lunes, 24 de noviembre de 2014

Nada humano me es ajeno: reflexión sobre la abogacía

La profesión de abogado nunca me ha gustado. La he asociado siempre con el picapleitos, con Lionel Hutz, con el que anima a litigar sin freno, con el que realiza prácticas dilatorias, con el que cobra honorarios abusivos. En definitiva, con el tópico de los chistes de abogados. Tanto durante la carrera como después de licenciarme he preferido siempre la posición del juzgador: prefiero ser quien toma una decisión con todas las pruebas en la mano que quien intenta, con mejor o peor fortuna, influir en su voluntad.

Sin embargo últimamente empiezo a descubrir que la posición del abogado no es necesariamente algo feo o sucio. Junto al tópico hay también una épica, que habla de una profesión honorable que ayuda a la gente a resolver sus problemas. “Nada humano me es ajeno”, dijo Terencio, y más de un abogado lo adopta como máxima personal. Porque la ley lo impregna todo, y cualquiera puede tener un problema jurídico y necesitar de un consejo experto que le calme, le explique y le dé un camino a seguir.

¿Quiénes están en Legal Sol por si te detienen por ejercer tu derecho de manifestación? ¿Quiénes se unen a la PAH para parar desahucios, también en los Juzgados? ¿Quiénes se apuntan al turno de oficio para defenderte si te detienen? ¿Quiénes están en los sindicatos dispuestos a aconsejarte si te despiden o modifican tus condiciones de trabajo? ¿Quiénes se meten en asociaciones de ayuda a víctimas de violencia de género para conseguir que los maltratadores paguen por sus delitos? La colegiación de estas personas vale tanto como la de los abogados que defienden a aseguradoras, bancos y demás chusma.

Bien llevada la profesión de abogado puede ser profundamente ética y hasta virtuosa. La literatura clásica y moderna sobre la profesión lo dice: el abogado es un servidor de la justicia, no un mero representante de la parte. No sólo debe ser elocuente y conocer el derecho sino que debe ser honrado y probo. A esto yo añadiría “empático”: los problemas de su cliente deben interesarle, pues lo que para él es trabajo para el otro es vital… aunque mirado objetivamente sea una tontería o un problema nimio. Muchas veces lo que la gente necesita no es tanto un amplio conocimiento jurídico como calidez y comprensión.

Digo esto porque tengo la hipótesis de que mucha gente es incapaz de leer el lenguaje jurídico. Mentes normales o incluso brillantes se aturullan en cuanto ven un papel oficial y son incapaces de interpretarlo, aunque lo que haya dentro venga escrito en perfecto castellano. Es una profecía autocumplida: creen que no lo van a entender y no lo entienden. Eso suponiendo que hayan logrado encontrar la norma aplicable. El solo hecho de ser capaz de darle nombre a los problemas y sugerirle un curso de acción a los afectados nos convierte a los abogados en personas con un gran poder sobre la vida de las personas.

Como a todo el mundo, me hace gracia la imagen que se forma en la cabeza de Lionel Hutz cuando le mencionan “un mundo sin abogados”. Personas de todas las razas y culturas bailando en paz y armonía. Pero, por desgracia, esa imagen no tiene nada que ver con la realidad. Mientras tengamos leyes necesitaremos quienes las interpreten: si desaparecieran los abogados el mundo sería un lugar aún peor, y eso que parece difícil. Ahora bien, no basta con nuestra existencia: hoy en día un abogado que pretenda contribuir al bien común debe tener compromiso social. Poner sus conocimientos, adquiridos en una carrera universitaria, y su experiencia, lograda muchas veces a fuerza de contactos, al servicio de quienes no han tenido esas ventajas. Necesitamos abogados y juristas en el activismo, porque en los tribunales se puede ganar mucho.

Así que sí, soy abogado. No era mi aspiración en la vida, pero es lo que soy y puede que lo sea durante mucho tiempo. ¿Y sabéis qué? Que mientras lo sea voy a luchar, desde mi campo profesional, por un futuro mejor.




6 comentarios:

  1. Los estereotipos, cuando se usan como alivio cómico, no están mal. Que sería de la profesión sin la imagen del ejército de abogados del señor Burns, el abogado que es medio tiburón en Top 10, o esa gran charla inicial en Philadelphia, cuando Denzel Washington le dice a un tío que cruzó la calle, sin mirar, que sabía que la calle estaba cortada por obras y que había un paso de peatones a 5 metros que claro que sí, que pueden demandar al ayuntamiento y sacar pasta.

    Y luego, harás prácticas dilatorias para ganar tiempo para tus clientes en un procedimiento de desahucio. Y eso no es más que el principio.
    Pero luchas. Como te dije en twitter, luchas, y que el cliente sepa que estás peleando como un cabrón. Porqué? Por que les da confianza, y les ayuda a llevar un pleito. (Y te encuentras, desde los que van pensando "Que se jodan! Los voy a crujir!" como a los que no quieren demandar, pero necesitan hacerlo o no comen).

    Lo que si me jode es que alguien crea que me voy a vender a la parte contraria (me lo tienen dicho a la cara), o que no me tiene que pagar si no gano.

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    1. Gracias por tu respuesta :) Al final va a ser verdad lo que he escrito en el post :p

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  2. Tú no sabes lo importante que es una abogado feminista frente a las infinitas injurias machistas .

    ;D

    Un abrazo.

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  3. Bueno, felicitaciones al ver un "boga" honesto. (lunfardo argentino, che, que te escribo desde un suburbio de Buenos Aires)
    Saludos, amigo.

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