La derecha está creciendo. Si uno
quisiera ponerse geopolítico, diría que desde la quiebra de la URSS en 1989 no
hay nada que frene la tendencia natural del capitalismo a tragárselo todo
(desde los recursos naturales a los gobiernos democráticos, pasando por
supuesto por esas nimiedades llamadas “derechos de los trabajadores”), pero no
vamos a llegar tan lejos. Diremos simplemente que de un tiempo a esta parte no
parece haber más que nazis en todas partes.
La reacción de las fuerzas que
deberían impedir que esto pasara no podía ser más desalentadora. No voy a
entrar en el papel de la prensa ni (de momento) en el de los partidos
parlamentarios. Me centraré en la respuesta a nivel de calle y redes, en
especial del sector autoidentificado como comunista. Hablo de un grupo de gente
muy concreto: treintañeros o mayores, en su mayoría hombres blancos con educación
universitaria, que critican a los jóvenes que no están tan “formados” como
ellos (hoy mismo he visto a uno quejarse amargamente de los frikis que hay en
el movimiento) y que no dejan de hablar de términos como “posmodernismo” y
“lucha parcial”. Últimamente están que no cagan con cierto libro cuyo título
alude a una supuesta trampa de la diversidad, lo que demuestra la calidad
intelectual de los sujetos.
Los comunistoides éstos me dan la rabia
propia de la bala esquivada, porque durante mucho tiempo tuve todas las
papeletas para convertirme en uno de ellos. Visto con la perspectiva que da el
tiempo, es todo bastante penoso. Estamos hablando de unas personas que se sitúan
en la periferia del discurso social y se ponen a exigir la unidad de la clase
obrera al tiempo que expulsan a cualquiera que no sea exactamente igual que
ellos. Y encima lo hacen como si tu interrupción les estuviera retrasando en la
toma del Palacio de Invierno, cuando en realidad son unos mindundis incapaces
de una acción coordinada que supere la decisión de si esta noche se cena kebab
o pizza.
Más en concreto, quiero centrarme en
un argumento que yo también repetí como lorito bien entrenado en mis épocas de
proto-bolchevique: “la izquierda está perdiendo a la clase obrera porque ya
solo sabe hablar de posmoderneces alejadas de los intereses de ésta; cuando
llegue una derecha fuerte que les prometa trabajo y pan, los obreros votarán a
esa derecha de forma masiva y tendremos un problema”. El argumento es atractivo
porque te hace quedar de marxista enterado: ¡lo relevante es la estructura, no
lo cultural, que es mera superestructura! ¡No os perdáis en guerras culturales,
que nada importan mientras no cambie la relación entre capital y fuerza de
trabajo!
El problema, claro está, es que ya
desde Gramsci (y anda que no ha llovido desde Gramsci) somos conscientes de que
la interrelación entre estructura y superestructura es mucho más compleja de lo
que pensaban los primeros filósofos marxistas. Además, ¿cuáles son esas luchas
parciales y posmodernas que dividen a la clase obrera? Pregúntale a cien
comunistoides y obtendrás cien respuestas distintas, todas ellas basadas en las
fobias personales del sujeto y ninguna sostenida por el más mínimo análisis
racional. Las menciones más comunes son el feminismo y los temas LGTB, y te
tienes que reír cuando lees a listos opinar que esas luchas no hablan de
cuestiones materiales.
Tengo tres grandes problemas con el
argumento de las luchas parciales y posmodernas alejadas de los verdaderos
intereses de la clase obrera. Paso a enumerarlos. En primer lugar, que es muy simplista. Presenta a
la clase obrera como una masa de gente indiferenciada que, qué casualidad, se
compone de varones blancos, heterosexuales y nacionales. Esa clase obrera
tendría un conjunto único de intereses, reflejado en la doctrina marxista más
clásica, y todo lo que se salga de ahí es “hablar de posmoderneces que no
importan a nadie”.
La pega, claro está, es que la
clase obrera no es esa masa unitaria, sino que está compuesta también por esa
oficinista que sufre acoso laboral, por ese mecánico trans que va a tres
palizas al año por serlo, por ese mozo de almacén marroquí que aguanta
estoicamente los chistes sobre moros de sus compañeros de trabajo y por esa
camarera lesbiana que tiene que sufrir que los clientes borrachos le pidan un
trío con su novia y ella. Puede que a ellos sí les interesen esas
“posmoderneces”. Puede que ya no se crean que lo único que importa es la
abolición del capitalismo, porque su experiencia demuestra que hay otros
problemas que intersectan con la condición obrera.
En segundo lugar,
este argumento es muy clasista,
puesto que sostiene que en cuanto venga la derecha a hablar de cosas concretas
se va a llevar a los obreros de calle. Las versiones más hardcore de este argumento
presentan a los miembros de la clase trabajadora poco menos que como bestias
incapaces de analizar nada ni de pensar en otra cosa que no sea su próxima
comida. En cuanto llegue alguien que se la garantice a costa de cualquier chivo
expiatorio, se llevará sus votos. ¡Qué halagador!
Estos, ejem,
análisis, tampoco les concede a los obreros (siempre entendiendo “obrero” de la
forma simplista que ya hemos visto) la capacidad de empatizar con quienes están
en peor situación que ellos y de interesarse, en consecuencia, por teorías que
superen el marxismo tradicional. Ya no es ni siquiera que el padre de familia
obrera vea que su esposa sufre discriminación laboral o que su hijo homosexual
sufre bullying
homófobo, sino que lee los periódicos, tiene redes sociales y está abierto a lo
que pasa en el mundo.
Al final, mucho mencionar a la clase
obrera pero parecen incapaces de confiar en que ésta sepa identificar y calar a
un facha según le vea venir.
Y por último, está el hecho de que
este argumento se está revelando falso
en sus dos partes. En primer lugar, allí donde está habiendo un ascenso de la
ultraderecha (pienso en el Brasil de Bolsonaro, en el susto que ha pegado Vox
en Andalucía o en el caso de los chalecos amarillos en Francia) las
explicaciones suelen ser muy distintas a “los obreros se han lanzado a votar a los
fachas”. Se puede hablar del papel de las clases medias, por ejemplo (1), o del
desencanto de los votantes tradicionales de otros partidos.
Pero es que además hay un hecho que me
está dejando anonadado. Y es que esa famosa derecha que iba a llevarse de calle
a la clase obrera con promesas concretas y materiales… no está haciendo
promesas concretas y materiales. A ver, algunas sí, desde luego. Pero ¿cuáles
han sido las primeras medidas de Bolsonaro en el Gobierno? Purgas ideológicas y
control de la educación para eliminar el “feminismo de género”. Y cuando el
Consejo Económico y Social francés decide lanzar una consulta ciudadana para tomarle
el pulso a la ciudadanía, ¿qué medida es la que recibe más votos? La abolición
del matrimonio igualitario.
El ejemplo más reciente es de España y
de ayer mismo: el documento que Vox pretende conseguir que firmen PP y C’s
si éstos quieren sus votos para la investidura de un presidente andaluz de
derechas. La medida estrella ya la conocíamos desde hace días, y consiste en la
eliminación de todo el sistema de protección contra la violencia de género. Sin
embargo, el documento va más allá. ¿Qué se propone? Que el presidente de la
Junta pida desmontar el Estado autonómico, que se deje de subvencionar a
asociaciones “ideológicas” e islámicas, que se garantice que los andaluces que
residen fuera no se vean obligados a escolarizar a sus hijos en catalán, derecho
de los padres a vetar contenidos de la educación de sus hijos, abolición de las
leyes autonómicas de memoria histórica y LGTB y fijación del Día de Andalucía el
2 de enero para conmemorar el fin de la llamada Reconquista.
¡Joder con la derecha que iba a venir
a hablar de cosas comprensibles y cercanas! Es que ni una propuesta sobre
desahucios, paro o desnutrición infantil, ni aunque sea para disimular. Casi
pareciera que han comprendido que esto es en buena medida una guerra cultural,
una guerra que se gana en las cabezas de la gente y que va a determina qué es
normal y aceptable para los próximos lustros. En un lado están las fuerzas del
biempensantismo, de toda esta clase media que lleva años frunciendo el ceño
ante desfiles del Orgullo y marchas feministas, sin alzar mucho la voz porque
el consenso social iba por otro camino, y que cree que ha llegado la hora de
vengarse. Y por el otro lado… bueno, tampoco quiero hacer sangre, comunistas
superpuros, pero vais a tener que decidir, porque la afiliación no es
automática.
Y en España el
peligro es muy real. No temo un gobierno de Vox, pero sí temo a Vox como quinta
fuerza, dándole al PP y a C’s los escaños necesarios para alcanzar la mayoría
absoluta y condicionando por ello toda su acción de gobierno. Aunque bueno, lo
de “condicionar” es un decir. Casado es más facha que su abuela, y le han
elegido por eso. En cuanto a Rivera, no olvidemos que su partido intentó jugar
la carta del antifeminismo entre las elecciones de diciembre de 2015 y las de
junio de 2016; como le salió mal, y fiel a su vocación de veleta, cambió de
opinión pública enseguida.
Ambos están
listos para sacar la tijera contra la LIVG en cuanto puedan, sobre todo si
tienen a Abascal para echar las culpas. Vox no es un partido catch-all, se puede
permitir ser facha sin complejos y plantearle a PP y a C’s exigencias que éstos
nunca implementarían por voluntad propia. Aunque uno pensaría que decir “es que
para alcanzar el poder tenía que pactar con los fachas y me exigían esto” no es
la mejor excusa del mundo (me recuerda al famoso “fue sin querer queriendo” del
Chavo del 8), la cosa es que entre convencidos cuela. Por desgracia, claro que
cuela.
Así pues, el único consejo que puedo
dar es que no os dejéis convencer por esta especie de “trampa de la unidad” que
esgrimen algunos teóricos o pseudoteóricos dizque comunistas. La clase obrera
no es una masa homogénea a la que algunos malintencionados estén intentando
dividir por medio de preocupaciones irrelevantes de tal manera que cuando
llegue el fascismo se los encontrará listos para cosechar. Antes al contrario,
es un conjunto muy diverso de individuos que afronta la vida como mejor puede,
y a veces la vida incluye cuestiones de identidad de género, de raza, de
orientación sexual o de cualquier otra cosa. Atender a esas preocupaciones
junto con las derivadas de la clase social no es mala leche por su parte, sino
pura supervivencia.
Y digo más: con toda seguridad, cuando
haya que pelear será esta clase de gente la que proporcione a los mejores
combatientes. No es solo la que tiene más experiencia en lidiar con condiciones
de mierda, sino que también es quien tiene más que perder si al final todo se hunde.
(1) Es cierto
que desde una perspectiva puramente marxiana, la clase media no es otra cosa
que clase obrera. Pero este discurso comunistoide que critico rechaza mucho a
las clases medias y tiene una apelación directa al “barrio”, es decir, a los
obreros con más conciencia de clase, que trabajan sobre todo en el sector
secundario y viven en la periferia de las grandes ciudades. Es éste el sentido
en el que empleo la palabra “obrero” en el texto.
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si el psoe en el gobierno no es capaz de proponer la abolición de la ley mordaza y de la reforma laboral qué esperas?
ResponderEliminarcomo decían de podemos: está muy bien que pongan carriles bici, pero no les votamos para que pongan carriles bici
Más escandaloso fue el debate entre arrimadas y la fugada de ERC cuando ninguna de las dos sabía cual era el porcentaje de paro en catalunya. Tampoco les interesa, ni a ella ni a nadie. Un año de desgobierno catalán en que no hacen nada, no proponen nada y nadie, ninguno de sus votantes pide explicaciones
Para qué vas a hacer política si tus votantes no te lo exigen?
Si yo no digo que los partidos de izquierda (o incluso el PSOE) sean la panacea. Digo que el fenómeno es mucho más complejo que "como hablan de carriles bici -por segur con tu ejemplo- ya Los Obreros no les van a votar".
EliminarEn el caso de las elecciones andaluzas, que es el más reciente, se juntan varios factores. Para empezar, el PSOE lleva gobernando la comunidad desde hace varias décadas, y su gestión ha sido más bien mediocre. De hecho casi la mitad del voto en esas elecciones ha estado condicionado por dicha gestión, principalmente el voto a Adelante Andalucía (Podemos e IU) y a C's. También ha habido un voto "oposición" al procés catalán (aunque bastante menor), que ha sido pillado en gran medida por el PP. Si a eso le sumamos que la mayoría de los dirigentes autonómicos de partidos en Andalucía son tirando a incompetentes, pues no dan ganas de ir a votar. Yo fui a votar con la nariz tapada, la verdad.
EliminarYa, si está claro que la abstención del votante tradicional del PSOE ha influido.
EliminarDe acuerdo contigo ... pero como siempre falla la cuantificación de los argumentos.
ResponderEliminarHay diez mecánicos que se ríen del mecánico marroquí, si pones el centro de la política en los derechos del marroquí tienes a 10 que no les interesa tus políticas centrales ....
El problema no es que no interese a nadie, es que se pone el centro en los intereses (justos por otra parte) de una minoría y sobretodo que se olvidan los intereses de esa mayoría.
Lo de pensar que "pone en el centro estos intereses" y se olvida del resto es algo en lo que tiene mucho que ver tanto el periodismo como las redes sociales (incluyendo a la clase de listillos de los que habla el artículo).
EliminarIU y Podemos no ha dejado de hablar de bajar sueldos de los politicos, de deshaucios, de corrupción o de condiciones laborales además de feminismo o racismo.
Pero ya solo les destacan en redes y noticias cuando hablan de eso último.
"No les oigo hablar de otra cosa" Pues sigueles a ellos en vez de a los que hablan de ellos y lo oirás.
(Bueno, cierto es que tienen una estrategia penosa, pero no es verdad que hayan dejado el resto de temas de lado)
Ah, a eso también sé jugar yo. En España hay un 50% de mujeres, un 10% de inmigrantes, en torno a un 7% de población LGTB y un 8,5% de población discapacitada. Aun teniendo en cuenta que esos datos no se pueden sumar a zorombullón y que no todas estas personas serán de clase obrera, el resultado es obvio: el número de personas pertenecientes a las minorías es superior al número de personas pertenecientes a esa mayoría de varones trabajadores blancos.
Eliminar(Aparte de lo que dice Hovenduck)
y otra cosa .... se puede ser machista y de izquierdas. Si miras el discurso 'populista' de Vox ... apunta en ese camino. Ataca al 'publico' con pocos ingresos y que no le preocupan demasiado los derechos de las mujeres .... que con otros discursos de igualdad económica puedes atraer a la izquierda. Pero si solo hablas de los derechos de las mujeres ....
ResponderEliminarNo, ya veo que se puede, ya.
EliminarSi dice que debe poner la cuestión de clase en el centro del discurso, será por algo. Las discriminaciones por género, raza o condición sexual, ya están penadas por ley. Pero se siguen realizando desahucios indiscriminadamente y el paro sube, y la gente pierde recursos. De ahí la cuestión de clase. Una mujer negra lesbiana, si tiene dinero, siempre va a estar por encima de un hombre blanco pobre y siempre va a tener más oportunidades, por mucho que existan los prejuicios.
ResponderEliminarhashtag humor
EliminarA mi lo que más me molesta es que, aún siendo un discurso minoritario que sólo se creen unos iluminados, hablan como si fuera un movimiento de masas, y claro, el problema nunca es que no consigan convencer a nadie y los propios obreros pasen de ellos, no que va, el problema es que la izquierda tiene un discurso que no es el suyo, con cero autocrítica de por qué no es el suyo un discurso hegemónico.
ResponderEliminarYa sabes, la culpa siempre es de la gente, que no hace lo que tiene que hacer.
EliminarMuy de acuerdo en criticar a esos comunistas o comunistoides cenutrios que desprecian todo lo que no les afecte a ellos o lo que no entre en una doctrina muy concreta (el extremo del ridículo es eso de gritar por la unidad al tiempo que expulsas a todo el mundo) pero lo cierto es que se puede caer en el error de que todo el que diga cosas semejantes lo pongamos en el mismo paquete, y eso no está bien incluso aunque consideremos que está equivocado. No es lo mismo quien dice que todo lo que no sea puro conflicto capital-trabajo no importa una mierda que decir que no es igual de revolucionario por ejemplo. Cierto que muchos de los que le dan un papel "secundario" pueden actuar en la práctica como igual de reaccionarios y cerriles que los que no le dan ninguno pero otros no, depende de quien lo diga y en que contexto. Sigo a una comunista (mujer) que habla de "luchas parciales" pero no en modo de despreciativo sino que se dedica precisamente a criticar a quienes minusvaloran esas luchas.
ResponderEliminarMi opinión personal sobre si hay temas secundarios o no: desde el punto de vista del sufrimiento personal, nada es secundario pues todo asunto que le cree sufrimiento a alguien tiene una gran importancia para ese alguien y sería una falta de empatía (o ser un cabrón) decirle que lo suyo es una chorradita sin importancia. Lo que pasa es que hay más cuestiones que la empatía por lo que desde el punto de vista estructural si que se puede discutir si algo es más importante o no (aunque sea por el número de personas a las que afecta). Cierto que la gente con determinada situación privilegiada o falta de ella tiene más probable asumir una opción u otra en ese debate, pero el rebatirle no debería constar solo de recordarle su condición.
Con lo de la posmodernidad tengo en cierto modo "el corazón partido". Veo que muchos llaman posmodernidad a todo lo que no les gusta y me gusta algo este artículo tuyo pero también entiendo en buena medida a un amigo que tengo que también se queja de la posmodernidad. Según él no es posmoderno el feminismo o la reivindicación LGTB sino que hay cierto feminismo y cierta reivindicación LGTB (liberal, pero no en el sentido de Rallo) que dejan mal injustamente a todo el feminismo y toda reivindicación LGTB y de paso a todo el progresismo. En twitter simpatizo y sigo a los que estáis más del lado supuestamente posmoderno, pero una cosa es que se abuse de esa palabra y otra que no haya nada malo relacionado con ella, no sé.
Lo de Daniel Bernabé es curioso. Es cierto que se ha ido comportando cada vez más de modo ególatra y estúpido y que ha dado alas a ese pensamiento reaccionario del que hablamos, pero curiosamente decía que su libro lo escribía precisamente contra ese simplismo que cree que la clase obrera son sólo varones, heterosexuales, nacionales, etc, etc. Puede que decir eso sea un engaño por su parte, pero no deja de llamar la atención.
OK
EliminarSimplemente brillante. No puedo estar más de acuerdo.
ResponderEliminar¿Conoces la frase de: "cuando solo tienes un martillo, todo te parecen clavos"? Pues a muchos marxistas tradicionales les pasa lo mismo. Si encima todo lo envuelves de un aura cuasirreligioso, con Marx, Lenin y Stalin como Santísima Trinidad, y la URSS como tierra prometida, tienes el caldo de cultivo para unos autenticos fanáticos.
Además todo esto se suma a la alergia que suele tener el intelectualismo patrio al análisis de datos que avalen o desmientan sus teorías, o estudios prácticos. Todo pura filosofía de salón. Siempre pensando en revoluciones que se han dado en situaciones históricas, sociales, y geográficas que absolutamente nada tienen que ver con la actualidad.
Y hay otra cosa que me fascina. Y es que los mismos que no tienen ningún problema en caer en la conspiranoia, y en una imagen caricaturizada de la sociedad, donde diez hombres con traje, chaleco y chistera mueven todos los hilos, creen que en esas mismas condiciones de control casi absoluto, puede triunfar una revolución "a las bravas" y sin disimulo. Sin ningún tipo de transición. La gente,a la que según su misma teoría le han comido la cabeza toda la vida, en cuanto les digas un par de cosas se convertirán en revolucionarios.
Y bueno, lo que más me revienta, es lo que como bien indicas, de que esta gente que vive de echar mierda sobre toda lucha social y toda forma de hacer las cosas que no sea la que ellos han previsto, se dediquen a criticar al resto por dividir, y ojo, "por no hacer autocrítica". Tócate los huevos, Manolete.
En fin, lo dicho: me ha encantado tu artículo,creo que expresa muy bien lo que muchos pensamos. Y perdona la chapa. Por cierto, ya no estás en twitter?
Saludos
¡Me alegro de que te haya gustado! Lo cierto es que la frase del martillo es apropiadísima.
EliminarAhora, después de dos cierres de cuenta, soy @NotVimesAtAll :p
Tenemos un cacao tremendo...
ResponderEliminarCreo que va siendo hora de reconocerlo, para poder hacer una crítica a la autodenominada izquierda desde posiciones simpáticas hacia ella. Pero también hay que entender las motivaciones de los "fachas" de Casado & Co. y no reducirles a tales: simplificarles beneficia la confusión y el aumento del lío, y por ende, a los que llamas fachas.
Yo os recomiendo a todos leer el Mito de la izquierda, de Bueno, para al menos comprender algo. VOX beben algo de Bueno, son los únicos en política institucional que lo hacen, y no podemos permitir que se lo queden.
No montarías unas jornadas de discusión "pacífica" vía messenger o skype o algo, Vimes? Yo te echo una mano buscando textos interesantes.
Yo ya no sé, pero habrá que hacer creer a la peñi que las cosas tienen soluciones, y que nos dejemos de la película partidista actual, por Dios.
Y Dios mío, que dejen de criminalizar a los no votantes, no es un derecho tan universal como creemos y es sintomático de no sólo desafección, sino de la incapacidad de la gente para implicarse en algo tan loco como la política, más allá del despotrique, y que esas son las cartas: no votar también es un derecho.
Le echaré un ojo al libro que dices ;) Pero creo que antes de montar yo unas jornadas de discusión sobre la izquierda me arrojo a un campo de cactus para hacerme la acupuntura xD
EliminarEl peyote no tiene pinchos...
EliminarComplicado lo veo... Desde mi punto de vista, la derecha fascistoide ha subido porque:
ResponderEliminar1-El poder económico ha pasado a estar dominado (otra vez) por el gran capital por lo que este, lógicamente, impone al poder político las medidas que se adecúan a sus intereses.
2-La población ha envejecido y la población mayor es más conservadora que la joven.
3-Dado que las condiciones de buena parte de la clase trabajadora han empeorado, esta es especialmente susceptible a agarrarse a los populismos.
No conozco muchos «comunistas de pro» como tú. Pero estoy de acuerdo en que es un poco absurdo criticar ciertas políticas por «no centrarse en lo que a la gente le importa», fíjate tú que Vox ha ascendido a los cielos centrándose en esas cosas «poco importantes». Por último, es bien cierto que el mundo es heterogéneo y contradictorio, yo soy pronuclear y me he pasado media vida votando a IU... XD
Como siempre, un post muy acertado. Saludos
¿Yo comunista de pro? xD
EliminarBueno, eres rojeras y eres un pro...
EliminarQuería decir que yo, al contrario de ti, no conozco a muchos «comunistas de pro». Reconozco que no me salió muy bien el redactado :-/
Eliminar:p
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