Las
grandes construcciones ideológicas no me gustan. A pesar de que, como todo ser
humano, tengo ideología, las grandes ideas me dan desconfianza. Siempre que
alguien me habla con pasión de Dios, la patria, el libre mercado o la utopía
postcapitalista me pregunto qué me está intentando vender. Sí, me temo que
también soy escéptico hacia eso.
No
creo que pueda jerarquizar mi desconfianza pero, en días como hoy, se me hace
difícil no pensar que la “gran idea” que más aborrezco es la de patria. La religión
y las grandes ideologías al menos ofrecen algo, aunque sea evanescente o
ilusorio: un futuro mejor, una promesa de salvación, una guía ética… Pero la
patria, ¿qué da? El patriotismo va de coger un conjunto aleatorio de
características positivas y atribuírselo al pedazo de tierra en que uno ha
nacido, esperando que se contagien por ósmosis a la pandilla de gañanes que
habita en ella. Este mecanismo se puede hacer con cosas tan irrelevantes como
el deporte o tan importantes como la ciencia, pero el resultado es igual de
demencial. La misma risa da el obeso español de mediana edad sintiéndose
orgulloso de la Selección que el granjero cerrado de mente de Texas
restregándole a los extranjeros la llegada a la Luna.
La patria es una entelequia, y el que ama a una entelequia es porque no le
importan las personas que hay debajo de ella. ¿Qué significa amar a España, al
fin y al cabo? ¿Y por qué no parece ser incompatible con robar su dinero,
evitar pagar los impuestos para mantener sus infraestructuras, explotar a sus
trabajadores, ningunear a sus ciudadanos y expulsar a sus jóvenes? Un amor así
es falso, no existe, es un invento para tapar desmanes. Además, el patriota
hace otras cosas muy peligrosas, como deificar la historia de su país (sólo así
se explica que el 12 de octubre sea nuestra fiesta nacional) y tenerle
demasiado cariño al Ejército.
Eso
convierte al patriota en un ser, a la vez, muy risible y muy fácil de
manipular. Basta con tocarle alguno de sus fetiches nacionalistas y saltará con
la vena del cuello hinchada. Lo ha comprobado hoy el CM de Media Markt, ese
broncas, que hoy ha dicho que todos los que van a ver a la Legión en el desfile
del 12 de octubre habitan en el siglo XIII. Al margen de la inexactitud
histórica, lo cierto es que la Legión es muy querida por los patriotas. Un cuerpo
militar de machotes que rebosan testosterona, donde se exalta el valor hasta la
muerte, donde la aconfesionalidad del Estado no existe y del cual surgió
Francisco Franco no puede más que ponérsela dura al facha más impotente.
Este
orgullo patriótico es la muerte de la razón. La exaltación de la historia y de
tu cultura, definidas a priori como
algo tan bueno que justifica morir por ellas, y personalizadas en personajes
históricos o cuerpos militares cuyo cuestionamiento debe ser castigado es
incompatible con todo análisis. El patriota es, al menos en lo que respecta a
su país, un estúpido corto de miras, Y en ese sentido sí hay una cosa que
debemos agradecer a la Legión y a su fundador Millán Astray: que ejemplificara
tan bien el espíritu borreguil del patriota. El credo legionario, ese conjunto
de doce máximas que inspiran la fundación de este cuerpo militar, dice en su
punto 4: “A la voz de ¡A mí La
Legión!, sea donde sea, acudirán todos y, con
razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio.”
El
resaltado en negrita es suficientemente explicativo. No hay más preguntas, señoría.
(Gracias a @Nigridal por su colaboración en la redacción de este post)
Según la RAE el patriotismo es "el amor a la patria, procurando todo su bien". La patria es la "tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos". Como ya los términos "nación" y "vínculos afectivos" se prestan bastante a la subjetividad, uno se plantea hasta qué punto es útil ser patriota, y cuán diferentes somos de según quienes para considerarlos de "otra nación".
ResponderEliminarNo podemos ser de la misma nación que, por ejemplo, Marruecos, porque a la hora de votar leyes nacionales saldrían cosas que no nos gustan a unos u otros. Nosotros tenemos unos valores, como (supuestamente) el estado laico, que ellos no defienden, y así una infinidad de ejemplos que harían de la convivencia algo infernal.
Otra razón es económica: unirse a países pobres implicaría redistribuir, en mayor o menor medida, la riqueza. Cataluña por ejemplo siente que pierde dinero formando parte de España, y ese es un argumento central del ideario secesionista (respetable, en mi opinión, aunque no lo comparta). Las fronteras se originan por desigualdad.
Cuando un territorio siente que no se le trata como al resto, sino de forma más desfavorable, tiende a independizarse. El colonialismo en Cuba exigía que todos sus productos debían ir a la metrópoli y venderse desde allí, perdiendo cuota de mercado directo con EE.UU. Esa fue la razón de su independencia: no eran considerados como "parte de España", ya que España era únicamente la metrópoli.
Por otro lado, sí que creo que debemos unirnos más, los distintos estados, en ciertas materias. La economía portuguesa está tremendamente expuesta a la nuestra, y nuestras decisiones políticas (IVA, autovías, etc.) les repercuten decisivamente, ya que están embebidos en España. Si esas decisiones que tomamos la hiciésemos con el consenso de Portugal, creo que saldrían ganando. Además, no somos tan distintos culturalmente, simplemente que en colegio a ellos les enseñan a no querernos demasiado, y nosotros no damos absolutamente nada de Portugal.
Mi padre es gallego nacionalista, y no cree que exista "España" como nación. Sin embargo, prefiere dar dinero a ONGs que trabajen en España, antes que en cuerno de África, que por muy mal que estemos nosotros, no creo que ellos estén peor. Yo le digo que, ya puestos, debería buscar ONGs gallegas, aunque él lleve 30 años viviendo en Sevilla. El patriotismo genera una empatía hacia los que están a tu alrededor, en detrimento de otras personas más lejanas.
Pero sí, en general el patriotismo se invoca en épocas duras para movilizar a los pobres a luchar por los ricos. Se les hace creer que son de una raza superior, una cultura superior, etc. Ya decía Maquiavelo que un Estado no podía defenderse con mercenarios, sino que debía valerse de auténticos patriotas. El patriotismo hace que se maten los kamikazes japoneses o islamistas, y nos crea simpatía hacia el rico que nos maneja.
Convincente y bien explicado.....No se puede pedir más...El que quiera entender que entienda...
ResponderEliminarGracias ;)
EliminarY hay gente que confunde patriotismo con fascista y no tiene por qué. Hay nacionalistas patriotas, y me he discutido con ellos porque no me dejan que piense de forma libre cuando les digo que no soy patriota, de este modo, irónicamente, se comportan como lo que no quieren ser (fascistas).
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado :)
Eliminar