Definitivamente, para mí el transporte público es un elemento que impacta en la lectura. En 2022 y 2023, que tenía dos y tres viajes a la semana al otro extremo de Madrid, leí 16 y 12 libros respectivamente. Este año, que hago trayectos mucho más cortos, han sido 7 y parte del octavo.
En cuanto a temáticas, hay más realismo que otros años: dos de los libros y los dos tebeos son de esta temática.
¡Allá va la lista!
1. P de Peligro (Sue Grafton, 2001)
Hace nueve semanas, el doctor Down Purcell, un reputado geriatra que pasa sus últimos años dirigiendo una clínica, salió del trabajo, se subió en su coche y no se le volvió a ver. También han desaparecido su pasaporte y treinta mil dólares. Detrás queda Crystal, su esposa, mucho más joven que él. Pero es Fiona, su ex mujer, quien contrata a Kinsey. Al parecer, Down estaba metido en varios problemas (unas relaciones familiares complejas, una sospecha de fraude en su trabajo) y era precisamente de Crystal de quien tenía que huir.
Los misterios de Kinsey Millhone no necesitan mucho para gustarme. Dame un rato entretenido y me tienes. Aquí, Kinsey ataca un caso de persona desaparecida que tiene muy mala pinta, porque en nueve semanas ya se tendría que haber sabido algo. Y a la vez decide cambiar de oficina, pero sus caseros no son lo que ella espera.
Eso sí, una cosa es que tengo que
decir del estilo de escritura de Grafton es que es seco como él solo. A mí me
gusta, pero todo tiene un límite. En otros libros de la saga termina con un
epílogo o algo que explique las consecuencias y baje el caso a tierra. Aquí ni
eso. Es el primer libro que veo que termina in medias res. Kinsey resuelve el
caso y hala, punto final. Vámonos yendo que me cierran el banco. No sé, Sue
Grafton, un poquito de gracia al asunto, ¿no?
2. Rotunda (Candela Sierra, 2023)
Brisa es una joven graduada en Bellas Artes que, desesperada por curro, accede a trabajar en Rotunda, una empresa que hace rotondas. Al principio todo parece genial: el dueño, Delfín, es un tipo muy simpático y hay camaradería entre los compañeros. Pero claro, eso es al principio.
Interesante tebeo sobre la cultura del pelotazo, simbolizada aquí en una empresa que hace esculturas para rotondas (muy propio, la verdad) y que está en manos de Delfín, un nepobaby que no tiene ni idea de dirigir un equipo y cuyo padre, que es quien le consigue los contratos, presiona para que haga lo que se desea. Es muy interesante que el dibujo de Delfín es mucho más tosco y menos detallado que el del resto de personajes. Los demás son personas reales, él es un muñeco de palo con camiseta que intenta quedar bien con todo el mundo y cuyos cambios de humor sufren los demás.
Me gusta que, con la distancia que
da el tiempo, vayan saliendo obras de ficción sobre la época del ladrillazo. Es
todo un tema de la historia reciente de este país.
3. La glándula de Ícaro (Anne Starobinets, 2013)
Antología de relatos de ciencia ficción, aunque varios de ellos (especialmente El Lazarillo y La frontera) son más terror que otra cosa. Ninguno me ha disgustado activamente, pero muchos me han parecido un poco flojos, en especial el último, que es el más largo y que trata sobre lo malas y alienantes que son las pantallas. Creo que mis preferidos son los que tienen un enfoque más clasicote: La Frontera (sobre un tren que viaja en el tiempo) y Delicados pastos (sobre transferencia de consciencia a otros cuerpos).
Es interesante leer ciencia ficción
desde una perspectiva no occidental, eso sí. Aunque el libro en conjunto me ha
dejado un poco frío, quizás busque algo más de la autora.
4. Un paraíso en el infierno: las extraordinarias comunidades
que surgen en el desastre (Rebecca Solnit, 2009)
Interesante libro que estudia el funcionamiento de la gente en las catástrofes. Sigue el hilo de cinco grandes desastres (el terremoto de San Francisco de 1906, la explosión de Halifax de 1917, el terremoto de Ciudad de México de 1985, el 11 de septiembre y el Katrina), aunque menciona bastantes más de manera secundaria, como el terremoto de Managua de 1972 o el de Loma Prieta de 1989.
El libro argumenta que, ante un desastre, las elites entran en pánico y empiezan a concebir a la gente como enemigos. Estas elites creen en una humanidad hobbesiana, que está siempre lista para lanzarse a una orgía de saqueos, disturbios y violencia. Estas ideas, que han sido reforzadas por básicamente toda nuestra cultura popular (en la cual la respuesta a los desastres cae en manos de un héroe de acción masculino mientras la masa cae en pánico), dificultan la respuesta de estas elites al desastre y, de hecho, lo agravan. Ayuda que llega tarde, víctimas tratadas como delincuentes, burocracia lenta, etc.
Y, sin embargo, no es eso lo que ocurre en los desastres. A partir de los estudios de los sociólogos del desastre y de una importante investigación periodística que ha recabado decenas de testimonios, la autora construye la tesis opuesta: en las catástrofes, la gente tiende a organizarse de forma espontánea, creando breves utopías que funcionan razonablemente bien durante un tiempo y que a veces logran cambios permanentes. Estas comunidades y redes permiten que la gente obtenga incluso sentimientos positivos (satisfacción, alegría, vínculos personales) cuando trabaja por los demás miembros de su comunidad.
Dos de las ideas que más relevantes
me han parecido son:
- El "equivalente moral de la guerra": la guerra es horrible, pero saca a la luz virtudes como valentía o unidad. ¿Podría haber un equivalente, que permitiera exteriorizar las mismas virtudes sin que nos estemos matando entre nosotros? Quizás los desastres puedan tener ese sentido.
- Los vínculos entre desastres, carnavales, revoluciones y activismo. Solnit habla de cómo la vida diaria es tan complicada de llevar y tan llena de compromisos que no queremos, que a veces concebimos los momento de ruptura como formas de liberación. Estos momentos de ruptura son efímeros por naturaleza, porque enseguida se recupera la normalidad o se construye otra nueva, pero son importantes.
Leyendo el libro he estado pensando en los propios desastres que yo he vivido, como el 11-M, el COVID o Filomena. Y es cierto que yo tenía en la cabeza la idea de desastre como pistoletazo de salida para la violencia, mientras comprobaba en mis carnes que no era así: la gente donando sangre tras el atentado, mis vecinos fundando una red de apoyo para las personas que no podían salir a hacer la compra durante la enfermedad o quitando nieve de las calles después de la nevada... Y mientras tanto, las instituciones a por uvas. Da bastante que pensar.
En la parte negativa, el hilo está
escrito por una señora yanqui de mediana edad, y entonces está lleno de bobadas
sobre redención, salvación, sentido, comunidad o incluso el propio paraíso que
aparece en el subtítulo. A veces agota tanta referencia a la alegría y tanta
sospechosa mención a lo bien que se sintieron los voluntarios que fueron a
ayudar. Pero, si estás dispuesto a no tenérselo muy en cuenta, estamos ante un
buen libro
5. La súbita aparición de Hope (Claire North, 2016)
Desde que tiene 16 años, Hope es olvidada. Puede pasar horas con alguien, pero si desaparece de su vista, a los pocos minutos la otra persona ha olvidado todos los detalles. Eso impide a Hope tener cosas tan básicas como amistades, parejas, trabajo, educación formal o asistencia médica, pero le facilita muchísimo cometer delitos. Un día, entristecida por el suicidio de una mujer que parecía tenerlo todo, Hope actúa de manera impulsiva y se cruza en el camino de un conglomerado empresarial que aspira nada más y nada menos que a convertir en perfectos a todos los seres humanos. O al menos a quienes puedan pagarlo.
En una primera capa, esto es un tecno-thriller de ciencia ficción sobre cómo una mujer que no deja impronta en las personas se enfrenta a una empresa que vende una perfección imposible. Y como tal funciona. Pero, como toda la buena ciencia ficción, es algo más: es una novela sobre la identidad, sobre qué nos hace ser como somos. Alguien que no es definido por la relación con los demás ¿puede tener identidad? ¿Puede ser libre? ¿O puede, incluso, ser la única persona libre?
Estamos ante un libro soberbio
(quizás un poco menos hacia la mitad, pero soberbio en general) que recomiendo
empezar con tiempo por delante, porque se beneficia mucho de poder dedicarle
ratos largos a empaparte de lo que propone la autora. Yo no pude hacerlo y lo
noté.
6. Los enanos (Concha Alós, 1963)
En una pensión barcelonesa en la década de los '60, varios personajes desenvuelven su miseria. Mujeres y hombres aplastados por la pobreza, la suciedad, la nostalgia y la muerte. Pero una de las mujeres, la señorita María, escribe un diario.
Durísima novela realista con protagonismo coral. Está la historia de una ex artista de variedades, ahora casada con un vendedor ambulante, que recuerda los tiempos de prosperidad. La de la propia dueña de la pensión, que podría (o no) tener un amante. La del boxeador marroquí que pierde todas las peleas. La de la joven que solo se acuesta con un hombre para sacarle algo, con un poco de suerte un matrimonio. Y solo una contada en primera persona, la de la señorita María, que es testigo de todas las demás, porque la suya ya terminó.
En algunos puntos me ha parecido una
novela extremadamente innovadora para su época, sobre todo en lo que hace al
tratamiento del deseo y la sexualidad femeninos. En general es una novela
protagonizada por mujeres, y todas tienen una personalidad tan marcada que casi
parece que uno está ahí, en esa desoladora pensión llena de ratas.
7. Telefónica (Ilsa Barea-Kulcsar, 1949)
En los primeros días de guerra en Madrid, la alemana Anita Adam llega para encargarse de la censura de prensa. En un momento en el que todo el mundo tiene claro que la ciudad va a caer, nadie puede permitirse ni un error, y Anita, con sus modos extranjeros, su mal español y su abierto criterio de cómo llevar la censura, se encontrará pronto metida en un embrollo más grande del que puede gestionar.
Me ha costado entrar en este libro, y al principio me ha hecho sentir hasta incómodo. Es una biografía apenas novelada: la autora, igual que la protagonista, vino a España a echar una mano a la república y acabó encargada de la censura en el edificio Telefónica. Allí, se enamoró de un oficial superior, igual que le pasa a la protagonista.
Con este trasfondo, el hecho de que todos los personajes respondan a estereotipos (los españoles fanfarrones y valientes, las españolas pasionales y celosas) me hace recordar esos cuadernos de viaje que escribían los intelectuales franceses en el siglo XIX sobre lo pintoresco que era un asalto bandolero español, olé. El hecho de que la primera mitad de la novela sea un montón de personajes planos pensando en follar no ha ayudado, la verdad.
Aun así, la segunda mitad mejora. Los personajes siguen siendo estereotipos, pero son más variados, cambian incluso un poco y la trama es más entretenida.
La traducción es excelente. La
biografía de 40 páginas de la autora que hay al final me sobró bastante, la
verdad.
8. El cuerpo de Cristo (Bea Lama, 2023)
La madre de Vero siempre ha estado mal. A veces no quiere salir de la cama. A veces dice que un demonio la acosa. A veces bebe demasiado. A veces cree que su marido la engaña o que su hijo se droga. ¿Cómo se sobrevive en esta situación?
Durísimo cómic (en algunos puntos más novela ilustrada que cómic), con fuerte elemento autobiográfico, sobre la complicada relación de una joven con su madre. Ha ganado el Premio Nacional del Cómic, y la verdad es que es merecidísimo. Por un lado, por la técnica: algunas de las páginas están bordadas en vez de dibujadas, y la autora alterna entre técnicas para relatar el momento actual o flashbacks de diferentes momentos.
Y luego, por lo que cuenta y por
cómo lo cuenta. Me he sentido muy identificado en algunas partes, por
desgracia. En otras no, pero la forma de contar la historia de su madre es
durísima y muy humana.
9. Superluminal (Vonda N. McIntyre, 2023)
Laenea acaba de transformarse en ciborg: con un corazón artificial, que garantiza un bombeo constante, está en condiciones de pilotar las naves espaciales que se mueven a velocidad superior a la de la luz. En ese momento, se encuentra con a Radu, un simple tripulante, que viene de un planeta lejano en el que Laenea estuvo ayudando un tiempo atrás. Radu y Laenea se enamoran, y descubren enseguida que la separación entre pilotos y el resto de la humanidad no obedece a un capricho.
La edición española de esta novela me fastidia bastante. No me gusta que las novelas no tengan sinopsis visibles. Esta tiene un fragmento del prólogo de Lola Robles y otro del Manifiesto Ciborg en los que hablan de sus temas, pero nada que me indique de qué va, que es lo que me interesa cuando estoy eligiendo libros. Si la saqué de la biblioteca fue exclusivamente porque conozco a la autora y había oído hablar bien del libro.
Y entonces lo abro y me encuentro con una traducción que podría mejorarse mucho y con una maquetación fea como pocas. Cada vez que se pasa de narración a diálogo hay un interlineado doble, y cuando se vuelve a narración el siguiente párrafo empieza sin sangría. Esto dificulta bastante entender cuándo hay cambios de escena, y dificulta la lectura de escenas con mucho diálogo, hasta el punto de hacerse incómodo.
Me costó empezar con este libro, la verdad: la primera parte es muy lenta, pero luego coge carrerilla y plantea una trama muy interesante, que, para mi desgracia, al final se deshilacha un poco. El saldo es positivo, y la parte central me ha parecido muy buena, pero ni el principio ni el final me han fascinado. Y, desde luego, si tenéis oportunidad, leedlo en inglés.
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