Las campañas electorales suelen parecerme
aburridas. Los figurones de turno que aspiran a pastar en el Presupuesto
(maravillosa expresión de Galdós) salen y prometen lo que sea con tal de arañar
algunos miles de votos. Ésas podrían estar dotadas de cierto interés: parece
que vamos hacia un verdadero régimen pluripartidista después de años de
bipartidismo efectivo. Pero la verdad es que llevo desde el principio pasando
fuerte de la campaña y eso no iba a cambiar en esta última semana.
Y ayer pasó lo de la hostia.
Un chaval, un menor de edad, le sacudió
ayer por la tarde un puñetazo a Mariano Rajoy. Las interpretaciones fueron para todos los
gustos: ¿era acaso un adalid de la ultra-izquierda? La teoría de la
conspiración no se hizo esperar: ¿qué hacía un chaval tan joven cerca del
presidente? Posteriormente Rajoy pidió que no se sacaran conclusiones
políticas: ¿acaso nuestro presidente es más magnánimo de lo que parece?
Esta mañana se ha destapado el pastel,
claro. Resulta que el agresor es pariente de la esposa de Rajoy. Aunque desde
el PP se han apresurado a decir que es un parentesco lejano, chiquitito, que
casi no se ve, la cosa es que no cuela. Buena parte de los hechos que rodean al
atentado se explican porque Rajoy sabía que el chaval que le iba a agredir era
pariente suyo.
Le llamo atentado porque eso es lo que
es, aunque la palabra nos recuerde más bien bombas explotando. Cualquier
agresión a la autoridad es un atentado, que en este caso tiene prevista
una pena de 1 a 6 años de prisión por ser la víctima miembro del Gobierno. Eso
en el caso de mayores de edad, claro: la Ley del Menor le da al juez una
considerable manga ancha a la hora de aplicar las penas, mirando siempre al
objetivo de la reinserción. Veremos qué pena le cae: la cosa ha sido demasiado
gorda como para que no acabe delante de un juez, pero siendo quien es tampoco
le auguro una pena muy alta.
En todo caso, es atentado pero no
terrorista. Incluso con la definición absurdamente amplia que ha introducido la
reforma penal del PP, aquí no hay una motivación política. El País, por
ejemplo, ha dicho que la motivación de los ataques es que el presidente “tenía
dos sueldos”. Claro que El País también ha considerado relevante que el chaval
consume ansiolíticos o que fumó porros hasta hace poco, por lo que es evidente
que no nos podemos fiar de lo que diga.
Por cierto, que menuda coincidencia, ¿no?
Cuando el agresor no es musulmán o negro ni se le puede encontrar vinculación
con partidos de izquierdas (más allá de cuatro tuits), resulta ser drogadicto y
enfermo mental. Algún día va a haber que hablar de esta casualidad tan casual y
que tanto se repite. Porque evidentemente es casualidad. Pensar que hay temas
de estigma detrás es claramente conspiranoico.
Sobre mi valoración del ataque, yo he de
decir que sentí una intensa alegría cuando vi el vídeo del puñetazo. No soy yo
una persona que rechace la violencia en todos los casos: este acto de
violencia, aunque tremendamente inútil y sin ninguna intencionalidad política,
me ha parecido un acto casi kármico. Rajoy ha dedicado los últimos cuatro años
a la sistemática demolición del Estado del bienestar, y parece que va a emplear
los cuatro próximos en lo mismo. Que le partan la cara no quedará bonito, ni
será democrático ni resolverá nada… pero a mí, personalmente, me encanta.
Curiosidad legal que he visto comentada en algún debate: Dado que Rajoy estaba de campaña, paseando por el pueblo, no cumpliendo papel de Presidente del Gobierno, sólo un candidato más y, como mucho está en funciones... ¿eso influiría en algo? ¿cambia algo?
ResponderEliminarBesis <3
Eso que preguntas es interesante, y no se me había ocurrido pensarlo. Yo me inclinaría a pensar que no cambia nada, porque aunque no está en un acto institucional, sí estaba en un acto electoral al que había ido como presidente del Gobierno buscando la reelección. La razón del ataque fue también, de alguna manera, política: que el atacado, como presidente del Gobierno, cobra dos sueldos.
EliminarVamos, que no es como si yendo a comprar el pan se pelea por quién va primero en la cola y le acaban metiendo un meco.
Por supuesto, ésta es una opinión a vuelapluma. Si el chaval acaba condenado, veremos qué dice la sentencia.
Lo mismo hacen como con Hernando, y acaba como portavoz. Bueno, o que le dio la hostia además por pegar a su primo el pequeño y no estirarse y comprarle la play.
ResponderEliminarMás allá del humor, cierto es que la parte frustrada de nuestra conciencia, se sintió mejor. Por muy inútil y bestia que sea, sobre todo porque no tiene mayor repercusión para la salud de la víctima que unas puñeteras gafas.
Es que sí. Fue una descarga emocional xD
EliminarA mi me extrañó mucho la tranquilidad con la que se lo tomó Rajoy y que no hicieran sangre, y comenté que algo raro había ahí... y luego se destapó todo, claro, por esto mejor no meneallo...
ResponderEliminarLa paliza al consejal de Podemos en cambio no ha sido nada comentada, ni la gente con la cara sangrando de las manifestaciones contra este desgobierno... ni la mujer tuerta por pelota de goma...
Pena, lo que se dice pena, pena me da este país
Ya, la escena era rara... hasta que se descubre el pastel.
EliminarY tuvimos que aguantar a Percival Manglano diciendo que si todas las agresiones al PP y mimimimimi.
Yo estoy harta de ver a la gente politicamente correcta condenando la violencia y bla, bla, bla. Que matar a tu pueblo de hambre no es violencia, que va.
ResponderEliminarÍdem por aquí.
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