domingo, 22 de junio de 2014

Pom pom pom

La entrada de hoy la ha escrito la compañera @TallulahBeesley. Se trata de un microrrelato que amplía una serie de tuits que me impresionaron mucho. Creo que es adecuada para que los hombres empaticemos con lo que sienten muchas veces las mujeres. Sin más, os dejo con ella:


Imagínate un día, a temprana edad, aparece a tu lado una manita y con su dedo índice comienza a darte golpecitos en el hombro. Pom pom pom. Los golpes son leves, suaves, pero continuos. Pom pom pom. Esa manita aparece y no se va, te da toquecitos con su dedo a diario. Pom pom pom. Van pasando los años y esa manita no se va, se va haciendo cada vez más fuerte. Pom pom pom. Y los golpecitos de su dedo siguen siendo leves pero, de vez en cuando, te golpea fuertemente. Pom pom pom.

Te acostumbras aunque no te gusta. Pom pom pom. Es algo que asimilas que va a estar ahí siempre, golpeándote con su dedo día a día, mes a mes, año a año. Pom pom pom. Hay rachas en las que pasa de golpecitos a golpes más fuertes, más profundos. Pom pom pom. Hay días en los que no aguantas más, enloqueces con cada golpecito. Pom pom pom. Esos días estallas, gritas, te rebelas y desde fuera te dicen que calles, que no es para tanto, que eres una exagerada. Pom pom pom.

A veces te reprimes, a veces lo ignoras, a veces te agobias. Pom pom pom. Te resignas. Pom pom pom. Los días que esos golpes te superan y estallas desde fuera se te exige que des explicaciones, con calma, del porqué de tu rabia. Pom pom pom. Escuchas que eres una loca, una histérica, que no es como lo cuentas. Pom pom pom. Y todas esas frases son nuevos golpecitos de ese dedo, se acumulan a los anteriores pero son más malignos: son la negación de una realidad.

Ese dedo es el machismo que vives a diario. Cada golpecito es una expresión, una noticia, un chiste, un toque en el culo de broma (ay, las bromichis). Cada golpe es una agresión verbal, física o sexual. En casa, en el centro de estudios, en el trabajo, en la calle, en el bar. Pom pom pom.

5 comentarios:

  1. Me identifico muchísimo con esto.

    ResponderEliminar
  2. Tengo que confesar que nunca había sido consciente del machismo ("suave", pero anómalo igualmente) que existe a mi alrededor, era algo que aceptaba como los golpecitos de los que hablas, tan acostumbrada que ni lo notaba. Pero una vez empecé a seguir por twitter a cuentas feministas y a leer un poco, me dio cuenta en toda su extensión. Con 25 años que tengo.

    Para que luego digan que Twitter no vale pa ná.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí me pasó algo muy parecido :)

      Eliminar
    2. En frente de mi casa está la base de una ambulancia y justo al lado, una panadería. La entrada de las ambulancias está convenientemente señalizada y es un vado permanente. Pero es un espacio habitualmente utilizado para dejar el coche "un minutillo de nada" por aquellos que van a la panadería, y ya aprovechan para tomarse un café en el bar de enfrente y quizás comprar la prensa en la librería de al lado. Nada, eso, "un minutillo de nada". Pero es salir un coche y parar el siguiente antes de que pasen 5 segundos, con lo que allí hay vehículos obstaculizando la entrada continuamente. De vez en cuando el de la ambulancia, que regresa de una salida, le monta un pollo al que está aparcado y claro, queda como un loco mientras el conductor que sale del bar con su periódico en la mano pone cara de extrañado y le dice "bueno hombre, no te pongas así, que fue solo un minutito". Y los transeúntes miran al de la ambulancia como diciendo "madre mía, el tío malahostia".

      Estoy convencido de que esta es una analogía de mierda, pero hace algún tiempo me sirvió para explicarme a mí mismo el pom pom pom del cual yo era partícipe. Bueno, era... soy, que creo que no pasa día sin que me señalen o descubra algún golpecito dado por mí.

      Eliminar
    3. Anda que empiezo bien el comentario... en frente. Sí, en la frente.

      Eliminar