Este año, mi #LeoAutorasOct se ha
compuesto de once títulos, repartidos entre la ciencia ficción (8), la fantasía
(2) y los superhéroes (1). Al contrario que en años pasados, he incluido
también comics.
En la versión original de esta entrada
había una reflexión sobre cómo puede ser difícil cumplir con el objetivo de
este mes (lo cual es, claro, la gracia del asunto) y cómo al final decidí no
computar los Mortadelos viejos y otras cosas releídas mil veces que uso como
pasaojos antes de dormir. Pero con once reseñas, no hay mucho más que pueda
decir antes de que la entrada se vuelva inmanejable. Así que directamente paso
a comentar mis lecturas de octubre de 2018.
1. El piso mil (Katharine McGee, 2016)
En
el año 2118, una supertorre de mil pisos domina Nueva York. En esta arcología
de nuevo cuño, la estratificación social es física: las familias más ricas
viven en lujosos apartamentos en los pisos superiores mientras que los pobres
se hacinan en los inferiores. Un día, una joven cae desde la azotea del piso
mil. ¿Ha resbalado, se ha tirado o la han tirado? El piso mil es el relato de los dos meses previos a
esta muerte.
Novela juvenil contada, como ya viene
siendo habitual, desde varios puntos de vista. Por un lado tenemos a Avery y
Leda, las mejores amiguinchis de la snob
sociedad de la cúspide de la torre, que sin embargo se irán separando. Luego
está Eris, otra pija, que pronto descubrirá un desagradable secreto sobre su
identidad y se verá obligada a buscarse la vida en los pisos inferiores.
También está Rylin, una joven trabajadora que entra a servir en una casa rica.
Y por último está Watt, que se gana la vida con trabajos de hackeo que ejecuta gracias a un
ordenador cuántico ilegal que ha construido. Las vidas de los cinco se irán
entrelazando hasta llegar a ese final: una chica (cuya identidad, por supuesto,
no sabemos al principio) cayendo desde la torre.
He de decir que me costó entrar en El piso mil. Avery y Leda son tan pijas
que al principio me daba igual su historia (un triángulo amoroso en torno al
hermano adoptivo de Avery, aderezado por la condición de drogadicta recién
desintoxicada de Leda) y solo quería que una revolución comunista socializara
todas sus propiedades. Las penurias de Eris, como niña pija forzada a vivir en
los barrios bajos, me daban también bastante igual. No me ayudaba tampoco el
hecho de que toda la historia podría haber tenido un final mucho más satisfactorio
si al menos uno de los protagonistas se hubiera sentado a hablar con sinceridad una sola vez.
Pero poco a poco la novela me fue
enganchando, y al final me descubrí sin querer terminarla, para no enterarme de
la identidad de la chica que cae. Las últimas páginas, cuando tomas conciencia
real de que todo lo que has leído hasta ahora conduce hacia un desastre, son
quizás lo mejor de la novela. En la parte positiva está también la
representación, tanto de raza (Watt y Leda, aunque ésta es un poco tramposa
porque solo nos enteramos de que es negra en las últimas páginas) como de
orientación sexual (Eris es bisexual, y de hecho la única relación no tóxica
del libro es la que tiene ella con otra chica). Probablemente busque la segunda
parte.
2. Pájaro Burlón integral (Chelsea Cain y
Kate Niemczyk, 2016)
Barbara
Morse fue agente de SHIELD, pero fue herida de muerte en un tiroteo. Ahora ha
resucitado, gracias a los efectos combinados del suero de supersoldado y la
fórmula del infinito. Y tiene sus propios objetivos.
Pájaro Burlón ha sido siempre un
personaje secundario de Marvel, una espía de SHIELD sin poderes especiales. Ha
sido vengadora, esposa de Clint Barton, damisela en apuros y otras mil cosas.
Ahora tiene serie propia, unos poderes equiparables a los del Capitán América y
la capacidad de no envejecer. Ingredientes perfectos para hacer una serie
potente.
Este integral incluye un cómic
conmemorativo de los 50 años de SHIELD y los números 1 a 8 de la serie
principal. En ésta se desarrollan dos historias: “Puedo explicarlo” (nºs 1 a 5)
y “Mi agenda feminista” (nºs 6 a 8). La primera habla de los efectos que tiene
en el organismo de Morse la mezcla entre suero de súpersoldado y fórmula del
infinito: tiene la peculiaridad de que los cinco números pueden leerse en
cualquier orden. La segunda es una descacharrante historia ambientada en un
crucero friki, hacia el que Pájaro Burlón es atraída con promesas de pruebas de
la inocencia de su ex marido en un crimen del que le acusan.
Lectura ligera, amena y divertida, con
señoras dando hostias como panes. Yo no sé qué más se le puede pedir a un
tebeo.
3. La rosa de las nieblas (Lola Robles,
1999)
Nilfheim
es un mundo hostil y duro, habitado por un pueblo guerrero al que se desterró
allí por sus crímenes contra la civilización galáctica. Ahora un niflungar se
ha convertido en emperador de la galaxia, y sus modos tiránicos sobrepasan todo
lo visto antes. Cuatro rebeldes, representantes de una alianza de planetas
democráticos, viajan a Nilfheim con una misión: conseguir ayuda para
derrocarlo.
Conseguí La rosa de las nieblas en una librería de segunda mano. Antes solo
había leído una novela de la autora (Yabarí)
y me había dejado con buen sabor de boca, así que decidí comprar este libro.
Fue un acierto. La novela trata muchos temas; el principal, para mí, es el
choque cultural. Los cuatro protagonistas pertenecen a sociedades avanzadas, y
su choque con una sociedad feudal, racista y patriarcal es el principal motor
del libro. Pero es que además ellos también influyen en Nilfheim (pese a todos
sus intentos de no hacerlo), y el planeta que se nos presenta al final es muy
distinto del que había al principio.
Lola Robles trata estos temas desde la
perspectiva anarquista y feminista que se le presupone, pero lo hace con un
realismo muy interesante: en cierto momento de la novela se dice que la
organización de los rebeldes no es la acracia perfecta pero es un avance. Y es que
la tensión entre cumplir con su tarea rápido y quedarse en Nilfheim a ayudar en
las luchas de los esclavos y de las mujeres está presente en todo el libro.
Si esto fuera una reseña más larga podría
hablar de otros temas del libro: su confusa situación entre ciencia ficción y
fantasía, su representación LGTB (una protagonista bisexual que vive su
sexualidad con normalidad), su discurso en torno a la no violencia, su mensaje
claro sobre la conexión entre la lucha de las mujeres y la lucha de los esclavos,
etc. Pero tengo que reseñar más libros en esta entrada, así que, si os he dejado
con la curiosidad, buscad y leed La rosa
de las nieblas. No os arrepentiréis.
4. Diez variaciones sobre el amor (Teresa
P. Mira de Echevarría, 2017)
Diez
relatos sobre amor, en sus formas más variadas. Amor entre un poeta-genetista y
su obra, amor entre un hombre-pájaro y una mujer, amor entre un colono y una
criatura alienígena, entre un humano y su familia de adopción extraterrestre,
entre dos amigos que buscan un espíritu guía en un robot industrial, entre una
viajera del tiempo y una joven medieval, entre dos clones… amor, en definitiva.
Este libro y yo tenemos una clara
incompatibilidad de caracteres. No creo ser una persona que carezca de imaginación,
y las sinopsis de estos relatos me resultan de lo más atractivas. Y sin embargo
la obra no me ha acabado de convencer. Creo que es el estilo de la autora, que
en muchos de los relatos ella misma define como abstruso o introspectivo.
Varias veces me encontré pensando “pero este personaje, ¿por qué hace esto?”
ante una acción con gran carga poética pero poco comprensible. Me pasa lo mismo
con el lenguaje: a mí cuéntame las cosas en lenguaje natural y me tienes
dentro, pero no me llenes los relatos de olores a pachulí y a bergamota, de
imágenes poderosas y de adjetivos extraños.
Aun así, tiene relatos notables. “La
poética de las sirenas”, “A su imagen”, “Otoño” o “Como a sí mismo” me han
gustado bastante. Así que si te atrae esta temática y esta forma de escribir
ciencia-ficción, es tu libro.
5. Gamusinos (Raquel Froilán, 2018)
Nadie
quiere ir a Zntak. Es un planeta feo y peligroso, habitado por gente extraña
con gran afición a las bromas pesadas. Sin embargo tiene dos virtudes: es un
lugar de exilio formidable y tiene mucha caza. Esas dos características
arrastran allí a Bernal (nombrado “antropólogo” con la clara instrucción de no
volver nunca a los mundos civilizados) y a Aquiles Montchblanc (millonario,
cazador y tipejo repulsivo en general). A los nativos no les va a hacer mucha
gracia la llegada de ninguno de los dos.
Conocí a Raquel Froilán al leer “Deli
Bal”, su relato en No son molinos:
fue, quizás, la historia que más me gustó del volumen (compitiendo ahí ahí con
“La encantá del barranco”, de Enerio Dima), y por ello tenía ganas de leer este
Gamusinos. No me ha decepcionado. La
autora desarrolla una novela corta rebosante de humor, que me ha sacado
carcajadas más de un vez. Tiene cierta resonancia pratchettiana que me ha
resultado de lo más satisfactoria.
Si tuviera que sacarle pegas, están el
hecho de que el final es algo apresurado y la presencia de un par de errores de
edición. Aun así, se lo perdono todo por las risas y por cómo juega con el
lector en relación a los gamusinos que dan título a la novela.
6. Kalpa imperial (Angélica Gorodischer,
1983)
Kalpa
es el imperio más grande que jamás ha existido. Ha durado milenios, ha tenido
centenares de emperadores, ha cambiado de capital docenas de veces, ha ardido
hasta los cimientos y se ha vuelto a levantar. Vamos a conocer once momentos de
su historia.
De Angélica Gorodischer leí Trafalgar en el #LeoAutorasOct dehace dos años. Me encantó y me quedé con ganas de Kalpa imperial, una obra que Ursula K. LeGuin consideró tan
importante que ella misma se encargó de traducir al inglés. Sin embargo, al
final me pasó aquello de dejarlo en el Kindle y no encontrar nunca momento para
leerlo. Ahora lo he leído y me da pena no haberlo hecho antes.
Kalpa
Imperial es una colección de once cuentos que narran once momentos de la
historia de este imperio de fantasía. No están ordenados de forma cronológica,
así que nunca sabes si lo que estás leyendo va antes o después de lo que acabas
de leer. En algunos casos los relatos tratan de breves anécdotas de tal o cual
personaje; en otros, se cuentan historias corales que abarcan siglos.
Normalmente los protagonistas son los emperadores o las personas que trabajan
para ellos; en otros casos, sobre todo hacia el final, la narración desciende a
contar asuntos más domésticos.
Y si las narraciones de este volumen son
bonitas y llenas de fantasía, no menos interesante es la voz del narrador.
Porque diez de los relatos empiezan con la misma frase, tres palabritas de nada
que lo cambian todo: “Dijo el narrador:”. Están contados como si fueran las
historias que, en la propia Kalpa, recita un narrador en las calles para
ganarse el pan. Bueno, un narrador o varios, porque de alguna manera
Gorodischer se las arregla para que muchos de ellos tengan personalidad
definida. Y la experimentación formal no acaba aquí: a veces, la voz del
narrador se entremezcla con la de otros personajes, testigos de la historia e
incluso sus protagonistas. Todo ello se hace con gran eficiencia, pues la autora
nunca olvida que su objetivo es contar una historia.
El volumen venía gustándome mucho
(algunos relatos más que otros, como siempre, pero en general el nivel era
alto) y entonces llegamos al último relato. El undécimo, el único que no está
narrado en una plaza de Kalpa. Y me dejó con las patas vueltas, como se suele
decir. En este relato, protagonizado por los miembros de una caravana que cruza
el desierto, se cuentan leyendas sobre el origen del mundo y del imperio (que,
en Kalpa, lo mismo son). Y es en esas leyendas donde aparece nuestro mundo,
claramente identificable pero deformado, como si la única fuente de información
sobre él fueran viejas películas de Hollywood que alguien vio hace generaciones
y cuyos argumentos se han convertido en mitos fundacionales.
¿Qué es, entonces, Kalpa? ¿Es nuestro
mundo en el futuro? ¿Es un planeta colonizado por humanos que perdió el
contacto con el mundo matriz? A saber. Si queréis darle vueltas y fabricar
vuestra propia respuesta, ya sabéis: los once relatos de Kalpa Imperial os esperan.
7. El ciclo de Xuya (Aliette de Bodard,
2014)
8. En una estación roja, a la deriva
(Aliette de Bodard, 2012)
En
1411, un barco chino llega a las costas americanas. Tiene más intención de
comerciar que de conquistar, por lo que el contacto se hace de forma mucho
menos violenta. Cuando los europeos llegan en 1492, los americanos ya han
pasado todas las enfermedades euroasiáticas que en la vida real los diezmaron,
y han aprendido a usar la pólvora. La historia, por tanto, es muy diferente.
“El ciclo de Xuya” es un libro de relatos
dividido, muy claramente, en tres partes. En la primera se cuenta la historia
de Norteamérica durante el final del siglo XX y el principio del XXI. Es una
Norteamérica ucrónica, dividida en tres Estados: Xuya (una excolonia china),
Magna Mexica (un imperio neoazteca que combina la más avanzada tecnología
informática con los sacrificios humanos) y EE.UU. (un empobrecido país
anglófono, que llega solo hasta las Rocosas). Las historias de esta primera
parte tienen un marcado toque policiaco: dos de ellas, por ejemplo, son
investigaciones de asesinato.
En el segundo tercio, la ucronía cede el
paso a la ci-fi clásica. Estamos en el siglo XXII y la exploración espacial se
lleva a cabo gracias a las Mentes, engendros mecánicos gestados en un vientre
humano que son capaces de controlar las naves. Por último, en la parte final de
esta recopilación se nos habla del conflicto entre una federación galáctica de
corte occidental y los exiliados rong (descendientes de vietnamitas) tras la
guerra civil en su planeta. Quizá el principal problema que tiene este volumen
es que la vinculación de este último tercio con los dos primeros resulta como
mínimo difusa: Xuya, Magna Mexica y demás son nombres que nadie pronuncia a
estas alturas.
Para salvar esta distancia (distancia
real: los cuentos de la última parte de “El ciclo de Xuya” no fueron
originalmente concebidos como parte de este universo) la autora escribió En una estación roja a la deriva, una
novela corta sobre una estación espacial a la que llegan refugiados de una
guerra. Esta novelette actúa de
puente y además cuenta una historia interesante y conmovedora.
El tema principal de “El ciclo de Xuya”
es el desarraigo. Muchos de los personajes lo viven de una forma u otra: o no
encajan en su cultura, o son emigrados (xuyanos en Magna Mexica o mexicanos en
Xuya), o no son heterosexuales, o son refugiados de guerra. En este sentido, se
agradece que En una estación roja a la
deriva sea algo más larga y aporte mayor variedad temática, porque tanto
desarraigo se me llegó a hacer repetitivo. Puede ser, de hecho, que En una estación… me gustara más que el
libro de relatos, porque hay más tiempo para conocer (y querer u odiar) a los
personajes.
En todo caso estamos ante una obra
sobresaliente, que emociona y evoca a partes iguales.
9. Bitch Planet, libro uno (Kelly Sue
DeConnick y Valentine De Landro, 2017)
EE.UU.
es un patriarcado. Bueno, siempre lo ha sido, pero ahora lo es literalmente:
está gobernado por un grupo de hombres denominado “los padres”. Ser mujer en
este nuevo país es complicado: cualquiera demasiado agresiva, demasiado gorda,
demasiado pudorosa, demasiado sexual o demasiado, en definitiva, “no conforme”,
es enviada a un planeta de exilio y no vuelve a la Tierra. El cómic narra la
vida de un grupo de habitantes de este “planeta de las zorras” a las que se les
ofrece una aparente posibilidad de redención: participar en un torneo de
Megatón (el deporte de moda, ultraviolento) contra equipos profesionales.
Tuve la duda de si leer Bitch Planet dentro del #LeoAutorasOct.
La cuestión es que la guionista es mujer pero el dibujante no. ¿Se trata de
leer obras con alguna mujer entre sus
autores o de leer obras creadas íntegramente
por mujeres? Además, en cómic hay un problema especial, y es que aparte de
guionista y dibujante hay acreditados una pluralidad de profesionales
(entintador, colorista, rotulista), y uno se pregunta si son autores o no.
Al final, después de debatirlo por
Twitter, mi criterio es: leeré obras colectivas en octubre si tienen al menos a
una autora en su grupo de creadores, y en cómic consideraré autores solo al
guionista y al dibujante. Esto me ha permitido leer este fantástico tebeo en
octubre. Me lo bebí en un par de horas (no es muy largo) y me he quedado con
ganas de más: por suerte el segundo tomo ya está publicado en español.
Estamos ante una obra coral,
protagonizada por todo un grupo de reclusas y también por las personas que
deciden lanzar la idea de un equipo femenino de Megatón. Por ello, los cinco
números contenidos en este tomo tratan una pluralidad de temas: la
gordofobia, las jerarquías, la rebelión, la necesidad (o no) de entrar en el
sistema para destruirlo desde dentro… La escena inicial pone un nudo en la
garganta, y de ahí en adelante la cosa no deja de mejorar.
Mención aparte merecen las páginas
finales de cada número, en las cuales hay supuestos anuncios de mecanismos para
adelgazar o para ser perfecta, mezclados con propaganda subversiva.
10. Hijas de la guerra (Ana Roux, 2018)
URS-UL4
es un planeta helado donde solo hay una base militar. El sitio es desagradable
pero tranquilo, y ha permitido que la doctora Vaani Kumar y la soldado Sahar
Javadi desarrollen una bonita relación de pareja. Por desgracia, las cosas
buenas nunca duran. La humanidad está en un tenso armisticio con un misterioso
Enemigo, y cualquier cosa puede mandar la paz al carajo.
Escogí este libro por la autora, cuyo
trabajo ya me había gustado mucho en No
son molinos. Cuando lo abrí me di cuenta de algo curioso: está
catalogado en Argos, la colección de fantasía de la editorial Cerbero, cuando
por el planteamiento (planetas helados, militares futuristas, naves espaciales)
habría sido obvio su encuadramiento en Wyser, la serie de ciencia ficción.
Después de leerlo solo voy a decir que su adscripción a Argos es perfectamente
válida, y que en ello tiene que ver el mote que le ha puesto el editor a la
novela: “la de los centauros espaciales”.
Aparte de eso, es un poco más larga que
el bolsilibro estándar de Cerbero, y eso se agradece. Muchas veces me ha pasado (se puede ver en este mismo artículo, con Gamusinos) que los libros de esta colección me parecen terminados con cierto
apresuramiento, como si el autor se hubiera dado cuenta de repente de que se le
acababan las palabras. A Hijas de la
guerra no le pasa: cuenta la historia que quiere contar de una manera
solvente y entretenida, con personajes bien definidos e incluso entrañables. Me
ha tenido enganchado hasta el final. Así sí.
11. La estación del crepúsculo (Kate Wilhelm,
1976)
La
crisis ecológica golpea con fuerza. En principio parece que la familia Summers
se va a poder librar: es enorme, tiene mucho dinero, vive en un valle aislado,
cuenta con profesionales de todas las ramas… Sin embargo, ni siquiera ellos
pueden acabar con la esterilidad que se extiende por humanos y animales. La
única solución parecen ser los clones.
Kate Wilhem es una autora injustamente
infravalorada en nuestro país. Que yo sepa, solo dos de sus novelas se han
traducido al español: ésta (también publicada como Donde solían cantar los dulces pájaros) y Casa inteligente, un libro de intriga con apenas componente ci-fi,
que encima es el tercero de una saga. Ah, editoriales españolas de género:
siempre cuidando el producto.
Tenía pendiente La estación del crepúsculo desde que me la recomendaron hace meses
(además, Casa inteligente me gustó),
y no ha sido una mala lectura. Está dividida en tres novelas cortas: una
protagonizada por David, el hijo más joven de la familia Summers; otra centrada
en Molly, una clon que participa en la primera expedición post-apocalipsis; y
la última basada en Mark, el único humano individual en una sociedad de
hermanos clónicos. La primera es quizás la peor, porque en ella pasan muchas
cosas muy seguidas y hay demasiada terminología científica innecesaria. Además,
las otras dos novelas tienen más relación entre sí que con la primera.
A nivel científico, se nota que la novela
tiene ya unos pocos años. La idea de una crisis ecológica que golpea en media
docena de frentes (desde la esterilidad de los mamíferos hasta los problemas en
las cosechas) y que sucede de un año para otro parece hoy ampliamente superada.
Pese a esta visión tan naif, estamos ante una interesante (y a ratos
estremecedora) novela de clones, centrada en la temática de hasta qué punto la
individualidad nos es vital para sobrevivir.
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