Tiendo a concebir la deshonestidad como
una mancha de aceite. Empieza en actos relativamente pequeños y justificables
pero se expande por rapidez hasta que la ética se convierte en algo que les
pasa a otras personas. Eso es lo que le ha pasado a Antonio Romero,
beneficiario de una tarjeta black de
Bankia y, además, plagiador: parece que un artículo de su tesis doctoral está
vilmente fusilado de un original italiano. ¿A alguien le sorprende? Porque a mí
en absoluto. Quien puede lo más puede lo menos.
¿Y ahora qué pasará con este señor? Pues espero
equivocarme, pero creo que nada. Un comité dictaminará que no hay plagio, don
Antonio leerá su tesis y pasará a tener el título de doctor. En este país los escándalos
intelectuales salen gratis. A veces aparece en las noticias que tal o cual
cargo público británico o alemán ha dimitido cuando se le ha pillado copiando. Aquí
no: a nadie le importa y nadie considera que sea causa de dimisión. Picaresca española,
ya sabes. Además, si te han pillado mangando carretadas de dinero público, ¿qué
más da que, además, tu título de doctor no valga nada?
En la Universidad española existe una
cultura del plagio muy arraigada. Copiar se considera un modo normal de aprobar
un examen y nadie tiene reparos en hacerlo. Tampoco se ve mal hacer lo mismo en
trabajos y prácticas. Supongo que variará según carreras y quiero pensar que en
letras se da más, pero conozco
historias de gente copiando impunemente en todas las ramas del conocimiento. Sé
de futuros médicos que han copiado en exámenes. Y sé que compañeros míos de
Derecho se han sacado media carrera copiando.
“Bueno”, podréis decirme, “si sabes de
compañeros tuyos que copian, ¿por qué no denunciaste?” Pues por varias razones.
Primera, que realmente lo vi pocas veces, sólo cuando era muy descarado, aunque
después de cada examen tenía que aguantar el comentario de la jugada sobre cómo
había copiado Fulanito o Menganita. Segunda, que hubiera tenido que denunciar
a la práctica totalidad de mi clase. Y tercera y más importante: que no creo
que hubiese encontrado apoyo en los órganos universitarios. Al fin y al cabo,
estaban formados por las mismas personas que, en las escasas ocasiones en que
detectaban un plagio, se limitaban a mandar a los responsables a septiembre.
Una vez mi grupo de representación
estudiantil trató de sacar adelante un reglamento que, entre otras cosas, solucionara
este tema. Al final no salió, claro, pero recuerdo que, en una conversación
previa, el vicedecano de Estudiantes de mi Facultad nos dijo que tampoco nos
pasáramos: “al fin y al cabo”, argumentó, “sancionar a alguien por plagio le puede
costar la carrera”. Hombre, es que eso es lo que se busca, ¿no? Que alguien que
copia no pueda obtener el título. Puedo entender la situación de quien en casos
concretos decide hacerse una chuleta (yo lo hice alguna vez, antes de tener una
posición definida sobre estos temas) pero es que es generalizado y a nadie
parece importarle.
Parte del problema es que no tenemos herramientas
adecuadas. Hay un Estatuto del Estudiante Universitario, aprobado en 2010, que,
en su artículo 13.2.d establece que es un deber del alumno abstenerse de
participar en procedimientos fraudulentos. Pero esa clase de declaraciones generales
sobre el deber de honestidad del estudiante pueden encontrarse en otros textos
(como los Estatutos de muchas Universidades) y ello no quiere decir que se
apliquen. Hace falta un procedimiento sancionador que los docentes conozcan y
puedan aplicar.
Aun así, tampoco me hago demasiadas
ilusiones con eso. Aunque lo hubiera, ¿qué? Nadie ve el plagio como algo
importante. Si un profesor pilla a alguien pues venga, cero y a la
extraordinaria como mucho. Tampoco vas a hacerle otra cosa al pobre chico, que
todos hemos sido jóvenes. ¿Quién no ha copiado nunca? Y toda esa mierda.
El problema es que yo sí creo que el
plagio académico es importante. No sólo por el puro hecho egoísta de que el
título de quien se saca la carrera copiando vale lo mismo que el mío, aunque
eso me indigna y me fastidia. Tampoco porque un titulado que ha copiado de
forma generalizada no sabe una mierda, aunque eso me hace temer por quienes
contraten sus servicios. No, es por otra cosa. Es por la mancha de aceite. Quien
se acostumbra a lo menos ve más fácil lo más. La cultura del plagio en la
Universidad española es una escuela de impunidad que prepara a los estudiantes
para deshonestidades mayores.
Así que no, el plagio de Antonio Romero
no es una cuestión menor o incidental al lado de su uso desmesurado de una
tarjeta opaca. Es parte del mismo clima de impunidad en el que se mueve la
deshonestidad de este país. Se retroalimenta de otras conductas deshonestas:
las mueve y se refuerza con ellas. Y no va a cambiar hasta que empecemos a ver
el plagio académico como algo verdaderamente condenable.
Cuando daba clases de practicas (en I. Informática) en la Universidad usábamos programas para detectar similitudes en el código y en las memorias de las practicas. Mas de la mitad de los alumnos habían copiado parte o toda la practica de otros compañeros.
ResponderEliminarInclusos con estos resultados, no podíamos suspender a mas de un 20% de los alumnos, por presiones directas del jefe del departamento y del rector. La razón que esgrimían era, que perderíamos a demasiados alumnos en el futuro por ser demasiado estrictos.
Ah, pues qué maravilla. Y se trataba sólo de suspensos, no de sanciones: el suspenso debería ser lo mínimo. Aunque entiendo al rector (la lucha de una sola universidad no vale de nada), lo cierto es que o se empieza por ninguna parte o no se empieza nunca.
EliminarA mí me enseñaron, afortunadamente, tanto en la familia como en el instituto, a decir las cosas con mis propias palabras, a buscar las fuentes y beber de ellas, pero no ser literal, ni ir copiando. Dar algo de mi propia cosecha, básicamente, que no sea copiar literalmente un libro. De hecho, más de una reprimenda de un profesor me había caído por ser demasiado literal (especialmente en los exámenes de filosofía... verídico), y tuve que aprender a hacer las cosas 'propias', sin plagiar.
ResponderEliminarEn la universidad, sin embargo, lo vi todo más laxo en ese sentido, aunque por fortuna para el proyecto final de carrera y en el del máster me insistieron, por activa y por pasiva, en que nada de copiar textos literales (a menos que fuesen citas y estas fuesen necesarias), que el material en sí tenía que ser original, combinar teoría y práctica. El que te pongan prácticas que no hayan hecho antes ni puedas consultar ayuda a romperte los cuernos haciendo algo que puedas sentir tuyo. No debería ser así, debería dar igual que hubiese o no algo parecido antes, pero en fin... algunos lo veían como forma de asegurarse de que no plagiarían.
Pero el plagio en general no está mal visto porque "hasta que no te pillen, no pasa nada", que darán algunos. El plagio es, encima, algo mucho peor que copiar en un examen (que ya de por sí es algo malo), porque demuestra ya no solamente que no tienes idea, sino que impunemente te aprovechas de la gente que sí se lo ha trabajado, para salvar tu culo. Y que no te mereces el título si recurres a eso.
Yo no recuerdo haber tenido ninguna formación ética específicamente antiplagio, la verdad. Sí me recuerdo en el instituto, cuando mis notas cayeron y copiar empezó a ser una opción, diciéndome que prefería suspender honradamente a aprobar con trampas. Claro, llegar a la universidad y ver ese festival de la copia me desanimó un montón.
EliminarY no, claro que no está mal visto. Yo he tenido problemas para hacer entender a mis amigos que aquello no estaba bien. No les entraba en la cabeza que me preocupara por una falta de ética que, según la forma en que lo veían, a mí no me afectaba.
Si, seguro que copiar esta muy mal, no que el modelo educativo este orientado a que los métodos de evaluación sean tan patéticos que se puedan superar con la información almacenada en un trozo de papel.
ResponderEliminar"Copiar está bien porque es relativamente fácil hacerlo". Ahá.
EliminarEn física nos dejan llevar muchas veces un formulario al examen, formulario que es una hoja, por una o ambas caras donde puedes poner lo que consideres relevante de la asignatura de cara al examen. Yo he comprimido asignaturas enteras muchas veces (de hecho, de alguna tengo varias copias). Y siempre me planté la legalidad de hacer eso. También me planté que si el profesor veía ese folio lleno de cosas me diría algo o me lo pidiera para examinarlo.
ResponderEliminarTambién he de decir, que muchas veces en los exámenes te dejan llevar apuntes de clase o libros, así que eso también influye en como me tomaba hacer los formularios.
El equivalente en Derecho es el código de leyes que te permiten llevarte a muchos exámenes. Mucha gente lo tiene anotado con cosas de los apuntes y lleno de postits para señalar las partes importantes. También me he planteado muchas veces la legalidad de esa práctica. Al fin y al cabo, si sólo te permiten llevar la ley en principio no debería haber más información de la que cabe en ésta. Pero también es cierto que muchas editoriales venden la ley anotada e incluso comentada y ¿qué diferencia hay entre eso y añadir tú los comentarios? No demasiada. Yo tiendo a considerarlo plagio, pero entiendo que puede ser discutible.
EliminarEn cuanto a tu formulario, yo me inclinaría por no considerarlo plagio, porque llevar ese folio entra dentro de las reglas. Pero, de nuevo, cabe discutirlo, y más si tú misma creías que algún profesor podía no considerarlo lícito.
¿Qué se puede esperar de un país en que ya des de pequeño te inculcan que el hecho de que te copien es motivo de alegría? Al igual que muchas cosas que no entendía de pequeña, una de las muchas manías de los adultos (padres y profesores) era el discursito que ya se sabían al dedillo "si copian tus dibujos, deberías alegrarte, ya que vieron algo en ellos que les gustó". Genial. Los profesores decían eso incluso para dibujos que iban para concurso. Vamos, yo creo básicamente que lo hacían para ahorrarse marrones ("¡Juanito se me ha copiado!", "ay, no, ha sido él quien se ha copiado de mí"). La solución fácil.
ResponderEliminarDebo decir que nunca me destaqué en dibujo, pero ello no quita que me diera mucha rabia y me sintiera desprotejida. Con el paso de los años y al alcanzar la edad adulta no he inculcado en mí ese odiado discursillo. Hacer tuyo el trabajo ageno es feo y más si es para sacar provecho (como es el caso de los concursos).
Creo que esto es un "victim blaming" más: "calla, niño, y no molestes, encima que dibujas bien, no te quejes".
Cambiando de tercio, sé del caso viral de una dibujante que plagió a un montón de autores y en que sus editoriales miraron hacia otro lado. Su "secreto" (o cómo pudo plagiar a tanta gente sin que a primera vista se notara) es que hacía collages con obras de otros autores mediante el photoshop y lo arreglaba un poco. A día de hoy, aún se pueden comprar recopilatorios "suyos" plagados de imágenes plagiadas.
Yo no recuerdo ese mensaje pro-plagio cuando era pequeñito. Probablemente porque yo pintaba de culo xD Pero sí he visto cosas parecidas que les han dicho a dibujantes de mi TL. Es muy triste, la verdad.
EliminarY sí, conozco el caso de esa "dibujante" de la que me hablas, aunque no recuerdo ahora su nombre.