lunes, 6 de mayo de 2019

Bulos electorales


Si vives en España puede que te hayas enterado de que el domingo pasado hubo elecciones generales. No es que el asunto se haya publicitado mucho, así que igual tampoco te has dado cuenta, pero en algunas farolas han puesto carteles y después de las votaciones los políticos parecen un poco más agitados de lo normal, en especial en la zona derecha del hemiciclo. Entre un PP que se ha dado la gran hostia y un Vox que pese a sus discursos triunfalistas ha sacado mucho menos de lo esperado, vuelven a rondar las acusaciones de pucherazo.

Es curioso cómo se ha movido este tema. En estas elecciones he hablado yo con varios amigos que viven o que han votado en otros países, y todos hemos llegado a la misma conclusión: el sistema electoral español está diseñado por y para paranoicos. Aquí nadie se fía de nadie, y es normal en un país que falseó todas sus elecciones desde principios del sistema liberal hasta que los republicanos de 1931 trataron de incluir algunos criterios de limpieza: en nuestra historia hay un siglo entero de manipulación electoral, y la norma actual trata de impedir que algo así se repita.

No es que el sistema sea perfecto, pero de verdad que no se me ocurre cómo hackearlo a gran escala. El voto se emite ante una mesa electoral formada por ciudadanos seleccionados de forma aleatoria y auditada por interventores de los partidos políticos. Es esa mesa la que cuenta los votos. El resultado del recuento se envía por tres canales distintos a la Junta Electoral, que es quien proclama definitivamente a los candidatos elegidos: esa Junta Electoral está formada por personas designadas por los partidos y por jueces elegidos de forma aleatoria, pero de tal manera que estos últimos sean siempre mayoría y tengan la presidencia del órgano. Todo el proceso es público, y además la Administración tiene un centro informático que va publicando datos actualizados cada pocos minutos.

Nunca se había suscitado una duda seria sobre la limpieza del proceso, precisamente por esto. Sin embargo, en las elecciones de 2016, la coalición entre Podemos e IU perdió un millón de votos respecto de lo que ambas formaciones habían obtenido por separado en diciembre de 2015, y ciertos sectores de las bases empezaron a gritar que había habido fraude electoral. En este caso el guion está siendo casi el mismo, e incluso varios de los argumentos (por llamarlos de alguna manera) se repiten: ya he visto por ahí alguna referencia a los votantes que supuestamente “faltan” del censo electoral cuando en realidad son los que están en el extranjero.

Sin duda el argumento más alucinante de estos fascistas trasnochados es el del porcentaje: que cómo puede ser que con el nosecuantos por ciento escrutado (los tuits varían: hablan del 12%, el 23%, el 33%...) Vox tuviera “ya” 23 escaños y que con el 100% tuvieran “solo” 24. Es tan estúpido que uno no sabe por dónde empezar a desmontarlo, sobre todo porque tiene la intuición de que si alguien sostiene en público semejante imbecilidad no es porque sea tonto sino porque nos toma a los demás por tales.

Pero en fin, allá va: los datos que se dan en cada momento del recuento son una estimación, no los datos finales. Esa estimación se calcula como si los votos que ya hay recontados fueran todos los que se han emitido, más que nada porque es la única opción. Si con el 12% escrutado Vox tenía 23 escaños, eso significa que si el recuento se hubiera detenido ahí (por ejemplo porque no hubiera habido más participación), ese partido habría logrado 23 escaños. Pero si se sigue escrutando, los nuevos votos que salgan de las urnas (que aún no conocemos y que pueden ser a cualquier partido) pueden hacer cualquier cosa con el resultado, desde darle un vuelco hasta mantenerlo estable.

¿Los escaños de Vox estuvieron estables durante toda la noche? Eso significa, solamente, que más o menos en cada momento del recuento había un 10% de votos a Vox que daban un total de 23 escaños a ese partido. Diría que son matemáticas básicas, pero es casi un estadio previo a las matemáticas: es jugar con proporciones.

Otros bulos secundarios que están corriendo por ahí son los que critican “la rapidez del proceso” o los que dicen que “el CIS de Tezanos predijo el resultado”. En cuanto al primero, se ven por ahí imágenes que sostienen cosas del estilo “¿cómo puede ser que en la tele dieran el 100% escrutado cuando en mi Mesa aún no habíamos llevado el acta a la Junta Electoral?” Esa imagen, firmada por un supuesto presidente de Mesa, parece ignorar que los resultados de la noche electoral son provisionales y que no los dan las Juntas Electorales, sino un centro informático dependiente de la Administración (1).

En cuanto al segundo bulo, se refiere al muy demonizado director del CIS, José Félix Tezanos, cuyo último barómetro electoral habría clavado los resultados del 28-A con el objetivo de preparar a los votantes para lo “imposible”. Es cierto que el sondeo de abril del CIS se acercó a los resultados reales, pero las imágenes que corren por Twitter están muy claramente manipuladas: por ejemplo, afirman que el CIS atribuyó a C’s los 57 diputados que esta formación acabó sacando cuando en realidad le dio entre 42 y 51, etc. Un bulo fácil de desmontar pero que corre por ahí en plena libertad.

De momento, y para sorpresa mía, la cúpula de Vox no se está haciendo eco de estas manifestaciones. Supongo que no quiere quedar deslegitimada. Es una suerte que esta pandilla de fascistas no haya querido dar (todavía) este paso, porque yo la verdad me esperaba que lo dieran sin despeinarse: no me habría sorprendido nada que, aunque solo fuera para agitar a su propia claque, el mamarracho de Ortega-Smith se pusiera a acusar al PSOE de montar una conjura electoral en su contra. Es cierto que tampoco han salido a calmar a sus bases y a desmentir los rumores (como sí hicieron en su momento Pablo Iglesias y los suyos), pero al menos no están ladrando.

Eso sí: contra bulos, información. Una de las cosas que más exigieron en 2016 los podemitas que sostenían el bulo del pucherazo es que se hicieran públicos los datos de voto por cada mesa electoral. Realmente esos datos no son relevantes siempre que los votos cuadren a nivel de circunscripción, pero tampoco hay ninguna razón para ocultarlos y en un proceso que se precia de transparente deberían estar disponibles.

Et voilà. Es cierto que no ha sido por iniciativa de la Administración electoral sino del periódico El País, que se lo ha reclamado a las Juntas Electorales y ha hecho un mapita con todas las secciones electorales del Estado: una sección, por cierto, es el territorio regido por una mesa electoral (2). Cada sección debe tener entre 500 y 2.000 electores, aunque las hay más pequeñas porque tiene que haber al menos una sección por municipio y ninguna sección puede comprender varios municipios al mismo tiempo.

El mapa es de lo más curioso y espero que la iniciativa se repita en elecciones subsiguientes, porque puede ayudar muchísimo a explicar cómo vota la gente a un nivel muy micro. Por ejemplo, en el barrio de San Diego, en el distrito madrileño de Puente de Vallecas (que uso como ejemplo porque yo vivo allí), hay secciones electorales que abarcan unas pocas calles y que apenas tienen 600 o 700 electores. Es así en todas las ciudades grandes. Parece el sueño de todo estadístico, porque da un conjunto desagregados casi a nivel de manzana con los que comparar futuros estudios.

Por supuesto, para el cotilleo y el análisis de barra de bar también sirve. Es curioso, por ceñirnos a Madrid, cómo toda la zona de Lavapiés es una isla de morado Podemos en un mar de rojo PSOE: en las secciones electorales de este barrio UP obtuvo porcentajes de voto de entre el 35% y el 46% y ganó de largo, mientras que solo unas pocas calles más allá apenas llegaba al 30% y el PSOE le superaba por unos cuantos puntos porcentuales. Claro, Lavapiés es uno de los bastiones de la formación morada y, pese a la gentrificación, un barrio muy de izquierdas.

También es interesante observar las grandes arterias. El paseo del Prado, por ejemplo, funciona como separador: al oeste gana el PSOE, al este el PP. El paseo de la Castellana, continuador natural del anterior, no tiene la misma función porque ya está en pleno barrio de Salamanca y se vota a la derecha a ambos márgenes: sin embargo, cuando se sigue avanzando hacia el oeste el porcentaje de voto al PP se diluye y, al cruzar Bravo Murillo, volvemos a estar en una zona controlada por completo por el PSOE. Y así nos podemos estar un buen rato.

Me parece obvio que esta petición de El País, la rápida cesión de datos por parte de las Juntas Electorales y la generación de un mapa interactivo son respuestas al cuestionamiento del sistema que han hecho los votantes de Vox desengañados por el pinchazo de su burbuja. ¿No te crees los resultados? Aquí los tienes, manzana a manzana. El problema es que los votantes de Podemos en 2016 fueron una anécdota, pero si los unimos a los de Vox en 2019 se convierten en una tendencia: la tendencia a hablar de pucherazo cada vez que se pierden las elecciones.

Esperemos que la tendencia no se consolide y que no se convierta en costumbre.




(1) Y operado por la malvadísima Indra, que fue fruto de las iras podemitas en 2016 pero que ahora no está recibiendo nada de odio por parte de la derecha porque hasta cuando se trata de cuestionar el sistema electoral hay clases.

(2) Aunque a veces, si hay muchos electores o están muy diseminados, se pueden establecer varias mesas en una misma sección.




¿Te ha gustado esta entrada? ¿Quieres ayudar a que este blog siga adelante? Puedes convertirte en mi mecenas en la página de Patreon de Así Habló Cicerón. A cambio podrás leer las entradas antes de que se publiquen, recibirás PDFs con recopilaciones de las mismas y otras recompensas. Si no puedes o no quieres hacer un pago mensual pero aun así sigues queriendo apoyar este proyecto, en esta misma página a la derecha tienes un botón de PayPal para que dones lo que te apetezca. ¡Muchas gracias!

8 comentarios:

  1. Que los escaños de Vox se hayan mantenido estables durante todo el recuento no se explica porque sus votantes hayan ido a votar de forma escalonada. Diría que es lógica básica.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto que es una aproximación un poco gruesa, pero viene a ser eso: si hubieran ido a votar todos al final del día todos sus votos se habrían contado al principio (habrían estado en la parte superior de las urnas) y luego se habría estabilizado al entrar en el recuento los votos de otros partidos. Y viceversa.

      Eliminar
    2. No, no es correcto. Porque los votos que aparecen en el escrutinio no son de mesas a medio contar, sino de mesas completas. Sólo cuando una mesa está contada se rellenan las actas, y esos datos son los que toma también el representante de la administración, que los transmite a través del sistema electrónico (la famosa Indra). Por tanto, da igual en qué momento del día entren los votos en la urna.

      Lo que no da igual es qué urnas se acaban de contar antes, y por tanto entran antes en el recuento. Existe una regularidad histórica en nuestras elecciones, y es que algunos partidos tienden a empeorar sus resultados según avanza el recuento, y otros a mejorarlo. Tradicionalmente, el PSOE baja y el PP sube. Más recientemente, el PP ha dejado de subir tanto como subía (en esta ocasión, de hecho, ha bajado), mientras que es Cs quien tiende a subir mucho, y también un poco Podemos.

      Creo que nadie ha estudiado a fondo este fenómeno, pero una hipótesis que parece razonable es que la habilidad de los miembros de las mesas sea más o menos similar en todas partes, por lo que se acabarán de contar antes las mesas que tengan menos votos. ¿Cuáles son estas mesas? Las rurales, sobre todo los pueblos más pequeños, y aquellas en las que la izquierda es más fuerte, porque la izquierda tiende a abstenerse más que la derecha y por tanto en sus zonas fuertes habrá menos votos que contar.

      Esto explica que la tendencia del PP a subir durante el escrutinio se haya "mudado" a Cs, ya que Cs tiene mucho más voto urbano que rural: el PP aguanta mejor donde hay menos gente y se acaba de contar antes. El PSOE sigue su tendencia histórica, mientras que en el caso de Podemos parece que pesa más el factor "voto urbano" que el factor participación. Tiene sentido, porque en las ciudades vota mucha más gente.

      ¿Y qué ocurre con Vox? No hay histórico de ellos, pero en este caso han tendido a ir subiendo, como Cs y UP, Suben menos, en parte porque tienen la mitad de escaños, en parte porque su resultado ha tendido a ser un poco más uniforme, así que su desproporción entre % voto rural / % voto urbano habrá sido menor.

      Eliminar
    3. Tienes, por supuesto, razón. Pensaba, en realidad no sé por qué (una de estas ideas que tiene uno en la cabeza sin origen claro) que el representante de la Administración iba enviando datos según avanzaba el escrutinio, cuando lo que tiene lógica es que se haga como dices. Corrijo el artículo. ¡Gracias!

      Eliminar
  2. vimes, el twitter. Vimes, Fetish demons el 18 de este mes..

    Fdo. VonLugger

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vimes, el pucherazo son los padres. Y el derecho a la pataleta está recogido en la constitución

      Eliminar
    2. :p https://twitter.com/aVersIMEduraS

      No había visto lo del Fetish Demons, pero Fetlife es mi amigo.

      Eliminar
    3. Pues para allá que voy a ir

      Eliminar