domingo, 13 de agosto de 2023

Impuestos y cotizaciones

Creo que hay poca gente que me dé más rabia que los liberales de Twitter. Se trata de personas profundamente incultas, que sin embargo alardean de pensamiento lógico y científico. Hablo, por ejemplo, de quienes retuitean un gráfico con la cantidad de dinero que «le cuestas» a tu empresa, omitiendo el hecho de que si tu empresa no ganara contigo más dinero del que «le cuestas» no tendrías trabajo para empezar (1). 

Estos gráficos suelen estar hinchados o mal calculados, o confundir conceptos. Y aunque pueda parecer que se trata de una confusión intencionada, se aplica aquí el principio de Hanlon: no atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez. Porque hablas con ellos y ves que de verdad se creen ciertas tonterías que dicen. Lo cual es muy triste.

Así que vamos a hacer una pequeña guía de lo que «te quitan de la nómina» (ay) para ver si desmontamos unos pocos bulos. Para entender este artículo estaría bien que tuvieras una nómina delante: si no es la tuya, puedes encontrar mil modelos por Internet. Enseguida verás que después de los datos identificativos hay dos secciones diferenciadas. Por un lado están los devengos, es decir, lo que suma: los distintos componentes en que se divide tu salario y además otras percepciones no salariales, como indemnizaciones. Y por otro lado están las deducciones, que son las cantidades que te descuentan. Algunas las descuenta la propia empresa, como los anticipos o los productos recibidos en especie, pero otras se descuentan para el Estado. 

La primera es el IRPF. El IRPF, o Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, es el principal impuesto directo que pagamos los residentes en territorio español. Cada año, Hacienda calcula todo lo que hemos ingresado durante los doce meses anteriores y le aplica una serie de tipos porcentuales, que darán como resultado lo que debemos pagar.

Pero claro, que en mayo resulte que debemos pagar un 10%, 20% o 40% de todo lo que hemos ganado durante el año anterior nos obligaría a tener esa cantidad ahorrada. Exigiría un nivel de previsión financiera muy superior al exigible, sobre todo porque los imprevistos existen, y si me quedo sin zapatos o se me rompe una muela es obvio que me voy a gastar en la necesidad inmediata el dinero que pueda tener ahorrado para los impuestos. Para evitar eso, aparece el sistema de retención.

La retención es el medio por el cual la mayor parte de personas que te pagan dinero (señaladamente tu empleador) debe descontar un porcentaje e ingresarlo en Hacienda. Este porcentaje es a cuenta del IRPF de ese año, así que se regulariza cuando hagas la declaración: si te han retenido menos dinero del que te toca, te sale a pagar y tienes que ingresar la diferencia; si te han retenido más dinero del que te toca, te sale a devolver y te devuelven.

Por cierto, pequeño consejo. El IRPF es un impuesto que tiene en cuenta tus circunstancias familiares y personales, por lo que pagas menos si tienes que cuidar a parientes (descendientes o ascendientes) o si tú o tus descendientes o ascendientes tenéis una discapacidad. Pero claro, si te aplican esas deducciones cuando haces la declaración pero la retención no ha ido acorde, estás perdiendo dinero: te devolverán pasta que podría haber estado en tu cuenta generando intereses. El modelo 145 de Hacienda sirve para comunicarle a tu empleador tus circunstancias personales y familiares relevantes, para que ellos puedan bajar la deducción.

El segundo concepto por el que te deducen dinero en nómina son las cotizaciones de la Seguridad Social. O más bien el segundo grupo de conceptos, porque aquí hay varios: contingencias comunes, desempleo, formación profesional, etc. En esencia, estas cantidades se deducen para financiar a la Seguridad Social.

La Seguridad Social es un sistema de coberturas ante ciertas contingencias que pueden ser deseadas (maternidad en la mayoría de ocasiones) o no deseadas (despido, vejez, enfermedad), pero que impiden o dificultan trabajar. Cuando decimos Seguridad Social solemos pensar en los hospitales públicos, pero el concepto se refiere más bien a las pensiones y a los subsidios que a la asistencia sanitaria.

Históricamente la Seguridad Social ha tenido dos modelos:

  • Modelo alemán, el cual se financia por cotizaciones sociales que se cobran a los empresarios y a los trabajadores. Este modelo solo cubre a los trabajadores o a quienes lo han sido.
  • Modelo inglés, el cual se financia vía impuestos, como el resto de gastos del Estado. Este modelo cubre en principio a todo el mundo.

 

En España se aplican ambos modelos. Hay un sistema contributivo, financiado con cargo a cotizaciones, y un sistema no contributivo. En general las prestaciones del no contributivo son menores que las del contributivo. En tu nómina aparecen, por tanto, tus cotizaciones del nivel contributivo: igual que el IRPF, la empresa las descuenta y luego las ingresa en una cuenta propiedad del Estado.

En la práctica, dado que todos los ingresos públicos van a parar a una caja única y que las cotizaciones sociales son prestaciones obligatorias cuya cuantía es decidida por el Estado, no hay mucha diferencia ente las cotizaciones y los impuestos. Pero no se lo digáis a los especialistas en derecho de la Seguridad Social, que se enfadan.

Y por último, hay una tercera cantidad que aparece en tu nómina, pero que, al contrario que las otras dos anteriores, no se resta de tu salario. Son las cotizaciones de la Seguridad Social a cargo de la empresa. ¿Os acordáis de que he dicho que el nivel contributivo se financia con cotizaciones del trabajador y de la empresa? Bueno, las del trabajador son las que acabamos de ver, que aparecen en tu nómina como cantidades que el empleador resta y luego ingresa. Las cotizaciones a cargo de la empresa aparecen también en tu nómina, pero a efectos puramente informativos.

Si las menciono es porque me he encontrado ya más de una y más de dos personas que parecen creer que esas cantidades salen también de tu salario. De ahí vienen bulos del estilo «esto es todo lo que el Estado TE ROBA»: al margen del uso torticero del término, el hecho es que la mayor parte de esa cantidad no sale de tu salario. Se calcula con base a tu salario, sí, pero la paga la empresa de sus propios recursos. Si no fuera así, aparecería en tu nómina.

Vamos a poner un ejemplo. Supongamos que la Seguridad Social a cargo del trabajador (la que veíamos en la sección anterior) asciende a 50 €. Si mañana eliminan ese concepto recaudatorio, tu sueldo neto sube 50 €: cada mes tendrías 50 € más en la cuenta.

Ahora supongamos que la Seguridad Social a cargo de la empresa asciende a 200 €. Si mañana se elimina, tu sueldo no sube. Al contrario, la empresa tiene en su patrimonio 200 € que antes iba a tener que pagar, y podrá dedicar ese dinero a lo que quiera: a subir sueldos, a comprar máquinas o a beneficios para el empresario. La teoría dice que a la larga este ahorro se imputará parcialmente a salarios, pero fíate tú de la teoría.

Otra manera de verlo es que esta cotización es parte del coste laboral de la empresa (lo que le cuesta cada trabajador), coste que sería precisamente la suma de cotizaciones sociales a cargo de la empresa y de salario. Eso sí es enfocarlo correctamente. Porque es innegable que es un gasto para la empresa, sí… pero solo para la empresa.

Aquí concluye esta pequeña guía. Espero que os haya sido útil.

 

 

 

 

 

 

(1) Es esto o admitir que las empresas no se rigen por la racionalidad económica. Ups.

 

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