Ya ha empezado. “Venecia cobrará 3 € de
tasa a los turistas”, se anunciaba hace un par de semanas. La ciudad adriática,
que está anegada por visitantes de forma permanente, va a empezar a cobrarles
entrada aunque sea simbólica: 3 € en 2019 y 6 o 10 € (dependiendo de si es
temporada baja o alta) de 2020 en adelante. Entiendo que la medida se aplica
solo a quien visite el casco antiguo, es decir, las islas; no es muy conocido,
pero la ciudad tiene también una amplia franja de territorio continental –la zona
de Mestre, Zelarino, Marghera…– que imagino que no se verá afectada.
El objetivo es el turista que menos
dinero deja en la ciudad, es decir, aquel que no duerme en un hotel de la
misma: quien pernocte en Venecia estará exento de la tasa. Enseguida han
empezado a surgir las típicas voces contrarias que aparecen siempre que una
ciudad trata de regular el flujo turístico, desde la ya manida acusación de
turismofobia hasta el descacharrante “es que se trata de una actuación
recaudatoria”. ¡Pues claro que es recaudatoria, imbécil! Pero es que se calcula
que por Venecia pasan 30 millones de visitantes anuales, de los cuales
14 están solo un día. Algo habrá que hacer para paliar los efectos de todo ese
gentío.
14 millones de personas, que se dice
pronto, ¿eh? 14 millones de seres humanos que llegan a Venecia, cogen el vaporetto a las islas, miran cuatro
sitios turísticos, comen y se van a la siguiente parada del tour italiano. ¿Qué aportan a la ciudad?
¿Los impuestos de una comida barata y el precio de la entrada del Palacio
Ducal? Pues vaya. Al menos, si les cobramos una entrada para llegar a la ciudad
se obtendrá algo más de dinero con el cual financiar la conservación de tanto
monumento histórico. Que es mucha gente paseando cada día por los mismos
puentes, las mismas iglesias, las mismas plazas y los mismos palacios.
“Pues que lo paguen los ciudadanos
locales, que para eso viven allí”. Ja. Sí. Verás. La cosa es que después de la
2ª Guerra Mundial, el turismo se convirtió en el motor económico de Venecia
(una ciudad que había olvidado sus tiempos de Serenísima República y de
dominadora del Mediterráneo y que languidecía dentro de Italia), pero ahora
está siendo su muerte. La gente se está largando. Normal, ¡nadie quiere vivir
en un parque temático de turistas! El municipio de Venecia tiene ahora
mismo unos 261.000 habitantes, 100.000 menos que en 1971 (una caída del 28% en
50 años) y a niveles previos al baby-boom
postbélico. Si contamos solo las islas, la situación pasa de preocupante a crítica: solo unas 55.000 personas viven allí cuando en 1950 lo hacían unas
175.000.
¿De verdad es lógico exigirle a una
población de este perfil que repare los destrozos provocados por un flujo
constante de peña que llega con el único objetivo de ver Lo Que Hay Que Ver En
Venecia gastando la mínima cantidad de dinero posible? ¿No sería más razonable
que esos turistas pagaran algo? A mi entender, sí. A partir de ahora, si vas a
Venecia tienes que contribuir: o te quedas al menos una noche (lo cual ya
implica, aparte del hotel, gasto en más sitios) o pagas la tasa. Es gestión
razonable del flujo turístico, no turismofobia… o no solo turismofobia. Y hago el matiz porque creo que puedo
entender que el veneciano medio haya acabado odiando a esas hordas de cretinos
que invaden su ciudad cámara en ristre.
Ante el caso veneciano a mí me vienen a
la cabeza dos preguntas: ¿es exportable a otros países? Y ¿es suficiente? La
primera pregunta es porque he descrito Venecia como una ciudad que tuvo gloria
y poder en el pasado pero que luego los perdió y languideció durante mucho
tiempo hasta que empezó a funcionar como destino turístico, un camino que ahora
amenaza con arruinarla. No sé si conocéis algún otro lugar que se ajuste a esa
descripción. Yo conozco uno. Va, os daré una pista: se trata de un país,
empieza por “Esp” y termina por “aña” (1).
Todo nuestro país parece construido
siguiendo el modelo veneciano, en especial los destinos más populares como
Barcelona. ¿Podríamos importar aquí la “tasa veneciana”? Más allá de
dificultades políticas y legales, le veo un problema físico: Venecia es un
conjunto de islas. Es muy fácil cobrar al que entra o al que sale. Pero ya me
dirás tú cómo controlas las entradas y salidas de Barcelona o de la Costa del
Sol. Como no pongas controles de carreteras en cada acceso… (2)
Además, hay otra cuestión. Al mencionar
el caso veneciano he hablado del “tour italiano”
y creo que todo el mundo me ha entendido, pero si no es así me explico: se
trata de esa idea de hacerse toda Italia en unos pocos días, viendo en realidad
las cuatro cosas emblemáticas y masificadas que hay cada ciudad. Me da la
sensación de que en España no tenemos tanto eso: la gente va a Barcelona o a
Madrid o al destino que sea, pero no hay una idea de “en cuatro días me hice
Barcelona, Zaragoza, Madrid y Toledo”. No existe el mismo turismo de un día que
en Venecia; de importar la tasa veneciana habría que hacerlo con las
modificaciones pertinentes.
Mi segunda pregunta es si esta tasa es
suficiente. Creo que no. No es disuasoria, porque si te has gastado cientos de
euros en un viaje organizado a Venecia pagas 10 sin rechistar. Y sí, dará
dinero para invertir en infraestructura y en reparación de monumentos, pero el
problema real no deja de ser una ciudad cada vez más despoblada y más orientada
hacia el turista, con alquileres y comida cada vez más caros y puestos de
trabajo cada vez más precarios. Y eso no hay tasa que lo arregle.
Alguien va a tener que lanzar la primera piedra y hablar en serio de regular flujos de turistas, que no es más que un término bonito para establecer cupos máximos de personas que pueden visitar la ciudad al año, al mes o a la semana. De nada nos sirve que cada turista pague 3 o 10 € si siguen llegando 30 millones a la ciudad cada año: ese flujo es insostenible. Lo de los cupos suena muy feo, sobre todo porque todos queremos ser turistas y visitar las maravillas del mundo, y no nos apetece que nos digan que no podemos pasar. ¿Cómo que no, si he pagado? Pues bien, quizás haya que comprender que, si queremos que esas maravillas del mundo sigan ahí durante mucho tiempo, no podemos sobreexplotarlas.
Pero ya no es solo un tema de
conservación de la naturaleza o del patrimonio, sino de quién son las ciudades.
Hace años, al hilo de la propuesta aquella de que el Samur se llevara por la
fuerza a personas sin hogar a albergues (propuesta hecha, como no, por
Esperanza Aguirre), escribí que Madrid no es un parque temático. Es una
idea que he rescatado en este artículo. Un parque temático es un lugar aséptico
y frío, que imita de forma superficial la vida en ciudad (hay calles, tiendas,
restaurantes, bancos) pero donde no existe una verdadera vida urbana. Estos
fenómenos de masificación turística más allá de todo límite convierten las
ciudades en parques temáticos al servicio del visitante. Y, en el reverso,
perjudican de forma muy seria la calidad de vida del residente.
Que no se me malinterprete: me parece
genial el turismo, y es estupendo que la clase media acceda a él. Yo mismo he
disfrutado de sus ventajas y quiero hacerlo más. Y para los Estados es una
fuente de riqueza como cualquier otra, que debe aprovecharse. No hay que
prohibirlo. Pero sí regularlo. Limitarlo. Reducirlo a márgenes razonables.
Porque flujos como los que soporta Venecia (o, por venirnos al caso español,
Barcelona) no son sostenibles bajo ningún concepto.
Por tanto, sí, bienvenida sea la tasa
veneciana. Ojalá sea un primer paso.
(1) Las letras del medio son “cortijo”.
Ah, Espcortijoaña, qué gran país.
(2) Es interesante que el único sitio que
conozco de España donde se ha implantado una tasa al turismo es en las Islas Baleares.
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En mi opinión se podría enfocar de otra manera: estableciendo impuestos turísticos a las empresas de viajes en función de los planes de viajes que tengan, empleando un sistema similar al que ya existe para los impuestos comerciales (aranceles y tarifas). Para los turistas que viajan sin emplear agencias, habría que estudiar otra forma. Viviendo en una ciudad que tiene monumentos de interés turístico básicamente en cada plaza, tengo que decir que a lo mejor se podrían poner tarifas especiales en hoteles y bares/cafeterías (y no hay nada más sencillo para un camarero que reconocer a un "guiri", aquí en Granada tenemos el chiste de que una Milnoh -mote popular de la cerveza- vale 4 euros y una "Alhambra 1925" -que es el nombre oficial de esa cerveza- vale 4,50€). O tal vez en los pagos aduaneros, aunque me imagino que podría haber pillos intentando hacer pasar un viaje turístico por uno de negocios en plan:
ResponderEliminar"-Tipo de viaje?
-Negocios
-¿Y esa toalla playera?"
Mientras se cobre... xD
EliminarLa verdad es que es uno de esos casos en los que cobrar una tasa a la par me horroriza y me parece la mejor decisión del mundo. Por poner otro ejemplo, hace un tiempo estuve en Potes, Cantabria, y era imposible transitar o entrar a ninguna parte de la cantidad de turistas que invadimos el pueblo (que es bastante pequeño). Quizá también debiera de haber un cambio de mentalidad para los que pudiesen permitirse el ir de viaje en días no tan corrientes, como los días entre semana, pero como tampoco tengo mucha más idea esto... Desde luego, soluciones hay que ir implantando en todas partes. En mi propia ciudad hay días en los que es imposible ir a ninguna parte.
ResponderEliminar¿Horrorizar por? A mí me da un poco de pena que haya que recurrir a eso, pero cuando las oleadas de gente llegan a ciertos niveles, algo hay que hacer...
EliminarHorrorizar por el hecho de haber tenido que llegar a eso. Pero esto es lo siempre, supongo. Algo se explota brutalmente y luego vienen las medidas que no se previeron antes por X motivos, legítimos o no y en fin... Si la próxima vez que vaya a Potes o pueblos similares y me hacen pagar algún tipo de tasa la acabaría pagando, el pueblo bien lo merece, pero a la par duele haber tenido que recurrir a esto.
EliminarAh, eso es cierto, sí :/ Y me reitero en lo que digo en la entrada: al final alguien propondrá establecer cupos máximos de turistas al año. Y nos echaremos las manos a la cabeza, pero no habrá muchas más opciones.
EliminarUn breve apunte: en Barcelona sí que existe una tasa turística pero, a diferencia de la Veneciana, grava las pernoctaciones en establecimientos hosteleros y cuya cuantía depende del tipo y categoría de establecimiento (por ejemplo, en el caso de hoteles de 4* es 1,21 € por persona y día hasta un máximo de 7 días); como ya digo, existir existe, ahora, que sea una medida óptima (desde cómo se planteó hasta cómo se está ejecutando o cómo se está invirtiendo lo recaudado) ahí ya tengo mis dudas.
ResponderEliminarCurioso. Entiendo que se cobra a los hoteles y éstos repercuten, ¿no?
Eliminaral revés, primero es el hotel el que cobra el impuesto al huésped; Desconozco el proceso administrativo posterior pero lo más seguro es que sean los propios establecimientos hosteleros los que ingresan periódicamente el montante total y a correr (con más de 750 establecimientos en la ciudad, dudo mucho que el ayuntamiento lleve un control exhaustivo de lo recaudado individualmente)
ResponderEliminarBueno, cuando yo me refiero a "repercutir" me refiero a eso xD Es así como funciona en realidad el proceso de repercusión tributaria, pero es verdad que me he expresado un poco como el culo. Lo que venía a preguntar es si funciona como el IVA (que también es un impuesto que se repercute), y ya me has aclarado que sí. Gracias :)
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