Todo depende del esfuerzo individual. Eso
se sabe. Y yo estoy de acuerdo. Por eso creo que quienes opinan igual que yo
(que son, lógicamente, los triunfadores de la meritocracia en la que vivimos)
deberían tener la oportunidad de demostrarlo. Quiero decir: es muy fácil ser
bilingüe o trilingüe, haberte hecho un año de Erasmus, tener un MBA por una
universidad estadounidense y abrir una empresa a los 27 si tus progenitores te
lo han ido pagando todo, ¿no? Podría haber envidiosos que pensaran que lo que
tienes es porque has partido de una posición mejor que el resto y no porque te
hayas esforzado. No, es necesaria una prueba mejor, que demuestre que el éxito
no tiene nada que ver con ser un hombre rico, heterosexual, de piel blanca y
sin discapacidades.
Por eso, para después de la revolución,
propongo el sistema Cicerón de selección de élites. “Cicerón” son las siglas de
“selección de los mejores a través de la superación sucesiva de dificultades en
un periodo anual” en malayo, pero no lo sabéis porque no habéis dedicado años y
euros a aprenderlo, como yo. Si es que no os esforzáis.
Los participantes en el programa Cicerón,
que no serán voluntarios (nunca sabes cuándo la vida te va a pedir una prueba)
serán arrojados a un barrio de la periferia de cualquier ciudad grande, o a una
ciudad dormitorio. Se trata de esos barrios que salen en Callejeros, con basura
en la calle, suelos sucios, familias desestructuradas, peleas en las calles y
gentes de otros colores que no visten uniforme doméstico. Los distritos serán
seleccionados específicamente para el programa.
A cada participante se le asignará una
casa en uno de esos barrios, en la que ya entrarán debiendo dos meses de
alquiler. La casa no tendrá contratados los servicios básicos y tendrá como
únicos electrodomésticos una lavadora y una nevera que estará vacía. Los
participantes no llevarán más ropa que una camisa o camiseta, unos vaqueros y
unas deportivas. No podrán llevar más de 100 € y se les confiscarán todos sus
aparatos electrónicos, teléfono móvil incluido. Tendrán prohibido contactar con
su familia, sus amigos y sus contactos, la mayoría de los cuales de todas
formas serán también participantes del programa.
En esos barrios se habrá reproducido
durante el tiempo del experimento una sociedad meritocrática total. Eso
significa que la sanidad se ofrecerá a precio de mercado, que no habrá
transporte público y que nadie tendrá la oportunidad de acceder a ninguna ayuda
o subvención. Por supuesto las condiciones para acceder a crédito bancario
serán las que marque el mercado. El objetivo es que quien quiera algo trabaje y
se esfuerce, sin pretender vivir de los demás.
Por desgracia este sistema no garantiza
una igualdad de partida perfecta. Los participantes siguen teniendo una buena
educación universitaria y un capital cultural innegable. Para cancelar este
efecto, durante el tiempo que dure el programa, los barrios que participen
estarán habitados mayoritariamente por personas inmigrantes, que hablen idiomas
que los participantes no conozcan y que tengan sus propios códigos culturales.
Será a esas personas a las que los participantes deban pedir trabajo, ayuda o
favores. Las academias de idiomas serán, por supuesto, privadas.
Durante el tiempo que dure el programa
las leyes laborales quedarán en suspenso. El despido será libre y sin
indemnización, y la jornada y el salario estarán sometidos al libre pacto del
empresario y el trabajador. No existirá el derecho a la huelga. Los
participantes podrán pedir trabajo en toda la ciudad: si un residente en Villa
de Vallecas elige libremente trabajar en un call center de la carretera de
Alcobendas se le debe permitir, siempre que pague el transporte hasta allá.
Habrá más leyes que queden suspendidas
durante el programa. Por ejemplo, será legal que los participantes vendan
partes de su cuerpo o que se presenten a ensayos clínicos que no cumplan ningún
estándar de prevención del riesgo, siempre bajo su propia responsabilidad. Sin
embargo, las leyes que castigan la protesta política que se sale de los
estrechos límites marcados por la autoridad seguirán en vigor: libertad, sí,
pero dentro de un orden.
La primera formulación del programa sólo
incluye la simulación de una situación de partida de deprivación económica (el
Comité de Neolengua rechaza usar la palabra “pobreza”), pero sucesivas
versiones han alertado de que aun dentro de dicha situación hay personas
diferentes en función de su género, orientación sexual, capacidad, situación
administrativa, etc. El objetivo del programa es incluir todos estos casos: aún no se han logrado fórmulas efectivas para llevarlo a
cabo, pero algo sí se ha adelantado. En esta versión un 10% de los participantes podrán ser expulsados del
país en cualquier momento y a un 5% se le partirá una pierna antes de empezar.
El objetivo del programa es, no lo
olvidemos, seleccionar élites para que trabajen en altos cargos. Así que debe
tener un objetivo: el precio para salir del programa son 10.000 €, que deberán
obtenerse en un año. Los que no lo consigan serán ejecutados al final del
programa: puede parecer algo cruel, pero si lo miramos con racionalidad y
lógica económica y no nos dejamos cegar por ideologías, vemos que es
evidentemente la mejor solución. El programa no puede mantenerse durante más de
un año, y las personas que no lo superen ya han demostrado que no saben
esforzarse, es decir, que son una carga para el dinero de los demás. Así las
cosas, lo mejor es que mueran.
Pero los participantes no deben preocuparse.
Estamos seguros de que ellos, verdaderos triunfadores de la meritocracia en la
que vivimos, sabrán superar con facilidad esta pequeña prueba y demostrarán
que, sin duda alguna, son los mejores.
Ojalá. Para la primera temporada creo que debería ir cierto economista con nombre de fenómeno meteorológico cuando la RAE no mira.
ResponderEliminarAy... ¿te imaginas?
EliminarNada tan complicado, una habitación de 10 x 10, 4+ personas y una botella vacía (se ajusta más a presupuesto, se puede cambiar por un clavo o una piedra).
ResponderEliminarY una cámara :p
EliminarLo más gracioso de la todo el texto, que está claro que es una crítica social a la meritocracia desde un tono irónico, es que no entiendes el significado de "mérito". Sí, claro, las clases altas lo usan para aplacar a los de abajo y hacerles pensar que si se esfuerzan pueden llegar donde están ellos( todos sabemos que es mentira en casi todos los casos), pero lo mismo usan con términos como "democracia", "justicia", "igualdad" o "pueblo".
ResponderEliminarLo que no entiendes de la palabra "mérito" es que implica hacer algo mejor que tus similares, y por eso es poco probable que, incluso bajo esas premisas que has pensado para que parezca más terrible la situación de los pobres, que no es así y lo sabes, más de la mitad conseguirían superar la prueba sin enormes sacrificios. ¿Es porque son mejores y lo merecen? No, es porque nunca han empezado en el mismo nivel que los demás. Los de familia rica han empezado con ventaja, y por eso no perderían en la misma cantidad que la gente pobre en la misma situación.
No me digas, ¿el texto es una crítica a la falsa meritocracia en la que vivimos? Nunca lo habría imaginado.
EliminarJo, gracias por explicarme también que la situación de los pobres no es como la he descrito :( Fíjate que yo pensaba que en Vallecas la sanidad se pagaba a precio de mercado y estaba legalizada la venta de órganos. Yo que pensaba que había descrito la sociedad que los liberales desean, y resulta que no es así: parece que lo que ha pasado es que he intentado describir una sociedad real y he fallado. Gracias, de verdad, por explicármelo.