siquiera sabemos definir con precisión a qué se dedican.
En cuanto a la facilidad, la gente percibe que la historia es poner datos uno detrás de otro hasta que cuentan algo. Eso no puede ser tan difícil, ¿no? Es pura memoria. Como el del esquema Ponzi de más arriba, que presumía de «aprenderse» las guerras púnicas en una tarde tonta, o el tipo que chuleaba saber más de banderitas que todos sus amigos historiadores. Que no está mal saberse las guerras púnicas o conocer muchas banderitas, ¿eh? Pero eso no es saber historia ni ser historiador.
[Como nota al margen, es fascinante cómo esta gente se obsesiona con la historia militar y, en ocasiones, política, ¿eh? Nada de historia económica, nada de historia de la vida cotidiana, por supuesto nada de historia de grupos discriminados… No, no, solo tanques, ejércitos y discursos.]
En general, la gente confunde mucho tres conceptos: conocer datos históricos, ser historiador y tener la carrera de Historia. Conocer datos históricos es lo que ya he dicho, saberse ciertos hechos (los hayas aprendido de forma más sistemática, como en el instituto, o menos sistemática, por curiosidad personal) y saber recitarlos. En el otro extremo, ser historiador es ser capaz de tomar las fuentes originales, interpretarlas y hacer historia nueva, es decir, determinar qué pasó en épocas y lugares de donde no se sabía nada, o avanzar en el conocimiento de épocas y lugares de los que ya se conocían cosas.
¿Y cómo se pasa de lo uno a lo otro? Normalmente, por medio de la carrera de Historia. Supongo que uno de los problemas es que siempre nos quedamos con lo superficial y pensamos que lo que se hace en las carreras universitarias es lo mismo que se hacía en el instituto, pero más grande. ¿Recordáis a mi amigo el matemático? Yo le vacilaba preguntándole si en sus asignaturas le enseñaban a multiplicar un millón por un millón. De la misma manera, hay gente que se cree en serio que la carrera de Historia supone aprenderse muchísimos hechos históricos. Al fin y al cabo, ese es el contacto que han tenido ellos con la historia: un aprendizaje puramente memorístico. Y es lógico. La primaria y la secundaria son niveles que lo que quieren es que aprendas un poquito de todo, unos conocimientos básicos para desenvolverte, y se centran en transmitir datos.
Las carreras universitarias son diferentes, porque son ya una especialización. Transmiten datos, sí, pero también técnicas y formas de trabajar. El objetivo no es que salgas sabiendo mucho, sino que salgas sabiendo dónde buscar, como interpretar y, a ser posible, cómo generar nuevo conocimiento en tu campo. Yo en Derecho aprendí leyes, pero las leyes cambian. Lo más valioso que me enseñaron fue el modo de pensar jurídico, que me permite analizar conceptos, encontrar argumentos, valorar distintas interpretaciones y buscar más información. Eso es lo que un lego no puede hacer, por muchas leyes que se sepa.
En la carrera de Matemáticas no enseñan a multiplicar un millón por un millón y en la de Historia no te enseñan toda la historia al detalle. Por lo que he hablado con historiadores, aprenden precisamente técnicas para buscar fuentes, leerlas de forma sistemática, interpretarlas, saber si mienten, compararlas… Todo lo que permite llegar a ser historiador. Ojo, que no es una relación necesaria. Alguien puede tener la carrera de Historia y no dedicarse a ser historiador, porque su trabajo no consiste en producir conocimiento histórico sino en cualquier otra cosa (por ejemplo, ser profesor). Y alguien puede ser historiador sin haber cursado la carrera de Historia, ya que no estamos ante una profesión regulada. Pero para eso, tiene que haber aprendido de forma autodidacta las mismas técnicas que enseñan en la carrera, no dedicarse a leer las fuentes primarias (con suerte) que le apetezcan y aprenderse acríticamente los datos que más le gusten.
Al final, cuando te especializas en
algo, las técnicas acaban siendo más importantes que los datos. Inventamos la
escritura precisamente para no tener que tener en la cabeza listas y listas de
datos inútiles. Y sí, digo inútiles, porque saberte un montón de hechos
históricos descontextualizados te permite ganar al Trivial y poco más. Presumir
de que conoces más banderas que tus amigos historiadores es tan tonto como
aprenderse de memorieta el Código Civil y decir que eres mejor jurista que yo
porque tú te sabes en qué artículos está regulado el censo enfitéutico y puedes
citarlos. Ya, cariño, pero soy yo el que tiene herramientas para entender cómo
funciona esa institución y cómo se encaja en el sistema jurídico, y para armar
un argumento sobre la misma. Que es lo que diferencia al friki obsesivo del
verdadero profesional de una materia.
(1) Me parece interesante traer a colación que los dos «divulgadores» revisionistas más conocidos, el tonto de las cisternas y el tonto de los dibujitos, son respectivamente ingeniero y arquitecto.
(2) Por esta razón, cuando todos
estos listos denuestan las humanidades, siempre se les olvida el Derecho. Esa
debe de ser una humanidad Premium o algo.