miércoles, 3 de noviembre de 2021

#LeoAutorasOct - Mis lecturas de 2021

Como todos los años, publico el listado de obras que he leído en el #LeoAutorasOct. Este año lo he hecho un poco por inercia, igual que el pasado: esta es una iniciativa que, para mí, se ha quedado ya un poco corta, en buena medida porque gracias a ella (y a otras similares) ya leo a muchas más mujeres de forma cotidiana.

Este año, además, estoy un poco extrañado, porque me da la sensación de que he perdido libros. Según mi Goodreads, el libro 5 (Tea Rooms: mujeres obreras) lo terminé de leer el 7 de octubre. Los libros 6 y 7 los reseñé el 23 de octubre. Teniendo en cuenta que intenté reseñar más o menos según iba leyendo, ¿qué leí la semana del 11 al 17? No logro recordarlo.

Sin más, os dejo con las reseñas. Este año hay bastante fantasía, menos ciencia ficción y algo de ensayo.

 

1. Piranesi (Susanna Clarke, 2021)

No voy a poner sinopsis de este libro. Solo quédate con una imagen: un joven se desplaza por una casa infinita. Hay estancias llenas de nubes, habitaciones sumergidas, escaleras y vestíbulos. En todas las paredes hay estatuas. Y, en esa casa infinita que Piranesi describe con minuciosidad en su diario, se esconde un misterio.

Segunda novela de Susanna Clarke, tras Jonathan Strange y el señor Norrell. Ha valido la pena cada uno de estos quince años de espera. Aún estoy con la boca abierta.

 

2. Más tribulaciones de una madre sufridora (Alejandra Vallejo-Nágera, 2002)

Tras el éxito del primer volumen, vuelven las sufridas aventuras de una madre que se enfrenta al desarrollo de sus retoños.

Uno de estos libros que releo por última vez para decidir si expurgo o conservo. Tiene cierta gracia, pero ha envejecido mal (ay, los skaters, el Messenger y los SMS) y todo el fondo es así como muy rancio. Especialmente chanante es que el padre de las criaturas solo aparezca una vez, para echar la bronca a la narradora y protagonista. Probablemente expurgue.

 

3. Última noche en el páramo (So Blonde, 2017)

Cerrojazo es un pueblo de Texas, al lado de la frontera mexicana, en decadencia económica desde que cerró el matadero. Un autobús lleno de prostitutas de lujo se detiene allí, invitado por los locales para celebrar una orgía. Por desgracia, recientes sucesos han atraído a seres que viven en el interior de la Tierra… y que quieren venganza.

Cuando Israel Alonso, el editor de Cerbero, intenta vender este libro en alguna feria, siempre hace lo mismo. Se lo tiende al comprador y dice: «Ábrelo por cualquier página. Te reto a no encontrar alguna barbaridad». En general gana el reto, porque este libro está escrito con la idea de pasarse de vueltas. Rednecks del sur profundo contratando a prostitutas de lujo y luego muriendo cuando los bichos atacan. Una orgía de sangre, sexo, balas, humor grueso y palabrotas.

La historia es simple como ella sola y el libro no tiene profundidad alguna, pero oye, me he reído a carcajadas en un viaje en Metro.

 

4. Pastelería Emporio (Laura Morán Iglesias, 2018)

Iris y Leora han cumplido su sueño: comprar un local que lleva cincuenta años abandonado y abrir en él su pastelería. El problema es que los trastos del dueño anterior siguen por ahí, y uno de ellos es un hechizo de teleportación. Ahora las dos amigas tendrán que volver a su casa antes de que los pasteles que dejaron allí se pongan malos.

Muy divertida esta breve (y cuqui) historia de las pasteleras metidas a aventureras por accidente. Me ha gustado en especial el mundo, un lugar pseudo-medieval pero donde la autora ha metido sin complejos departamentos de policía científica, autobuses tirados por ponicornios y rutas turísticas donde se venden souvenirs. Una frescura que se agradece. Eso sí, no habría venido mal un poquito más de extensión, que hay cosas que se pasan muy de refilón, como la subasta del principio o la huida por el bosque.

 

5. Tea Rooms. Mujeres obreras (Luisa Carnés, 2019)

Madrid, años 30. Matilde entra a trabajar en un distinguido salón de té y conoce las historias de todas ellas: Antonia, a quien nadie reconoce sus quince años de servicio; Paca, beata y tímida; Laura, ahijada del jefe, risueña y moderna… Y, sobre ellas, siempre la sombra de «el ogro» (el dueño del negocio) y de la encargada (estricta con algunas y suave con otras).

Más que una novela es una colección de frescos. Cada capítulo presenta una situación y la desarrolla, y, a partir de ahí, aparecen distintas historias o hilos conductores: la relación a dos bandas de la encargada con un cliente y con un camarero, la entrada de Laura y su relación con un cineasta, las amarguras de Esperanza, las historias del heladero italiano sobre su hijo, el día de huelga… Todo ello son cosas que están ahí, pero que no son lo que importa. Lo que importa son las relaciones que se van estableciendo entre todas ellas, su cháchara insustancial, su orientación progresiva hacia los pocos destinos que tenían disponibles en los años ’30… Y, por encima de todo ello, la convicción de Matilde de que solo la participación de las mujeres en el progreso social podrá salvarlas.

La faja anunciaba a Luisa Carnés como «la gran novelista olvidada de la generación del ‘27», y por cierto que lo es. Tea Rooms emociona, entretiene y absorbe, a partir de unos mimbres tan simples que asustan. Además, leerla en 2021 (en la maravillosa edición de Hoja de Lata) tiene el valor añadido de aportar una mirada sobre los usos y costumbres de los años ’30: la penetración de anglicismos, las relaciones de pareja, lo que se consideraba «gente bien», etc.

 

6. Caperucita en Manhattan (Carmen Martín Gaite, 1990)

Sara Allen es una niña de diez años que vive en Nueva York. Está atrapada en una vida absolutamente anodina, con un padre aburrido y una madre cuyo mayor éxito es hacer bien la tarta de fresa. Ella querría tener más contacto con su abuela, una ex cantante de music-hall que vive en Manhattan y que no se acomoda a lo que debería ser una anciana. Así que, cuando una noche se queda sola en casa, Sara decide coger el Metro e ir a ver a su abuela.

Ahora que se están poniendo de moda los retellings, decidí volver a leer esta versión de Caperucita, donde la abuela es una señora que se niega a recluirse en su casita del bosque y el lobo es un empresario pastelero millonario que se pone triste porque no acierta con la tarta de fresa. El papel del cazador lo representa Miss Lunatic, una mendiga de edad indeterminada que resuelve conflictos en Nueva York, y que es quien pone en contacto a los diversos personajes entre sí.

Una reinterpretación muy bonita, aunque me ha pasado esta vez lo mismo que la anterior que la leí: siento que le falta un poco de chispa, un poco de fuerza. Tiene una introducción muy larga, porque tiene que presentar a los personajes, y luego la trama en sí no da para tanto. Pero la prosa es una delicia y estás siempre con una sonrisa en la cara mientras lo lees, que es, al fin y al cabo, lo que uno le pide a un cuento.

 

7. La ciudad justa (Jo Walton, 2021)

La diosa Atenea ha decidido recrear en la Atlántica la ciudad justa de Platón. Para ello ha sacado del tiempo a todo un grupo de devotos suyos (desde filósofos antiguos o renacentistas hasta gente de nuestro futuro subjetivo), los ha colocado en una ciudad donde los robots hacen todo el trabajo y los ha mandado a comprar niños esclavos con el fin de liberarlos y de convertirlos en los futuros ciudadanos de esta ciudad perfecta.

En esta ciudad justa vive, Maya, una de las gobernantes, que proviene del siglo XIX. También está Simmea, una niña que ha sido esclavizada para ser vendida a los compradores de la ciudad. Y, por último, el dios Apolo, que después de su incidente con la ninfa Dafne decide encarnarse en humano para aprender sobre temas de consentimiento e igualdad. Cuando Sócrates llegue a la ciudad y empiece a hacer las preguntas que nadie quiere hacerse, quedará claro que la ciudad justa tiene más problemas que los que sus habitantes están dispuestos a admitir.

Esta novela me dejó un regusto un poco amargo hacia el final, porque yo no sabía que era la primera de una trilogía, y claro, tiene un final muy abierto. Aparte de eso, es totalmente mi rollo. El intento explícito de crear una utopía y el choque contra la realidad: ya desde el principio se nos deja claro que los gobernantes de la ciudad justa que son enviados a comprar niños esclavos para liberarlos y educarlos han generado una demanda que antes no existía, por lo que han llevado a la esclavización de criaturas que, de no ser por ellos, habrían crecido libres y con sus familias.

Esta clase de debates, y todos los que se suscitan en las páginas de este libro son los que mantienen el interés. Son debates clásicos de la ciencia ficción (¿son personas los robots? ¿Cómo tenemos que criar a los niños?), pero planteados en un entorno tan fresco como la Atlántida de alguna época mítica muchos siglos antes del auge heleno. Aparte de eso, la trama es casi anecdótica: los diversos avatares que va teniendo la primera generación de niños criados en la ciudad y las relaciones que se establecen entre ellos. Pero no hace falta una trama potente, porque, en cuanto aparece Sócrates y se pone a hacer preguntas, las cosas empiezan a precipitarse.

A ver si Duermevela trae los dos siguientes, porque, la verdad, muy bien.

 

8. Las sultanas olvidadas (Fatema Mernissi, 2004)

Ensayo sobre la historia de la mujer y el poder en el Islam. Porque los reinos musulmanes tuvieron reinas que ejercieron poder, y no debemos olvidarlo.

Este libro está escrito después de la victoria de Benazir Bhutto en las elecciones generales de Pakistán de 1988. El objetivo declarado es justificar la elección de una mujer como presidenta de un país, como algo que ya se ha dado en la tradición política musulmana. Para ello, estudia los criterios de soberanía en el Islam y analiza varios casos donde esos criterios se cumplieron para mujeres, si no como califas, sí como reinas o gobernadoras más o menos independientes del poder califal. En la historia, ha habido mujeres que han reinado, que han acuñado moneda con su cara y en cuyo nombre se decía la oración de los viernes.

Es un libro interesante, más por la parte general (la relación entre mujer, poder y legitimidad) que por las biografías de las reinas. Por supuesto, le pasa lo mismo que a todos los enfoques progresistas de las religiones: que da un poco de vergüencita ajena con sus afirmaciones acerca de que el mensaje original es progresista (¡de verdad de la buena, en serio, mirad esto que hacía Mahoma!) pero que ha sido pervertido por un porrón de siglos de interpretación herética.

 

9. Historia del veneno: de la cicuta al polonio (Adela Muñoz Páez, 2012)

El veneno nos fascina como arma. En este estudio, se analiza su uso en tres momentos distintos: la Antigüedad clásica, la Edad Moderna y la actualidad.

Ensayo sobre los principales venenos que ha usado la Humanidad. Abarca desde la ejecución de Sócrates con la cicuta siendo usado como veneno judicial hasta el asesinato de Alexander Litvinenko con polonio en el café. Se centra en tres momentos históricos. Sin embargo, no me ha acabado de convencer. La sistemática es rara (a veces analiza hechos históricos, a veces dedica un capítulo entero a un veneno) y el enfoque químico se pierde entre tanto cotilleo.

 

 10. El pasado es un cazador paciente (Laura S. Maquilón, 2018)

Ser cazadora de sueños no es sencillo. Es un trabajo solitario e inmoral, porque te dedicas a robarle a la gente sus sueños para vendérselos a quienes pueden pagarlos. Pero alguien tiene que hacerlo, y Marina es buena en ello. Hasta que tiene que cumplir un encargo en el pueblo de su infancia, que dejó sin mirar atrás y del que nunca quiso volver a saber nada.

Emotiva novela corta en la que una cazadora de sueños tiene que enfrentarse a un pasado lleno de conflictos que no resolvió. Me ha gustado mucho y me ha puesto un nudo en la garganta, aunque creo que he empatizado demasiadas veces con Marina y su supuesto egoísmo cuando no se suponía que tuviera que hacerlo.

El volumen incluye el relato «Cazadora de sueños», que ahonda en el horror que supone el trabajo de Marina: su primera misión es robarle a una mujer trabajadora su deseo de formar una familia para insertarlo en la esposa del cliente.

Destaco también la ambientación, un cyberpunk desasosegante en el que la gente come bichos y vende partes de su cuerpo para sobrevivir. Un entorno bien curioso para que se desarrolle una historia sobre ladrones de sueños, pero que acaba cuadrando como un guante.

 

11. El misterio de la guía de ferrocarriles (Agatha Christie, 2020)

A Hercules Poirot le llega una carta. Es un desafío: el autor de la carta cometerá un delito en el pueblo de Andover. La policía no se lo toma en serio. Al llegar el día señalado, una estanquera, Alice Ascher, aparece asesinada en Andover. La firma del asesino es una guía ABC de ferrocarriles. Pronto llega una nueva carta y empiezan a sucederse asesinatos por orden alfabético.

Leí esta novela hace años, pero hace poco he jugado al videojuego y me apetecía releerla. Agatha Christie demuestra aquí su solvencia en todo tipo de misterios: si su marca personal son los asesinatos pequeños, domésticos y «de puerta cerrada» (así se los denomina en la novela), en esta obra se demuestra que también sabe darle al thriller. Por supuesto, la solución del problema descansa en la psique del asesino, que Poirot sabrá desentrañar con maestría.

Aunque la edición es de 2020, la traducción será de a saber cuándo. Poirot y Hastings se tratan de tú (pero mencionándose por el apellido: «Oye, Poirot, ¿qué opinas de…?») y el término «prime minister» se ha traducido por «presidente del Consejo de Ministros». Cabe decir que el término «presidente del Consejo de Ministros» dejó de usarse durante el franquismo, para ser sustituido por el actual «presidente del Gobierno».

 

12. ¿Han muerto todos los gigantes? (Mary Norton, 1988)

James a veces vive aventuras. La peculiar reportera Mildred lo despierta de noche y se lo lleva a lugares insólitos. Por ejemplo, a un palacio en el que vive la niña Dulcibel, que tiene como destino casarse con un sapo, o a la taberna que regentan Jack Tallo de Guisante y Jack Matador de Guisantes.

Lo mejor que se puede decir de esta novela corta juvenil es que ha envejecido muy mal. El niño valiente que es el único capaz de tomar decisiones en un mundo lleno de adultos competentes, la niña que es básicamente un fardo, etc. Tiene unos cuantos elementos que me han parecido muy buenos (ver cómo han envejecido los personajes de las fábulas, el personaje de Mildred, el hecho de que el niño sea un fan de la ciencia ficción al que le dan igual los cuentos), pero se insertan en una trama demasiado acartonada.

 

13. Nada del otro mundo (Laurielle, 2021)

Octa se ha sacrificado por amor. Cuando su novio Iván sufre un grave accidente, ella hace un trato con la reina del inframundo: su vida a cambio de que Iván no muera. Eso la convierte en esclava, destinada a estar eternamente dándoles la bienvenida a las nuevas almas que llegan al inframundo. La cosa va bien hasta que, meses después, un Iván recién muerto aparece por las puertas del inframundo.

Laurielle cada vez guioniza mejor. «Por siempre jamás» me gustó, pero esta me ha parecido una verdadera obra maestra, que no decae de ritmo en ningún momento y que tiene unos personajes entrañables, bien definidos y divertidos. El estilo gráfico, por supuesto, es esa mezcla de chibis y línea más compleja al que ya nos tiene acostumbrados. No ha sido un error esperar a tenerlo entero para disfrutarlo de una sentada.

 

14. Asmir no quiere pistolas (Christobel Mattingley, 1995)

Asmir es un niño bosnio, musulmán, en plena guerra de Bosnia. Tiene que emigrar con su madre a Belgrado, donde le esperan sus tíos. Una vez allí, y dado que la capital serbia tampoco es segura, deberán ir todos a Viena. Pero su padre se ha quedado atrás, y Asmir no puede dejar de mirar las noticias de la guerra.

Muy mediocre libro juvenil (infantil, más bien) sobre un crío refugiado de la guerra de Bosnia. No hay trama (es Asmir siendo llevado de un sitio a otro y sus impresiones), los personajes se amontonan sin que ninguno de ellos tenga la más mínima personalidad y el hecho de que el protagonista mencione a su padre cada página acaba por ser cargante.

Luego lees la nota final y te enteras de que la autora es una señora australiana de sesenta años que conoció a las familias protagonistas y decidió canibalizar su historia (probablemente sin cambiar ni los nombres), y ya te cuadra todo un poco más.

 

15. Nosotros, los malos (Celia Corral-Vázquez, 2018)

Alejandra no tiene imaginación. Por eso, cuando su profesora de Lengua le manda escribir un cuento, no tiene más remedio que pedir ayuda a Zacarías, su repelente pero inventivo compañero. Zacarías accede y le propone algo: ¿y si se introducen en un cuento para vivirlo desde dentro? Con ayuda de los mígacos, especie de espíritus de la imaginación, es posible. El problema es que todos los cuentos están muy vistos… salvo que los vivas desde la perspectiva de los malos.

Esta historia te atrapa ya desde su premisa. Dos adolescentes que quieren ser los malos del cuento pero que acaban en una escuela situada en un reino maligno de lo más autoconsciente: está poblado por brujas y monstruos, se define como malvado y tiene como misión principal destruir al reino de los buenos. Toda la historia es divertidísima y, si bien pierde un poco de ritmo en el último tercio, el final es apoteósico.

 

16. Regalos de la Feria de Invierno (Lois McMaster Bujold, 2004)

El soldado Roic está avergonzado. Desde el incidente de la mantequilla de cucaracha, cree que tanto sus superiores como milord le tiene en muy baja estima. Además, milord se va a casar y una de sus invitadas le resulta a Roic demasiado atractiva.

Novela corta, casi un relato, sobre las tribulaciones del soldado Roic los días previos a la boda de Miles Vorkosigan y Ekaterin Vorsoisson. Como en Una campaña civil, tenemos una comedia romántica disfrazada de cifi militar, que tiene todo lo que ha hecho a esta saga conocida y querida. Miles es esta vez un personaje secundario, porque la historia se centra en el soldado Roic y en su atracción hacia la poderosa sargento Taura. Como siempre con Bujold, al final todo encaja de maravilla.

He leído una traducción fan. Por suerte, las traducciones de Vorkosigan suelen ser tan malas que el hecho de que el traductor ni siquiera haya puesto rayas de diálogo (los diálogos siguen con las comillas del original inglés) no me ha parecido ni tan grave.

 

 

Y hasta aquí llegó la marea. Espero que estas reseñas os llamen la atención y os hagan leer más libros escritos por señoras estupendas.

 

 

 

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