Hoy hay manifestación. Está convocada por dos centenares de asociaciones ateas, escépticas, librepensadoras, de izquierdas e incluso cristianas laicistas. Su lema es "De mi dinero, al papa cero", y tiene como objetivo precisamente ese: quejarse del coste para el Estado, tanto directo como indirecto (en dinero dejado de recaudar) de las Jornadas Mundiales de la Juventud Católica. La manifestación no va directamente contra las JMJC sino contra el hecho de que gasten dinero público y encima se manifiesten con tanto boato, especialmente en un momento en el que el Cuerno de África está empezando a padecer una hambruna.
Yo asistiré a la manifestación, pero no sólo por eso. Yo me voy a manifestar contra el papa: sí, voy a cometer tal falta de respeto y corrección política y no me voy a quejar sólo de que le den dinero público, sino del mero hecho de que venga. Porque el papa me parece un ser repulsivo e inmoral. No creo que haga falta que argumente demasiado por qué: por sus declaraciones, todas las que ha hecho a lo largo de seis años de mandato, por su actuación al mando de la Congregación para la Doctrina de la Fe siendo papa Wojtyla, por su encubrimiento de la pederastia y por sus posturas asquerosamente conservadoras en todo.
¿Y qué problema hay? ¿Falta de respeto? La gente que quiera mi respeto se lo tiene que ganar, y Joseph Ratzinger no se lo ha ganado. ¿Que es un líder espiritual para millones de personas? Terry Pratchett es un referente ético para mí y aguanto sin pestañear las chorradas y gilipolleces que católicos bocachanclas sueltan sobre él. No lo considero un signo extremo de tolerancia sino uno de normalidad: porque cuando escuchas unas declaraciones que no te gustan lo normal debería ser obviarlas, cerrar la ventana de tu navegador e irte a tomar un helado. O, como mucho, tratar de rebatirlas. Desde luego lo que no tendría que ser normal es ponerse a clamar falta de respeto, a acusar de injurias y calumnias y a cogérsela con papel de fumar.
Por desgracia la cosa es al revés, y si se me ocurre convocar una manifestación que fuera únicamente antipapista la gente no lo vería como un ejercicio de mis derechos sino como una vulneración de los suyos. Me dirían que les dejara ver a su papa en paz, inasequibles al desaliento y a los argumentos que acabo de exponer.
Ante esto, sólo tengo que decir una cosa: ¿quosque tandem, papam, abutere patienta mea?
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