Hoy, 14 de abril, es el aniversario de la
proclamación de la II República española. Hace exactamente 83 años centenares
de ciudadanos salieron a la calle a celebrar la huida del rey. Las esperanzas
de mucha gente estaban puestas en el gobierno republicano-socialista, un
conjunto de hombres de diversas posiciones políticas (incluso la derecha), ninguno de los
cuales venía de las necrosadas estructuras de poder que acababan de caer. Una bandera
distinta, una nueva Constitución y un programa de gobierno progresista
(sufragio universal femenino, derechos sociales, laicidad del Estado, reforma
agraria, reforma militar, autonomía regional) lograron crear un gran entusiasmo
por parte de los futuros beneficiados… y una gran hostilidad por parte de los perjudicados.
Y uno observa eso, lee los textos de la
época, analiza el contexto y no puede evitar preguntarse dónde está hoy esa
ilusión. Tenemos un clima sociopolítico parecido a los últimos coletazos de la
Restauración. Hay dos grandes partidos que se reparten el poder utilizando la deshonestidad
como herramienta: sí, ya no hay pucherazos ni encasillado, pero sigue habiendo
caciques y la corrupción campa por sus respetos a todos los niveles. Estos dos partidos tienen
diferencias pero en lo esencial (política económica, respeto a las reglas de
juego) son muy parecidos. Hay una Corona desprestigiada, con un rey viejo,
achacoso y tocado por escándalos, y con una infanta imputada judicialmente. Hay
una sensación de hartazgo, desorientación y desconcierto. Lo que no hay, y eso
es lo que me deja perplejo, es una alternativa clara.
Efectivamente, yo diría que hoy, fuera de
sectores más o menos concienciados, se ve la república como un anhelo de
ancianos o una reclamación de progres. Lo único que se contempla desde dentro
del régimen es una abdicación de Juan Carlos de Borbón y una sucesión ordenada
en la persona de su hijo Felipe “el Preparado”. Al fin y al cabo, si “todos son
iguales” porque son “casta política”, ¿qué más da quién ejerza la jefatura del
Estado? ¿Qué importa si la mayor autoridad política del país es elegida o no?
La respuesta es “claro que importa”, pero
en realidad la pregunta pone el foco del problema donde no está. Porque la
república no es sólo la ausencia de rey, sino algo más. Eso lo tenían muy claro
en el ’31 y debemos tenerlo claro ahora. Se puede ver muy bien en esta alegoría:
La república sostiene la balanza de la
justicia y está acompañada por el león de la fuerza. A sus pies, el lema de la
revolución francesa. A la derecha, símbolos del progreso agrario (trigo y
olivo), industrial (yunque y rueda dentada) y cultural (globo terráqueo,
escuadra y libros). En último término, los transportes (avión, tren, barco) y
un arcoiris republicano. En definitiva, representa un programa completo de
gobierno, aunque sea sólo en el plano de los principios. Quizás algo tan
alegórico no sea del gusto de nuestra época, pero hay algo que tengo claro: no
quiero una república con Rajoy como presidente, Sáez de Santamaría como primera
ministra, Rubalcaba como jefe de la oposición y Botín, Rossell y Amancio Ortega
como verdaderos amos del país.
La Tercera, si es que se da, tiene que
ser otra cosa. Tiene que significar una renovación completa de las elites, los
procedimientos y las políticas de este país. No sé cómo podrá articularse este
proyecto, ya que tiene que salvar importantes dificultades teóricas y problemas
prácticos. No sé ni siquiera si será posible. Pero sé que tenemos que
intentarlo, porque una república es la única alternativa que tenemos aquellas
personas a las que el régimen ha expulsado fuera de las fronteras de lo
correcto. La república fue el pasado y debe ser el futuro. Pero no vendrá sola,
sino que tendremos que trabajar por ella.
Salud y república.
Hoy en día, a mi punto de ver, la república no sería viable porque abriría viejas heridas aún sin cicatrizar y sobre todo porque muchos de aquellos que gritan hoy viva la republica lo hacen sin saber que fue, que buscaba y en que terminó. Lo hacen sobre todo porque necesitan una "revancha" (o creen necesitarla). Todos los españoles deberiamos utilizar la casa real como beneficio para nosotros (que lo es sobre todo economico y social mente) y no como obstaculo. Bueno, ha sido un placer el leer tu comentario en tu blog y Salud y República (Pero no la 2ª ni la 3ª que quieren hacer los izquierdistas radicales. Atte Un Repúblicano de Roja y gualda y no de tricolor.
ResponderEliminarHombre, aquí hay heridas que están sin cicatrizar porque en la Transición no se juzgó a nadie, porque somos herederos de un Estado asentado en la victoria militar (no en la paz ni en la reconciliación) y porque aun hoy este país ha sido incapaz de emprender un proceso de memoria histórica decente. Y lo que podía justificarse hace 40 años por la necesidad de salir de la dictadura no puede justificarse hoy en día. ¿Revancha? Pues difícil, ya que todos los delitos fueron amnistiados y, si no, han prescrito. Simplemente necesidad de romper con este Estado que no es más que una continuación del anterior, con las mismas elites y apellidos cortando el bacalao.
Eliminar¿Qué beneficio reporta la Casa Real? Económico, pues hombre, es cierto que nos permite andar de colegueo con dictaduras petroleras, pero vamos, ya. Y a cambio es un espacio de autoridad sin control ninguno, lo cual es muy goloso para la corrupción. En cuanto a beneficio social, pues está entre cero y nada. ¿O es que alguien hace caso a esos soporíferos discursos redactados por el Gobierno que leen el rey y demás parásitos?
Yo no quiero una república que sea una mera continuación del sistema necrosado que soportamos. Quiero una ruptura, que debería simbolizarse en un cambio de bandera nacional: así que sí, salud y república, concretamente la tercera, con bandera roja, amarilla y morada.