Puede que durante estos días te haya
llegado un rumor, una leve sospecha. Quizás en el trabajo hayan comentado algo,
o te hayas enterado en el bar o en la cola de la carnicería. A lo mejor lo has
leído en la prensa, aunque lo dudaría porque apenas se ha publicado nada al
respecto, y Twitter ha estado también muy tranquilo con el tema. Debo
confirmarte que es cierto: ha habido elecciones generales. Y las ha vuelto a
ganar el PP.
Como buen perdedor, yo voté a Izquierda
Unida. Y, como buen votante de Izquierda Unida, cumplo la tradición de cagarme
muy fuerte en el sistema electoral. Es evidente que la culpa del hundimiento no
es sólo del sistema electoral, ya que el actual lleva vigente desde la Ley de
Reforma Política del Estado y esta formación (o su antecesora, el PCE) ha
conseguido con él resultados mucho mejores. Pero alguna responsabilidad tiene
un sistema electoral diseñado por las elites tardofranquistas con la finalidad
de privilegiar el voto conservador y el voto a los grandes partidos, y que se
incorporó en parte a la Constitución con la finalidad de blindarlo.
El sistema electoral nunca es neutral. Se
establece buscando unos objetivos muy concretos: beneficiar a los partidos que
gobiernan en el momento en que se aprueba. Una vez establecido, se produce un
fenómeno de inercia: los que han ganado las elecciones no tienen incentivos
para cambiarlo y los que querrían cambiarlo no tocan poder. Así pasó que,
cuando el PSOE entró a gobernar con mayoría absoluta en 1982, se limitó a
aprobar una ley electoral que contenía el mismo sistema que le había llevado al
poder. Y mirad cómo ni Podemos ni Ciudadanos, dos partidos nuevos pero que
optaban a llevarse un buen pastel en las elecciones, han hecho bandera del
cambio del sistema electoral.
Todos los sistemas electorales se basan
en distritos electorales, que son las circunscripciones territoriales en las
que se elige a los diputados. A veces, como en Reino Unido, son distritos muy
pequeños (un pueblo o un barrio); otras como en Israel, hay una única
circunscripción nacional. En España, la circunscripción es la provincia: los
partidos presentan listas por provincia, de tal manera que cuando votas, yo qué
sé, al PP en Ávila, votas a la lista de tres personas que el PP ha presentado
en Ávila.
Una vez establecidas las
circunscripciones, hay que responder dos preguntas. La primera es: ¿cuántos diputados elige cada provincia, si es que
elige más de uno (1)? Lo normal es hacerlo según su población, pero
garantizando que ningún distrito, por pequeño que sea, se quede sin
representación. Aquí está el primer truco de nuestro sistema electoral. Hay
350 escaños: de partida se asigna 1 a Ceuta, 1 a Melilla y 2 a cada provincia,
con lo que quedan 248 para repartir en proporción a la población.
Quiero que reflexionéis un momento sobre
esto. Aquí podéis ver cuántos escaños ha elegido cada provincia en las
últimas elecciones. Las provincias despobladas están sobrerrepresentadas.
Ávila, Guadalajara y Huesca, que por población deberían elegir 1 diputado cada
una, eligen 3. Lleida y Lugo eligen 4 cuando les corresponden 2. Valladolid o
Huelva eligen 5 pero su población sólo les permitiría elegir 3. El caso más
extremo es el de Soria, que no tiene población ni para elegir un diputado y sin
embargo selecciona 2.
Aquí hay dos trampas. La primera que,
como hemos dicho, las provincias despobladas están
sobrerrepresentadas: eligen muchos más diputados de los que les correspondería.
Se trata de zonas rurales, muy escoradas a la derecha. La segunda es que, pese
a estar sobrerrepresentadas, cada una de ellas elige pocos diputados. Por
ejemplo, Soria está sobrerrepresentada (como ya hemos visto), pero sus 2
diputados no dan para nada. ¿Qué pluralidad va a haber con 2 diputados? O con
3, o con 4, o con 5. Uses D’Hondt o no uses D’Hondt, da igual: los dos partidos
más votados se repartirán casi todo el pastel, simplemente porque no hay casi
escaños. Pues bien: 174 diputados de un total de 350 salen de distritos que
eligen 7 o menos escaños.
Conclusión: la mitad de los diputados de
nuestro Congreso vienen de provincias rurales sobrerrepresentadas donde apenas
hay pluralidad en los resultados.
Vale, tenemos ya atribuidos los escaños a
cada distrito. Celebramos elecciones y nos planteamos la segunda pregunta: ¿cómo distribuimos los escaños entre los
distintos partidos, atendiendo a los votos que ha conseguido cada uno? Para
ello hay distintas fórmulas. En España se usa la fórmula D’Hondt, que es la
siguiente: se dividen los votos de cada partido entre 1, entre 2, entre 3…
hasta entre X, siendo X el número de escaños de la circunscripción. Se
atribuyen los escaños a las candidaturas que obtengan los mayores cocientes en
esa división.
La descripción del sistema y el ejemplo están tomados de la propia Ley Electoral |
Las fórmulas de reparto buscan un equilibrio entre proporcionalidad y gobernabilidad. La fórmula D’Hondt es de las menos proporcionales, pues privilegia al más votado y, en menor medida, al segundo más votado. Así pues, en las provincias grandes, donde sí habría posibilidad de que una fórmula proporcional produjera resultados interesantes, la aplicación de D’Hondt lo impide. Esto afecta a la otra mitad de diputados.
Como
dije, tenemos un sistema pensado para beneficiar a los partidos grandes (por el
hecho de que haya muchas provincias pequeñas y de que en las grandes la
aplicación de D’Hondt reduzca la pluralidad) y a la derecha (por el hecho de
que las provincias rurales estén sobrerrepresentadas). En cuanto a la inercia,
es evidente: los dos partidos grandes a nivel nacional (UCD, PSOE, PP) están
cómodos como están; los partidos grandes a nivel provincial (PNV, CiU) también,
y sólo los terceros partidos de ámbito estatal (IU, UPyD) se han quejado. Habrían dejado de hacerlo en cuanto hubieran podido
ganar unas elecciones.
En la próxima entrada veremos una
simulación de cómo quedaría el Congreso de los Diputados aplicando un sistema
más lógico, adaptado a la realidad política de España.
(1) En Reino Unido o EE.UU., por ejemplo,
cada distrito elige un diputado. Y entonces el problema es otro: concretamente,
configurar los distritos para que todos tengan más o menos la misma población.
Todo esto es cierto, pero también hay un elemento considerable que estaría bien tener en cuenta, y es que en la mayor parte de los casos los partidos de izquierdas dan por perdidos los votos de las zonas rurales, entregando sin ningún pudor esos 178 escaños al PP y al PSOE andaluz. La campaña de Podemos ha sido tan urbana que daba casi vergüenza, y en ningún momento han hablado de nada que interese a los que viven fuera de Barcelona, Madrid y otras 4 o 5 capitales de provincia. Tampoco ha intentado tocar la mayor parte de las provincias de la meseta, donde no se ha hecho ni un acto ni nada. Es razonable que la población de estas zonas que no tiene tampoco una ideología conservadora se sienta ninguneada por los partidos de izquierda y se abstenga de votar, arruinando las, ya de por sí complicadas posibilidades de un voto de izquierdas en zonas de poca población.
ResponderEliminarSé que intentar cambiar la tendencia de voto de las zonas rurales parece algo muy ambicioso, pero también es muy ambicioso querer llegar a la presidencia del gobierno, y está más que claro que para lo segundo hace falta conseguir lo primero.
Estoy totalmente de acuerdo. Castilla y León elige 32 diputados; Andalucía, 63; Extremadura, 10; Galicia, 23. No habría estado nada mal que trataran de arañar escaños ahí. Tampoco habría sido tan difícil: propuestas para los pueblos, 3 o 4 actos gordos de campaña en capitales secundarias y mítines más pequeños de los candidatos locales. Pero eso exige una perspectiva que Podemos no tiene.
EliminarHola:
ResponderEliminar"Y mirad cómo ni Podemos ni Ciudadanos, dos partidos nuevos pero que optaban a llevarse un buen pastel en las elecciones, han hecho bandera del cambio del sistema electoral." No es por ser fanboy de Podemos, pero en su programa electoral (http://unpaiscontigo.es/programa/, punto 228) va la reforma del sistema electoral. Además de que fue uno de los 5 puntos innegociables que mencionó Pablemos en su comparecencia post-electoral.
En cuanto a lo que dice Pablo Calero, y aún sin ánimo de defender a capa y espada a Podemos, creo que hay que considerar que es un partido muy nuevo que, en busca de resultados visibles y rápidos, ha centrado sus recursos en las batallas que podía ganar. No creo que que a día de hoy puedan competir con la maquinaria electoral del bipartidismo en la España rural. ¿Que esta estrategia hace que sus simpatizantes "de provincias" se sientan abandonados? Me imagino que sí. ¿Que es la más efectiva a corto plazo? Suongo que también.
No he leído el programa electoral de Podemos, pero, cuando escribía la entrada, me estaba imaginando que tendría algo como lo que me pasas. Por eso usé la concreta expresión "hacer bandera": un partido lleva muchas cosas en su programa pero sólo usa tres o cuatro como grandes buques insignia. A Podemos se asignan palabras como "regeneración democrática", "casta política" o "participación de la gente", no "reforma del sistema electoral".
EliminarLo del discurso postelectoral de Iglesias no lo sabía. Eso sí que me parece hacer bandera de algo, aunque después de haber perdido las elecciones es normal clamar por un cambio en el sistema electoral.
En todo caso, gracias por pasarme el programa de Podemos. He leído el punto 228 y me he quedado un poco con el culo torcido porque, en la siguiente entrada, iba a proponer reformas electorales que son exactamente la que ellos tienen en el programa: circunscripción autonómica, elección de diputados según peso poblacional (eliminando el mínimo de 2 diputados por distrito) y reforma de la fórmula electoral para pasar a otra de media mayor.
D'Hondt se supone que es un sistema que busca proporcionalidad, no es el más desproporcional. Es cierto que D'Hondt aparece normalmente más próximo a fórmulas de reparto mayoritarias que a las proporcionales*, pero el problema lo veo más en la sobrerepresentación que comentas y en el tamaño de las circunscripciones que en la fórmula propia D'Hondt. Es lo que has dicho: en circunscripciones pequeñas, los grandes van a sacar y los pequeños no(el caso de Soria o el tan comentado de Guadalajara) uses D'Hondt u otra. Hay quien propone lo de la circunscripción única, pero creo que la propuesta de Podemos es menos problemática.
ResponderEliminarDe todas formas, aunque es una de las exigencias de algunos partidos de la izquierda, ni aunque el PSOE quisiera cambiarla se podría hacer. Vamos, por desgracia el PP sigue teniendo mayoría absoluta en el senado, lo cual cierra la puerta a reformas constitucionales, por desgracia.
Buen artículo.
*Página 4: "The results reaffirm that the Imperiali
HA and d’Hondt are among the least proportional formulas (aside from the rarely used
Adams and equal Proportions HA methods)" -> http://www.kenbenoit.net/pdfs/PA84-381-388.pdf
Ya sé que D'Hondt es una fórmula proporcional, no mayoritaria. Pero de todas las fórmulas proporcionales, D'Hondt es la que arroja un resultado más desproporcional junto con, como bien dices, Imperiali y sus modificaciones. Yo no creo que sea el problema principal, pero sí es uno de los problemas a solucionar del sistema.
EliminarLo del Senado da igual. Se trata de una reforma del Título II (no afecta directamente al derecho de sufragio del artículo 23 CE), con lo cual se usa el procedimiento ordinario del artículo 157 CE, que permite que sea el Congreso el que apruebe las reformas. El verdadero problema es que el PP tiene en el Congreso minoría de bloqueo suficiente (más de 1/3) como para impedir cualquier reforma. De todas formas no lo debemos ver como algo mecánico: si el PP tiene que pactar para gobernar, acabará tragando con una reforma constitucional.
Ah, error mío pues. Pensaba que para las reformas constitucionales se requerían 2/3 de ambas cámaras por lo que dice el 168:
Eliminar«Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Titulo preliminar, al Capítulo segundo, Sección primera del Título I, o al Título II, se procederá a la aprobación del principio por mayoría de dos tercios de cada Cámara, y a la disolución inmediata de las Cortes.»
De todas formas me parece que te refieres a otro artículo. El 157 habla de los recursos de las comunidades autónomas.
Puede que el PP negocie y se acabe comiendo una reforma constitucional, pero siendo que es un partido que está en contra porque «no lo ve necesario», no creo que sea una reforma de gran calado. Pero bueno, habrá que ver qué pasa. Si algo han conseguido los patidos emergentes, es cambiar la situación anterior con las mayorías absolutas y a mí eso me parece bien.
Sí, quería poner 167 y trabuqué los dos números. Las Cortes están reguladas en el Título III, por lo que no se aplica ese procedimiento agravado sino el ordinario del 167.
EliminarLa verdad es que la desaparición del rodillo parlamentario es un paso, ¿eh?