jueves, 27 de marzo de 2014

Sobre EREs improcedentes y nulos

Hoy se ha hecho público el sentido del fallo del Tribunal Supremo sobre el ERE de Telemadrid. Se declara improcedente pero no nulo, por lo cual el Ente madrileño no cerrará. Ante esto se ha desatado un aluvión de mentiras, manipulación y tergiversación, en su mayor parte inconsciente, como sucede siempre cuando hay una noticia con contenido jurídico. Por ello, voy a hablar un poco de despidos.

El despido es la extinción de un contrato de trabajo por decisión de la empresa. Sin embargo, esta decisión no es libre, sino que debe ajustarse a unas causas tasadas en la ley y hacerse según un procedimiento concreto. Existen tres clases de despido:
  • Despido disciplinario. En este caso el trabajador ha incumplido su contrato de forma dolosa y el empresario, en consecuencia, le despide. Evidentemente no tiene que pagarle indemnización. Las causas que permiten despedir están en el artículo 54 del Estatuto de los Trabajadores, y son cosas tales como impuntualidad, indisciplina, ofensas al empresario, embriaguez habitual, acoso al empresario o a otras personas que trabajen en la empresa, etc. Evidentemente, la conducta tiene que tener entidad suficiente para justificar un despido: si no, cabría imponer una sanción menor, como una amonestación o una suspensión de empleo y sueldo. En 2009 saltó a los periódicos el caso de un trabajador que fue despedido por llamar “hijo de puta” al jefe: el TSJ de Cataluña consideró improcedente el despido
  • Despido objetivo. Se trata de casos en los que el trabajador no ha incumplido sus obligaciones de forma dolosa pero el empresario no tiene interés en seguir dándole empleo. Por ello, le puede despedir pero, evidentemente, debe indemnizarle. Las causas están en el artículo 52 ET: ineptitud, falta de adaptación a modificaciones técnicas, causas económicas o técnicas, etc.
Aquí se encuadra también la acumulación de faltas de asistencia al trabajo, aunque estén justificadas. Antes de 2012, para despedir a un trabajador que faltara demasiado era necesario que en ese mismo centro de trabajo hubiera bastantes trabajadores que hicieran lo mismo, de modo que la producción resultara afectada. Ahora no: basta con que la persona despedida alcance ciertos porcentajes de inasistencia.
  • Despido colectivo. Es el mismo caso que el despido objetivo (el trabajador no incumple pero al empresario no le interesa mantener su puesto de trabajo), pero las causas afectan a toda la empresa y por tanto se despide a muchos trabajadores a la vez. Es el llamado ERE, aunque ya no es correcto llamarlo así. Tenía ese nombre porque era necesario que lo autorizara la Inspección de Trabajo, es decir, que se iniciara un expediente administrativo.
Este tipo de despido ha vivido grandes reformas en los últimos años: sietemodificaciones desde 2010, en una regulación que llevaba sin tocarse desde 2003. La idea básica es que se puede recurrir a esta modalidad de despido cuando la empresa esté afectada por causas económicas, técnicas, organizativas y de producción. Pues bien: en 2010 se introducen dentro de las causas económicas las pérdidas previstas, no sólo las reales. En 2012, por su parte, se elimina la necesidad de expediente administrativo: ahora, para despedir a una masa de trabajadores sólo es necesario negociar con ellos de buena fe para buscar otra solución, pero si no hay acuerdo se puede despedir igual.


Una vez ejecutado el despido, por supuesto, quienes hayan sido afectados pueden recurrir la medida ante los tribunales. Si el despido es correcto en todos sus extremos, se declarará procedente. Si no, improcedente o nulo. Hay que entender bien esto: improcedencia y nulidad son dos formas distintas de ilegalidad, con alcances diferentes. Que el ERE de Telemadrid se haya declarado improcedente y no nulo no quiere decir que sea legal: quiere decir que las vulneraciones de la ley son de menor alcance que lo que pretendían los sindicatos recurrentes.

       Así pues, ¿cuándo procede declarar un despido improcedente y cuándo nulo? Depende, como ya he dicho, del alcance de la ilegalidad:
1)  Si la causa del despido no está entre la lista de incumplimientos contractuales o causas objetivas que permiten el despido (o si no es proporcional para justificarlo), el despido es improcedente.
2) Si el despido tiene como móvil una discriminación o vulnera derechos fundamentales, es nulo. Se presume la nulidad en una buena cantidad de casos (si la persona despedida disfruta de una baja por maternidad, paternidad, adopción, etc.; si hace poco que ha vuelto de una baja de ese tipo; si es una trabajadora embarazada o víctima de violencia de género…): aquí será el empresario quien tiene que probar que la causa del despido se debe a motivos legítimos.
3) En cuanto a las formalidades del despido, depende. En caso de despidos individuales (disciplinarios y objetivos), vulnerar las formalidades convierte al despido en improcedente, igual que hacerlos sin causa. Sin embargo, en caso de despidos colectivos, hacerlos sin respetar el procedimiento de negociación lo convierte en nulo.

Sólo queda entonces una cuestión: ¿cuál es la diferencia entre improcedencia y nulidad? Sencillo. La improcedencia es una consecuencia relativamente leve, que permite al empresario optar entre readmitir al trabajador o despedirle con una indemnización superior a la que le corresponde. La nulidad es más radical: un despido nulo no ha existido nunca. Ese trabajador nunca ha estado despedido y, por tanto, la readmisión ni se plantea: no hay que readmitirle porque sigue siendo trabajador.


Al final he hablado poco del ERE de Telemadrid. Su improcedencia significa lo que acabo de explicar: que el Ente podrá seguir adelante con los despidos, aunque gastándose más dinero en indemnizaciones. Pero sirva esta entrada para que se conozca mejor algo tristemente tan cotidiano como el despido.

martes, 18 de marzo de 2014

Malos y tontos: más sobre justicia universal

Cada vez que el Gobierno anuncia que va a recortar nuestros derechos sociales o políticos un poco más se desata en las redes sociales un pequeño debate con la siguiente temática: “quienes nos gobiernan, ¿son malos o es que son tontos?” Normalmente la respuesta es que son malos, pero yo no puedo estar de acuerdo. Efectivamente, es la maldad quien guía sus acciones, pero, por suerte, hay una fuerte dosis de estupidez en los medios que escogen para ejecutarlas. Me refiero, por ejemplo, a leyes tan mal redactadas que por sus huecos caben elefantes o directamente inaplicables en virtud de tratados internacionales.

Esto les pasó con la reforma laboral de 2012 (que convertía al juez en un simple notario, en contra de los convenios de la OIT ratificados por España) y les acaba de pasar con la reforma de la jurisdicción universal. Como ya conté hace unas semanas, lo que el PP pretendía era dificultar el acceso a la jurisdicción universal, obligando a sobreseer una buena cantidad de causas que están poniendo en apuros diplomáticos a España. La forma en que lo han hecho es dando una serie de requisitos que deben cumplirse para perseguir cada delito, entre los cuales se suele encontrar que el imputado se encuentre en España.

Una de las causas que debían haber quedado archivadas es el caso Couso. Se trata de un delito contra las personas y bienes protegidos en caso de conflicto armado, que según la reforma sólo pueden ser perseguidos si el imputado es un extranjero que resida o se encuentre en España o un español. Como sabemos, todos los imputados son estadounidenses que residen fuera de España. Pues bien: hoy el juez Pedraz, que es quien está instruyendo el caso, ha dictado un auto en el que acuerda inaplicar la reforma, manteniendo en consecuencia la causa abierta, porque es contraria a la IV Convención de Ginebra.

Hasta donde yo alcanzo a ver esta decisión es perfectamente correcta, aunque fruto de un activismo judicial innegable. En España, los tratados internacionales están por encima de la ley en el sentido de que sólo pueden ser reformados mediante procedimientos propios de Derecho internacional. O, dicho a la inversa, las normas internas no pueden modificar tratados internacionales, por lo que si se aprueba una ley contraria a un tratado deberá dejar de aplicarse aquella en todo lo que se contradiga con éste (1). Para más inri, el Tribunal Constitucional ha dicho que los problemas de contradicción entre leyes y tratados no son competencia suya, por lo que el juez ordinario (Pedraz en este caso) tiene un margen de apreciación bastante amplio.

¿Y aquí hay contradicción? Es evidente que sí. La IV Convención de Ginebra, que regula el estatus de los civiles durante la guerra, obliga a los Estados parte a “buscar a las personas acusadas de haber cometido u ordenado cometer una cualquiera de las infracciones graves (2), y deberá hacerlas comparecer ante los propios tribunales, sea cual fuere su nacionalidad” (artículo 146). La ley española contradice al tratado en tanto en cuanto establece una amplia variedad de supuestos en que esta obligación internacional no sólo puede sino que debe ser incumplida. Esto no implica que la ley española deje de ser válida sino, como ya hemos visto, que el juez la debe inaplicar.

El auto de Pedraz dice alguna cosa más, pero siempre en la misma línea: las obligaciones internacionales asumidas por España no pueden incumplirse aunque una ley lo permita o incluso lo obligue. Evidentemente, esto no es una solución general. Sólo puede aplicarse cuando la ley choque con aquellos tratados que le impongan al Estado una obligación clara y terminante de perseguir a los autores sea cual sea su nacionalidad, que no son la mayoría. Habrá que ver qué pasa con crímenes de genocidio y lesa humanidad como los del Tíbet o Guatemala, las torturas en Guantánamo o los vuelos de la CIA: no sé qué dicen los tratados internacionales aplicables, pero siempre que establezcan el deber de los Estados de investigar y enjuiciar los hechos será imposible que los jueces encargados ordenen archivar las causas.

En realidad esta victoria es algo pírrica. Nos están dando por todos lados y que continúen abiertas dos o tres causas que iban a cerrarse no es gran cosa. Pero que queréis que os diga, a mí a estas alturas ya me sabe bien cualquier cosa que le pase al Gobierno.




       (1) Así lo dice también la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, que en su artículo 27 establece que un Estado “no podrá invocar las  disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado.”

    (2) El artículo 147 de la misma Convención considera el homicidio intencional una infracción grave.


viernes, 14 de marzo de 2014

Ofréceles cinco centavos

El otro día se difundió por Internet una noticia horrible: una empresa seleccionaba a sus trabajadores con pruebas humillantes, como el juego de la silla o el juego del pañuelo, en el cual ganaba el puesto de trabajo quien cogiera un billete de 50 €, que sería parte de su primer sueldo. En esta última prueba una trabajadora se lesionó, y eso fue lo que hizo que el asunto saltara a la prensa. Lo verdaderamente pavoroso es pensar en cuántas empresas estarán haciendo cosas parecidas, pruebas de selección que atentan contra la dignidad de los aspirantes, sin que se entere nadie.

Para mi sorpresa, cuando la noticia se difundió empezó a correr una opinión que venía a decir más o menos lo siguiente: “Sí, los de la empresa son esclavistas y todo lo que quieras, pero es que también los candidatos, prestarse a algo así…” La opinión suele rematar con un ejercicio de empatía inversa: “Yo de ser ellos me levanto y me voy. Mi dignidad está por encima de eso.”

Esta reacción me sorprende, y especialmente me sorprende verla entre la izquierda. Quien es culpable aquí es la empresa que selecciona a gente de forma indigna, no los trabajadores que se someten a ese proceso de selección. Punto. Sin repartir culpas. Sin “es que los candidatos también…”. Decir este tipo de cosas supone una culpabilización clara de la víctima, un cuñadismo de bar y una imposición de sus propias creencias sobre qué es la dignidad. Implica también desconocer qué está pasando por la cabeza de alguien que, enfrentado a esa situación, no se marcha dando un portazo. ¿O es que los aspirantes a ese puesto de trabajo no eran conscientes de que se estaba jugando con ellos?

Quizás la consecuencia psicológica más grave que tiene la ausencia de ingresos regulares es la imposibilidad de prever. Cuando tú tienes un sueldo, por muy bajo que sea, puedes hacer planes: dedico tanto a alojamiento, tanto a comida, tanto a transporte, tanto a ocio. Si el sueldo es una mierda dedicaré menos a ocio o sacaré parte de la comida de un comedor social, pero tendré algo parecido a un presupuesto.

Cuando te quedas sin ingresos regulares y sin posibilidad de obtenerlos a corto plazo, planificar se vuelve imposible. Y ello implica que tienes que mirar muy bien cada gasto, equilibrar los escasos ingresos y vivir al día. Te vuelves, por necesidad, cicatero. Aguantas las cosas hasta que se caen a trozos. Andas siempre que puedes evitar coger un medio de transporte. Prefieres comprar paquetes más pequeños, aunque a la larga vayas a pagar más dinero, porque prefieres no gastarte de una sola vez todo el dinero que cuesta el grande. La idea de un gasto imprevisto te provoca un sobresalto. Y ves cómo se van acabando los ahorros, poco a poco pero sin pausa. Y sigues buscando empleo, y sigue sin salir, y empiezas a deprimirte…

La mera posibilidad de que algunos de los que fueron a esa entrevista de trabajo estuvieran en ese estado mental me impide juzgarles. Me imagino en su lugar y es que les comprendo, tragándose la rabia porque necesitan ese sueldo. Nos cabreamos cuando desde la patronal o el periodismo lameculos dicen que cualquier trabajo y cualquier sueldo es mejor que ninguno, pero en realidad tienen razón. La triste realidad es que hay gente que hará lo que sea por trabajar en cualesquiera condiciones porque la alternativa es peor.

Entiéndaseme bien: que cualquier sueldo sea mejor que ningún sueldo no es algo bueno. Al contrario, es algo penoso y que debe cabrearnos. Pero el blanco de nuestro cabreo debe ser el empresario que ofrece un sueldo de mierda, el liberal cínico que lo justifica, la patronal que lo alienta e, incluso, el sindicato que no lo denuncia. Nunca, nunca, nunca el trabajador que lo acepta.



(La frase del título procede de este párrafo de Las uvas de la ira)

lunes, 10 de marzo de 2014

Seguridad jurídica

Vivimos un verdadero maremágnum legislativo. Si hay algo de lo que no se puede acusar a este Gobierno es de pasividad: trabajan a diario y con constancia por el objetivo de llevarnos al abismo. La Ley del Aborto, la Ley de Seguridad Ciudadana, la reforma del Código Penal, la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual y el recorte de la jurisdicción universal son todas normas que han sido aprobadas con el único objetivo de…

Así podría empezar un artículo cualquiera de cualquier periódico o bloguero de izquierdas. Y probablemente, con ese comienzo sería ampliamente difundido y retuiteado, llegaría a portada en Menéame y se llenaría de comentarios elogiosos hacia el autor. Y nadie se daría cuenta de una cosa, pequeña pero relevante: nada de lo que he mencionado está aprobado. No son normas en vigor. No son Derecho. No obligan a nadie. Son proyectos que, con seguridad, acabarán aprobándose, pero hoy por hoy no son ley.

“Buah”, podrá pensarse, “ya está éste con sus sutilezas de abogado. ¿Qué más dará?” Pero sí da. Da, y mucho. Porque si los periódicos anuncian a bombo y platillo que es Derecho lo que no lo es, la gente empieza a actuar según lo que estipulan las nuevas normas. ¿Cuántas mujeres creen que la Ley Gallardón está en vigor y ya no pueden abortar salvo casos restringidos? Yo he leído alertas feministas que aclaraban que no lo está ante las consultas sobre el tema. ¿Cuántas personas acuden a manifestaciones con más miedo del habitual por si les aplican la Ley de Seguridad Ciudadana? Yo he oído expresar este temor a amigos míos, gente bien informada.

Me decidí a escribir este artículo el otro día, cuando leí a un iluminado columnista de El País decir que la clave para entender el cierre de SeriesYonkis es la “reciente reforma de la Ley de Propiedad Intelectual” (1). Y lo hice porque los periodistas, como profesionales de la información, deberían tener un mínimo de rigor y no decir que están produciendo efectos normas que no pueden aplicarse. Si ya es bastante malo que en los titulares se diga día sí y día también que “el Gobierno aprueba la ley de…”, que en cuerpo de los artículos y columnas de opinión se persista en el error es deprimente.

Aun cuando el cuerpo del artículo diga correctamente que el proyecto está en fase de tramitación, que no está aprobado, ¿qué importa? La gente se informa como se informa y tiene la comprensión lectora que tiene. Y no hablemos de los informativos, con sus constantes “la nueva ley prohibirá…” sin ninguna referencia a cuándo va a entrar en vigor esa prohibición. ¿Cuánta gente se informa en este país sólo (o principalmente) con el telediario? Quienes nos molestamos en buscar fuentes de información mejores (que, gracias a Twitter, obtenemos con facilidad) solemos olvidarnos de que no somos mayoría.

En los momentos de mayor paranoia a uno le da por pensar que, al margen de lo que puedan hacer periodistas bocazas, esta desinformación es una estrategia consciente. Y no me extrañaría. Al fin y al cabo estamos en un proceso de demolición no sólo del Estado social sino del Estado de Derecho, y la seguridad jurídica (consagrada en el artículo 9.3 CE como un principio que debe garantizarse) no iba a ser ajena a ello.

En el Antiguo Régimen, antes de las revoluciones liberales, interpretar el Derecho era un problema menor al lado de una tarea aún más titánica: identificar qué era Derecho. Saber cuáles de las normas escritas (con distintos nombres y fuentes y sin jerarquía clara), de las sentencias y dictámenes previos y de las costumbres que podían conocerse estaban en vigor y eran aplicables en un juicio era prácticamente imposible. Ello llevó a los ilustrados a postular la idea de la seguridad jurídica: es necesario que todo el mundo pueda conocer qué normas hay, qué dicen y cuándo entran en vigor. Fruto de esta idea nacieron, entre otras cosas, los Boletines Oficiales.

Hoy en día no se pueden hacer secretas las normas y dejar de publicar el BOE, pero sí se puede, si se quiere mermar la seguridad jurídica, recurrir a la desinformación. Hay que aprovechar que la gente ve el Derecho como una nebulosa, que no diferencia entre decreto, ley o sentencia, que no ve nada raro cuando lee que un “proyecto de ley” tiene efectos o que no conoce la jerarquía normativa. ¿El objetivo? Desmovilizar a la población a base de confundirla. La huida hacia delante de un Estado sin legitimidad.


A la hora de analizar el impacto de las normas jurídicas en la sociedad, hay que tener en cuenta una cosa: a la gente le da miedo el Derecho. Es común, al recibir una notificación del Juzgado o de la Administración, ponerse de los nervios y no hacer el más mínimo intento de entenderla, supongo que porque “saben” (creen) que no van a ser capaces. No digo ya la mera idea de sumergirse en la lectura de una ley que, a poco que sea complicada (pienso en normas administrativas o fiscales) desalienta a cualquiera que no tenga formación específica.

En realidad es bastante normal. El Derecho no sólo posee un lenguaje técnico propio, sino que de la correcta comprensión del mismo se deriva algo tan importante como saber qué puede hacer y qué no puede hacer el sujeto. No resulta raro que muchas personas sean incapaces de enfrentarse a él. Aprovecharse de esa incapacidad para reprimir es repugnante.




       (1) Esa “reciente reforma” entró en el Congreso de los Diputados el 14 de febrero y está en plazo de presentación de enmiendas. Quedan aún muchos trámites y varios meses para que la norma se publique en el BOE.


sábado, 8 de marzo de 2014

Día de la mujer trabajadora

Hoy, 8 de marzo, es el día en que se pretende recordar al mundo que las mujeres siguen siendo violadas, asesinadas, discriminadas en el ámbito laboral, mutiladas genitalmente, acosadas y menospreciadas por el solo hecho de serlo. Es un día en el que se habla, o se debería hablar, de machismos macro y micro: leyes restrictivas sobre el aborto, control de la sexualidad, discriminación salarial, techos de cristal, acoso callejero o violencia de género son temas que deberían estar hoy en boca de todo el mundo. Hoy debería ser un día para poner de manifiesto estos graves problemas y para que los hombres escuchemos, al menos por una vez, las experiencias con el sexismo que puede contar toda mujer.

Pero no es así. Y no es así porque periódicos, empresas y algunas instituciones se han apropiado de este día de lucha y lo han convertido en una jornada desprovista de todo contenido ideológico. Lo que empezó siendo “Día de la mujer trabajadora”, y cuya denominación ha quedado reducida a “Día de la mujer”, se llena de clases de zumba, “noches de chicas”, tratamientos antiarrugas, zapatos y color rosa (1). Por las redes sociales se difunden toda clase de lemas e imágenes pavorosas, tanto con la finalidad de venderte algo como con la terrible buena intención de quien de verdad cree que está teniendo un gesto halagador y bonito hacia todas las mujeres del mundo.

Han conseguido en pocos años convertir la expresión “Día de la mujer” en algo aborrecible por lo normativo. Este día no nació para “celebrar a la mujer” como un ser mitológico, pero han conseguido que lo parezca. Cuando no es marketing descarado es la definición de las mujeres a partir de sus relaciones (“Mujer: eres hija, madre, esposa…”) o el mito de la “supermamá”, que trabaja 10 horas fuera de casa y luego cuida de su hijito porque superpapá ha vuelto muy cansado después de 10 horas fuera de casa y quiere ver la tele. La reivindicación que hacen las feministas de la expresión “Día de la mujer trabajadora” pretende alzarse contra todo eso.

Al fin y al cabo, ¿qué mujer no es trabajadora? Algunas tienen un trabajo remunerado y reconocido y otras no porque trabajan en su propia casa en jornadas de 24 horas. De hecho, la mayoría tiene los dos, lo que les lastra a la hora de desempeñar el primero porque, a la hora de la verdad, se espera que elijan encargarse de los cuidados antes que de medrar profesionalmente. Y, como eso es lo que se espera de ellas, tenemos lo que hay: las mujeres están menos presentes en el mercado laboral, ascienden menos y tienen que soportar preguntas sobre su intimidad en las entrevistas de trabajo.

La abogada Verónica del Carpio ha recopilado una serie de datos sobre las mujeres en la Justicia que son para echarse a temblar. Hay un 50% de juezas y magistradas en la carrera judicial española (2), pero de los 83 magistrados que hay en el Tribunal Supremo, sólo 11 son mujeres. La Sala de lo Civil no tiene mujeres (la única que ha habido es ahora mismo una de las dos magistradas del Tribunal Constitucional) y la de lo Penal, tiene a una desde hace un mes. La cosa no está mejor en niveles inferiores: de los 17 Tribunales Superiores de Justicia sólo uno está presidido por una mujer, y de las 49 Audiencias Provinciales sólo hay diez presidentas. Y así sucesivamente.

Me parece aterrador porque estamos hablando de la Administración pública. Si hay un sitio donde los criterios de ascenso están determinados objetivamente es ahí. La excusa de la edad no es asumible: como la propia Del Carpio dice, hay juezas ya jubiladas. Es un tema de género. Es tan fácil como que si paras de trabajar uno o dos años por cuidar a tu hijo tu carrera queda suspendida y a ver luego cómo la reinicias. Y quien diga que eso no sesga a las mujeres o que quien se coge una excedencia para cuidar a los hijos es porque quiere, que mire todas estas resoluciones del CGPJ y se fije en el sexo de las beneficiadas. Y digo las beneficiadas porque hay un solo hombre en el último año. Por supuesto que no es sólo el tema de la maternidad, pero es el más evidente y mensurable.

Sólo he puesto un ejemplo de una discriminación. Cualquier mujer puede dar cuenta de mil más. Por eso estoy de acuerdo con que hay que despojar a este día de la connotación desideologizada, comercial y normativa con la cual, por intereses económicos o por mero desconocimiento, se le ha cubierto. El día de hoy no es una jornada de fiesta y celebración, sino de lucha (3). Como dice una de las correctoras de esta entrada: “Cuando hayamos abolido el patriarcado el 8 de marzo podrá simbolizar una tarde en el spa. Mientras tanto…”



       (1) Como novedad de 2014 tenemos tablets.
       (2) Lo cual ya es un sesgo porque, como podrá atestiguar cualquiera que alguna vez haya pisado una facultad de Derecho, hay bastantes más mujeres que hombres en la carrera. Por poner un ejemplo, en mi orla, hecha en 2012, hay 59 mujeres frente a 25 hombres.
       (3) Aunque ésta, por supuesto, pueda tener un carácter festivo.




jueves, 6 de marzo de 2014

El triunfo de la voluntad

Vivimos tiempos de mierda. No hay más que ver las noticias o, incluso, mirar por la ventana. Paro, trabajos precarios, desahucios, corrupción, privatizaciones y recortes, gobernantes y empresarios riéndose en nuestra cara… En fin, el panorama desolador al que ya estamos acostumbrados, y con el que se encuentra el poder a la hora de gestionar. El problema es que el poder (no sólo el político, evidentemente) no tiene interés o capacidad para arreglar este problema. Por tanto, la gestión sólo puede ir por un sitio: evitar que estalle. Descubrir formas de incrementar la presión que soportamos los que estamos abajo sin responder.

Este control social se puede hacer de dos maneras. La primera es la represión, y en esa dirección van medidas como la reforma del Código Penal o la Ley de Seguridad Ciudadana, que se encuentran en tramitación. También viene por aquí la Ley de Tasas Judiciales, que deja a muchos ciudadanos inermes frente a la estafa de las preferentes o la cláusula suelo, ya que la tasa que tienen que pagar es proporcional a la cantidad de dinero que se reclama. Pero la represión, con todo, tiene la ventaja de ser visible. Se puede combatir contra ella.

La segunda forma de ejercer el control social es peor, porque se infiltra dentro de nuestras cabezas. No impide que nos rebelemos: impide que tomemos la decisión de rebelarnos, que es peor. Tradicionalmente era la religión quien ejercía buena parte de ese papel, pero hoy la gente pasa de Dios, así que hay que buscarse otra cosa. Y hoy los grandes candidatos a constituir este freno mental son la autoayuda, el emprendimiento y el coaching en combo.

¿Me he pasado? No, en absoluto. El discurso del emprendimiento no es un mero fomento de la creación de empresas: es el abandono del Estado de una responsabilidad, la de garantizar que todo el mundo tenga acceso a un salario digno. Allá os las compongáis: emprended en lo que sepáis y que la mano invisible decida. Y el coaching y la autoayuda, tan relacionados entre sí, complementan el mensaje: el único obstáculo entre tú y tu éxito está dentro de tu cabeza, en tus miedos e inhibiciones. Sólo te hace falta tener voluntad y actitud positiva para que las cosas salgan bien.

A poco que se analice críticamente ese discurso se descubre un mensaje horrible. Márcate un objetivo individual, sea el dinero, la familia, la realización personal o cualquier otro que no sea colectivo o político. Ten una actitud positiva, sal de tu zona de confort, completa la dinámica de grupo o ejercita cualquier otra técnica que el vendehúmos de turno tenga a bien venderte. Y ya está, a triunfar. Factores como la constancia, el trabajo duro más allá de las fronteras de tu mente, la suerte, las habilidades prácticas o incluso el hecho de que tu idea o tus métodos sean una mierda ni se contemplan. No existen. Todo vale, todo es bueno, todo merece aplauso, nada merece crítica y estás listo para triunfar.

¿Y dónde está lo malo de todo esto? ¿Acaso no es bueno motivar a la gente para que consiga sus objetivos? Bien, no seré yo quien lo niegue, pero desde luego esta motivación no es adecuada. Porque en este mundo el fracaso es inevitable para la mayoría: los recursos son limitados, no todas las ideas son adecuadas, la gente comete errores y un sinfín de causas más. Simplemente en la cúspide no hay sitio para todo el mundo, porque si no no sería la cúspide. Y aquí llegamos al quid de la cuestión: si la receta del éxito es algo tan sencillo como cambiar de actitud, la culpa del fracaso es íntegramente del sujeto que fue incapaz de hacerlo. Con lo sencillo que es salir a comerse el mundo.

Esta es una de las razones por las cuales la ideología del coaching y la autoayuda es perniciosa: porque culpabiliza al sujeto de todos sus fracasos, sin concederle ninguna importancia a unas dificultades externas que, como mínimo, tuvieron un papel en el hundimiento. Pero hay otra razón, quizás peor, por la que rechazo esta ideología: que es perversamente paralizante. Al centrarse en el cambio de actitud individual rechaza expresamente la organización colectiva como motor de cambio. Si yo marco mi objetivo y yo cambio de actitud yo triunfaré: por tanto, los demás son meros objetos, peones que tengo que usar, escalones que tengo que sobrepasar, obstáculos que tengo que sortear. La respuesta de esta ideología ante un ERE no es “júntate con tus compañeros y parad la empresa hasta que se sienten a negociar”, sino “compite como una bestia con tus compañeros por los cuatro puestos de trabajo que van a dejar”.

Esta podrida ideología, a la que hasta ahora me he referido en el ámbito empresarial, lo está impregnando todo. ¿Relaciones interpersonales? Ahí tienes los pick-up artists y la seducción científica entrenándote para que trates a la gente como objetos coleccionables. ¿Salud física? Yo estoy harto de oír a gente hablar del cáncer como una cuestión de “voluntad de luchar”. ¿Salud mental? La anorexia, la depresión y demás trastornos son cosas de las que se puede salir simplemente cambiando. ¡No te deprimas, estate alegre! ¿Política? El ejemplo más notable es Monedero y su fábrica del amor, pero en realidad todas las políticas públicas sobre empleo y emprendimiento parecen estar teñidas de esta mierda.

Ésta es, desnuda, la ideología del coaching y la autoayuda. Leo Masliah lo dice más claro que yo, pero en realidad no es difícil. Todo es voluntad. No hay nada objetivo. Todo está en tu cabeza, y si no está ahí es que igual eres un fracasado. Sólo importas tú. Triunfa. Gana. No flaquees. Los demás son una rémora o un recurso. No hay sitio para la ética, la amistad, o las relaciones sanas, porque quien importa eres tú. Y recuerda, siempre recuerda: la humanidad se interpone en el camino del éxito.




domingo, 2 de marzo de 2014

Actitud positiva

Dándole vueltas a cómo empezar un post en un blog ajeno he pensado que la mejor manera es ser clara y directa. Soy @TallulahBeesley y la semana pasada asistí a un curso de coaching. Os lo resumo rápidamente: estoy en un P.I.E. (Programa Integral de Empleo) y desde ahí me apuntaron al curso para ayudarme a buscar empleo usando el coaching como herramienta. Había escuchado hablar de coaching y coachs pero no sabía lo que era ni a qué me iba a enfrentar. Tras el primer día mi indignación fue tal que terminé desahogándome en Twitter. A raíz de ahí, @miquintopino y @Daurmith me propusieron usar un hashtag para comentar el curso y elegí #coachinadas (emulando el HT que usa @Daurmith, #punsetadas).

Paso a relatar día a día lo que más me indignó del curso y lo poco que saqué de él favorable a mi situación de desempleada de larga duración. Para indicaros mi opinión al respecto, al final de cada situación pondré MAL o BIEN entre paréntesis:


LUNES

El primer día creo que fue el peor y el más insultante para todos los que estábamos allí. Éramos 32 personas que no teníamos ni idea de lo que nos esperaba. Comenzó la Coach#1 presentándose. Estuvo aproximadamente media hora contándonos su estupendísima vida: viajes, estudios, trabajos, maternidad, infancia: todo muy interesante (*cartelito de sarcasmo*) (MAL). Tras ella, se presentó la Coach#2; una mujer que nos contó cómo superó una terrible enfermedad gracias a su actitud positiva y que nos convidó a presentarnos diciendo “estoy en paro, pero no pasa nada” con una sonrisa de oreja a oreja (MAL). En este punto, mi cabreo ya era de un nivel considerable y ya me había preguntado 3 veces qué demonios hacía allí metida. Tras ellas, nos tocó el turno a las personas que estábamos allí sentadas con cara de no entender nada.

La Coach#2 nos habló de su filosofía de vida: la actitud positiva. Nos espetó que nuestro problema a la hora de buscar trabajo y de estar desemplead@s era que no teníamos actitud positiva. Pudo decir como 20 veces “actitud positiva” mientras hablaba. Y nos lo decía a nosotr@s, parad@s de larga duración a l@s que la actitud positiva ni nos va a dar de comer ni nos va a calentar por las noches. Nos dio una serie de recomendaciones para no estar angustiad@s, tristes o decaíd@s por no encontrar empleo: levantarnos por la mañana y maquillarnos, afeitarnos esa barba de tres días y ponernos la mejor ropa que tengamos (MUY MAL). Con estos consejos, según ella, conseguiríamos afrontar el día con actitud positiva y la cabeza bien alta. Y nos puso un ejemplo de actitud positiva, un ejemplo que es el HORROR. Nos contó que en el campo de concentración de Auschwitz sobrevivían aquellas personas que tenían dependientes, hijos o retrasados (¡) a su cargo. Sobrevivían porque vivían por y para otras personas y por eso tenían una actitud positiva. Parece que para ella, el tema de las cámaras de gas fue un detalle secundario y sin importancia para la supervivencia en Auschwitz (MUY MUY MUY MUY MAL).

Tras los delirios de la Coach#2, la Coach#1 nos contó el cuento de la zanahoria, el huevo y los granos de café. La conclusión de éste era que teníamos que preguntarnos si somos como la zanahoria que es dura pero tras hervirla pasa a ser blanda, como el huevo que es blando y tras hervirlo pasa a estar duro o como los granos de café que son duros y si los hierves sueltan lo mejor de sí mismos y siguen siendo duros; tomando el agua hervida como una adversidad que tenemos que afrontar (MAL).

Para finalizar la primera y peor sesión de coaching nos sacaron al patio a hacer el ganso. Por grupos, tuvimos que elegir una frase motivadora. Estando todos en círculo, grupo a grupo íbamos saliendo al centro y mientras andábamos teníamos que ir gritando nuestra frase para conseguir que los demás fueran uniéndose al grupo y la gritaran con nosotr@s. Salieron las típicas frases de “querer es poder”, “nadie va a pararme”, y demás chorradas. Al final, la Coach#1 nos animó a decir alguna frase motivacional más que se nos ocurriera. Uno de los que allí estábamos gritó “¡Con dos cojones!” y comenzó a andar en círculo. El resto comenzó a seguirle poco a poco, gritando la frase con él. 5 mujeres y yo nos quedamos en nuestro sitio y cuando nos animaron a participar les contesté “yo no tengo cojones, tengo ovarios”. La mujer que estaba a mi lado me miró sonriendo y asintió. En fin, creo que no hace falta comentar lo chorrada que es hacer dinámicas de este estilo y la machirulada que se mercaron al final (MAL).


MARTES

El segundo día fui con miedo por no saber qué clase de paparruchadas nos iban a soltar. Comenzamos con un repaso de las cualidades y los valores que teníamos que tener: actitud positiva, motivación, seguridad y fuerza interior. La palabrería del coaching ahonda mucho en términos que se usan en la autoayuda (MAL).

Hicimos un trabajo de debate sobre unas frases que nos proporcionaron en tarjetas. Eran frases del tipo “me cuesta mucho pedir ayuda, prefiero siempre buscarme las soluciones” o “no me tomo el tiempo necesario para pensar las cosas importantes, necesito respuestas rápidas”. No estuvo mal porque nos hizo participar en un debate bastante interesante sobre cómo solemos afrontar los problemas o las incidencias que surgen en nuestra vida (BIEN).

Tras una pausa nos pusieron a dibujar nuestra “rueda de la vida”. Se trata de un círculo dividido en distintas secciones. Cada una de ellas está referida a una situación, un componente o una disciplina de nuestra vida y de lo que somos. Las secciones eran: cabeza, cuerpo (referido al físico), emociones, salud, familia de origen, familia actual/pareja/romances, amigos/ocio, economía, trabajo/carrera/estudios y crecimiento personal. Nos invitaron a tachar los que no nos sirvieran o a sustituirlos por otros que sí (en este punto, yo taché cuerpo y puse feminismo). Puntuamos del 0 al 10 el nivel de satisfacción que tenemos en cada área, huelga decir que tod@s pusimos 0 o 1 en trabajo y economía. Nos invitaron a comentar qué podríamos hacer para cambiar las puntuaciones de las áreas más bajas y comenzaron con el ejemplo de cuerpo. Aquí ya me eché las manos a la cabeza con el ejemplo: la Coach#1 nos contó que no hace mucho pesaba 40 kg más. No tenía problemas de salud y no se veía mal con su cuerpo pero decidió que tenía que adelgazar para “sentirse mejor consigo misma”. Un ejemplo muy revelador. Nos preguntaron qué áreas teníamos que mejorar y, por fin, alguien dijo economía. La respuesta literal de la Coach#1 fue: “mmmm economía… se me ocurre que para mejorar vuestra economía lo que tenéis que hacer es buscar….mmmmmm…. buscar fuentes de ingresos. Ya está: la economía se soluciona buscando fuentes de ingresos. Seguimos, vamos a ver ahora las emociones que es mejor trabajarlas porque…”. Aquí nos miramos todos con caritas de incredulidad ante lo que acababa de soltar (MAAAAAAAL).

Para el área de las emociones nos puso un ejemplo: en su escuela de coaching trataba con un grupo de ejecutivos cuyo problema era que trabajaban hasta 14h al día y no podían disfrutar de todo lo que ganaban con sus familias. Tenían problemas para afrontar sus emociones (ay, pobres) y ella se encargó de ayudarles, apoyarles y guiarles para que tomaran las riendas de su vida personal y fueran felices. Este fue el mejor ejemplo que se le ocurrió ponernos a nosotr@s, parad@s de larga duración (MAL).

Para rematar el día nos hablaron (demasiado) de emprender y nos pusieron este horrendo y machista vídeo: 




MIÉRCOLES

Por fin el tercer día fue más tranquilo. Nos hablaron del método SMART para fijar nuestros objetivos a través de preguntas. Con un PowerPoint (no podían faltar) nos fueron haciendo distintas preguntas para aclarar y apuntar nuestros objetivos. Las primeras preguntas eran bastante absurdas, del estilo:

-¿Qué es lo que quieres?

-TRABAJAR.

-¿Qué quieres lograr exactamente?

-¡¡¡¡¡TRABAJAR!!!!!!

Luego ya vinieron preguntas mejores y concretas sobre cuáles son nuestras fortalezas, debilidades, oportunidades y habilidades. Esto me pareció una chorrada porque yo sí tengo claro cuál es mi objetivo y lo que quiero conseguir pero hubo mucha gente a la que le sirvió bastante el hacerse esas preguntas y fijarse los objetivos (BIEN).

Tras esto, otro vídeo de horror:




Por último, nos sacaron de nuevo al patio a hacer dinámicas (a hacer el ganso) hasta que llegó la hora de irnos (MUY MAL).


JUEVES

El jueves fue el día más productivo para mí, por fin hablamos de trabajo en serio. Hablamos sobre cómo afrontar una entrevista de trabajo y cómo emprender (BIEN). Para ambas opciones nos mostraron una lista de 34 talentos confeccionada por el Instituto Gallup de Madrid (se encarga de hacer estudios de mercado). La lista la generaron a raíz de los perfiles de trabajadores que buscan las empresas. Esta parte me pareció la más interesante del curso porque me ayudó a saber todo lo que puedo ofrecer como trabajadora y cómo expresarlo en una entrevista de trabajo (BIEN). Pero no podía ser todo tan bonito y estupendo. En el talento 5, “organizador – director de orquesta” que consiste en ser capaz de gestionar varias variables a la vez, la Coach#1 nos puso como ejemplo que ella tenía este talento. Lo tenía tan desarrollado que usaba el coche como oficina hasta el punto de que le han quitado varios puntos del carné de conducir. “Soy tan multifuncional que me faltan puntos del carné de conducir, jajajajaja”. Un ejemplo a seguir, nunca mejor dicho (MAL).


VIERNES

El último día nos dieron a elegir entre hacer collages o salir al patio a hacer dinámicas sobre las emociones. Yo elegí hacer collages (por no volver a hacer el ganso) pero al final quedaron entre las coachs en hacer ambas cosas. Primero nos pusimos los collages: teníamos que hacer 4: uno sobre el futuro que queremos tener, otro sobre el aprendizaje (aquellas habilidades que necesitamos para conseguir ese futuro), otro sobre los obstáculos y el último sobre lo que nos había ayudado a conseguirlo. El ejercicio consistía en imaginarnos en nuestro futuro con todo aquello que queremos conseguir y volver desde el futuro al presente pasando por todo lo que hemos tenido que hacer y aprender para lograrlo (MAL). Una chorrada como un castillo de grande pero me pareció mejor que salir a hacer el ganso.

Para finalizar el último día hicimos las dinámicas sobre las emociones. Se trataba de conseguir generar una emoción en nuestra mente a través de nuestro cuerpo por medio de posturas. Las emociones que tratamos fueron: miedo, alegría, tristeza, rabia, amor de ternura y amor de seducción (ya empezamos mal). Nos pusieron a hacer el tonto: “ladea la cabeza, abre la boca, anda con indiferencia, respira fuerte…” para que sintiéramos esas emociones. En fin, hacer el ganso mucho (MAL).

Para finalizar, la Coach#1 se despidió definiéndose como una “incordiadora cordial” y una “líder emocional” (MUY MAL).

Nos pasaron dos cuestionarios: uno de la escuela de la Coach#1 y otro del P.I.E.. En ambos puse con demasiado respeto la mierda que me parecía todo aquello. Nos pidieron los emails para enviarnos tooooodos los PowerPoint que habían usado durante el curso (por supuesto no les di el mío) y firmar un permiso para usar las fotos y vídeos (¡) que nos habían hecho en su página web, cosa que tampoco firmé.


Así termina este resumen sobre mi semana de coaching. Añadir que casi todos los días nos pedían buscar una “pareja exótica y maravillosa” para hacer las actividades, que nos hacían técnicas de relajación casi todos los días y que aplaudían siempre que alguien terminaba de hablar.

En mi siguiente reunión con la coordinadora del P.I.E. le conté todo lo que he relatado aquí y le dejé claro que me parece una estafa y un insulto hacer cursos así con parad@s de larga duración. Alucinó con muchas de las cosas absurdas que nos dijeron durante el curso y tomó nota de lo que le pareció más indignante para tenerlo en cuenta. Y me confirmó lo peor: estos cursos están pagados con la subvención que recibe el centro por el P.I.E., es decir, está pagado con dinero público.


Muchas gracias a @ComandanteVimes por dejarme un huequito en su blog, a @KatieSony por sugerir este post, a @miquintopino y @Daurmith por el HT #coachinadas y a tod@s los que me habéis comentado los twits dedicados a #coachinadas; gracias a vosotr@s he superado este curso con muchas risas Y SIN ACTITUD POSITIVA.