El
concepto de lumpen nunca me ha gustado. Sí, es obvio que tiene fuerza
descriptiva y que se refiere a una sección real de la sociedad: aquella capa de
la clase trabajadora que está marginada socialmente o realiza trabajos
ilegales. Pero las connotaciones que se han ido asociando al término durante
siglo y medio de existencia (1) son muy feas, porque hablan más de los
prejuicios morales de quien las esgrime que de ninguna cualidad real de estas
personas. La propia idea de que hay una sección de la clase trabajadora que,
por definición, va a ser reaccionaria, me parece peligrosa: implica que podemos
permitirnos el lujo de una revolución que no tenga en cuenta nada de lo que
estas personas (las más puteadas por el sistema) tengan que decir.
Esta
semana la palabra está de moda porque se ha difundido un vídeo de Pablo
Iglesias en el que la emplea. A pesar de que el Coletas no es muy santo de mi
devoción, le defendí moderadamente cuando el asunto estalló. Al fin y al cabo,
y aún con el vídeo en su contexto, podía interpretarse como una anécdota
contada de forma desafortunada: Pablo Iglesias no cree que esa gente sea “lumpen”
ni “gentuza de una clase más baja que la nuestra” sino que explica cómo alguien
sin concienciar vería la situación desde fuera. Por desgracia, anoche tuve que
comerme mis palabras: Pablo Iglesias es, sin paliativos, un clasista.
Al
parecer lo que quería expresar Iglesias con la anécdota es algo que, en
realidad, sabemos todos, los politólogos wannabe y los politiquillos pijos de
la izquierda académica son incapaces de enfrentarse a un problema real cuando
lo tienen enfrente. Colapsan. Bien, si quería decir eso podría perfectamente haberlo contado de otra forma: “estábamos mis colegas de Facultad y yo discutiendo de
lo divino y lo humano en una okupa cuando nos llamaron para mediar en un
problema real y chungo: un intento de robo. Resultado: dos de nosotros acabamos
en el hospital.” Mira qué forma más fácil de transmitir lo que querías decir
sin necesidad de estigmatizar a nadie. Suelta el discurso, queda como
autocrítico, todo el mundo le aplaude y ya.
Pero
no pensó lo que iba a decir, y por eso precisamente dijo lo que pensaba. Y esto
me queda claro sobre todo leyendo su “disculpa”, en la que no tiene la excusa
de la inmediatez: cada vez que se refiere a los ladrones se deshace en ironías
sobre la culpa que tiene la sociedad, lo dura que fue su infancia y lo dignos
que son de protagonizar a una película. Es decir, se olvida de que el punto de
la sociedad donde hayas nacido determina tus posibilidades, y si naces en el
arroyo es más probable que quieras afanar una mesa de mezclas y te pongas
violento con quien te lo impide que si no. Prefiere soltar toda la retahíla de
tópicos derechistas sobre por qué delinque la gente. Su texto hiede a
superioridad, a “éstos delinquen porque quieren” y a demás lugares comunes del
biempensantismo. Después de leerlo no me cuesta nada imaginar al señor profesor
dando manotazos en una barra de bar mientras arregla el mundo.
“Sin
duda víctima de una sociedad injusta”, se atreve a decir irónicamente sobre el
ladrón mientras lloriquea por su mano rota. Pues sí, intentar robarle a alguien
su instrumento de trabajo y darle botellazos a quien no te ha hecho nada está
mal, pero ironizar sobre el tema sin pretender entender lo que hay detrás es de
ser un capullo clasista corto de miras.
Párrafo
aparte merece su palo injustificado a las malvadas feminazis que en vez de
ayudarle en su heroica pelea contra el malvado ladrón (qué pasa, a ver si el
Coletas va a ser el único que pueda ironizar) le mandaron a leer a Butler.
¡Cómo se atreve nadie a mandar a leer a Pablo Iglesias, el ser más leído y
escribido de la Historia, lo que muestra con sus constantes y forzadas
referencias a autores, libros y películas!
Tengo
poco más que decir. No he seguido la carrera política de este señor y no tenía
la menor intención de votarle, así que no me ha decepcionado. Simplemente me
parece un gilipollas más con acceso a una tribuna pública que utiliza para
decir tonterías muy gordas sobre cosas de las que no sabe. Por desgracia, nada nuevo
bajo el sol.
(1)
Recordemos que Marx llama al lumpenproletariado “hez, desecho y escoria de
todas las clases” y “perezosos” (El 18
Brumario de Luis Napoleón Bonaparte, p. 48 de esta edición).
¿Por qué la gente sigue empeñada en llamar "disculpa", al escrito de Pablo Iglesias?. No lo es ni creo que lo pretendiera.
ResponderEliminarSobre toda esta historia, coincido en general con el primer comentario en este post de Don Ricardo:
http://www.asueldodemoscu.net/2014/02/lumpen/#comments
Aunque también estoy de acuerdo con parte de la respuesta, contradicciones que una tiene:
...creo que la clase social viene determinada no sólo por tu posición en el proceso de producción, sino también por tu educación y también por cómo te ves a ti mismo. Las clases sociales son fenómenos fundamentalmente objetivos, pero a partir de cierto nivel de desarrollo industrial que en Occidente hemos alcanzado, también lo son subjetivos, y hay clases sociales que no existen, pero que, como las meigas, están ahí, y a las que se pertenece prácticamente de manera exclusiva por decisión personal: la clase media y el lumpenproletariado -el actual, no el del siglo XIX- son dos claras muestras de ello. Usted dice que ha conocido fascistas de clase alta: yo también, como le digo que yo he conocido lúmpenes que ganaban más dinero que usted y que yo, porque, a pesar de ello, toman la decisión de vivir solos en el mundo, sin formar parte de ningún sistema, sin respetar ninguna norma que no sea lo que consideran su exclusivo interés personal. Piense y mire a su alrededor: los verá. Y esos, como usted bien dice, pueden ser delincuentes o no… y yo añado que pueden ser incluso ricos o pobres.
Hombre, aunque él mismo desmienta que sea eso lo que hace, habla en todo momento de que debe disculparse porque la cagó. Supongo que es por eso.
EliminarNo termino de estar de acuerdo con el comentario que citas. Dice que es evidente que hay una clase inferior al proletariado, que es una obviedad. Estoy de acuerdo y, precisamente por eso, ¿por qué hay que centrarse en ello? No aporta nada a la anécdota saber cuál era la clase social de los ladrones. Y en el caso de que aporte algo, ¿por qué usar esas palabras? Iglesias podría haber dicho algo como "eran lumpen, en el sentido más descriptivo del término" (porque no se pueden negar las connotaciones que tiene la palabra) y, por supuesto, ahorrarse la palabra "gentuza".
La segunda parte del comentario, donde habla del texto, y la respuesta del Don, sí que me gustan. Gracias por pasarme la conversación.
Para enjuiciar correctamente lo que dijo Pablo Iglesias hay que entenderlo todo y no solo el detalle de haber usado el término lumpen, cosa que mucho marxista de baratillo aprovecha para ir dando lecciones de teoría política y de historia de las ideas.
ResponderEliminar1. Este señor estaba en un edificio ocupado de forma ilegal (un CSO o casa okupa), en el que teóricamente se desarrollan actividades de caracter social y político, conciertos al margen del circuito comercial de salas, escuelas populares, charlas y debates, talleres de todo tipo...
2. Alrededor de estos edificios suele moverse un tipo muy peculiar de gente que podría encajar dentro de eso que Marx llamaba lumpen y a la que se denomina coloquialmente "costras", individuos muy marginales de estética punk e higiene cuestionable que viven de la mendicidad y de pequeños hurtos amén de vender "quincalla" y droga. Suelen llevar consigo varios perros o algunos incluso ratas y también suelen frecuentar macrofestivales de música "alternativa".
3. Estos individuos suelen ser muy criticados por ser considerados en buena medida parásitos que no solo tienen una casi nula participación en las actividades de estos centros, además en muchos casos torpedean las actividades desde dentro vendiendo drogas, ensuciando, o como en este caso provocando conflictos debido a su comportamiento antisocial. Iglesias no habla directamente de costras pero es fácil intuir que tratándose de un robo en un centro como ese se tratase de "costras" que tenían conocimiento de las actividades del centro y de que ese día habría una mesa de mezclas que robar.
4. El hecho de que estas personas, muchas de ellas de clase media y echadas a perder por las drogas o por su simple hastío hacia la vida burguesa y convencional y no por condiciones económicas de partida, decidiesen robar precisamente en un lugar en el que teóricamente se llevan a cabo esas actividades sociales y no se busca el lucro económico y donde encima es probable que los cacos hayan encontrado techo y comida en alguna ocasión es especialmente miserable, ya que no deja de ser un robo al más débil, a aquel que sabes que es muy probable que no denuncie. Ojo, yo considero miserable cualquier delito de esta gentuza, hablo desde.el punto de vista que tendrían la izquierda y los movimientos sociales.
5. El propio Pablo Iglesias saca la anécdota a colación para defender que sin organización y de forma totalmente espontanea es difícil hacer frente a problemas de este tipo, dentro de los centros sociales este debate y estas propuestas de organización levantan polémicas bastante curiosas, dentro del anarquismo se suelen rechazar estas concepciones autoritarias y más propias del marxismo-leninismo clásico, incluso hay polémica entre los anarquistas cuando en un acto se pide que no se acuda con perros, con botellas de vidrio y hasta con drogas para su venta. No hablemos ya de los famosos servicios de seguridad en las manifestaciones para evitar incidentes de descontrolados que son despreciados y tildados de pseudopolicía por muchos anarquistas.
5. Quien ha iniciado esta polémica es un usuario de youtube y de otras redes sociales de ideología más bien anarquista y que probablemente ya tuviese muy poca simpatía por Pablo Iglesias, a sus ojos un autoritario de la izquierda """nacional""" y además reformista.
Conclusión; anécdotas como esta ratifican la superioridad de los valores de la organización, la jerarquía, la democracia limitada, el orden. Por poco que le pueda gustar a uno la izquierda que representa Pablo Iglesias no se puede olvidar que del anarquismo nacieron corrientes tan delirantes como el ilegalismo.
Lo he entendido perfectamente: clasista no come clasista :)
EliminarSin dejar de estar de acuerdo contigo en lo básico, creo que el elitismo procede ni más ni menos que de ti, Vimes, que consideras que eres capaz de gestionar un conflicto de esas características sin llegar a las hostias. Eso sólo evidencia que jamás te has visto en una situación similar, es decir, que no eres capaz de contextualizarla en tu imaginación con toda la complejidad necesaria.
ResponderEliminarUn saludo.
Wow, qué análisis psicológico así en un momento: juzgas mi actitud ante la vida y mis capacidades de resolución de conflictos sólo por un post. Y eso que yo nunca he dicho que ese conflicto en concreto pudiera gestionarse sin llegar a la violencia física, cosa que sinceramente ni sé ni me importa porque mi foco es otro. Hale, a seguir bien.
EliminarEste payaso hitleriano, llamado Pablo Iglesias de la era moderna que ha surgido como pavo en celo, pretende crear una segunda Venezuela, donde sus ciudadanos a día de hoy no tienen ni papel higiénico, pero eso si mandarían ellos, creando una nueva sociedad sin libertad
ResponderEliminarPero qué dice.
EliminarA parte de la anécdota en la que se describe una violencia defensiva lanzo esta pregunta, pablo iglesias no os parece un costra aburguesado? y qué os parece el sequito de perro flautas encabezado por monedero? En mi humilde opinion esta gente que se permite el lujo de creerse seres superiores por el hecho de salir de la universalidad y después olvidar sus orígenes, lo que nos dicen entre líneas es que nosotros lo que vamos a la urna a votarle es que también somos lumpenes y gentuza a la que nos tienen que pastorear y en la anécdota nos dice como lo hara él si somos tan tontos como nos considera él y su casta perroflautera y en este caso pienso que la represión se combate no se tolera ningun politico costrero como el nos va a achantar
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