sábado, 19 de noviembre de 2022

Las penas con la Ley de Libertad Sexual

De un día para otro, los medios de comunicación se han llevado las manos a la cabeza con los supuestos errores, fallos y lagunas de la Ley de «Solo sí es sí». Se habla de rebajas de condena y de extraños razonamientos judiciales que las permite. Como siempre, no es oro todo lo que reluce, y vamos a tratar de deslindar un poco. 

En primer lugar: sí, es perfectamente posible que, tras la reforma de la Ley Montero, haya rebajas en penas ya impuestas. La razón es el principio de retroactividad de la ley penal favorable. Nuestra Constitución prohíbe que las leyes desfavorables para el ciudadano o que le restrinjan derechos se apliquen a sucesos cometidos con anterioridad a su aprobación (artículo 9.3): si una ley le aumenta la pena a un delito o tipifica comportamientos que antes eran lícitos, esta pena más alta o esta nueva tipificación solo se puede aplicar hacia el futuro, para hechos que se cometan después de que la nueva norma sea aprobada. La seguridad jurídica no permite otra solución.

Pero ¿y si la nueva ley es favorable al ciudadano? Por ejemplo, reduce la pena de un delito o destipifica conductas que antes eran delictivas. Pues eso sí se puede aplicar a hechos cometidos antes de la entrada en vigor de la nueva norma. Más aún: debe aplicarse. Tanto la ley española como diversos tratados internacionales obligan a ello. La razón es el principio democrático: si en el momento presente la sociedad considera que cierta conducta merece menos reproche que el que mereció en el pasado, ¿por qué la gente va a estar recibiendo una pena en la que la sociedad ya no cree?

Se ve mejor con un ejemplo. Cometo un robo a punta de navaja y me condenan a 3 años. Unos meses después, sale una ley nueva que modifica el delito de robo:

  • Si la nueva norma me perjudica (por ejemplo, dice que la pena mínima del robo son 4 años), eso a mí no me afecta. Por seguridad jurídica, no pueden empeorar mi situación.
  • Si la nueva norma me beneficia (dice que la pena máxima del robo son 2 años), yo puedo pedir la correspondiente rebaja de condena, porque, si la sociedad ya no cree que se deba castigar el robo con 3 años, no tiene sentido que yo cumpla una pena de esa duración.

 

Y la cosa es que la Ley del Libertad Sexual incluye algunas rebajas de pena. Tiene pleno sentido, porque amalgama en un único delito las conductas de la antigua agresión sexual (delito cometido con violencia e intimidación) y del antiguo abuso sexual (delito cometido sin violencia e intimidación).

Vamos a verlo más en concreto. Aunque antes de eso tenemos que decir unas palabras sobre cómo funciona el Código Penal. En la ley, cada pena está establecida como un marco: una duración mínima y una duración máxima. Dentro de ese marco penal, el juez impone en cada caso concreto la pena que le parece, atendiendo a las circunstancias del hecho. Entonces sucede lo siguiente:

  1. Antes de la reforma, la agresión sexual básica se penaba con 1 a 5 años y el abuso sexual básico con 1 a 3 años o multa. El marco penal del nuevo tipo básico está en medio: va de 1 a 4 años.
  2. Si había penetración, la agresión sexual se penaba con 6 a 12 años y el abuso sexual con 4 a 10 años, es decir, penas siempre superiores al tipo básico. Tras la reforma, esta conducta tiene un marco penal de 4 a 12 años.
  3. Si la conducta (incluya o no penetración) tiene agravantes, pasa lo mismo con las penas: el nuevo marco penal está en medio de los dos antiguos, porque, como ya he dicho, recoge conductas de ambos tipos penales.

 

Eso quiere decir que tiene pleno sentido que haya algunas rebajas de penas. Mientras esté sometido a la acción del sistema penal (es decir, mientras quede pena por cumplir) el reo tiene derecho a que se le rebaje la pena si la que le impusieron no resulta ya legal. Un agresor sexual que no haya realizado su delito con penetración no puede ahora cumplir una pena de 5 años.

Y diré más: esto no es una derrota, ni un error, ni un problema de técnica legislativa ni nada de eso. Es la consecuencia lógica de aplicar principios constitucionales que no deberíamos inaplicar. Por eso me molesta mucho que hayan salido desde el Gobierno a decir que van a reformar la ley para que estas cosas no sean posibles. Primero, porque no se puede. Y, segundo, porque es comprar el marco del punitivismo.

La Ley de Libertad Sexual es una norma muy completa (dedicamos cuatro artículos a analizarla superficialmente), que establece toda una batería de medidas para luchar contra esta lacra. Reducirlo todo a las penas y quejarse de que son muy bajas es, aparte de mentira (las penas del sistema español son bastante altas), pensar que contra el delito se lucha subiendo las penas y que cualquier día de menos que cumpla el reo es una derrota.

Dicho esto, vamos a analizar algunos casos concretos para tratar de entender qué ha pasado:

 

El caso del profesor

El caso del profesor es el más sangrante de todos. Estaba condenado a 6 años de prisión por abusar de tres de sus alumnas y ha salido completamente absuelto (1). Para entender qué ha ocurrido aquí, hay que conocer la figura legal del estupro.

La edad de consentimiento sexual es, antes y después de la Ley de Libertad Sexual, los 16 años. Eso quiere decir que cualquier acto sexual que se haga con un menor de 16 años es delito (2), mientras que cualquier acto sexual que se haga con una persona de 16 años o más será legal salvo que fuera no consentido. Claro, sencillo y para toda la familia.

Solo que no. Porque cuando la víctima tenía entre 16 y 18 años, existía una figura especial: el estupro, una modalidad de abuso sexual que consistía en realizar actos sexuales «interviniendo engaño o abusando de una posición reconocida de confianza, autoridad o influencia sobre la víctima». Se entendía que las personas de entre 16 y 18 años eran merecedoras de una protección especial contra quienes obtienen su consentimiento por medio de engaño o de abuso de confianza. Engañar o abusar de la confianza de un adulto para acostarte con él no era abuso sexual; hacerlo con una persona de 16 a 18 años sí lo era.

Fue este artículo el que sirvió de base para condenar a este profesor, puesto que las víctimas tenían 16 años. Lo que ha pasado es que la Ley de Libertad Sexual derogó este artículo. Entonces, la Audiencia Provincial de Madrid entendió que la conducta había quedado legalizada y, en una actuación de lo más discutible, avisó a los abogados del reo, que recurrieron y ganaron. Todo esto sucedió, encima, antes de que la ley entrara en vigor, por lo que el condenado estaba saliendo de la cárcel el mismo día en que la ley adquiría vigencia.

¿Está tan claro que la conducta del antiguo delito de estupro haya quedado legalizada al desaparecer el artículo que la penaba? Ni mucho menos. Ciertamente la figura específica del estupro ya no existe, pero esas agresiones se pueden reconducir al tipo básico de agresión sexual, que se comete cuando se realizan actos sexuales sin consentimiento de la víctima, entendiendo por tal una manifestación libre que exprese de manera clara la voluntad de la persona. Si el consentimiento fue obtenido abusando de la relación de autoridad e influencia que el autor tenía sobre una persona especialmente vulnerable (¡se trataba de menores a su cargo!), ni es manifestación libre ni Cristo que lo fundó.

Probablemente aquí a la ley le haya perdido su afán sintético. Por un lado, entiendo que no habría estado mal mencionar que el antiguo estupro sigue siendo delito. Por otro, es obvio que la Audiencia Provincial de Madrid quería absolver a este tío y optó por una interpretación que le favorecía (3). Aparte de avisarle para que presentara el recurso, que es algo que roza la prevaricación.

 

El caso del padrastro

El caso del padrastro es otro de los que más se ha difundido. El hombre dormía en la misma cama que su hijastra, que tenía 14 años, y, en un momento dado, comenzó a tocarla y acabó por penetrarla. Fue condenado a 8 años de prisión y ahora su pena se reduce a 6. ¿Qué es lo que ha sucedido? Simple: que, al no apreciarse agravantes, se le impuso la pena menor de todas las posibles. El marco penal entonces era de 8 a 12 años, mientras que ahora es de 6 a 12 años.

Como la sentencia original decía expresamente que se le imponía la menor pena posible, ahora que esa pena menor se ha reducido, lo que ha hecho el tribunal es adaptar la condena. Va a suceder lo mismo en muchos casos donde se haya aplicado, mencionándolo expresamente, el límite máximo o el límite mínimo de la pena: que, al haber variado dichos límites, se modificarán las condenas impuestas (nunca en contra del reo, como hemos visto).

Pero ojo, digo «en muchos casos» y no «en todos los casos» porque no es la única opción. En este artículo del catedrático de derecho penal Manuel Cancio se sostiene que lo importante es que el delito de agresión sexual ha cambiado de contenido. Es decir, antes de la reforma, una agresión sexual era sí o sí un delito cometido con violencia; ahora, este delito abarca ataques violentos y no violentos. Si hechos como el del padrastro se cometieran ahora, no se llevarían la pena mínima del marco penal actual (6 años), porque son indudablemente violentos. Bajar la pena a todos los casos donde se condenó a los límites máximo o mínimo del marco penal es un error, un automatismo. Los ajustes de penas cuando entra una ley nueva deben razonarse.

Además, a mí personalmente me parece que el problema en este caso no es la ley nueva, sino que un tribunal considerara que la acción de este tipo se merecía el mínimo de pena posible.

 

Disposiciones transitorias

Hemos visto qué pasa si una figura queda despenalizada (o, al menos, si queda despenalizada a interpretación de los jueces) o si se impuso la pena mínima o la máxima del marco penal. Pero no hemos visto qué pasa si se impone cualquier otra pena.

Vamos a ver un ejemplo. La violación (agresión sexual con penetración) tenía antes una pena de 6 a 12 años, y ahora la tiene de 4 a 12. Supongamos que alguien fue condenado a 9 años y está cumpliendo su condena. ¿Qué pasa ahora? Pues hay dos opciones:

  1. Entender que el principio de retroactividad de la ley penal más favorable se aplica en relación a la concreta pena impuesta. Si antes la pena era de 9 años (justo la mitad del marco penal antiguo, que iba de 6 a 12), ahora debe ser de 8 (justo la mitad del marco penal nuevo). Y así con todas las penas, siempre que el cambio beneficie al reo.
  2. Entender que el principio de retroactividad se aplica en relación al marco penal. La antigua pena ¿es posible con la ley nueva? ¿Puede imponerse, está dentro del marco previsto en la ley para ese delito? Sí. Por tanto, no se toca.

 

Es obvio que la segunda interpretación es menos favorable al reo. Es en general la que se ha seguido en las grandes reformas penales: se añadía una disposición transitoria que entendía que la nueva ley «no se considerará más favorable cuando la duración de la pena anterior (…) sea también imponible con arreglo» a dicha ley nueva. Eso lo hacía el propio Código Penal en su DT 5ª, pero también macrorreformas como la de la LO 5/2010 (DT 2ª) o la de la LO 1/2015 (DT 2ª).

La Ley de Libertad Sexual, como muchas otras normas que incluyen reformas menores (en extensión) del Código Penal, no trae ninguna previsión al respecto. Esto ha hecho que varias Audiencias hayan revisado las penas de acuerdo a la primera interpretación y que, en consecuencia, ciertos sectores acusen al Gobierno de legislar con imprevisión.

Pero eso no es así. La retroactividad se ha aplicado siempre en relación al marco penal, de tal manera que, si el marco nuevo permitía la pena antigua, esta se conservaba. No es necesario meter en cada reforma penal una DT que fuerce esta interpretación: la prueba es que la Audiencia Provincial de La Rioja la ha empleado para, precisamente, no modificar ninguna de las revisiones de condena que le han pedido. Como las penas antiguas caben en el marco penal nuevo, no hay nada que revisar.

 

 

 

Así pues, y ya por concluir, para que se forme esta tormenta perfecta ha sido necesario algo de mala técnica legislativa y bastante voluntarismo judicial en torno a una institución tan delicada como es la retroactividad de leyes penales favorables. Ah, y muchas personas ansiosas de que le vaya mal a Irene Montero jaleando y difundiendo, claro.

A ver qué pasa en los próximos meses, cuando el Tribunal Supremo vaya resolviendo recursos y cuando la Fiscalía General del Estado dicte una circular que unifique criterios.

 

 

 

 

 

(1) Tenía también otra pena por posesión de pornografía infantil, pero esa ya la había cumplido.

(2) Salvo que la otra persona sea próxima en edad y desarrollo al menor.

(3) Recordemos que el principio in dubio pro reo funciona solo en relación a los hechos, no en relación al derecho. Si el juez tiene dudas sobre el resultado de la prueba, tiene que aceptar el relato de hechos más favorable al encausado, pero eso no rige cuando la duda es sobre cómo interpretar un artículo de la ley.

 

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jueves, 17 de noviembre de 2022

La Ley de Memoria Democrática (y IV) - Otras medidas

Hemos dedicado los tres artículos anteriores a ver el grueso de la Ley de Memoria Democrática: sus principios básicos y las políticas que deben seguirse en este tema. Pero la ley tiene otros aspectos relevantes, como el reconocimiento que hace del movimiento memorialista o el régimen de infracciones y sanciones.

 

Movimiento memorialista

Durante décadas, el avance en pro de la memoria histórica lo han asumido entidades particulares procedentes de la sociedad civil: eran las asociaciones de víctimas y de memoria histórica las que desenterraban fosas comunes o luchaban para quitar homenajes franquistas del callejero. En 2007, la Ley de Memoria Histórica asumió ese modelo: el movimiento memorialista era el impulsor y el Estado, como mucho, apoyaba. Sin embargo, esta ley solo tenía un artículo que mencionaba a las entidades de memoria, y era bastante magro: se reconocía su labor, sin efectos jurídicos más que la posibilidad de que el Gobierno les concediera distinciones.

La actual Ley de Memoria Democrática cambia el modelo y le da bastante más protagonismo al Estado, pero no olvida a las entidades memorialistas, que son «aquellas asociaciones, fundaciones y otras entidades y organizaciones de carácter social que tengan entre sus fines la defensa de la memoria democrática». Se mantiene el reconocimiento a su labor y la posibilidad de concederles distinciones, pero la ley hace más cosas. Para empezar, y como casi todo en la LMD, hay un registro, en el que pueden inscribirse todas las entidades sin ánimo de lucro que tengan por objetivos la preservación de la memoria democrática. Tendría que haber contado la cantidad de registros, censos e inventarios que crea esta ley, lo cual es una muestra de lo absolutamente en pañales que estamos en la materia.

La principal innovación es el Consejo de Memoria Democrática, una entidad pública adscrita al Ministerio que tenga la competencia en esta materia. Lo preside el ministro y lo componen representantes de la Administración General del Estado y de las entidades memorialistas, así como expertos en la materia. Es un órgano básicamente consultivo: emite informes sobre el proyecto de Plan de Memoria Democrática, sobre la normativa de desarrollo de la LMD, sobre la política de memoria, etc.

Dentro de este Consejo se constituye una comisión de carácter académico, temporal, no judicial e independiente, que tiene por objeto «contribuir al esclarecimiento de las violaciones de los derechos humanos durante la Guerra y la Dictadura», con el fin de garantizar los derechos a la verdad, la reparación y la no repetición. Esta comisión de la verdad (tomada de otros países que han sufrido violaciones sistemáticas de derechos humanos en algún momento del pasado) tiene que elaborar un informe que sistematice la información existente sobre violaciones de DD.HH., para superar la fragmentación y dispersión que hay ahora mismo.

Por último, se crea un Centro de la Memoria Democrática, para salvaguardar la dignidad de las víctimas y promover la memoria democrática.

 

Régimen sancionador

Otra de las novedades importantes de la ley es que establece un régimen sancionador para las conductas contrarias a la memoria democrática. Se trata de infracciones administrativas, no penales, que pueden recaer tanto sobre personas físicas o jurídicas. Como casi siempre en el derecho español, están divididas en tres categorías:

  • Infracciones muy graves. Sobre todo tienen que ver con actuaciones irreversibles: traslado de restos, destrucción de fosas, destrucción de Lugares de Memoria Democrática, destrucción o apropiación de documentos, etc. También la convocatoria de actos o campañas públicas que exalten la sublevación, la guerra, la dictadura, sus dirigentes, etc., y la inaplicación de las medidas necesarias para impedir dichos actos.
  • Infracciones graves, muchas de las cuales son formales: excavación de restos sin autorización, no comunicación de hallazgos, no protección del patrimonio, etc. También el incumplimiento de la resolución por la que se ordena retirar símbolos o elementos contrarios a la memoria democrática.
  • Infracciones leves, que solo son dos: deteriorar las placas que identifican los Lugares de Memoria Democrática o intervenir en estos lugares sin autorización.

 

Las sanciones son básicamente pecuniarias. La multa va de 10.001 a 150.000 € para infracciones muy graves, de 2.001 a 10.000 € para graves y de 200 a 2.000 € para leves. Uno de los criterios de graduación, por cierto, es la capacidad económica del infractor. Las sanciones no pecuniarias se pueden añadir a las pecuniarias en caso de infracciones graves o muy graves: cierre temporal de los locales donde se cometen las infracciones, comiso de los bienes y pérdida de la posibilidad de obtener subvenciones en materia de memoria democrática.

 

Otras medidas

La Ley de Memoria Democrática termina con una veintena de medidas. Algunas de las más importantes son: 

  1. Establece un procedimiento para sacar el cadáver de José Antonio del Valle de Cuelgamuros.
  2. Establece un procedimiento para retirar recompensas y condecoraciones a agentes policiales torturadores. No usa ese término, sino el de «actos manifiestamente incompatibles» con la condecoración, pero se refiere a eso.
  3. Se ordena la extinción de todas las fundaciones que hagan apología del franquismo, del golpe de Estado o de sus dirigentes, finalidades estas que quedan definidas como contrarias al interés general. Es decir, que se extingue la Fundación Francisco Franco. Se modifica la Ley de Fundaciones para facilitar que la Administración inste la liquidación.
  4. Algo similar se hace con las asociaciones que hagan apología del franquismo, que no podrán tener la condición de asociación de utilidad pública. Además, en el plazo de un año el Gobierno debe promover la modificación de la Ley de Asociaciones para incluir como causa de disolución la apología del franquismo.
  5. Se crea una comisión de trabajo sobre Memoria y Reconciliación con el Pueblo Gitano, para aplicar los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición en relación a esta etnia.
  6. Se llevarán a cabo medidas para custodiar los archivos y bienes de las presidencias del Gobierno democráticas, con el fin de promocionar la historia de la democracia en España.
  7. Se ordena la elaboración de un estudio sobre la vulneración de los derechos humanos de personas que luchaban por la consolidación de la democracia entre la entrada en vigor de la Constitución y el 31 de diciembre de 1983, es decir, durante los cinco primeros años de democracia.

 


Hasta aquí la serie de artículos sobre la Ley de Memoria Democrática. Como hemos visto, es una norma que debería llevar aprobada décadas. Todo lo que hace es de justicia elemental, y dedica más espacio a establecer cauces de investigación, a ordenar la realización de censos y registros y a crear procedimientos que a tomar verdaderas medidas. Creo que hay un intento declarado de hacer que la memoria democrática deje de ser un tema político y de gobierno (algo que depende de la buena voluntad de quien mande en cada momento) para pasar a ser una cuestión de cumplimiento legal por parte de la Administración (algo que debe hacerse sin importar el color político del Gobierno).

El miedo, supongo, es que venga un Gobierno del PP en 2023 y eche por tierra todos los esfuerzos. Esperemos que no sea así, aunque para ello es necesario que se den prisa: hay que constituir muchos órganos, promulgar muchos reglamentos, aprobar muchos planes, poner en funcionamiento muchos registros y proponer unas cuantas reformas legislativas antes de que el sistema planteado en esta ley pueda echar a andar de verdad. Así que venga, a trabajar rápido.

También es una norma que se enfoca mucho en lo simbólico. Claro, tantos años después es difícil enfocarse en otra cosa: muchas víctimas han muerto, así como muchos de sus herederos directos (es decir, es complicado indemnizar a nadie), la mayoría de los perpetradores están también criando malvas, los delitos han prescrito y los expolios y robos de propiedad se han convalidado por la vía de la usucapión. Hay muy poca justicia material que conseguir. Por eso, de las cuatro grandes «patas» de la ley, las verdaderamente gordas son las de verdad y no repetición (denominada deber de memoria democrática): la de justicia y la de reparación están casi de adorno.

Mi conclusión es que es una buena ley, pero que llega muy tarde. Esperemos que sirva para algo.

 

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lunes, 14 de noviembre de 2022

La Ley de Memoria Democrática (III) - El deber de memoria

En artículos anteriores hemos visto los aspectos generales de la Ley de Memoria Democrática y las políticas de verdad, justicia y reparación. Decíamos que esas políticas, que se corresponden con tres de las garantías que debe proteger el Estado ante violaciones masivas de derechos humanos, eran tres de las grandes patas de la ley. La cuarta pata es el denominado deber de memoria, que se superpone con la garantía de no repetición. 

El artículo 34 de la ley lo define como «medidas destinadas a evitar que las violaciones de derechos humanos que se produjeron durante el golpe de Estado, la Guerra y la Dictadura, puedan volver a repetirse» que se toman «con el objeto de preservar en la memoria colectiva los desastres de la guerra y de toda forma de totalitarismo». Estas medidas se despliegan en una serie de áreas.

 

Símbolos, elementos y actos contrarios a la memoria democrática

En cuanto a símbolos y elementos contrarios a la memoria democrática, es otra de las áreas donde se engrosa lo previsto en la Ley de Memoria Histórica de 2007. Esta norma atribuía a las Administraciones la competencia de eliminar los símbolos y monumentos públicos que exaltaran el golpe, la guerra y la dictadura, y de anular ayudas o subvenciones a los propietarios privados que no retiraran los de sus edificios. Ahora, esta escasa regulación se amplía bastante.

Aumenta el número de elementos que se consideran contrarios a la memoria democrática: ya no son solo placas o insignias, sino también edificaciones, construcciones e incluso topónimos, nombres de calles o denominaciones de centros públicos. Además, ya no solo entran en este concepto los elementos que exalten el golpe, la guerra o la dictadura, sino también sus dirigentes, las organizaciones que sustentaban la dictadura y las unidades de colaboración con las potencias del Eje (1).

Todos estos elementos deben ser retirados salvo que sean menciones de «estricto recuerdo privado, sin exaltación» o cuando haya razones artísticas o arquitectónicas que aconsejen la conservación. Esta excepción, ya prevista en la LMH, se amplía aquí para definir qué se entiende exactamente por razones artísticas o arquitectónicas, y para ordenar que en ese caso se incorpore una mención para reinterpretar el objeto de acuerdo con la memoria democrática.

Vale, retiramos elementos, pero ¿cómo?

  • Si están en edificios públicos, las instituciones titulares de los mismos los retirarán o eliminarán, y comunicarán su ubicación (siempre en lugares donde no se exhiban al público ni sean representativos de la institución) al departamento estatal encargado de la memoria democrática.
  • Si están en edificios privados pero de uso público (se menciona específicamente los templos religiosos), los titulares de estos edificios deben retirarlos o eliminarlos.

 

La Administración General del Estado debe realizar un catálogo de elementos a retirar, actualizado anualmente. Si un elemento del catálogo no se elimina, la Administración competente inicia de oficio un procedimiento para ordenar su retirada. Si aun así el interesado no elimina el símbolo, se le pueden imponer multas coercitivas hasta que lo haga o incluso ejecutar la retirada a su costa. Este proceso está pensado para el caso de símbolos situados en edificios privados.

En cuanto a actos contrarios a la memoria democrática, se consideran como tales los actos que desacrediten, menosprecien o humillen a las víctimas y exalten el golpe, la guerra o la dictadura (así como a sus dirigentes, participantes en la represión y organizaciones de apoyo). Es interesante que la terminología empleada aquí es muy similar a la del delito de enaltecimiento del terrorismo.

Estos actos en principio no se prohíben, ya que están amparados por el derecho de reunión, pero sí se puede limitar si se realizan cerca de monumentos por las víctimas, lugares de memoria democrática, etc. Además, se prohíbe que los restos mortales de los dirigentes del golpe permanezcan inhumados en lugares preeminentes de acceso público que pueda favorecer esta clase de actos de exaltación. Gracias a esta norma, esta semana se ha retirado el cuerpo de Queipo de Llano de la Macarena de Sevilla.

 

Distinciones, condecoraciones y títulos

Las Administraciones deben revisar o retirar todos los reconocimientos, honores y distinciones que resulten manifiestamente incompatibles con los valores democráticos y los derechos y libertades fundamentales, que supongan exaltación o enaltecimiento del golpe, la guerra o la dictadura o que hubieran sido concedidas por haber formado parte del aparato represivo. En ejercicio de esta norma, el Ministerio de Trabajo retiró la semana pasada la Medalla al Mérito en el Trabajo de Franco y otros nueve prebostes franquistas.

También se anulan una treintena de títulos nobiliarios y grandezas de España. Igualmente, declara disuelta la Orden Imperial del Yugo y las Flechas, una corporación creada por los franquistas durante la guerra y que concedía la más alta distinción del Estado español. Dejó de funcionar tras la muerte de Franco, pero formalmente seguía existiendo.

 

Conocimiento y divulgación

Todas las acciones en materia de memoria democrática deben fomentar los valores democráticos y de convivencia y tener un componente pedagógico adecuado. Además, se 

  • Educación: el sistema educativo tendrá como fin el conocimiento de la historia y de la memoria democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas. Por ello se actualizarán los currículos y se formará al profesorado.
  • Investigación: las instituciones públicas de investigación fomentarán la formación, docencia e investigación en materia de memoria democrática. En especial se impulsan las investigaciones sobre el exilio y la memoria democrática de las mujeres.
  • Administración General del Estado: se incluirán contenidos de memoria democrática en la formación continua y en los procesos de selección de los funcionarios de la AGE, en especial los que se relacionen con víctimas.
  • Divulgación, reconocimiento y reparación simbólica: acciones de difusión, de restablecimiento de la dignidad de la víctima, de creación cultural, etc.

 

Lugares de memoria democrática

Por último, están los lugares de memoria democrática. Un lugar de memoria democrática es «aquel espacio, inmueble, paraje o patrimonio cultural inmaterial o intangible en el que se han desarrollado hechos de singular relevancia por su significación histórica, simbólica o por su repercusión en la memoria colectiva». Para declarar un lugar de memoria democrática se prevé un procedimiento que incluye un trámite de información pública, así como la inscripción en un inventario estatal de consulta pública y gratuita.

¿Qué significa que un lugar sea de memoria democrática? Que, al margen de otros regímenes de protección que puedan corresponderle, las Administraciones deben garantizar su perdurabilidad, identificación, explicación y señalización; si los titulares son privados, estos objetivos se consiguen por medio de acuerdo o convenio.

Estos lugares «tienen una función conmemorativa, de homenaje, didáctica y reparadora», por lo que se establecen medios de difusión e interpretación de lo acaecido en el mismo (la propia ley menciona recursos, placas, paneles, etc.). Tendrán una identidad gráfica, se promocionarán por medio de itinerarios de memoria democrática y se integrarán en circuitos internacionales de lugares similares. Los más emblemáticos estarán geolocalizados en la web del departamento competente en materia de memoria democrática.

Hay dos lugares especiales que la propia ley menciona. Uno es el Valle de los Caídos, que cambia su nombre oficial a Valle de Cuelgamuros. Se habla de su resignificación, se prohíben los actos de exaltación (algo que ya hizo la LMH, con escaso éxito) y se extingue la Fundación de la Santa Cruz «por resultar incompatibles sus fines con los principios y valores constitucionales». En el futuro, el Valle se gestionará de la forma prevista por real decreto.

Las criptas adyacentes a la basílica pasan a considerarse cementerio civil, no católico. Solo pueden yacer allí los restos de personas fallecidas a consecuencia de la guerra, como lugar de reconocimiento a las víctimas: cualquier resto mortal que ocupe un lugar preeminente en el recinto (es decir, los de José Antonio Primo de Rivera) debe ser reubicado. Por último, los familiares de las víctimas allí enterradas pueden pedir la entrega de los restos.

En cuanto al Panteón de Hombres Ilustres, pasa a llamarse Panteón de España. Tiene por objetivo «mantener el recuerdo y proyección de los representantes de la historia de la democracia española, así como de aquellas personas que hayan destacado por sus excepcionales servicios a España».

 

Hasta aquí el deber de memoria, uno de los que más espacio ocupa en la ley. En el artículo siguiente veremos lo que queda: las asociaciones memorialistas, el régimen sancionador y algunas previsiones extra, como la disolución de fundaciones.

 

 

 

 

(1) Ya no más jueces diciendo que las calles que honran a la División Azul no son contrarias a la memoria histórica porque no exaltan una unidad militar franquista sino nazi.

 

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viernes, 4 de noviembre de 2022

#LeoAutorasOct - Mis lecturas de 2022

Otro año más, otro #LeoAutorasOct más. Lo que he leído este año ha sido: 

 

1. La voz de plata (Alba Quintas, 2020)

El joven Marco llega a la corte de Kublai Khan después de haber tenido un sueño profético que le ha dado una orden: nunca debe mentir al Khan. Y obedece. Así que el Khan le propone un trato: podrá quedarse en su imperio si le concede cinco noches, cinco noches cualesquiera en las que él le llamará y charlarán bajo el signo de la sinceridad absoluta.

 

Una bonita y emotiva historia corta sobre la relación que se establece entre Marco Polo y Kublai Khan. No hay más que lo que ve: las cinco noches que el Khan le pide al viajero, y los encuentros y desencuentros que se producen entre ellos durante las mismas.

El lenguaje es poético sin ser pesado. Se nota que la autora ha leído mucho a Jordi Sierra i Fabra, por el empleo de párrafos compuestos por una sola frase corta. Siempre es un recurso efectivo.

Se lee en un suspiro y lo deja a uno calentito por dentro (aunque creo que el final se alarga demasiado, pero esa es la única pega que le puedo sacar).

 

2. Matemos al tío (Rohan O’Grady, 2014)

El niño Barnaby Gaunt se va de vacaciones a una pequeña islita canadiense casi deshabitada. Buena comida, paseos y la compañía de su tío y tutor legal. Solo hay un pequeño problema: que Barnaby está seguro de que su tío lo quiere asesinar. Se lo cuenta a Christie, otra niña veraneante, que le da la solución: tienen que asesinar a su tío.

 

Estamos ante una novela perturbadora y a la vez divertida. Voy a decir que me esperaba otra cosa. Creía que el eje de la historia iba a ser la tensión entre las afirmaciones de Barnaby y la conducta del Tío. ¿Está Barnaby mintiendo o es de verdad el Tío un asesino? Sin embargo, en cuanto aparece el Tío en la historia y leemos un par de páginas desde su perspectiva nos queda claro: el Tío es un asesino y probablemente un pederasta y quiere matar tanto a Barnaby como, de propina a Christie. Entonces la angustia de la novela se desplaza a otro lado: a Barnaby intentando que los adultos le crean y topándose siempre con un muro de condescendencia. El asesinato es la única opción.

Vale, entonces ¿cuál es la parte divertida? Pues hay mucho humor (negro, claro) en el tono con el que se cuenta todo, en la estupidez honesta del agente Coulter, en la relación que se establece entre los niños y el puma Una Oreja (al que tratan como un peluche grande), en los desvaríos espiritistas de los Brooke o en el interés que tiene la señora Nielsen en que los niños coman bien. Una historia terrible se esconde en prosa ligera y entre las anécdotas cotidianas de un pueblo donde todo el mundo se conoce, y el resultado es, como he dicho, tan perturbador como divertido.

 

3. Palos y astillas (Elena Tejedor, 2021)

Relato humorístico breve que cuenta los amores (fructíferos, por desgracia) entre un licántropo y un hada.

Si está editado de forma independiente cuenta como lectura, creo. Son apenas 1.500 palabras, pero sale un olifante que muge y eso le añade calidad a cualquier historia.

 

4. Sucedió en una taberna 1: El camafeo (Celia Corral-Vázquez, 2020)

Todo puede suceder en la taberna El noble molinillo. Incluyendo que un misterioso tipo encapuchado coacciones al camarero nuevo (que es más tonto que una piedra) para robar cierto objeto…

Primer relato de la serie del Piratreon, de Celia Corral-Vázquez. Se trata de historias de piratas en un mundo steampunk, con mucho humor. Este relato es cortito pero ambienta bien el mundo, tiene un par de personajes interesantes y saca buenas carcajadas.

 

5. Trafalgar (Angélica Gorodischer, 2022)

Rosario, Argentina, años ’70. Trafalgar Medrano es un hombre de buena familia que se ha dedicado al comercio. Pero no comercia con la Tierra, sino que agarra una nave espacial a la que llama «el cacharro» y parte a comprar y vender en los planetas más absurdos. Luego, de vuelta a nuestro mundo, le cuenta sus aventuras a su amiga Angélica Gorodischer, que le escucha entre tazas de café. Aunque lo cierto es que no hay ninguna prueba de que Trafalgar haga esos viajes, por lo que también podría ser que fuera todo fabulación…

Ya reseñé esta obra en el #LeoAutorasOctde 2016 (¡el primerito que se hizo!), pero ahora he comprado el libro en físico y lo he releído o, más bien, redevorado. No le cambio una coma a lo que dije entonces. Qué bien escribía Gorodischer, leñe.

 

6. Verde (Anna Roldós, 2022)

Adam es una mecánica de naves espaciales a la cual un día le ordenan que se haga cargo de Jaf, un extraterrestre apasionado con la especie humana.

Una novelita corta de amor entre una humana y un extraterrestre. No suelo leer romántica, pero me ha gustado; tiene todo lo que uno esperaría de un libro de este género, es entretenido y funciona. El final me pareció un poco apresurado, pensado para enlaza con la segunda parte.

 

7. 999 pedazos (Isabel Pedrero, 2022)

Encerrar al Mal en un espejo y luego romper el espejo parecía mejor idea en teoría. Ahora el Mal anda disgregado en 999 pedazos y está buscando que alguien lo recomponga. Solo Medianoche, un hombre que claramente no es el adecuado para el trabajo, se está encargando de mantenerlos seguros.

Con este libro he tenido un problema de suspensión de la incredulidad. Hay demasiados fragmentos que aparecen en lugares donde realmente no tiene mucho sentido que estén (incluyendo sitios a donde solo pueden llegar tras un proceso industrial) y que solo se activan cuando conviene a la trama. Por otro lado, el uso de notas al pie de numeración aleatoria para contar un microrrelato cada vez que aparece la palabra «pedazo» es de las cosas más interesantes que he visto en mucho tiempo.

 

8. Anacronópete HispaCón 2022 (VV.AA., 2022)

Nanoantología repartida para las compras online de la HispaCón 2022. Consta de un relato original (en este caso uno de Emilia Pardo Bazán) y una serie de retellings. En este caso son tres retellings, uno en cada idioma cooficial y uno de cada género de los tres que promueve Pórtico.

Debo decir que esta nanoantología, al contrario que la del año pasado, no me ha gustado mucho. Quizás es que el relato original no da para demasiado (es muy corto), pero los retellings me parecen hechos con pocas ganas. Aun así, es maravilloso el impulso que le está dando Pórtico a las historias clásicas de fantasía, ciencia ficción y terror.

 

9. Las escritoras de Urras, año 2 (VV.AA., 2021)

Año 2 de la antología Las escritoras de Urras.

Las escritoras de Urras es un interesante proyecto transmedia que consiste en traer al lector/oyente español a toda clase de escritoras de fantasía, ciencia ficción y terror extranjeras, sea que necesiten traducción o sea que se las pueda publicar directamente en español. Funciona en forma de podcast y las escritoras participantes son remuneradas. Sacan con regularidad un crowdfunding para financiar el año siguiente, y la principal recompensa es el libro con los relatos del año anterior.

Las escritoras de Urras, año 2 es una antología de relatos de calidad en general muy alta. Mis favoritos son:

  • El Fenghuan: la relación de dos chicas en un pabellón de enfermedades raras (raras nivel «la protagonista a veces arde y resucita»).
  • Los últimos: en un contexto que recuerda a la era vikinga, la única agua que es posible beber es la que se contiene en icebergs inteligentes, que deben ser cazados y remolcados. El cazador de icebergs del pueblo ha muerto y solo quedan dos aprendices inexpertos.
  • Más que simple acero: en un futuro en que todos los adultos han muerto, un adolescente intenta sacar adelante una colectividad compuesta por niños.
  • Las alas de mi hermana son rojas: los Imago vinieron, declararon que los humanos nos hemos atascado en la evolución y la adelantaron por la fuerza. Ahora somos una especie de pseudo-abejas, pero los más viejos aún recuerdan el mundo que había antes. Olive, una pinche de cocina cuya hermana ha salido de la crisálida con las alas rojas que la marcan como futura reina, siente unos celos terribles…

 

10. Historia de Rodrigo (Almijara Barbero Carvajal, 2022)

Rodrigo Díaz de Vivar ha matado a Sancho y debe, por ello, ser desterrado. Pero después de que Urraca, emperatriz de las Españas, pronuncie la sentencia, el futuro Cid Campeador asciende a los cielos y desaparece. Cuando vuelve a bajar, y aunque para él apenas han transcurrido unas pocas horas, descubre que en la superficie han pasado ocho años. Ocho años en los que la situación se ha deteriorado muchísimo. Por suerte, el héroe vuelve a estar disponible…

 

Segundo libro de la saga de Rodrigo, tras Las mocedades de Rodrigo. Me resulta difícil reseñar esta historia, porque creo que es la mejor novela de género escrita en 2022, pero voy a intentarlo. La autora nos lleva de la mano por el siglo XI o, más bien, por una versión del siglo XI sólidamente asentada en hechos reales pero libremente modificada para que sea más divertida y más queer que la original. Estamos en un mundo donde Jimena no se enamora de Rodrigo sino de Urraca, donde los reinos de taifas han conseguido inventar el bazooka y donde las advocaciones de María son todas seres diferentes y con sus propios objetivos.

En Historia de Rodrigo resulta que Rodrigo es el personaje menos importante. Mientras él intenta asumir que ha perdido ocho años de su vida, la narradora se lanza a contarnos lo que ha ocurrido en ese tiempo: asedios, traiciones, alianzas y divisiones entre las taifas, mensajes secretos e intrigas dentro de intrigas. Vemos, como en una moviola, cómo evolucionan los personajes durante ocho años, cómo la emir de Sevilla pasa de ser una gobernante poderosa a un manojo de nervios comida por el insomnio y la culpa, y cómo Alfonso busca a Rodrigo de forma desesperada.

El libro está escrito en un lenguaje deliberadamente arcaizante, con frases largas, cultismos y un control absoluto del estilo. Este efecto contrasta con la presencia constante, sobre todo hacia el final de la obra, de chistes tontos, juegos de palabras e incluso memes, de una forma muy parecida a como lo hace Tamsyn Muir. Pero Tamsyn Muir, con toda mi admiración hacia ella, no podría haber escrito nunca la escena del juicio entre advocaciones marianas.

Y aún no ha hablado del tanque elefante ni de la Hueste del Hacha.

 

11. Las alas del mal (Rocío Galeote, 2022)

En Beaufort desaparecen niños. Son siempre desapariciones inexplicables, sin pistas ni testigos. Pero ahora es Payton, la hija de una de las inspectoras locales de policía, quien ha desaparecido, y lo ha hecho en una calle concurrida. Ahora es personal.

 

Me ha costado ponerle nota a este libro. Al principio no me estaba gustando demasiado: personajes planos, acciones que no tienen sentido, una protagonista más bien insoportable… Se nota muchísimo que es la primera obra larga de la autora.

Sin embargo, me ha merecido la pena leerlo. Lo que intenta hacer es muy original: una historia clásica de hadas que secuestran niños, pero ambientada en el mundo moderno, por lo que enseguida se convierte en un thriller. Y, como thriller, tiene todo lo que se le puede pedir: acción a raudales, puntos de vista múltiples, jerga policial, criminales inteligentes que tienen en jaque a todo un departamento, giritos finales y todo lo demás. Me mata un poco lo fácil que se recurre a la tortura en cuanto se llega a la conclusión de que las sospechosas no son humanas, pero supongo que es cosa del género.

 

12. Historias de Xuya (Aliette de Bodard, 2022)

Dos novelas cortas ambientadas en el universo de Xuya. En La maestra del té y la detective, una nave mental que se dedica a preparar infusiones para hacer más llevaderos los viajes espaciales es reclutada como ayudante de una extraña detective. En Siete de infinitos la preceptora de una joven erudita (una mujer con pasado criminal) descubre un cadáver en la casa que comparte con su alumna; una nave mental que tampoco tiene el pasado limpio le ayudará a descubrir el asesinato. 

Ya hablé de Aliette de Bodard en el #LeoAutorasOct de 2018. Entonces leí su antología El ciclo de Xuya y su novela corta En una estación roja, a la deriva, ambas editadas por la hoy desaparecida Fata Libelli. Entonces dije que la novela corta me había gustado más que el libro de relatos. Tras leer Historias de Xuya, me reafirmo: Aliette de Bodard me gusta mucho más en las distancias medias que en las cortas.

Xuya es un universo donde fue China, y no Castilla, quien llegó a América. Sin embargo, las historias están ambientadas siglos en el futuro, en una época de hábitats espaciales, naves mentales (mentes gestadas en vientres humanos que son capaces de controlar naves) y bots. Los dirigentes de la sociedad se denominan eruditos y acceden a sus puestos por medio de exámenes, como en la China imperial. Las naves mentales, que son sujetos de derecho igual que los seres humanos, se proyectan en los diferentes hábitats por medio de hologramas y de bots.

Pus bien, en este contexto, Aliette de Bodard hace una de las cosas que más le gusta: meter investigaciones de asesinato. Y, para rizar más el rizo, ambas son reinterpretaciones de historias policíacas clásicas. La maestra del té y la detective es una historia holmesiana. Nuestro Watson es un superviviente de guerra (como el de Doyle) que prepara infusiones para ayudar a sobrellevar el viaje estelar: nuestro Holmes la contacta porque quiere mantener intacta su capacidad analítica mientras viaja.

Siete de infinitos, por su parte, es una historia de ladrones y estafadores, tipo Arsene Lupin. La protagonista es ayudada por una nave mental que es la antigua jefa de un grupo de ladrones de guante blanco. Está retirada, pero se aburre, y la aparición de un cadáver en la casa de su amiga será la excusa perfecta para volver a las andadas.

Me gustó más la segunda que la primera. Puede ser que influyera el hecho de que la primera la leí más a salto de mata, sin poder centrarme en la lectura. Además, y hubo una cosa que me sacó bastante, no está en primera persona: nuestro Watson es solo personaje, no narrador. Aun así me pareció muy buena. Y la segunda, que es la más larga, es excelente tanto en forma como en fondo.

 

13. El verde de los zombis (Covadonga Ballestero, 2022)

Violeta es una youtuber mediocre y sin amigos, Carol es una chavala de barrio con la mecha muy corta, Marina es una k-poper con problemas de alimentación y Sara (que es amiga de Carol y hermana de Marina) es una gótica ambiciosa y depresiva. Cuando vienen los zombis, las cuatro se quedan encerradas en el estudio de una radio universitaria. Y eso no es lo peor: con ellas está un señoro de marca mayor.

Compré esta novela motivado por el discurso de venta que me echó la autora en la HispaCón: vale, fuera hay zombis, pero dentro hay un señoro, y no sabemos qué es peor. Lo que me encontré cuando la abrí fue una gamberrada de novela, donde cuatro chicas jóvenes y con pocas capacidades reales tienen que gestionar un brote de algo que se parece demasiado a una plaga zombi.

Me ha gustado mucho la construcción de los personajes protagonistas: Violeta, Carol, Marina y Sara son creíbles, con voces diferenciadas y sumamente desastrosas, como corresponde a cuatro chicas jóvenes. Se pillan de tíos gilipollas, tienen adicciones diversas, chocan entre sí, superan los choques, tienen movidas con sus padres y, a pesar de su juventud, todas ellas tienen varios problemas graves de solución más bien difícil.

En contraposición, el personaje de Eugenio (doble doctor, católico hasta la médula y señoro de manual) no me ha gustado demasiado. Está tan pensado para ser odiado que no tiene ninguna profundidad ni verosimilitud. Su personalidad se basa en un topicazo y sus intervenciones aburren y fastidian más que indignan. Lo cual, sospecho, no ha sido la intención de la autora.

A pesar de ser una cosa tan macarra, se agradece el tono realista. Los zombis son en realidad víctimas de una droga (es decir, humanos vivos pero completamente enajenados), la gente no consigue armas con facilidad, recuperar el control no es tan complicado… Al final, el muerto viviente animado por un virus ya está bastante pasado, y hay que empezar a modificar el concepto. 

Por último, y en la parte negativa, se nota que es una primera novela. Las escenas grupales (sobre todo los diálogos) se embarullan demasiado, se salta de narrador con mucha frecuencia, el ritmo podría mejorarse (en el último tercio empiezan a aparecer personajes nuevos), a veces la autora se olvida de que está narrando en presente y cambia al pasado, etc. Pero el fondo compensa la forma.

 

14. No soy tu casa (Rocío Remesal, 2022)

Bea tiene que mudarse a la ciudad para estudiar, y su tía le hace una oferta irrechazable: le cederá para que viva el antiguo piso de sus abuelos, cuya reforma encima pagará. Bea acepta, por supuesto. Pero puede que el piso tenga otras ideas…

Excelente novela corta de terror, ganadora del Domingo Santos de novela de este año. Las partes de los obreros se hacen un poco repetitivas, pero lo compensa con el desarrollo de las relaciones de Bea con sus vecinos y, sobre todo, con el final de la historia. Porque, como en otras historias de terror, es probable que lo que mas miedo dé no sea precisamente el monstruo.

 

15. Las manzanas (Agatha Christie, 1969)

La escritora Ariadne Oliver asiste a una fiesta de Halloween con distintas diversiones: un cubo lleno de agua para recoger manzanas con la boca, espejos para que las chicas vean el rostro de su futuro marido, una ponchera en llamas en la que hay que meter la mano para sacar pasas y otros dulces… Durante la preparación, una joven con fama de mentirosa dice que ella una vez presenció un crimen, pero nadie la cree. Sin embargo, debe de ser verdad: apenas unas horas después, durante la fiesta, alguien la asesina sumergiéndole la cabeza en el cubo de las manzanas.

Novela de Agatha Christie protagonizada por Poirot, aunque Ariadne Oliver tiene un papel menor. La he leído porque parece ser que es la siguiente que va a elegir Kenneth Brannagh para adaptar (aunque va a sacar la acción de un tranquilo pueblo británico y se la va a llevar a Venecia), y no es la que más me ha gustado de la autora. 

La clave para resolver el misterio es muy buena, uno de estos casos de «estaba delante de tus narices todo este tiempo y no te diste cuenta», pero el libro en sí es un poco aburrido, con Poirot dándole vueltas y vueltas a las mismas pistas. Además, los motivos del criminal son poco creíbles, y el girito final no aporta nada. La traducción es horrorosa, como siempre en las historias de la autora. Sin embargo, a pesar de todas esas pegas, hay algo muy interesante en el tipo de misterio y en la forma de resolverlo.

 

16. La señora McGinty ha muerto (Agatha Christie, 1952)

Una limpiadora completamente inofensiva ha sido asesinada de manera brutal y todas las pruebas apuntan a su inquilino, que ha recibido una condena a muerte. Pero el policía que investigó el caso no cree que haya sido él, y acude a Poirot para que lo investigue.

Novela de Agatha Christie protagonizada por Poirot, aunque Ariadne Oliver tiene un papel menor. Es anterior a Las manzanas, en la cual hay referencias a esta. Me ha gustado también mucho más. La intriga es más sólida y la novela es más entretenida. Es de las novelas postbélicas y se aplica el mismo recurso dramático que la autora empleó en otras de la misma época (como Pleamares de la vida o Se anuncia un asesinato): en la guerra ha habido tanta movilidad y se han destruido tantos documentos que ya nadie conoce a sus vecinos y cualquiera puede inventarse una vida y un pasado.

 

 

 

 

Y hasta aquí mi #LeoAutorasOct de este año. Será por los entornos en los que me muevo, pero en 2022 (siete años después de la primera edición) he visto mucho menos movimiento en redes en torno a esta iniciativa. Creo que eso es bueno, porque significa que leemos a más mujeres en general.

 

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